Las Transformaciones del Espíritu: Un Análisis de la Filosofía de Nietzsche, Marx y Kant


TEXTO NIETZSCHE

Localización del autor

Filósofo alemán del siglo XIX que se formó como filólogo clásico en Bonn. Desde su primera adhesión al romanticismo wagneriano evolucionará, por influencia de Schopenhauer, hacia una propuesta irracionalista que rechaza, en su conjunto, la tradición cultural occidental de origen platónico-cristiano. Algunas de sus obras fundamentales son El nacimiento de la tragedia y la Genealogía de la moral.

Tema

Las tres transformaciones que conducen a la realización del ser humano: el esclavo, el nihilista y el súper hombre.

Ideas principales

  • Alegoría de los tres estados: camello, león y niño.
  • El camello como esclavo carga con la tradición.
  • El león rompe con la tradición abriendo el espacio a la libertad.
  • El niño representa un nuevo comienzo que desde su inocencia permite el nacimiento del súper hombre.

Relación entre las ideas

El fragmento es, en lo formal, una alegoría que recuerda a las parábolas bíblicas con una clara intención satírica en contra del cristianismo. La primera idea expone el contenido completo de la parábola mediante la cual Nietzsche pretende representar las transformaciones del espíritu. Cada una de las otras tres ideas describe cada una de las figuras de esta transformación y lo que cada una de ellas representa hasta llegar a la culminación de la naturaleza humana que representa el niño.

Explicación de las ideas

La primera idea expone de forma íntegra la evolución que debe experimentar la naturaleza humana; es una síntesis de la propuesta ética de Nietzsche. Aunque a menudo se ha acusado a Nietzsche de inmoral, la esencia de su pensamiento es profundamente ética, puesto que establece la exigencia de una transvaloración que devuelve el significado original a los conceptos de bien y mal, lo que representa esta transición a lo largo de las tres transformaciones.

La segunda idea muestra a través de la alegoría del camello la “moral del esclavo”, es decir, la actitud de sometimiento y obediencia característica de la tradición occidental platónico-cristiana, en la que el cuerpo y sus pasiones deben ser sometidas y la humildad es entendida como la virtud cardinal.

En la tercera idea, a través de la figura del león, Nietzsche representa el nihilismo, es decir, la negación absoluta de los valores asociados a la cultura occidental que se encuentran en una crisis absoluta que identifica como la “muerte de Dios”. Con esta expresión tan rotunda, Nietzsche se refiere al vacío que deja en el núcleo mismo de sustentación de la cultura occidental, la desaparición de la idea de dios como horizonte de interpretación. Este vacío crea un espacio de libertad que debe ocupar el ser humano una vez que haya alcanzado su plenitud.

La cuarta idea muestra a través de la metáfora del niño al súper hombre que debe ocupar el espacio vacante dejado por Dios. Este niño es también el artista trágico, es decir, aquel que debe llevar a cabo la transvaloración o la recuperación de los valores de fidelidad a la vida a través de los cuales se expresa la “voluntad de poder”.

Siglo XIX

Suele considerarse a Hegel como el último autor de la filosofía de la Edad Moderna o el primero de la Edad Contemporánea. Tal división responde más a un criterio filosófico que histórico. De una parte, el sistema filosófico hegeliano supuso la culminación del idealismo y de la vertiente racionalista de la filosofía iniciada por Descartes. De otra parte, todo el pensamiento filosófico históricamente posterior puede considerarse una reacción crítica contra Hegel desde distintas perspectivas. El idealismo denominado absoluto declaró que no existe la cosa en sí en el noúmeno del idealismo trascendental kantiano. La existencia de algo incognoscible es una pura contradicción. Pero si no existe la realidad en sí, entonces la conciencia cognoscente es el fundamento de toda realidad o, mejor, es toda la realidad. Esa conciencia o sujeto no es cada persona individual, sino el sujeto trascendental absoluto, el espíritu. Los principales sistemas del idealismo absoluto fueron Fichte, Schelling y, sobre todo, el de Hegel. Este último puede considerarse:

A) El máximo exponente del racionalismo y, como tal, del proyecto ilustrado.

B) La culminación del idealismo absoluto y, en este sentido, una síntesis entre el Romanticismo y la Ilustración.

C) La máxima expresión del espiritualismo que considera que el espíritu absoluto, es decir, Dios, es la totalidad de lo real.

D) La justificación completa de toda la historia que es comprendida como el imparable progreso del espíritu hasta su tiempo presente.

