3.
Pares de nociones
: 3.1.
Duda y certeza
Para entender correctamente el significado y la importancia de la “duda” para Descartes hemos de tener en cuenta que, para él, ésta es necesaria como “medicina mental” que cure o libere al saber de los prejuicios a los que se veía sometido por la filosofía escolástica. De manera que el principal objetivo de toda su filosofía será encontrar la certeza, es decir una verdad de la que podamos estar seguros, basándose tan sólo en el buen uso de la razón y no en la revelación divina ni en la autoridad de otros filósofos (como se había hecho durante toda la Edad Media). Ahora bien, para ello será necesario, según él, poner en cuestión todo el conjunto del saber recibido de la tradición filosófica anterior y, por eso, la duda será el punto de partida de su propio método para encontrar la verdad. De modo que pondrá en duda todo conocimiento de cuya verdad no podamos estar totalmente seguros. Examinará todas las ideas que tenemos de las cosas para ver si existe alguna que no sea eliminada por la duda y se muestre indudablemente cierta, con el fin de no tomar nunca por verdadera una idea que pueda ser falsa.Pero, ¿cuáles son las carácterísticas de la duda? Veámoslo:a) En primer lugar, la duda es “metódica”, porque en ella se basa la primera regla de su método para descubrir una verdad indudable y no tomar nunca por verdadera una idea que sea falsa. Según dicha regla (llamada “de la evidencia”), no debemos admitir nada como verdadero si no es evidente que es verdadero. Es decir, que no debemos aceptar como verdadero nada más que lo que se presente tan “clara y distintamente” (a nuestra mente)
Que no sea posible ponerlo en duda
. Con lo cual, la evidencia se basa en que la verdad de dichas ideas sea “indudable”. O, dicho de otra manera, como el objetivo de Descartes es estar seguro de que lo que conoce es cierto, rechaza cualquier conocimiento del que pueda tener alguna duda y sólo aceptará como verdaderas aquellas ideas que le parezcan indudables, con el fin de alcanzar un primer principio cierto. Y, para ello, empezará dudando de todos los conocimientos que ha adquirido.b) En segundo lugar, la duda cartesiana “no es escéptica” sino “provisional”, no hay que confundirla con las dudas del escepticismo que, en el Siglo XVII en Francia, hacía que los escépticos (como Montaigne) creyesen que era imposible el conocimiento. El objetivo de Descartes es, por el contrario, encontrar una verdad que resista las dudas del escepticismo, aunque para ello empiece dudando de todo lo que conoce. Pues, mientras que para los escépticos la duda era la conclusión de su pensamiento, para Descartes la duda sólo es provisional, sólo es el primer paso en la búsqueda de la certeza y, una vez que se descubra la verdad, afirmará que el conocimiento es posible y, por tanto, dejará de dudar.c) En tercer lugar, la duda es “universal y radical” porque pone en cuestión todos nuestros conocimientos, tanto los recibidos por los sentidos como los que proceden de la razón o de la ciencia (incluidas las matemáticas). Y, además, la duda debe aplicarse a todo lo que pueda ser dudado. De manera que no sólo duda de aquello que comprobamos que es falso sino que, incluso en el caso de que no podamos demostrar que algo es falso, si nos cabe alguna duda de que sea verdadero, podemos considerarlo como si realmente fuese falso. Pero, ¿por qué debemos dudar de la información que procede de los sentidos, así como de todas las operaciones de la mente?– Duda de los sentidos: porque nos engañan en muchas de ocasiones y, por tanto, pueden engañarnos siempre y hemos de considerar falsos todos los conocimientos que procedan de ellos. Pues, no hay certeza alguna de que dichos conocimientos sean verdaderos. Es más, Descartes no sólo duda de la verdad de algunas percepciones concretas sino de todas, porque es imposible distinguir lo que percibimos cuando soñamos (que nos parece real mientras lo estamos soñando) de lo que captan nuestros sentidos cuando estamos despiertos. Con lo cual, pone en cuestión absolutamente todas las percepciones de nuestros sentidos (incluida la percepción de nuestro propio cuerpo, que también podría ser falsa, como ocurre en los sueños).– Duda de la razón: porque muchas veces nos equivocamos al razonar y caemos en el error. Y, aunque hay conocimientos (como los matemáticos) que creemos que son verdaderos tanto en el sueño como en la vigilia, según Descartes, también pueden ponerse en cuestión, porque todos los razonamientos, incluso aquellos que nos parecen más evidentes, también podrían ser falsos. Pues, como sostiene en sus Meditaciones metafísicas, Dios o un genio maligno podría hacer que nos engañásemos siempre (incluso en las operaciones matemáticas más sencillas), haciéndonos creer que algo que es falso nos parezca verdadero. De modo que la duda llega a extenderse a todos los conocimientos, porque todos le parecen dudosos. Y, por ello, decimos que la duda es universal.d) En cuarto y último lugar, la duda es “teorética” y “no práctica”, porque debe limitarse a cuestionar los saberes teóricos y no extenderse a los prácticos, a nuestra vida cotidiana. Es decir, que no pondrá en duda ni la conducta moral ni las prácticas religiosas ni los sistemas políticos. Por el contrario, Descartes aceptará las normas y costumbres (morales, políticas y religiosas) del país en el que viva como si fueran verdaderas, al menos, mientras que no se investigue y se descubra cuáles son las auténticas. Por eso, se dice que propone una “moral provisional” mientras se dedica a estudiar problemas teóricos.¿Pero hay algo que podamos conocer de un mundo seguro y tener la certeza de que es verdadero? Descartes se da cuenta de que por mucho que dude de todo hay, al menos, algo de lo que no puede dudar y es de que piensa. Porque puede ser falso todo lo que pienso, pero lo que es absolutamente indudable es que yo lo estoy pensando. Y, por tanto, tengo que existir, pues, si no existiese no podría dudar. Lo que resume con su famosa frase: “Pienso luego existo” (“Cogito, ergo sum”, en latín). De modo que, al menos, hay algo de lo que está completamente seguro y es de que es “una cosa que piensa”. Con lo cual, el “cogito” se convierte, para él, en la primera certeza y en el primer principio metodológico del que deducirá todas las demás verdades (como la existencia del alma, de Dios y del mundo). Pues, según él, una sola verdad de la que estuviéramos totalmente seguros bastaría para deducir de ella todo el sistema de la nueva filosofía (igual que las matemáticas deducen, o extraen, sus teoremas a partir de principios más sencillos y evidentes: los axiomas).