Las 3 etapas de la guerra fria


TEMA 14. LA CRISIS DEL ESTADO LIBERAL, LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL.

14.1 Panorama general del reinado de Alfonso XIII. Intentos de modernización. El Regeneracionismo. Crisis y quiebra del sistema de la Restauración. La Guerra de Marruecos.

En 1902 Alfonso XIII es declarado mayor de edad lo que pone fin a la Regencia de María  Cristina. Hasta esa fecha el sistema canovista había permitido una cierta estabilidad. Sin embargo durante el reinado de Alfonso XIII España vive en una situación de permanente crisis política.

La muerte de Cánovas (1897) y de Sagasta (1903) llevó a los partidos del turno a una lucha interna por el liderazgo que debilitó su posición, y facilitó la aparición de nuevos partidos (socialistas, republicanos y nacionalistas), ajenos al sistema turnista, esto llevó al agotamiento del sistema canovista. A la crisis política debe añadirse el clima de violencia social provocado por la lucha entre los sindicatos y la patronal y el descontento creciente en el ejército por el desastre del 98 y los fracasos de la guerra en Marruecos, de lo que muchos militares culpaban a los políticos.

El asesinato de Cánovas dejó a Francisco Silvela, defensor de las tesis revisionistas, como líder del partido conservador. Silvela formó varios gobiernos que intentaron acabar con la corrupción del sistema pero fracasó al chocar contra muchos intereses, incluso dentro de su propio partido, y abandonó la política en 1903 dejando paso a un nuevo líder conservador, Antonio Maura.

Entre 1902 y 1909 se producen los primeros intentos de revisionismo político. Se trataba de cambiar el sistema desde arriba.
El desastre del 98 había levantado las voces de los regeneracionistas , como Joaquín Costa o Santiago Alba, que criticaban el sistema político al que tachaban de enfermo y degenerado, y pedían una regeneración moral de la vida política, acabando con el caciquismo y el fraude electoral.

Antonio Maura intentando hacer la “revolución desde arriba” llevó a cabo una lenta y tímida legislación laboral, (creación del Instituto Nacional de Previsión, regulación del descanso dominical y de la jornada laboral de mujeres y niños). Pretendió atraer a la “masa neutra” del país a la política y para ello puso en marcha la medida más relevante que fue la Ley de reforma electoral con la que se pretendía dificultar la corrupción electoral. Otra medida intentó ser la Ley de Reforma de la Administración Local por la que se creaban las Mancomunidades, pero que no llegó a ser aprobada y que suponía un primer paso para un autogobierno regional.

A pesar de todo, tampoco Maura consigue mejores resultados, e incluso agrava la situación de crisis por su talante autoritario y su negativa a dejar el gobierno a los liberales, con la excusa de que estos se habían aliado con los republicanos para hacer la regeneración desde abajo. El estallido de la Semana Trágica en Barcelona en 1909 aceleró el proceso de crisis.

 Desde la conferencia de Algeciras en1906, España ejercía un protectorado sobre el Norte de Marruecos. En 1909 miembros de algunas Cabilas (tribus) próximas a Melilla atacaron a los trabajadores de compañías españolas y Maura decidió enviar tropas. Pero en vez de mandar las que había situadas en Andalucía aprovechó la ocasión para ensayar el plan de movilización de reservistas y ordenó la incorporación de estos en Madrid y Barcelona (10 de julio). Ante esta situación los socialistas y republicanos promueven una acción conjunta contra la llamada de reservistas para la campaña de Marruecos (reservistas de 1903 y1904, que eran de clase obrera porque los más pudientes sustituían el servicio por el pago de un canon). Las protestas no fueron atendidas por el gobierno de Maura y cuando las tropas embarcaban en Barcelona comenzaron los incidentes (18 julio).

Por otro lado en Barcelona la organización Solidaridad Obrera, de carácter pseudo-anarquista, hizo un llamamiento a la huelga general para el 26 de julio a la que se sumaron otras organizaciones obreras (UGT). La mala organización hizo que la huelga solo fuera seguida en Barcelona. El gobernador civil decreto el estado de guerra y la situación de violencia se generalizo escapándosele de las manos a los organizadores (al llegar las noticias el día 27 de julio del desastre del Barranco del Lobo)
: barricadas, vuelcos de tranvías, quema de conventos, enfrentamientos entre la policía y los huelguistas. Durante tres días en la ciudad, aislada del exterior, se prolongaron las luchas en las calles hasta que poco a poco la situación volvió a la normalidad. Más de 100 muertos, 300 heridos, casi un centenar de edificios destruidos, sobre todo conventos, y múltiples destrozos fue el balance de estos tres días. Después llegó la represión, las detenciones, los procesos y las condenas a muerte. La condena a muerte y ejecución del fundador de la Escuela Moderna Francisco Ferrer y Guardia, sin pruebas, y tras un proceso muy irregular (se pretendía dar un escarmiento en la persona del líder y maestro anarquista) promovió tales protestas dentro y fuera de España que el rey tuvo que provocar la dimisión de Maura.

Entre 1909 y 1917 la crisis se mantiene ante la incapacidad de los partidos tradicionales para atajarla. A Maura le sucede el liberal José
Canalejas, también regeneracionista. Durante su mandato se suprimieron los consumos (impuesto que gravaba productos de primera necesidad) y se estableció el servicio militar obligatorio. Se aprobó la Ley del Candado que prohibía el establecimiento de nuevas órdenes religiosa. Su mayor éxito fue la aprobación de la Ley de Mancomunidades que permitía un inicio de autogobierno dando satisfacción a las demandas catalanistas. No llegó a ver aprobada esta ley en el Senado por que fue asesinado por un anarquista en 1912 dejando a los liberales sin su principal dirigente.

El rey llamó al conservador Eduardo Dato, pero un sector de los conservadores no acepto este liderazgo, y encabezados por Maura, forman el partido maurista, lo que divide a los conservadores.

En 1914 al comenzar la 1ª guerra mundial el gobierno de Dato declaró la neutralidad que por un lado supuso un auténtico boom económico pero que también traerá consecuencias sociales negativas incrementando el descontento.

El estallido definitivo de la crisis se produjo en 1917 cuando una parte del ejercito (movimiento de juntas militares)
, los catalanes de la Lliga de Cambó, los republicanos de Melquíades Álvarez y de Lerroux y algunos grupos obreros (PSOE) se unieron para exigir una reforma política total, y como primera medida pedían la convocatoria de una asamblea constituyente.
Como respuesta Dato cerró las Cortes. El movimiento se fue haciendo más nacionalista, catalán sobre todo, y más radical. Las centrales sindicales UGT y CNT convocaron una huelga general que fracasó. Finalmente, y tras la reunión de los asambleístas en Madrid, Alfonso XIII da paso a un gobierno de colaboración con la presencia de asambleístas como Cambó y Maura.

Este gobierno fue incapaz de dar una solución, lo mismo que los 13 gobiernos que van a sucederse hasta 1923, demostrando la incapacidad de los políticos para reformar el sistema.

El problema de la crisis política se veía agravado por una situación social cada día más tensa: obreros y campesinos pedían reformas laborales y cambios en la estructura de la propiedad que los patronos no estaban dispuestos a conceder. La violencia de los obreros fue contestada con violencia patronal, lo que desembocó en una guerra abierta en la ciudad de Barcelona sobre todo.

A ello se sumaba la cuestión de Marruecos, que era de vital interés para los mandos del ejército. Sin su imperio ultramarino y cada vez más aislada de Europa, España trato de participar en el reparto de África. Tras la Conferencia de Algeciras (1906) España obtuvo el reconocimiento definitivo de sus derechos sobre el norte del territorio.

La población rifeña (en las montañas del Rif donde se localizaban minas de hierro) estaba dividida en tribus o cabilas reacias a renunciar a su independencia. Las cabilas rebeldes seguían al líder Abd-el-Krim, organizador de una ofensiva de guerrillas contra los españoles. El general Silvestre en 1921, sin contar con el Alto Comisario en Marruecos (máxima autoridad del ejército español destacado en Marruecos), General Berenguer, decidió atacar a Abd-el-Krim en una expedición suicida que puso en peligro todo el protectorado y se saldó con una terrible derrota, el desastre de Annual, donde todos sus hombres fueron masacrados por los rifeños (12.000). En Madrid el parlamento pidió responsabilidades y se inició un expediente, el expediente Picasso, que nunca llegó a verse por el golpe de Primo de Rivera. Pero durante la investigación sonó el nombre del rey, pues algunos consideraban que Silvestre, amigo personal del monarca, actúo en contacto con Alfonso XIII saltándose el escalafón. Tanto el desastre como la investigación posterior causaron un profundo malestar en el ejército.

En esa situación, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, con el beneplácito del Rey, proclamó el estado de guerra en 1923. El rey se negó a destituir a los sublevados y el gobierno dimitió. Alfonso XIII entrego el poder a Primo de Rivera consumándose el golpe de estado. La constitución de 1876 quedaba anulada y se abría un abismo entre la monarquía y la clase política que la había sostenido.

14.2 La dictadura de Primo de Rivera

El 13 de septiembre de 1923 Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, dio un golpe de estado declarando el estado de guerra.
A continuación publicó un manifiesto en el que declaraba los motivos para rebelarse y sus intenciones. Contó inmediatamente con el apoyo del rey Alfonso XIII, afín a las ideas de los mandos militares, quién le encargó formar gobierno, legalizando así un acto anticonstitucional y convirtiéndose en responsable directo de la Dictadura.