Hegel mantuvo que en estos comienzos del siglo XIX el espíritu absoluto había alcanzado su realización definitiva en el cristianismo protestante, en el estado prusiano y, sobre todo, en la filosofía del idealismo absoluto. Los discípulos de Hegel se dividieron tras su muerte en dos grupos enfrentados: la derecha y la izquierda hegelianas. Ambas corrientes coincidieron en aceptar la dialéctica, método que parte de la contradicción entre opuestos, pero discreparon en la manera de concebir la realidad. La izquierda hegeliana, cuyos miembros más destacados fueron Feuerbach y Marx, fue atea y rechazó la interpretación espiritualista de la filosofía de Hegel. Más aún, invirtió su filosofía: para Hegel la materia era la alienación del espíritu, mientras que los hegelianos de izquierda sostuvieron que el espíritu era producto de la alienación de la materia. Asimismo, los filósofos de la izquierda hegeliana rechazaron su justificación política del estado; especialmente Marx, que propuso una filosofía cuyo objetivo era la revolución, es decir, el cambio radical de la estructura de la sociedad. Esta vertiente práctica del marxismo tuvo una influencia decisiva en la historia del siglo XX. Desde el punto de vista teórico, el marxismo culminó en ese siglo con la teoría de la crítica social de la denominada Escuela de Frankfurt. La corriente positivista de la filosofía que surgió después también puede considerarse una reacción contra Hegel, pero el aspecto aquí rechazado fue la pretensión del saber absoluto. Otra reacción filosófica contra el racionalismo hegeliano fue la que defendió la filosofía de la voluntad. Sus principales representantes fueron Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche. Esta filosofía obtuvo su denominación por rechazar el intelectualismo en filosofía. Según estos pensadores, la razón no es la vía adecuada para acceder al conocimiento de la realidad. A lo largo de la historia, la filosofía, especialmente Hegel, se ha basado en la razón, ha racionalizado la realidad. Sin embargo, los filósofos de la voluntad consideran que la razón es un instrumento al servicio de la voluntad. La voluntad es, según estos filósofos, el auténtico núcleo desde el que debe interpretarse la realidad. Desde la noción de voluntad de poder, Nietzsche realizó una crítica radical de toda la civilización cristiana occidental. Nietzsche fue conocido, junto a Marx y Freud, como uno de los maestros de la sospecha. Se entiende por filosofía de la sospecha aquella interpretación de la filosofía que sirve a determinados intereses, sea de clase (como en Marx), de poder (como en Nietzsche) o bien respondan, como en Freud, al impulso sexual e inconsciente. Aunque Freud no fue un filósofo profesional, su concepción del mundo se incluyó dentro del vitalismo irracionalista que desde finales del siglo XIX se impuso cada vez con más fuerza en la cultura.

Texto de Marx

Localización

Filósofo, economista e ideólogo alemán del siglo XIX. Evolucionó desde posiciones de materialismo teórico de la izquierda hegeliana hacia propuestas revolucionarias. Sus obras fundamentales son: El Capital y Manifiesto Comunista.

Tema

La enajenación económico-laboral del trabajador hace que este se pierda a sí mismo.

Ideas principales

  1. La enajenación del trabajo consiste en que la actividad laboral es externa al trabajador y, por eso, lo niega y mortifica.
  2. El carácter externo del trabajo se aprecia con claridad en que este no es voluntario sino forzado.
  3. El trabajo es así forzado porque no cumple un fin en sí mismo, sino que es simplemente un medio para satisfacer necesidades.
  4. En el trabajo, como en la religión, el hombre se pierde a sí mismo.

Relación

El fragmento pertenece a una obra de carácter divulgativo, lo que justifica su carácter reiterativo y enfático. La primera idea presenta el concepto fundamental de la enajenación laboral. La segunda y tercera completan este concepto subrayando el carácter forzado y meramente utilitario de la actividad laboral. La cuarta idea concluye estableciendo un paralelismo entre las dos alienaciones fundamentales: la laboral y la religiosa.

Explicación

La primera idea debe ser contextualizada dentro de la antropología marxista, en la que el homo faber tiene el trabajo como instrumento de su propia realización, que debe producirse mediante la paulatina liberación respecto de su dependencia material. El análisis acerca de cómo el trabajo en la sociedad de clases no solo no cumple la función liberadora que le corresponde, sino que reifica al trabajador deshumanizándolo, es la base de la categoría de enajenación económico-laboral que se expresa en esta primera idea.

La segunda idea, al calificar el trabajo como forzado, denuncia la situación en la que la explotación del trabajador por parte de las élites económicas impide que los sujetos actúen a favor de su propia libertad. De este modo, el trabajo forzado es la negación explícita de la esencia misma del trabajo como fuerza liberadora.

La tercera idea explica la perversión que supone el carácter forzado del trabajo a través de su presentación como un simple medio para la satisfacción de nuestras necesidades, de tal manera que aquello que debería permitirnos ser cada vez más libres se ha convertido en un mero medio de subsistencia que realizamos de manera obligatoria.

