LA REVOLUCIÓN DE 1868 Y LA CONSTITUCIÓN DEMOCRÁTICA.
La revolución se produjo en Septiembre de 1868 al grito de «¡Viva España con honra!»y triunfó sin apenas derramamiento de sangre, formándose Juntas Revolucionarias en muchos puntos del país. Jefes militares, como Prim, Serrano, Topete, se pusieron al frente de este movimiento insurreccional. El ejército leal a la reina fue derrotado en Alcolea del Pinar, Isabel II se encontró sin apoyos y se exilió a Francia.
El principal objetivo de los revolucionarios fue elaborar una nueva Constitución que estableciera la democracia y una efectiva división de poderes con el fortalecimiento de las Cortes y la independencia del poder judicial. La Constitución promulgada en Junio de 1869 consagraba las libertades democráticas básicas (asociación, reuníón, expresión), el sufragio universal masculino y la libertad religiosa.
En la cuestión de la forma de gobierno se optó por la monarquía democrática, aunque era muy numerosa entre los diputados la opción republicana.
Descartados los Borbones, España era una monarquía sin rey. Por ello se instauró una regencia presidida por el general
Serrano, mientras que Prim fue nombrado jefe de Gobierno. Al mismo tiempo, Cánovas del Castillo comenzó a formar un partido alfonsino que velaba los derechos del hijo de Isabel II.
Durante el año 1869 diversos problemas amenazaron el nuevo régimen: comenzó la guerra de Cuba con el Grito de Yara (¡Viva Cuba libre!) en demanda de autonomía política; se reorganizaron los carlistas en torno al nieto de Carlos María Isidro, como rey legítimo y se sucedían las agitaciones republicanas en gran parte del país.
La cuestión del rey se logró solucionar en la persona de don Amadeo, duque de Aosta, quien aceptó el trono tras obtener el consentimiento de las potencias europeas, en Noviembre de 1870 .
AMADEO DE Saboyá (1871-73)
El reinado de Amadeo fue efímero. A los problemas latentes se añadieron la hostilidad de la nobleza y la burguésía españolas que lo consideraban un advenedizo, miembro de una familia real enemiga de la Iglesia 4 y, las movilizaciones obreras y populares que reclamaban el establecimiento de un régimen republicano y federal.
Además no contó con el apoyo de su valedor, el general Prim, quien fue asesinado en extrañas circunstancias días antes de su llegada a España. Incapaz ante la situación descrita, el rey Amadeo presentó su acta de abdicación el 11 de Febrero de 1873; de forma ordenada y pacífica, las Cortes proclamaron la República.
LA PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA(1873)
Estanislao Figueras fue designado por la Asamblea como presidente de una república unitaria, pero inmediatamente chocó con los republicanos federales. Su principal cometido fue promulgar una nueva Constitución. A pesar de los problemas persistentes en el sexenio: crisis de la Hacienda, guerra carlista, conflicto colonial y la escasa colaboración del Ejército simpatizante de los alfonsinos, Figueras puso en marcha ciertas medidas democráticas, tales como la promulgación de una amplia amnistía o la abolición de la esclavitud en Puerto Rico y de las impopulares quintas.
Pero la república unitaria carecía de apoyos sociales, de manera que el resultado de las primeras elecciones dio el triunfo a los republicanos federales. Las nuevas Cortes proclamaron la República Democrática Federal, siendo propuesto como presidente de gobierno el catalán
Pi i Margall.
Con el triunfo de los federales surgieron discrepancias sobre los pasos que debían seguirse en la organización de la España federal. La mayoría encabezada por Pi i Margall, consideraba primordial conseguir el orden social para luego proceder a construir una república federal que
conciliara amplias competencias regionales con un poder central en asuntos comunes (desde arriba); otros los intransigentes priorizaban la descentralización empezando por ayuntamientos, diputaciones, etc. (desde abajo( lograda la cual, debía llegar la paz social.
Ambos grupos presentaron a las Cortes sus propios proyectos para una Constitución federal. Pero una sublevación popular exigiendo el establecimiento de cantones libres -revolución cantonal- comenzó en Cartagena y luego se extendíó por otras ciudades del sur y levante peninsular.En esta revolución cantonal, en la que cada población se proclamaba Estado independiente del poder central, confluyeron intereses políticos (democracia directa, autonomía de municipios y diputaciones…), sociales, igualdad plena y un mayor reparto de la riqueza y regionalistas que pretendían acabar con el centralismo.
Pi i Margall, al no poder alcanzar la aprobación del proyecto de Constitución y desbordado por la revolución de los cantones dimitíó, sucedíéndole Salmerón. Este, durante el escaso mes y medio de mandato se limitó a restablecer militarmente el orden y a reprimir los movimientos
obreros internacionalistas como sucedíó en Alcoy. Salmerón dimitíó por problemas de conciencia (no quiso firmar unas penas de muerte contra los revolucionarios), y el 6 de Septiembre fue elegido nuevo presidente de Gobierno el catedrático de la Universidad Central Emilio Castelar. Su programa se redujo, básicamente, a restablecer el orden; porque, si bien había finalizado el movimiento cantonal, quedaban otros focos de desorden: la guerra carlista y la de Cuba. Sin embargo, este intento fue interrumpido por el Golpe de Estado del general Pavía (Enero de 1874), que con fuerzas de la Guardia Civil disolvíó las Cortes Constituyentes, finalizando así la Primera República.