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Causas del golpe de estado

A- La crisis y degeneración del sistema político de la Restauración. Los partidos dinásticos que se turnaban en el poder- conservador y liberal- se habían mostrado incapaces de acabar con el viejo sistema caciquil y estaban fragmentados. Se habían sucedido numerosos gobiernos de concentración que también habían fracasado. Sólo había dos caminos posibles para solucionar la crisis: o la democratización del sistema o la implantación de una dictadura. Se eligió el segundo.

B- El descontento del ejército por la guerra de Marruecos. El desastre de Annual (1921) desprestigió al ejército y el expediente Picasso que investigaba las causas y responsabilidades en el mismo, aumentó la desconfianza de los militares hacia los políticos.

C- La agudización de los conflictos sociales. Desde la crisis de 1917 y debido a los efectos de la 1ª Guerra Mundial y al impacto de la Revolución rusa (1917), numerosas huelgas y protestas de las clases trabajadoras alteraban el orden público. La burguesía estaba atemorizada también ante el aumento del terrorismo anarquista, especialmente en Barcelona, y se mostraba partidaria de medidas de fuerza para atajarlas.

D- El auge y la radicalización de los nacionalismos periféricos, en especial el catalán

E- El triunfo del fascismo en Italia. La Marcha sobre Roma en 1922 llevó a Mussolini al poder. También en otros países europeos se impusieron dictaduras derechistas por entonces (Portugal, Grecia, Polonia). La dictadura de Primo de Rivera no es una excepción.

Los objetivos del golpe eran acabar con el sistema parlamentario – al que Primo tachaba de inmoral y corrupto-, garantizar el orden público, terminar con el separatismo y solucionar el problema marroquí. Primo de Rivera, un andaluz campechano y paternalista, tenía valores tradicionales típicamente castrenses: orden, disciplina, autoridad y amor a la patria.

Creía que bastaba la buena voluntad, la honradez y el patriotismo para gobernar a un país; desconfiaba de los políticos y odiaba a los partidos. Combinaba las ideas regeneracionistas (se veía como el cirujano de hierro del que hablaba Joaquín Costa) con la influencia del fascismo italiano de Mussolini, a quién admiraba.

Apenas hubo oposición al golpe de estado. Sus apoyos sociales se encontraban entre la oligarquía de terratenientes e industriales católicos, el ejército, gran parte de las clases medias y también en el mundo obrero. Los socialistas no ofrecieron resistencia e incluso colaborarán con el régimen. Anarquistas y comunistas fueron los únicos que se opusieron, convocando manifestaciones y huelgas en contra del golpe de estado, lo que servirá de justificación al dictador para su ilegalización.

2. Etapas de la dictadura

1.- El Directorio Militar (1923-25):

La Dictadura se presentó como una solución provisional, para poner orden y solucionar los males de España. Era una dictadura autoritaria cuyas primeras medidas fueron: la suspensión de la Constitución de 1876 y de los derechos constitucionales, la disolución de las Cortes y el establecimiento de un Directorio militar, presidido por Primo de Rivera, encargado de gobernar el país. El dictador concentraba en sus manos todos los poderes (ejecutivo, judicial y legislativo, gobernando mediante decretos-ley) siendo asesorado por el resto de los militares. Colocó en los puestos claves de la Administración a militares (gobernadores provinciales, delegados del gobierno en los ayuntamientos).

Prohibió los sindicatos y las huelgas, mantuvo el orden público con mano dura. Acusó a los nacionalistas catalanes, tanto los autonomistas como los separatistas, de romper la unidad de España. Prohibió el uso oficial de la lengua y la bandera catalanas, e incluso bailar la sardana. Lo que logró con estas medidas fue radicalizar el catalanismo aún más, surgiendo un nuevo partido – Estat Catalá – presidido por Maciá. Tampoco hizo caso a los nacionalismos gallego y vasco.

En 1924 formó la Unión Patriótica (UP), su partido político y el único legal, con un programa regeneracionista y calificado como de patriotas viriles, siguiendo el modelo fascista.

La decisión de Abd-el-Krim de atacar la zona del Protectorado francés en Marruecos posibilitó la realización de una acción militar conjunta contra el mismo. Las tropas españolas desembarcaron en la bahía de Alhucemas (septiembre de 1925) y vencieron a las cabilas rifeñas. Abd- el-Krim se rindió a las autoridades francesas. El final victorioso en la guerra de Marruecos fue el gran éxito de Primo de Rivera y le dio una enorme popularidad.

2.-El Directorio Civil (1925-1930)

Primo de Rivera quiso permanecer en el poder e institucionalizar la dictadura un régimen. En diciembre de 1926 entraron seis civiles en el Directorio; los más destacados fueron Martínez Anido en Gobernación, José Calvo Sotelo en Hacienda y Eduardo Aunós en Trabajo, todos de extrema derecha. La UP intentó sin éxito aglutinar un amplio espectro político para legitimar a la dictadura, pero fue sólo un instrumento de propaganda oficial en el que se integraron políticos fracasados y oportunistas.

En 1927 se constituyó la Asamblea Nacional Consultiva, formada en sus 4/5 partes por miembros de UP, elegidos por sufragio restringido y cuya función era asesorar e informar al dictador. La Asamblea fracasó rápidamente en su tarea de preparar un proyecto de Constitución, que no se aprobó.

Entre las realizaciones del régimen destaca su política económica, llevada a cabo por el ministro Calvo Sotelo. Aprovechando la coyuntura económica favorable (los felices veinte), la etapa de la dictadura fue de prosperidad económica, consolidándose el capitalismo en España. Hubo un fuerte intervencionismo estatal controlando todos los sectores productivos, reforzándose el proteccionismo; se subvencionaron empresas con dinero público y se incrementaron las inversiones públicas en infraestructuras (carreteras, escuelas, obras hidráulicas). Aparecieron las Confederaciones Hidrográficas y los monopolios: Tabacalera, Telefónica, Loterías y CAMPSA, que se ocupaba de la distribución y venta del petróleo. Los mayores beneficiarios de esta política fueron los grandes capitalistas. El Estado se endeudó en exceso y aunque los obreros mejoraron su nivel de vida, continuaron con salarios bajos; los jornaleros eran miserables.

En cuanto a la política social se crearon los Comités Paritarios que eran unos organismos oficiales compuestos por representantes de patronos y obreros y un representante del gobierno. De influencia fascista, su función consistía en resolver los conflictos laborales. Los socialistas de UGT, dirigidos por Largo Caballero, participaron en estos Comités, haciendo una política reformista (viviendas obreras, mejoras asistenciales). Pero fueron muy criticados por los comunistas y anarquistas, que eran perseguidos por el régimen. También colaboraron los Sindicatos Libres (próximos a la extrema derecha).

Estableció el Somatén, una milicia catalana formada por voluntarios, apoyada por las clases medias conservadoras para combatir el sindicalismo y la extendió a toda España para mantener el orden público.

3. Caída de la dictadura:

A mediados de 1928 se hizo patente la decadencia de la dictadura. Se explica por varios factores: el creciente aumento de la oposición al régimen que abarcaba un amplio espectro político (republicanos, anarquistas, comunistas, nacionalistas, estudiantes e intelectuales, entre los que destacaron Unamuno, Ortega y Gasset, Marañón). Creció el descontento en un sector del ejército por las arbitrariedades de Primo de Rivera.

Las crecientes dificultades presupuestarias del Estado, endeudado e incapaz de realizar una reforma fiscal que estableciera un impuesto único y progresivo sobre la renta debido a la oposición de las clases acomodadas; la Exposición Universal de Sevilla (1929), que el dictador había organizado por cuestión de prestigio, aumentó la deuda así como el inicio de la crisis de 1929. La reaparición de los conflictos sociales con movimientos huelguísticos motivó que los socialistas le abandonaran.

Aquejado de una grave enfermedad Primo de Rivera presento su dimisión al rey Alfonso XIII el 27 de enero de 1930, quién se apresuró a aceptarla presionado por los políticos conservadores y liberales que deseaban volver al parlamentarismo. Primo de Rivera se exilió a París donde murió dos meses después.

Ante el fracaso de la dictadura, Alfonso XIII quiso volver al régimen parlamentario y nombró jefe de gobierno al general Berenguer con la tarea de reponer la Constitución de 1876 y salvar la figura real, cada vez más impopular por considerarle responsable directo de la dictadura. Berenguer mantuvo un régimen dictatorial suavizado- conocido como la dictablanda.

En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián entre todos los opositores republicanos, socialistas, radicales y catalanistas de izquierda; la CNT no participó pero dio su adhesión. Acordaron poner fin a la monarquía. A su vez los intelectuales crearon la Agrupación al servicio de la República, dirigida por Ortega y Gasset.

En enero de 1931 el rey nombró al almirante Aznar quién convocó elecciones municipales para abril. Los candidatos del Pacto de San Sebastián triunfaron en las principales ciudades y Alfonso XIII se exilió

. El 14 de abril de 1931 se proclamó La Segunda República, ante el entusiasmo popular

14.3 La Segunda República. La Constitución de 1931 y el bienio reformista

[incluyendo la política de reformas y realizaciones culturales].

