Kant
Crítica de la razón pura (epistemología)
Respecto a su epistemología, Kant propone un cambio de punto de partida, lo que se
conoce como giro copernicano; se centra en estudiar la forma que tiene el ser humano de
conocer, en lugar de estudiar qué es la realidad. Además, es el primer filósofo en hacer una
síntesis entre el Empirismo y el Racionalismo.
El objetivo de Kant era dar a la filosofía, tanto a la epistemología, metafísica como ética, una
respuesta científica objetiva, y para esto, estudió las condiciones que hacen posible el
conocimiento científico; las empíricas y las trascendentales. Las condiciones empíricas son
aquellas que permiten la experiencia y son modificables (luz, temperatura), en cambio, las
trascendentales, no pueden ser modificadas, son necesarias para nuestro conocimiento y
hacen posible nuestra experiencia, estas son el tiempo y el espacio, son universales,
necesarias y a priori.
Estudiada la ciencia, Kant consideró que para llegar a conocer, eran necesarias tres
facultades, dedicando un capítulo de La crítica de la razón a cada una; la sensibilidad,
desarrollada en Estética trascendental, el entendimiento, desarrollado en Analítica
Trascendental y la razón, desarrollada en Dialéctica Trascendental.
La Estética Trascendental estudia las condiciones sensibles del conocimiento, el espacio y
el tiempo. Estas condiciones permiten la experiencia pero no pertenecen al objeto, sino al
sujeto, es decir, el sujeto coloca la realidad en un espacio y tiempo determinados. Son
intenciones puras, independientes de la experiencia, a priori y hacen posible el
conocimiento sensible al combinarse con la experiencia. Estas condiciones hacen posible
las matemáticas, ya que derivan de nuestra capacidad temporal (aritmética) y espacial
(geometría). Además, desarrolló el idealismo trascendental que separa el fenómeno (uníón
entre materia y forma) y el noúmeno (la cosa en sí, incognoscible), de manera que nosotros
conocemos el fenómeno, lo que nos aparece.
La Analítica Trascendental se ocupa del entendimiento, que se encarga de producir
conceptos a partir de los datos sensibles. Los conceptos obtenidos pueden ser empíricos,
aquellos que provienen de la experiencia, a posteriori, o puros, aquellos que no provienen
de la experiencia a priori, son las doce categorías. Así como las formas a priori están vacías
de contenido (espacio y tiempo) están vacías de contenido y tienen que llenarse con datos
de la experiencia, las categorías tienen que llenarse con datos de la sensibilidad
(fenómenos) para llegar a ser conceptos (juicios), y por tanto, conocimiento.
La Dialéctica Trascendental trata la razón, que sirve para unificar el conocimiento humano
con las ideas, que son la globalización del conocimiento para dar sentido a la experiencia.
Estas ideas son el mundo como unidad, que da sentido a la experiencia externa, el alma,
que da sentido a la experiencia interna y Dios, que da sentido a las dos ideas anteriores. Sin
embargo, estas ideas no son fuente de conocimiento ya que están más allá de la
experiencia, por esto, la metafísica como ciencia es imposible, ya que las categorías sólo
pueden usarse en la aplicación de los fenómenos.
Comparación epistemología Descartes
En cuanto al origen del conocimiento, Kant considera que para llegar a conocer, son
necesarias tres facultades; la sensibilidad, los sentidos, el entendimiento, que se ocupa de
producir conceptos a partir de los datos de la experiencia y la razón, que se encarga de
unificar el conocimiento humano con las ideas. En cambio, Descartes, al ser racionalista,
afirma que los sentidos son una fuente de engaño y en todo caso, una fuente de opinión, no
de conocimiento; la verdad solo se obtiene a través del razonamiento puro. De hecho, para
llegar al conocimiento, desarrolló el método cartesiano, el cual se basaba en eliminar
cualquier idea obtenida a través de la experiencia y sólo aceptar aquellas obtenidas por el
razonamiento.
De esta forma, ambos coinciden en la utilidad de la razón en el conocimiento, pero mientras
Descartes confía en la razón y en la capacidad de esta para conocer el mundo tal y como
es, Kant basa su epistemología en la determinación de los límites cognoscitivos del ser
humano y en especial de la razón pura. Además, Descartes defiende que los seres
humanos conocemos la realidad tal y como es, pero Kant considera que sólo los
conocemos nuestra forma de conocerlos, centrándose en el sujeto que conoce y no en el
objeto conocido. A este cambio, Kant lo denomina Giro copernicano.
Por otra parte, Descartes defiende la existencia de las ideas innatas objetivas (Dios, alma),
mientras que Kant afirma que estas no son fuente de conocimiento ya que están más allá
de la experiencia
Comparación epistemología Hume
En cuanto al origen del conocimiento, Kant considera que para llegar a conocer, son
necesarias tres facultades; la sensibilidad (la experiencia), el entendimiento, que se ocupa
de producir conceptos a partir de los datos de la experiencia y la razón, que se encarga de
unificar el conocimiento humano con las ideas. Por otro lado, Hume defiende que la única
fuente de conocimiento son los sentidos, engañosos o no, tenemos que aceptarlos; son el
origen y el límite de nuestro conocimiento, por lo que todo lo demás que se conoce a través
del razonamiento, es creencia y no conocimiento (Dios). Por esto, el razonamiento solo
sirve para ordenar los datos de la experiencia, pero no para generar ideas nuevas.
De esta forma, ambos coinciden en la utilidad de la experiencia en el conocimiento, sin
embargo, mientras que Hume basa el conocimiento únicamente a los sentidos, Kant somete
la experiencia al entendimiento. Además, Hume defiende que conocemos la realidad tal y
como es, mientras que Kant considera que sólo los conocemos nuestra forma de
conocerlos, centrándose en el sujeto que conoce y no en el objeto conocido. A este cambio,
Kant lo denomina Giro copernicano.
Finalmente, respecto a las ideas innatas (Dios), Kant defiende que estas no son fuente de
conocimiento ya que están más allá de la experiencia. De la misma forma, Hume considera
tampoco son conicimiento, ya que al nacer nuestro conocimiento es “una pizarra sin nada
escrito” dispuesto a recibir experiencia pasivamente.