El nuevo gobierno presidido por el general Serrano suspendíó la Constitución de 1869 y disolvíó las Cortes. Al mismo tiempo acabó con el movimiento cantonal.
Mientras tanto, Cánovas del Castillo preparaba la restauración borbónica. En Diciembre, el príncipe Alfonso, desde la academia militar de Sandhurst, se comprometía a respetar el constitucionalismo, el liberalismo y la religión católica.
Por último, el 29 de Diciembre de 1874, el pronunciamiento militar de Martínez Campos en Sagunto, proclamó rey de España a Alfonso XII.
Proceso de desamortización y cambios agrarios.
La desamortización fue un hecho fundamental en el proceso de la revolución burguesa.
Significó un cambio esencial en el sistema de propiedad y tenencia de la tierra.
En España se produjo de manera discontinua: la de Godoy, ministro de Carlos IV (1798); la de la Guerra de la Independencia, la del Trienio Liberal (1820-1823); pero las más importantes fueron la de Mendizábal (1836-1851) y la de Pascual Madoz (1855-1924).
Los reformistas ilustrados del Siglo XVIII, preocupados por obtener el máximo rendimiento de la tierra y los recursos naturales, fuente para ellos de la riqueza y fortaleza del Estado, habían insinuado cambiar el sistema señorial de propiedad de la tierra. En el Antiguo Régimen una gran parte de la tierra era de manos muertas, es decir, tierras vinculadas a la nobleza, dominios monásticos o municipales que además de no tributar no podían ser vendidas por sus titulares, estaban fuera del mercado y, por ello, no podían ser capitalizadas ni mejoradas. Si se quería promover la reforma agraria era necesario que pasaran a ser bienes privados susceptibles de mejoras técnicas.
El primer paso en el proceso desamortizador era la promulgación de leyes para desvincular los bienes de la nobleza y expropiar los eclesiásticos y municipales. El proceso supónía dos fases: en primer lugar, el Estado se adueñaba de los bienes por lo que dejaban de ser manos muertas (o de estar fuera del mercado) para convertirse en bienes nacionales; después éstos salían a la venta mediante pública subasta. El beneficio obtenido lo aplicaría el Estado a sus necesidades.
La desamortización de parte de esos bienes permitía al Estado, incautándose de ellos, enjugar su déficit y amortizar la deuda pública. Esto es lo que se hizo en tiempos de Carlos IV (1798), cuando se obtuvo permiso de la Santa Sede para expropiar y vender los bienes de los jesuitas y de obras pías (hospicios, beneficencia, etc.) que venían a ser una sexta parte de los bienes eclesiásticos, con lo que se amortizaba una parte de los cientos de millones de deuda pública.
Tanto José I como las Cortes de Cádiz decretaron nuevas desamortizaciones, que al igual que la del trienio liberal (1820- 23) no tuvieron efectos por la guerra y el posterior retorno del absolutismo. Fue tras la muerte de Fernando VII, cuando la revolución liberal burguesa se afianza, en 1836, en medio de la Guerra Civil con los carlistas, Mendizábal puso en venta todos los bienes del clero regular (frailes y monjas). De esta forma quedaron en manos del Estado y se subastaron no solamente tierras, sino casas, monasterios y conventos con todos sus enseres. Al año siguiente, 1837, otra ley amplió la acción, al sacar a la venta los bienes del clero secular.
Para lograr el establecimiento del nuevo régimen liberal en 1836, era necesario ganar la guerra carlista y, para ello, se necesitaban los recursos económicos que proporcionaran la desamortización y el apoyo social de la burguésía al régimen liberal. Además al amortizar la deuda pública, el Estado aparecía como más solvente, con lo que podría suscribir nuevos empréstitos en el extranjero en mejores condiciones.
En 1855, el ministro de Hacienda, Pascual Madoz, promulgó la Ley de Desamortización General la cual ponía en venta todos los bienes eclesiásticos que no habían sido vendidos en etapas anteriores y, principalmente, los municipales tanto los que proporcionaban por estar arrendados una renta al Concejo (ayuntamiento) como los comunales utilizados por los vecinos del lugar.
La desamortización civil de Madoz no concluyó hasta 1924. Buena parte de los beneficios obtenidos fueron destinados a financiar la industrialización del país y a la expansión del ferrocarril. Por otra parte, aunque el Estado percibía el importe de las ventas, este pertenecía a los ayuntamientos: el Estado custodiaba los fondos y lo transformaba en títulos de Deuda que los ayuntamientos utilizaban en su provecho.
Consecuencias de las desamortizaciones.
El aumento de propietarios trajo consigo la expansión de la superficie cultivada y el crecimiento de la producción. Las inversiones en la agricultura permitieron el cultivo de ciertos productos destinados a la exportación así en el levante peninsular se crearon explotaciones hortofrutícolas, y en Andalucía se extendieron el olivar y la vid. Sin embargo, las desamortizaciones no permitieron el acceso del campesinado a la tierra, es decir, no fue
una auténtica reforma agraria, sino un medio de conseguir dinero para los planes del Estado.
Desde el punto de vista cultural, los bienes de los monasterios (pinturas, muebles, enseres, etc.) fueron expoliados y vendidos a precios irrisorios. Muchas obras arquitectónicas fueron abandonadas.