Tras la dimisión de Berenguer, el 14 de febrero de 1931, Alfonso XIII encargó formar gobierno al almirante Aznar que se limito a convocar elecciones municipales para el 12 de abril, para elegir nuevos ayuntamientos que garantizasen la limpieza de unas elecciones constituyentes posteriores (eran los encargados de establecer el censo). Aunque tras las elecciones la mayoría de los concejales elegidos eran monárquicos los republicanos habían ganado en todas las capitales de provincia, donde el sufragio era más limpio. Como reconoció el propio Aznar: el país se había acostado monárquico y se levantó republicano.

Alfonso XIII, el 13 de abril de 1931, aconsejado por el gobierno (Romanones) y sorprendiendo a toda la opinión pública, lanzó un manifiesto en el que comunicaba que dejaba el trono.

La II República fue proclamada al día siguiente, 14 de abril.

El Comité Revolucionario establecido en San Sebastián se convertía en el nuevo gobierno provisional, presidido por Alcalá Zamora.
El mismo día que se proclamaba la república en Madrid, Francesc Macià, líder de Esquerra republicana de Cataluña proclamaba en Barcelona la República catalana independiente. Esto implicaba una desautorización del nuevo gobierno provisional pero éste se comprometió a buscar una solución inmediata para la autonomía catalana.

En junio de 1931 se celebraban elecciones a Cortes Constituyentes.
Obtuvieron la mayoría una coalición de republicanos y socialistas. (El PSOE obtuvo 116 escaños, seguido del Partido Radical de Lerroux, 90 escaños,, que se había convertido en un partido de derecha moderada) El primer cometido de estas cortes era elaborar un nuevo texto constitucional.

La CONSTITUCIÓN DE 1931 reflejaba un pensamiento democrático y avanzado y buscaba una redistribución de la riqueza y la creación de un estado del bienestar que alcanzara a toda la sociedad, yendo más allá de la defensa del liberalismo de constituciones anteriores.

Como Sistema político establecía una república democrática, bajo soberanía popular, con estricta separación de poderes, quedando el legislativo en manos de unas cortes unicamerales, elegidas por sufragio universal que, por primera vez, incluía a las mujeres. El ejecutivo se constituía según la mayoría parlamentaria. El Presidente de la República era elegido cada seis años por los diputados. Además se contempla para Cataluña y el País Vasco un estatuto de Autonomía.

La Declaración de Derechos, además de la libertad de expresión en todas sus formas (opinión, expresión, imprenta, cátedra) y de asociación, recogía derechos como el del trabajo, la educación y la cultura, o a la igualdad de los cónyuges en el matrimonio, además de establecerse el matrimonio civil, el divorcio y la equiparación de derechos para los hijos legítimos e ilegítimos.

Se impuso un Estado aconfesional, pero se reconocía la libertad de conciencia y la práctica de cualquier religión. Lo que levanto una gran polémica y dividió a la cámara, prohibiéndose a los religiosos dedicarse a la enseñanza. Esta postura desató, desde mayo del 31, una oleada anticlerical con ataques al clero y quema de conventos que el gobierno no supo reprimir. La Constitución fue aprobada en diciembre de 1931, formándose el primer gobierno constitucional presidido por Manuel Azaña como presidente del gobierno, e integrado principalmente por republicanos de izquierdas y socialistas. La presidencia de la República quedó en manos de Alcalá Zamora, más conservador. Este primer periodo de la República se denomina:

EL BIENIO REFORMISTA (1931-33)


da comienzo al formarse el primer gobierno, el 15 de diciembre de 1931, después de ser aprobada la Constitución. Fue el periodo más activo de la República en cuanto a reformas, entre las que destacan:

Las reformas laborales llevadas a cabo por el líder de UGT y Ministro del Trabajo, Largo Caballero, que incluían medidas como el seguro de enfermedad, las vacaciones pagadas, la jornada de ocho horas o el salario mínimo. La CNT, que no quiso colaborar en las reformas, convoco violentas huelgas revolucionarias, creando una gran inquietud en las clases medias que no veían al gobierno capaz de controlar la situación.

La Reforma Agraria (1932-33) intentó atajar el problema de la redistribución de la tierra pendiente desde el XVIII y que había creado una situación de anarquía y violencia entre los jornaleros. Sin embargo no se abordó a fondo por temor a que la oposición de los terratenientes pudiera acabar con la República. El Instituto de Reforma Agraria solo expropió algunas fincas pero a cambio de una indemnización. El problema radicó en que el Estado no disponía de recursos para la compensación y solo 10.000 campesinos obtuvieron parcelas. La reforma no solucionó los graves problemas del campo e incluso empeoró el clima social pues tanto jornaleros como propietarios perdieron la fe en la República.

La reforma militar de Azaña:
Pretendía reducir el número excesivo de oficiales y garantizar su lealtad al nuevo régimen. Para ello se ofreció a muchos oficiales pasar a la reserva activa con toda la paga, y aunque esta medida no causo malestar, muchos militares consideraron que se favoreció a los oficiales que defendían a la República, y algunos, siguiendo la tradición anterior, iniciaron una conspiración para derribarla.
En agosto de 1932 el general Sanjurjo se pronuncia en Sevilla y al fracasar fue detenido y encarcelado junto a sus compañeros (la sentencia de muerte le fue conmutada por el exilio, instalándose en Portugal desde donde encabezaría la sublevación del 36).

• Se creó la Guardia de Asalto como cuerpo encargado del orden público, con el fin de sustituir al ejército en esta función.

El problema religioso:
La acción descontrolada de algunos radicales que quemaron conventos e iglesias indiscriminadamente, sin que el gobierno fuera capaz de controlar la situación, supuso que la iglesia y los católicos dejaran de apoyar la República.

El problema regionalista:
También dividió a la sociedad española entre los que defendían la unidad de España, (el ejército, la CEDA, los Carlistas o la Falange, y algunos partidos obreros como el PSOE o el PC, partidarios de un gobierno central fuerte, en contra de los anarquistas…) y los regionalistas catalanes y vascos. En 1932 Cataluña obtenía su Estatuto de Autonomía (la Generalitat quedaba bajo la dirección de Companys, de Esquerra Republicana) y en 1936 el País Vasco, bajo el gobierno del PNV.

La política educativa:
En este ámbito se centraron los mayores esfuerzos en la enseñanza primaria, aunque el principal problema era la inexistencia de una infraestructura suficiente.

La República fue el marco donde culminó la extraordinaria evolución cultural de las generaciones anteriores. Con pensadores como Ortega y Gasset, Azaña o Eugenio d`Ors, científicos como Marañón o escritores como Juan Ramón Jiménez, Pérez de Ayala o Gómez de la Serna  además de los miembros de la generación del 27:

Federico García Lorca, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti o Jorge Guillén

El “Grupo de los Ocho” en música, el cine surrealista de Buñuel: pintores como Solana, Zuloaga, Miro,  Dalí  y Pablo Picasso, aunque este  último la mayor parte de su obra la realizó en el extranjero.

El nuevo régimen contó desde sus comienzos con el apoyo de intelectuales como Ortega y Gasset que había creado en marzo de 1931 la Agrupación al Servicio de la República. Además el mismo presidente del gobierno, Manuel Azaña era un importante escritor.

Por otro lado se impulsó  la cultura con programas como las Misiones pedagógicas que intentaron llevar la cultura al mundo rural o apoyando al grupo de teatro universitario La Barraca.

Es de destacar también el papel relevante que la República permitió asumir a la mujer, no sólo en política, sino también en ámbitos culturales destacando Rosa Chacel o Carmen Conde por sus trabajos literarios y María Zambrano por sus estudios filosóficos.

En septiembre de 1933, una serie de circunstancias como las maniobras políticas del Partido Radical de Lerroux para echar a los socialistas del gobierno, la pérdida de prestigio y apoyo popular del gobierno, por hechos como los de Casas Viejas, (enero de 1933 en Casas Viejas, Cádiz, los campesinos se sublevaron y atacaron a la Guardia Civil, lo que justifico el envió de la Guardia de asalto, cuando todo había acabado un viejo anarquista se atrincheró en su casa con hijos, nietos y algunos vecinos y se desencadenó una brutal represión, se incendió la casa y se ametralló a sus ocupantes, asesinando después en el pueblo a doce hombres) hacen que se rompa la coalición republicana: el PSOE rompió con Azaña y los anarquistas se alejaron del juego político recomendando la abstención a sus afiliados. Finalmente Azaña presento la dimisión y Alcalá Zamora convocó nuevas elecciones para noviembre de 1933.

14.4 La Segunda República: el bienio radical-cedista. La Revolución de 1934. Las elecciones de 1936 y el Frente Popular.

Alfonso XIII, el 13 de abril de 1931, aconsejado por el gobierno (Romanones) y sorprendiendo a toda la opinión pública, lanzó un manifiesto en el que comunicaba que dejaba el trono. La II República fue proclamada al día siguiente, 14 de abril.

El bienio reformista (1931-33)


da comienzo al formarse el primer gobierno, el 15 de diciembre de 1931, después de ser aprobada la Constitución. Fue el periodo más activo de la República en cuanto a reformas.

En septiembre de 1933, una serie de circunstancias como las maniobras políticas del Partido Radical de Lerroux para echar a los socialistas del gobierno, la perdida de prestigios y apoyo popular del gobierno, por hechos como los de Casas viejas, hacen que se rompa la coalición republicana y el Pacto de San Sebastián; el PSOE rompió con Azaña y los anarquistas se alejaron del juego político recomendando la abstención a sus afiliados. Finalmente Azaña presento la dimisión y Alcalá Zamora convocó nuevas elecciones para noviembre de 1933.

La gran novedad era que las mujeres votaban por primera vez con lo que el censo electoral se duplicó.

La disgregación de los partidos de izquierda y la abstención anarquista favoreció la victoria de una coalición de las derechas formada por los Radicales de Lerroux y la CEDA (Confederación Española de Derechas autónomas) de Gil Robles (46,7% del total de los votos entre ambos)
Lerroux asumió la jefatura del gobierno continuando como Presidente de la república Alcalá Zamora.

El bienio radical-cedista. La Revolución de 1934


Hasta octubre del 34 se sucedieron nueve meses llenos de dificultades en los que la tensión creció aumentando la polarización en dos bandos, derechas e izquierdas, cada día más decididos a usar la violencia para imponerse.

El nuevo gobierno se dedicó a echar para atrás las medidas más revolucionarias del periodo anterior: se paralizó la reforma agraria, se decretó una amnistía para los militares participantes en el golpe del 32 (Sanjurjo), se detuvo la reforma militar y se puso en puestos clave a militares sospechosos de ser contrarios a la república (Mola, Franco, Goded) y se paralizó el estatuto de autonomía para el P. Vasco.

Esta actitud provocó un intento de la izquierda por crear una república de los trabajadores mediante la revolución, que se materializó en la Revolución de Octubre de 1934.
Largo Caballero impulso la Alianza Obrera, alianza revolucionaria de todos los partidos obreros y la creación de un comité para la organización del golpe revolucionario. El detonante fue la incorporación de tres ministros de la CEDA al gobierno.

Como movimiento nacional la revolución fue un fracaso, triunfando solo en Asturias, que quedó aislada del resto del movimiento. Durante 15 días Asturias fue controlada por los comités obreros y la milicia del ejército rojo. La dura intervención del ejército de Marruecos, al mando del general Franco, provocó un levantamiento en la región de dimensiones de guerra civil (4.000 muertos y cerca de 30 000 detenidos). Cuando la revolución finalizó el país estaba dividido y los ánimos más encendidos.

En Barcelona, la insurrección tuvo carácter independentista, y fue dirigida por el propio Companys, presidente de la Generalitat. La revuelta fue rápidamente reprimida por del Ejército. La autonomía de Cataluña quedó suspendida temporalmente.

La revolución provocó una fuerte polarización política. Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional que consistía en ofrecer una alternativa a la república con una monarquía tradicional basada en una autoridad fuerte.

Por otro lado desde el inicio de la república estaba presente aunque de forma minoritaria el Partido Carlista o tradicionalista de Fal Conde.

También con carácter minoritario estaba la extrema derecha. Inspirada en modelos europeos como el fascismo italiano surgieron partidos totalitarios que acabaron uniéndose al último en crearse: Falange española, fundada en 1933 por José Antonio Primo de Rivera (hijo del dictador)

A finales de 1935 estallaron varios escándalos financieros en el entorno de Lerruox, como el escándalo del estraperlo, que rompieron la alianza entre los radicales y la CEDA. Alcalá Zamora convocó nuevas elecciones para 1936.

Las elecciones de 1936 y el frente popular

Con la experiencia de lo ocurrido en las elecciones anteriores la izquierda comprendió la necesidad de presentarse unida a las elecciones, con lo que se configuró el Frente Popular que agrupaba a toda la izquierda: republicanos, socialistas, comunistas e incluso contaba con el apoyo de los anarquistas.

Su programa estaba basado en una amnistía para los implicados en la Revolución de Octubre y en la extensión de la Reforma Agraria y el Estatuto de Autonomía.

La derecha no fue capaz de mantener la alianza del 33 y participó dividida en las elecciones.

En las elecciones de febrero del 36 obtuvo mayoría el Frente Popular (4,8 millones de votos) aunque los partidos de derecha obtuvieron un considerable número de votos (3,9 millones). La derecha obtuvo mayoría en las zonas rurales donde predominaban los pequeños y medios propietarios (Navarra, Castilla y León), mientras que la izquierda ganaba en las grandes ciudades industriales, en las provincias donde abundaban los jornaleros (Andalucía o Extremadura), y en las regiones partidarias de la autonomía (Cataluña o el País Vasco).

Hasta el alzamiento de julio del 36 la República estuvo gobernada por Azaña como presidente, que sustituyó a Alcalá Zamora, y Casares Quiroga como jefe del gobierno. Los socialistas se encontraban divididos pues un sector quería colaborar con los partidos republicanos (Prieto) pero otro quería llevar a cabo una revolución en alianza con la CNT. (Largo Caballero)

Durante estos meses en la calle fue subiendo la tensión y los estallidos de violencia fueron frecuentes por los dos bandos: asesinatos, incendios, huelgas, ocupaciones de tierras. Parte del ejército consideraba que la revolución era inminente y que el gobierno era incapaz de controlarla, por lo que iniciaron una conspiración para acabar con la República. Tanto una parte de la derecha como de la izquierda no aceptaban la República planteada en 1931.

También en las Cortes se daban frecuentes enfrentamientos.

El 12 de julio de 1936 apareció asesinado el teniente Del Castillo republicano y perteneciente a la Guardia de Asalto. Al día siguiente un grupo de guardias de asalto actuando por su cuenta, detuvo y ejecutó al diputado José Calvo Sotelo.

Este fue el pretexto para fijar el día para el alzamiento militar dirigido por los generales Mola, Sanjurjo, Franco y Goded, y que contó con el apoyo de parte de la derecha.

El 17 se sublevó el ejército de Marruecos, y durante muchas horas se pensó que el alzamiento era algo aislado y condenado al fracaso por lo que el gobierno no tomó ninguna medida. Pero el día 18 muchas regiones se habían sumado al alzamiento mientras otras permanecían fieles al gobierno de la República. La guerra era inevitable.

14.5 La guerra civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra. El desarrollo del conflicto: etapas y evolución de las dos zonas.

La Guerra Civil Española constituye sin duda el acontecimiento más dramático de nuestra historia reciente. Puso un trágico fin a un proceso de apertura y modernización. Supone también el colofón a un proceso de agudización de la lucha de clases iniciado veinte años atrás, en la crisis de 1917, y que se resolverá violentamente con el estallido de la revolución social en la retaguardia del bando republicano. La victoria del llamado bando nacional en 1939 truncará el proceso democrático abierto en 1931, y se resolverá con la implantación de una dictadura personal que durará cuatro décadas.

La guerra española no es sólo un hito en la historia misma del país. Fue también un acontecimiento mundial en torno al cual, y al apoyo de cada uno de los bandos, se polarizó la opinión pública mundial y la actitud de las potencias.

La sublevación militar y el estallido de la guerra

                El triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 aceleró los planes para que una conspiración militar tomara más fuerza. La Unión Militar Española (UME) unida a sectores monárquicos y falangistas inicia los movimientos, aunque su actividad parece poco práctica.

                A principios de marzo y por iniciativa de altos cargos de la CEDA se reúnen en Madrid importantes militares derechistas para trazar los planes de un futuro alzamiento militar. Se habla, sin embargo, de que este alzamiento estaría condicionado a que la izquierda iniciara los movimientos hacia una república socialista o comunista.

                El gobierno reacciona aunque con timidez, dando los primeros pasos para enviar lejos de Madrid a los altos mandos militares, que considera mas peligrosos: Franco es enviado a Canarias; Goded a las Islas Baleares; Varela y Queipo de Llano también son alejados de Madrid y Mola es enviado a Pamplona, pensando que sería incapaz de entenderse con los carlistas, éste fue el error mas grave.

                La Falange esta liberalizada, pero desde la derecha de Calvo Sotelo se habla de establecer una dictadura católica y se alienta así a los militares. Sin embargo hay que esperar a finales de Abril para que aparezca como organizador claro y cerebro de la organización un militar (Mola) que se va a hacer cargo de llevar a cabo la conspiración.

                Parece que, de momento, en el alzamiento no están Franco ni Gil Robles, pero si están Calvo Sotelo, el conde de Mayalde, Serrano Suñer y que la CEDA y los monárquicos apoyan económicamente el golpe. También le apoyan sectores de la burguesía vasca.

                La preparación del golpe de estado militar estaba en manos del general Mola, que procuró atraerse el apoyo de los sectores políticos de la derecha (falangistas, monárquicos, etc.). El general Franco, se unió finalmente a la preparación del “movimiento”.

El golpe se prevé para el verano del 36 o el otoño, sin embargo, dos acontecimientos puntuales van a agilizar el proceso: a primeros de Julio es asesinado el teniente José Castillo, de los guardias de asalto;  y  a los pocos días Calvo Sotelo es detenido y asesinado por compañeros de Castillo. Este asesinato es el que va a acelerar el alzamiento que se planifica por Mola para el 18 de julio de 1936.

Sin embargo, el 17 de julio del 36, en Melilla el General Yagüe, jefe militar de la Legión, se alzó en armas contra la República. El Alzamiento se extendió rápidamente al resto del protectorado marroquí. Entre el 18 y el 19 de julio se unieron al Golpe parte de las guarniciones de diversas capitales de la Península, pero con resultado muy diverso.

Desde Marruecos, el día 18, el General Franco, que ya había asegurado el triunfo de la sublevación en Canarias se dirigió hacia la Península al frente del ejército de África.

El Jefe de Gobierno, Casares Quiroga, no comprendió la importancia de la rebelión, por lo que se negó a entregar armas a los civiles, con lo que se perdió un tiempo vital para impedir el progreso del alzamiento. Según otros, tuvo miedo de que la entrega de armas a las organizaciones obreras trajera consigo la revolución social armada, tal como había sucedido en Asturias en 1934. Una vez convencido de su error, Casares Quiroga dimitió.

Todavía Azaña quiso parar la guerra intentando formar Gobierno con Martínez Barrio, político centrista, pero esta proposición fue rechazada tanto por Mola como por Largo Caballero, quienes pensaban que la guerra era ya un hecho inevitable.
El Gobierno Giral, nombrado inmediatamente, inició sin más demora el reparto de armas a los civiles, sin otro control que la comprobación de su identidad.

Esa misma mañana del día 18, Queipo de Llano se incorporó al golpe en Sevilla, y con la ayuda de sólo un centenar de oficiales y soldados y un puñado de falangistas, consiguió dominar todos los centros neurálgicos de la ciudad.

La actuación de los civiles armados fue decisiva para el fracaso de la rebelión en dos ciudades claves del Estado: Madrid y Barcelona, con lo que se decidió la suerte de los territorios de su zona de influencia: Castilla la Nueva y Cataluña.


En Madrid la sublevación no tuvo la suficiente coordinación. Los sublevados, dirigidos por el general Fanjul, permanecieron en los cuarteles, quedando bloqueados por las fuerzas leales al Gobierno y por las milicias armadas.

Los socialistas y comunistas utilizaron las milicias que habían formado apresuradamente para asaltar el Cuartel de la Montaña, donde perecieron todos los soldados, librándose a duras penas el general Fanjul, que estuvo a punto de ser linchado.


En Barcelona, la resistencia a la rebelión corrió a cargo de las milicias anarquistas de la CNT. Aquí las fuerzas sublevadas salieron a la calle, pero fueron contenidas por los milicianos, por la Guardia Civil, que había permanecido leal al Gobierno de la Generalitat, y por la Guardia de Asalto.

Los milicianos utilizaron las armas que guardaban, al parecer, para un alzamiento revolucionario contra el Gobierno de la República. Cuando llegó Goded desde Mallorca, la rebelión había fracasado.

□ El País Vasco se escindió ante la sublevación: Álava se decantó por ella, mientras Vizcaya y Guipúzcoa, en donde la presencia del PNV era mayoritaria, lo hicieron por la República. En estas provincias, el sentimiento nacionalista prevaleció sobre su catolicismo ancestral.

□ En Asturias, la ciudad de Oviedo, que había sufrido la sublevación de 1934, se sumó al alzamiento al mando del coronel Aranda, quien alejó a las milicias mineras so pretexto de que debían acudir en auxilio de Madrid. Oviedo permaneció sitiado por las fuerzas procedentes de las cuencas mineras, hasta que se produjo la caída de la zona norteña peninsular a manos del ejército nacional.

□ En otros lugares de España los sublevados quedaron totalmente aislados, por lo que decidieron refugiarse y hacerse fuertes en algunos recintos más o menos fortificados, destacan el asedio sufrido por el santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Jaén y, por su impacto internacional, el del Alcázar de Toledo.

El alzamiento había triunfado en media España, y fracasado en la otra mitad, pero la situación estratégica de la República era notablemente superior. Se mantuvo fiel a la República todo el Norte peninsular; es decir las regiones industriales y mineras más ricas del país. Además la posesión de la fachada cantábrica garantizaba buenas comunicaciones marítimas, completadas con la posesión de la mitad de la zona pirenaica, limite natural con Francia, que aseguraba las terrestres con el extranjero. También quedó en zona republicana la región catalana, las comarcas trigueras de Castilla la Nueva y del Valle del Guadalquivir, los arrozales y las tierras regadas de Valencia y Murcia y toda la fachada mediterránea hasta Gibraltar.

□ La República contaba además con la mitad de los efectivos del Ejército de Tierra, con la práctica totalidad de la escuadra, factor decisivo para el control de las fachadas marítimas, y con casi toda la aviación, elemento estratégico fundamental en la guerra moderna.

El ejército republicano se encontraba, no obstante, en una situación muy inferior en cuanto a mandos superiores, por lo que Giral tuvo que improvisar en la práctica un Estado Mayor, al contrario de cuanto sucedía en el bando alzado. Otro factor de suma importancia para la República es que estaba en posesión del Tesoro del Banco de España.


El bando nacional presentaba una cierta superioridad respecto a la República en cuanto al Ejército de Tierra; y no porque fuera mayor el número de soldados, sino porque contaba con el ejército de África, el mejor equipado y entrenado. Eso sí, con el grave inconveniente de su traslado a la Península a través del Estrecho de Gibraltar, sin barcos para su transporte y con la flota republicana  anclada y vigilante en Tánger. La carencia de aviación militar y de transporte impedía también su traslado por vía aérea.

También la mayor parte de los generales y altos oficiales se habían sumado al alzamiento. El ejército nacional, llamado así convencionalmente, suplió la carencia de oficiales de graduación inferior y suboficiales con la formación acelerada de mandos intermedios: los alféreces provisionales, que resultaron de una gran utilidad y eficacia en el desarrollo de la guerra.

La carencia de fuerzas navales representaba un grave inconveniente. Los nacionales contaban tan sólo con un acorazado y dos cruceros, y ello porque se procedió de manera acelerada a su reparación, ya que les sorprendió el alzamiento en dique seco en de los arsenales de Cádiz y El Ferrol.

Para la alimentación de la población civil y combatiente contaba con las zonas trigueras de Castilla la Vieja y las ganaderas de Galicia.

Visto el balance inicial de las fuerzas en conflicto, la pregunta que surge inmediatamente es ¿por qué si al principio de la Guerra la situación estratégica de la República era más favorable que la de los alzados, la perdió al final? La respuesta es compleja, sin duda, pero aquí consideraremos dos circunstancias: unas de orden interno, en relación con cada uno de los bandos, y otras externas, es decir la dimensión internacional de la guerra.

El desarrollo del conflicto: etapas y evolución de las dos zonas


En el desarrollo de la contienda podemos distinguir las siguientes fases:

1ª Fase: guerra de columnas: La lucha por Madrid (julio 1936 – marzo 1937)


                El objetivo prioritario de los militares rebeldes fue desde el principio tomar Madrid. Los ataques contra la capital debían llevarse a cabo de forma simultánea por el ejército del norte y el del sur, respectivamente man­dados por Mola y Franco. El ejército de Mola se estan­có en los puertos de montaña del Sistema Central an­te la resistencia que ofrecieron los milicianos y las tropas leales con el refuerzo del Quinto Regimiento. En contrapartida, Mola ocupó Irún y San Sebastián a comienzos de septiembre y dejó el norte de la zona re­publicana separada de Francia y aislada.

                En el frente este, la ofensiva que las columnas anar­quistas, del POUM y de efectivos dispersos del ejército lanzaron desde Barcelona sobre Aragón quedó aborta­da. Los insurrectos mantuvieron las ciudades de Zara­goza, Huesca y Teruel.

                El paso de las tropas africanas a la Península era de vital importancia para que el ejército del sur avanzara hacia Madrid. Franco gestionó la ayuda de barcos y aviones italianos y alemanes para que el ejército de África pasara el Estrecho de Gibraltar. A comienzos de agosto se organizó un puente aéreo que transportó a miles de soldados e ingente material de guerra a través del estre­cho de Gibraltar, con lo que evitó a la flota republicana.

Así se aseguró el dominio de gran parte de Andalucía, y se inició la marcha al gran objetivo que era Madrid, hacia donde se dirigían también las tropas del norte dirigidas por el general Mola.

                El coronel Yagüe marchó a continuación hacia Extremadura. El 11 de agosto entraba en Mérida, el 14 en Badajoz -donde desataba una represión particularmente san­grienta- y el 3 de septiembre en Talavera.

                A los pocos días, los contingentes de Mola y los de Franco se unían a través de Gredos. Franco ordenó en­tonces al general Varela que se desviara a Toledo para liberar el Alcázar, asediado por los republicanos y de­fendido por el coronel Moscardó.
La “liberación de Toledo” se convirtió en una baza propagandística para los nacionales.

Toledo cayó el 27 de septiembre y a finales de octubre las tropas rebeldes llegaban a Madrid.

En este primer intento de tomar Madrid fracasaron los nacionales. Entre los republicanos se extendió el eslogan lanzado por la “Pasionaria” (primera mujer líder comunista) de “no pasarán”, y efectivamente los nacionales no pasaron, de momento.

                Simultáneamente, el gobierno Giral había dado pa­so el 4 de septiembre a otro gobierno presidido por el socialista Largo Caballero.
El gobierno contaba tam­bién con la presencia de las fuerzas obreras e intentó recomponer el fraccionado poder de la República.

En el bando rebelde el 1 de octubre Franco concentró el poder político y el militar, por acuerdo de la Junta de Defensa Nacional. Su cuartel general se estableció pri­mero en Salamanca y después en Burgos.

                El asalto de las tropas franquistas a Madrid se pro­dujo en noviembre, pero fracasó. Ante la proximidad de los sublevados el gobierno republicano de Largo Caballero se trasladó a Valencia.
Azaña había abando­nado la ciudad para instalarse en Barcelona.

La defensa de la capital corrió a cargo de la junta de Defensa de Madrid, presidida por el general Miaja.
La llegada de los primeros voluntarios de las Brigadas Internacionales y de tanques y aviones so­viéticos fue decisiva para organizar la resistencia.

                Un posterior intento de Franco por tomar la ciudad con un ataque sobre el Jarama a comienzos de febrero de 1937 y una operación sobre Guadalajara a media­dos de marzo también se saldaron con sendos fracasos. Pero los rebeldes conquistaron Málaga.

2º Fase: El Frente norte (abril-noviembre de 1937)


                Se estaba alterando seriamente la relación de fuer­zas entre los dos bandos. Pero el gobierno del socialista Juan Negrín, que el 17 de mayo había sustituido al de Largo Caballero con la pretensión de concentrar más el poder del Estado, intentó superar esta situación.

Durante el año 1937 la ayuda italiana y alemana en carros de combate, aviación (“Legión Cóndor” alemana), submarinos y soldados (70.000 italianos) a los nacionales, fue compensada por la llegada de las Brigadas Internacionales, de inspiración comunista, y material bélico de origen soviético al bando republicano, que tuvo que pagar esa ayuda con reservas estatales de oro. La intervención extranjera amenazó con internacionalizar la guerra de España. Entonces, por iniciativa de Inglaterra se creó un Comité de No Intervención, al que se adhirieron todas las potencias, excepto Rusia. El peligro de que la Guerra española pudiera provocar una guerra europea desapareció, aunque los distintos países siguieron vendiendo discretamente armas a los españoles, algunos, como Inglaterra, a los dos bandos.

Los americanos por su parte, al tiempo que admitían el envío de voluntarios a las Brigadas Internacionales, vendían combustible a los nacionales.

Franco intentó por segunda vez tomar Madrid, pero fracasó en la Batalla del Jarama, saldada con 40.000 bajas de ambos bandos, una de las más encarnizadas de la guerra, y la de Guadalajara, donde las tropas italianas enviadas por Mussolini fueron derrotadas.

                En vista de las dificultades que ofrecía la entrada en Madrid, Franco se propuso como objetivo inmediato la liquidación del frente norte.

                En la primavera de 1937 las fuerzas de Mola inicia­ron la ofensiva sobre el País Vasco.
Participaron legionarios, requetés, efectivos italianos y la Legión Cóndor alemana (que el 26 de abril bombardeó masivamente Guernica y Durango).
Este acto luego, en la II Guerra Mundial, se convirtió en rutinario. Éste bombardeo inspiró a Picasso su célebre cuadro.

                Tras la muerte de Mola en accidente aéreo, el general Dávila inició el ataque a Bilbao, y tomó la ciudad a mediados de junio. Franco de­rogó el concierto económico con Guipúzcoa y Vizcaya y el Estatuto de Autonomía -aprobado por las Cortes el 1 de octubre de 1936. Más tarde, el 26 de agosto, tropas italianas y navarras entraron en Santander  y desde allí, en octubre, las tro­pas franquistas controlaron Asturias.

Para aligerar la presión de los «nacionales» sobre el frente norte, los republicanos contraatacaron -con es­caso éxito-
en Brunete (cerca de Madrid) el 5 de julio y en Belchite (Aragón) el 3 de septiembre.

                Con la desaparición del frente norte, la República perdía un área geográfica con abundantes recursos in­dustriales y mineros, su espacio se reducía a un tercio de la superficie nacional y su población disminuía a la mitad de la total. Además, en este mismo momento la ayuda que entonces mandaba la URSS era obstaculiza­da por submarinos italianos.

3ª Fase: El frente este: el avance hacia el Mediterráneo (diciembre 1937 – noviembre de 1938)


                Con la pérdida del norte, quedaba sólo un frente que iba desde los Pirineos hasta la costa malagueña. La idea de atacar intensamente Madrid volvió a es­tar presente en la estrategia militar de Franco. Pero el ejército republicano tomó la iniciativa y a finales de 1937 se apoderó de Teruel. Los «nacionales», sin em­bargo, reaccionaron con prontitud y recuperaron la ciudad el 22 de febrero de 1938.

                Franco decidió avanzar por el valle del Ebro hacia Levante, y en una rápida ofensiva sus tropas alcanza­ron el Mediterráneo por Vinaroz (Castellón) a mediados de abril.

El territorio catalán quedaba parcialmente ocu­pado y separado del resto de la zona republicana

El 3 de abril cayó Lérida y dos días después Franco derogó el Estatuto de Autonomía de Cataluña.

                Desde mayo de 1938, las tropas franquistas se diri­gieron hacia Valencia.
Las tropas republicanas, para frenar el avance hacia Valencia, lanzaron la ofensiva sobre el Ebro, pero la terrible batalla del Ebro que duró tres meses y medio (julio a noviembre) supuso un gran desgaste: los republicanos perdieron 60.000 hombres. Por lo demás, las ayudas soviéti­cas hallaban cada vez más dificultades para llegar a su destino y las Brigadas Internacionales se habían mar­chado de España en octubre.

4ª Fase. El fin de la guerra (diciembre de1938 – abril de 1939)


                Tras la victoria del Ebro, Franco atacó Cataluña y tomó Barcelona el 26 de enero de 1939. Casi quinientas mil personas partían para el exilio, entre ellas Azaña. Con la caída de Cataluña, las estructuras políticas y militares del Estado republicano se derrumbaron.
Azaña que se había refugiado en Francia (28 febrero 1939), dimitió como Presidente de la República y no fue sustituido por nadie; no obstante, Negrín y los comunistas pretendieron resistir.
Pero el 4 de marzo el coronel Casado se sublevó en Madrid y formó un Consejo Nacional de Defensa
Con milita­res, socialistas, anarquistas y republicanos- a fin de conseguir una capitulación pactada. Franco la rechazó tajantemente. El 28 de marzo las tropas franquistas ocuparon Madrid. Éste hecho tuvo como repercusión inmediata el reconocimiento del régimen de Franco por las principales potencias, y tras ello, el derrumbe definitivo de la República.

Después de la caída de Madrid, cayó sin resistencia el resto del territorio republicano: Ciudad Real, Albacete, Murcia y Valencia. Tras la toma de Alicante, en donde no lograron embarcar 15000 responsables o combatientes republicanos que fueron hechos prisioneros, la guerra había terminado realmente.

El 1 de abril de 1939 el Cuartel General del Generalísimo en Burgos comunicaba el fin de la Guerra


La evolución de las dos zonas


Fue una guerra entre las “dos Españas” de las que ya se venia hablando. Con el alzamiento el antagonismo social se radicalizó.
Por los nacionales (se designa así al bando que apoyaba el alzamiento) lucharon tanto aquellos que querían mantener sus intereses o su privilegiada situación de antes de la República (aristocracia, alta burguesía, grandes terratenientes), como los que preferían el orden a la situación anárquica que se vivía en los últimos años republicanos, o los que temían la descristianización de España.

En general se les identifica como la derecha, pero incluye a gente de muy diversa condición.

Por los republicanos (rojos), se alinearon tanto los que deseaban un sistema de libertades públicas, como los que preferían la dictadura del proletariado (comunistas) a través de un Estado dueño de todos los medios de producción (es decir un sistema como el que se estableció en la URSS tras la revolución bolchevique), como aquellos que pretendían la completa desaparición del Estado (anarquistas). Incluye por tanto a gente de muy diversa ideología. En general dentro de este bando se incluyen las clases obreras a las que se identifica con la izquierda. La clase media quedó forzosamente dividida entre los dos bandos, básicamente por motivos ideológicos e incluso religiosos, ya que la Iglesia fue víctima de persecución en territorio republicano y muchos españoles católicos, se posicionaron ideológicamente al lado de los nacionales porque se oponían a esa represión eclesiástica de los republicanos.

1. La evolución de la España republicana

El estallido de la Guerra dejó a ambas zonas en una situación caótica, dado que los cuadros organizativos, militares, etc., se encontraban desarticulados o huidos. Esta situación fue especialmente grave en el territorio de la República, donde el Gobierno que ya iba a remolque de los acontecimientos antes del estallido bélico, se veía incapacitado para ejercer la autoridad a través de los cauces institucionales ordinarios. Aquí, el poder recayó sobre los Comités organizados por los Partidos y los Sindicatos, sobre todo en las ciudades más importantes, donde gracias a la actitud de las milicias había fracasado el alzamiento, como Madrid, Valencia, Gijón o Barcelona. En tales Comités se impusieron casi siempre los líderes obreros, que sustituyeron de hecho la autoridad establecida: es el caso de Cataluña, donde el Comité de Milicias Antifascistas, bajo la hegemonía de la CNT, dirigió las primeras operaciones y dictó las medidas de guerra, ante una Generalitat que se limitaba a dar su aprobación sin apenas objeciones.

La pérdida del control de la situación por las autoridades legales de la República hizo que se desatara inmediatamente el , como se le denominó desde el bando sublevado, matanzas espontáneas y descontroladas de las que fueron víctimas muchas personas de derechas, eclesiásticos, terratenientes o gentes simplemente adineradas, supuestamente contrarias a la República.

El terror rojo disminuyó a principios de 1937, una vez pasados los primeros meses de la guerra. Durante este tiempo había tenido lugar el fusilamiento, de los generales Goded y Fanjul, y del fundador de Falange José Antonio Primo de Rivera.

La matanza de presos, las tristemente célebres “sacas”, alcanzó su máxima expresión con el fusilamiento de más de 12000 detenidos preventivamente en diferentes cárceles de Madrid; los presos, con el pretexto de que iban a ser trasladados a Valencia, donde estaba el Gobierno de la República, fueron desviados de su ruta y fusilados en Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz.

Las primeras medidas del Gobierno republicano estuvieron mediatizadas por la iniciativa de los Comités y de los Partidos y Sindicatos obreros, que se hicieron en la práctica con el control de los transportes, servicios urbanos, suministros militares, fábricas y talleres, muchos de ellos propiedad de empresarios ejecutados o huidos. Prueba de ello es que el día 2 de agosto de 1936, el Gobierno Giral se incautó por decreto de diversas empresas, aunque en realidad estas ya habían sido ocupadas o incautadas por los Comités.

Fueron igualmente inmovilizados los capitales de cuentas corrientes y depósitos, y se prohibió la transmisión de bienes inmuebles. En el campo también fueron ocupadas las fincas de los propietarios fusilados o huidos. Estas tierras no eran siempre latifundios, sino propiedades medias e incluso pequeñas en muchos casos, pero todas ellas fueron colectivizadas allá donde existía una fuerte presencia de socialistas o anarquistas y, en menor medida, de comunistas. También fueron incautadas todas las propiedades de la Iglesia.

La España republicana asistía en el verano de 1936 a una auténtica revolución social, en el que se reflejaron dos tendencias: por un lado, comunistas, socialistas moderados y republicanos partidarios de encauzar la revolución hacia una economía de guerra que permitiera vencer a los sublevados, como objetivo primordial. Por otro lado, anarquistas, trotskistas y socialistas radicales, convencidos de la necesidad de abordar las colectivizaciones y de llevar la revolución a sus máximas consecuencias.

Las tensiones internas no hicieron sino debilitar la capacidad de reacción de la República. Los sucesos de mayo en Barcelona, con un saldo de casi 500 muertos, llevó al exterminio o neutralización de los anarquistas y del POUM, incluso de su líder Andréu Nin, asesinado por agentes de la policía soviética. Tras éstas, el PCE logró la ilegalización del POUM con el pretexto de que trabajaba para el fascismo.

En agosto, el Gobierno intentó regular las milicias para convertirlas en un ejército popular: el día 3 se establecieron los Batallones de Voluntarios, inferioridad militar era patente pese a los esfuerzos de los oficiales republicanos. El 5 de septiembre se formó un nuevo Gobierno de unidad, con socialistas, comunistas, republicanos y nacionalistas, presidido por Largo Caballero.
Pocos días después, el 1 de octubre, las Cortes aprobaban por unanimidad el Estatuto Vasco, y José Antonio Aguirre se convertía en el primer Lehendakari.

2- La evolución de la España nacional

En el territorio sublevado existían igualmente muchas corrientes ideológicas, incluso opuestas, pero, aquí se impuso desde el principio la más férrea unidad, tanto en el terreno militar como en el civil, una de las causas más importantes que determinaron la victoria .

En el plano de lo civil, el aglutinante más poderoso fue sin duda el sentimiento religioso y el temor a la revolución. La revolución, que intuían como radical, ponía seriamente en peligro, no ya sus intereses sino también sus vidas. Por esta razón se justificaba la sublevación como acto contrarrevolucionario y preventivo.

La convicción unánime de la necesidad de ganar la guerra llevó a la unificación inmediata de las fuerzas de derecha. Franco, temeroso de que las diferentes fuerzas existentes en su bando provocaran disensiones similares a las del campo republicano, concluyó en el mes de abril de 1937 el Decreto de Unificación, hito fundamental hacia la constitución de un partido único con carlistas y falangistas. Este hecho, favorecido por el fusilamiento del fundador de la Falange, provocó una verdadera avalancha de gentes que se afiliaron al partido único. Grupos o partidos anteriores, como la CEDA, se disolvieron en la práctica y muchos de sus afilados pasaron a integrarse en aquel. De acuerdo con este Decreto de Unificación Franco sería el jefe de este partido único.

En el terreno militar, el fallecimiento de Sanjurjo en accidente de aviación facilitó el tránsito hacia la jefatura única. Desde principios de la guerra (24 de julio 1936) había funcionado en Burgos una Junta Defensa Nacional, como órgano provisional del nuevo Estado, presidida por el general Cabanellas.
La Junta contó con la asistencia de unos comités que inmediatamente decretaron las primeras medidas, tales como el restablecimiento de la bandera roja y gualda y la extensión del estado de guerra a todo el territorio, lo que se tradujo en la militarización a ultranza de toda la vida política, económica y social en la zona nacional.

Como vemos el embrión del nuevo Estado empezó a fraguarse desde los primeros momentos.

La rebelión armada contra el Frente Popular tomó rápidamente un giro antirrepublicano para transformarse en Alzamiento Nacional y en Cruzada, con lo que se definían dos características fundamentales del Estado franquista: el nacionalismo español contra el internacionalismo que defendían los marxistas, y el catolicismo frente al ateísmo de marxistas y no marxistas.

La Junta de Defensa Nacional manifestó pronto sus insuficiencias en el terreno político y, sobre todo, en el militar; tantas, que algunos generales monárquicos, como Kindelán, Orgaz…, y otros que habían ascendido por méritos africanistas, como Millán Astray y Yagüe, se manifestaron a favor de la jefatura única, que al final recayó sobre otro africanista: el general Franco, que había visto aumentado su prestigio militar tras la operación del traslado del ejército de África a través del Estrecho, la rápida conquista de Extremadura y el impacto propagandístico que representó la liberalización del Alcázar de Toledo.

La proclamación de Franco como Jefe del Gobierno del Estado y Generalísimo de los ejércitos configuraría un perfil fundamental del régimen futuro. La victoria militar le convertiría además en Caudillo, y más adelante en Caudillo de España.

La centralización del poder determinó en la España franquista que todos los recursos fueran encaminados a ganar la guerra, tesis que mantenían los comunistas en el bando opuesto. Con la creación del Servicio Nacional del Trigo, que regulaba la compra y distribución de un alimento fundamental, se garantizó el suministro de las tropas y se evitó la hambruna que se abatió sobre el campo republicano a partir de 1938.

Tras el Decreto de Unificación, con la creación de la Junta Política y del Consejo Nacional, la centralización del poder se substanciaba en torno al general Franco y del partido único, bases fundamentales del Estado, que empezaba a definirse como Movimiento Nacional. Paralelamente se fue creando una organización sindical de estructura corporativa, muy similar a los de la Italia fascista y se creaba también el SEU (Sindicato Español Universitario) junto con la Ley de Administración Central del Estado, que concedía amplias atribuciones ejecutivas, legislativas y judiciales al Caudillo.

El se desencadenó igualmente sobre el territorio franquista, si no por las mismas causas que en el campo republicano, sí al menos con los mismos objetivos: la eliminación del adversario y su paralización por el miedo. El terror se sustanció igualmente en ejecuciones individuales y en matanzas colectivas

14.6 La guerra civil: la dimensión política e internacional del conflicto. Las consecuencias de la guerra

Dimensión política e internacional del conflicto

                La guerra civil española, desde el comienzo, se convierte en un conflicto que atrae la atención internacional.

                El aspecto ideológico que está debajo de  la guerra es uno de los factores que origina este interés; en España se enfrentan la democracia representada por la república, apoyada por la URSS, con los ideales fascistas representado por militares sublevados y apoyados por Alemania e Italia. En este aspecto, la guerra anticipa lo que será la II Guerra Mundial.

                El factor ideológico asociado a la guerra civil reunió en el resto del mundo el apoyo de personas e instituciones en función de sus ideas. La izquierda y las democracias se inclinaron por el bando republicano, mientras que la Iglesia y las dictaduras apoyaron a los nacionales.

Una vez comenzada la Guerra Civil Española en Europa se puede hablar de la formación de tres tendencias respecto a la misma. En primer lugar los simpatizantes del Gobierno republicano. Francia en un primer momento y desde luego la URSS, casi único apoyo del Gobierno durante toda la guerra. Pero además hay amplios sectores europeos que apoyan a la República.

En términos generales se puede decir que la opinión pública de los países democráticos era más favorable al Gobierno Republicano.
Evidentemente el mundo obrero de toda Europa estaba netamente a favor de la República. Por otro lado tenemos al mundo de la cultura. Por España pasarán corresponsales, intelectuales o fotógrafos de la talla de Hemmingway, Orwel, Brecha, Neruda o Cappa. Se llegará a celebrar un Congreso Internacional de Intelectuales Antifascistas en Valencia y el asesinato de Lorca o el cuadro de Picasso “El Guernica” harán que el mundo intelectual se encuentre volcado a favor del bando republicano.

Por su parte el bando nacional recibirá sus principales apoyos de los países totalitarios europeos, esto es, Italia y Alemania, además de la inestimable ayuda de Portugal. Los sectores católicos también apoyarán al Alzamiento, como los irlandeses o sobre todo sectores muy significados de El Vaticano. Los distintos partidos y grupos de extrema derecha europeos enviarán voluntarios a España, caso de Francia o Rumanía.

Y no hay que olvidar que el Partido Conservador británico no veía con malos ojos la sublevación de una parte del Ejército en España, considerando que impondría el orden necesario.

Finalmente habría que hablar del grupo de los países neutrales. Encabezados por Francia y el Reino Unido pero al que muy pronto se sumarían la mayoría de las naciones europeas, sobre todo por el temor que la guerra española pudiese significar un nuevo conflicto en Europa. Este miedo explica la celebración en Londres de una conferencia internacional

                Efectivamente a finales de 1936 por mediación de Inglaterra, se funda en Londres un denominado Comité de No Intervención en la guerra civil española, ya que los ingleses temían que una intervención internacional desencadenara la II Guerra Mundial. En este comité participan Inglaterra y Francia (como democracias), Alemania e Italia (como dictaduras fascistas), la URSS (como dictadura comunista) y EEUU. Se establece un compromiso de no intervención, que solo respetaran las democracias, mientras que Alemania e Italia ya desde el principio apoyan la causa de Franco, y la URSS la de la república. El gobierno norteamericano decretó el embargo a España de materias primas y material militar. Sin embargo hizo la vista gorda respecto al suministro de petróleo que la compañía TEXACO hizo a los nacionales. Las ¾ partes de las necesidades de combustible de los nacionales fueron vendidos por Texaco.

El bando republicano recibió  el apoyo de la URSS que envía asesores militares y material de guerra a cambio del oro del Banco de España, valorado en 900 millones de dólares. Los asesores militares soviéticos llegan en calidad de instructores, ya que había que enseñar el manejo del nuevo material.

                El apoyo soviético fue interesado, pero también el de alemanes e italianos, que apoyaron con hombres y material; este apoyo se pago con materia primas y prestamos a largo plazo por un valor de unos 850 millones de dólares.

                De Alemania llego una unidad de elite, la Legión Cóndor, integrada por 5000 pilotos profesionales mas el material correspondiente; El estado mayor alemán además tenia encomendado a esta unidad experimentar y analizar el uso y efectos de las nuevas armas. Fue una gran ayuda para Franco.

                Los italianos enviaron un cuerpo expedicionario, teóricamente voluntario, aunque en la práctica eran 80.000 soldados profesionales. Participo en algunas campañas, pero fue poco decisivo. En la batalla de Guadalajara los italianos fueron aplastados por el ejército de la República.

                El paso del estrecho y el control del Mediterráneo de Franco fue posible gracias a la ayuda alemana.

Por otra parte hay que referirse a las Brigadas Internacionales.
Formadas por voluntarios de todo el mundo que fueron reclutados para combatir en España contra el Fascismo. La idea partió de Moscú y se favoreció que los distintos partidos u organizaciones sindicales reclutasen voluntarios para la guerra. Luego se les haría entrar en España. Se calcula que el número aproximado de brigadistas a lo largo de la guerra debió ascender a unos 60.000. En su mayor parte franceses, italianos y británicos, pero realmente de todos los países, alemanes, húngaros, checos, americanos etc.

                Su colaboración será decisiva en la batalla por Madrid.
Son gente que sentía la democracia y la causa republicana y odiaba el fascismo. Sin embargo las Brigadas Internacionales, fieles al compromiso de no intervención terminaron renunciando a intervenir.

                A modo de resumen se podría valorar toda esta ayuda de la siguiente manera. Por un lado la llegada de todo este material lo que hizo fue alargar la guerra. Por otro, el material recibido por ambos bandos puede considerarse bastante equilibrado. El comité de no intervención no sirvió absolutamente para nada, salvo para calmar las conciencias de los Gobiernos de Francia y el Reino Unido. Los principales países involucrados en la guerra fueron la URSS e Italia y Alemania, lo que les llevaría a acercar posiciones y finalmente firmar el Pacto de Acero en 1939.

Las consecuencias de la Guerra Civil Española

                Cualquier guerra significa un desastre, pero si es civil, el desastre es mayor porque el odio que subyace detrás de las contiendas civiles es superior.

Se han dado cifras muy dispares al cuantificar las pérdidas demográficas que causó el conflicto: los muertos en el frente y por la represión en la guerra y en las posguerra, el hambre, las epidemias, la reducción de la natalidad consiguiente, etc. se barajan cifras de entre medio millón y el millón de fallecidos. Los cálculos más aceptados estiman en quinientos mil muertos, el coste demográfico de la guerra y la posguerra. A ello habría que añadir la cifra de no nacidos, que según Salas Larrazabal llegaría hasta 630.000 mientras que G. Jackson los sitúa en 160.000, y la pérdida de población joven. La tasa de natalidad disminuyó hasta el 16.5 por mil en 1939.

Desde el punto de vista social, los vencedores desarrollaron una política de represión sobre los vencidos. Esta política se apoya en dos leyes: Ley de Responsabilidades Políticas (1939), que atribuye a los jueces, ejército y Partido Falangista determinar quien incumple esta ley; y la Ley de Represión de la Masonería y Comunismo (1939). La represión de posguerra afectó a una gran cantidad de personas; se ejecutaron al menos a 300.000 personas, los condenados a muerte fueron más, pero se les conmutó por cadena perpetua. Esto supuso que el número de prisioneros políticos en las cárceles y campos de trabajos forzados (Valle de los Caídos) fuese muy elevado, 270.719 según el anuario estadístico en 1939. Murieron en prisiones franquistas, entre otros, Julián Besteiro o Miguel Hernández. A finales de 1940 eran ya solo 150.000, y hay que esperar hasta 1950 para que el numero de presos se normalice (30.000).

                Sin embargo, la oposición al régimen se hizo creciente surgiendo el “maquis y teniendo como acción más destacada la invasión del valle de Arán en 1944.

Otro elemento clave de las consecuencias demográficas fue el exilio republicano.
Ya durante el conflicto, los «niños de la guerra» fueron evacuados a países extranjeros , Méjico, Francia, Reino Unido pero sobre todo a la Unión Soviética, pero el gran éxodo tuvo lugar en enero y febrero de 1939, consecuencia de la conquista de Cataluña. Fueron reunidos en campos de refugiados como el de Argelés. Finalmente se produjo un último exilio a finales de marzo con el final de la guerra y desde los puertos de levante como Valencia, Alicante, Cartagena o Almería intentando alcanzar las costas de Argelia.

En conjunto, se calcula que hubo unos cuatrocientos cincuenta mil exiliados. Aunque algunos fueron retornando durante la dictadura, muchos no volvieron a España o esperaron a la muerte del dictador en 1975. Este exilio supuso una importante pérdida demográfica para el país, una población joven y activa, que incluía a gran parte de los sectores más preparados del país, las elites científicas, literarias y artísticas de la Edad de Plata, funcionarios, militares y personal altamente cualificado. Murieron exiliados Manuel Azaña o Largo Caballero.

Muchos de estos exiliados en Francia se alistarían en la Legión Extranjera combatiendo en Narvik (Noruega), formando parte de las primeras tropas de De Gaulle, en el Norte de África integradas luego en la división Leclerc y siendo los primeros en entrar en París en 1944. Además muchos otros colaborarán con la resistencia francesa durante toda la guerra. Otro grupo terminará en los campos de concentración nazis como los de Dachau o Mauthausen.

La emigración española a América como consecuencia de la Guerra es uno de los episodios más notables de la posguerra. Son célebres las expediciones de emigrantes en los barcos “Ipanema” o “Winnipeg” que llegaron a Méjico, país que gobernado por Lázaro Cárdenas les recibió generosamente. La colonia de emigrados produjo obras culturales importantes, centros de estudio y editoriales. Además desde 1945 se eligió un gobierno republicano en el exilio, institución que permanecería hasta 1977.

La guerra fue una verdadera catástrofe económica.
A la desaparición de una gran parte de la población activa española hay que añadir las cuantiosas pérdidas materiales. Un dato revela su magnitud, la renta nacional y per cápita no recuperará el nivel de 1936 hasta la década de 1950. En la cornisa cantábrica se produce una reducción el 50% en la producción de acero y hierro fundido con respecto a 1929. Se produjo la destrucción del tejido industrial del país, lo que llevó a la vuelta en los años cuarenta a una economía básicamente agraria. Pero es que además la producción de trigo acusa una reducción del 30 % en 1939 respecto a 1935, la cebada, un 35% y la remolacha, un 65%. La ganadería por su parte sufre un descenso muy fuerte, al desaparecer el 40% de los caballos y el 25% del ganado mular y bovino.

Destrucción de viviendas, se calculan en unas doscientas cincuenta mil, con ciudades arrasadas como Guernica o Belchite y otras con grandes daños como Madrid, Barcelona o Teruel. Los transportes quedaron seriamente dañados, el 75% de los puentes han de ser reparados, el 40% de locomotoras y vagones deben ser repuestos y el 70% de los autobuses están inservibles. España soporta, además, la deuda contraída por el régimen franquista con Alemania e Italia, a lo que hay que sumar las deudas con las compañías petroleras norteamericanas. Así mismo hay que añadir la desaparición de 510 toneladas de oro del banco de España por pago de armamento y víveres por parte del Gobierno republicano sobre todo a la URSS. El resultado de la guerra trajo consigo la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera. Paralelamente, se dio la pérdida de todos los derechos adquiridos por los trabajadores.

La guerra supuso una verdadera fractura moral del país.
Varias generaciones marcadas por el sufrimiento de la guerra y la represión de la larga posguerra. Las heridas de la guerra civil perduraron durante decenios y la persecución y represión de los vencidos fue un rasgo clave del franquismo.

                Otra consecuencia será el aislamiento del país que se terminara de concretar en 1945.

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