La cuarta idea propone un paralelismo entre las dos alienaciones fundamentales. En este sentido, Feuerbach había denunciado la alienación religiosa como una negación de la naturaleza humana basada en la ficción acerca de la existencia de un ser absolutamente perfecto como consuelo a la propia imperfección y finitud humanas. En esta idea, el paralelismo de tal alienación con la alienación laboral se basa en que tanto la religión como el trabajo forzado en una situación de explotación supone la negación de la propia naturaleza humana.

3.2.7. Immanuel Kant y la filosofía trascendental

El criticismo: razón teórica y razón práctica

Al comienzo de su actividad filosófica, durante el “período precrítico”, Kant acepta la filosofía racionalista de Leibniz y Wolff. Sin embargo, como él mismo afirmará, la lectura de las obras de Hume lo despertará del “sueño dogmático”, es decir, de la consideración de que es posible una metafísica que posea el rigor de las ciencias. Sin embargo, la actitud de Kant no desembocará en un escepticismo metafísico, sino en la puesta en marcha de una “filosofía crítica” cuya labor fundamental será identificar cuáles son los límites del conocimiento válido.

Al abordar esta nueva perspectiva, Kant cambia el centro de atención de la filosofía, puesto que analiza no el objeto de conocimiento, sino al sujeto que conoce para determinar cuáles son las posibilidades de que este llegue a conocer la verdad.

Esta investigación será abordada por Kant atendiendo al doble uso de la facultad superior del conocimiento humano, la Razón o conocimiento sumamente abstracto.

En el uso teórico de la Razón, es decir, aquel que se orienta hacia el conocimiento de lo que es verdadero, Kant formulará una pregunta que cambia el sentido que dicha investigación tenía hasta entonces para la filosofía. Esta será la llamada “primera pregunta fundamental” a la que Kant intenta responder a lo largo de su Crítica de la Razón pura y que se formula en estos términos: “¿qué puedo saber?”.

A lo largo de la obra citada, Kant intentará mostrar que existen unas condiciones características de la mente humana que hacen posible el conocimiento de la verdad. Al esclarecer tales condiciones, Kant propondrá una solución intermedia entre Racionalismo y Empirismo conocida como “filosofía trascendental”.

El planteamiento kantiano supone la aceptación de la propuesta empirista de que todo conocimiento comienza con la experiencia, pero al mismo tiempo admite la existencia de unos elementos innatos de carácter formal a los que denomina estructuras a priori del conocimiento. En consecuencia, conocer significa obtener datos de la experiencia a través de nuestros sentidos y procesarlos mediante la puesta en actividad de las estructuras a priori que están innatamente presentes en nuestro conocimiento.

A partir de la consideración “trascendental” del conocimiento, es decir, de aquella explicación acerca del modo en el que funciona nuestro pensamiento que implica la existencia de datos empíricos y estructuras a priori, el argumento de la Crítica de la razón pura será la búsqueda de tales condiciones para cada una de las tres facultades del conocimiento (sensibilidad, entendimiento y razón) con el fin de establecer lo que Kant denomina “límite del conocimiento válido”, es decir, hasta dónde puede llegar el conocimiento humano con garantías de conocer la verdad.

En lo que se refiere al otro uso de la razón, el “uso práctico”, Kant cambiará también el sentido de la pregunta a la que debemos responder. No se trata de volver a preguntar, como en la filosofía anterior, “qué es el Bien”, sino que, adoptando el punto de vista crítico, Kant formulará la cuestión en estos términos: “¿qué debo hacer?”.

Para responder a esta “segunda pregunta fundamental”, Kant acudirá a un dato que considera absolutamente innegable, evidente para todos, al que denomina factum de la razón práctica y que consiste en la existencia en todo ser humano de una conciencia que dicta aquello que el individuo debe hacer y aquello que debe evitar hacer.

El modo en el que la conciencia se hace presente en el individuo es la aparición del mandato de la ley moral como expresión de la razón práctica que dicta a cada uno su propio deber. Por ello, la conciencia es autónoma y el contenido objetivo del deber que a cada uno le dicta su propia conciencia puede ser diferente sin que por ello deba ponerse en duda la validez universal del mandato de la conciencia. Desde esta perspectiva, el valor ético de las acciones proviene de la vocación de universalidad en cuanto a la obediencia al mandato de la conciencia.

Las condiciones de posibilidad de la ciencia y la metafísica

El planteamiento general de la Crítica de la razón pura consiste en el intento de respuesta a la primera pregunta fundamental, “¿qué puedo saber?”, a partir del dato privilegiado o factum del uso teórico de la razón, que es la existencia de la ciencia físico-matemática de Newton. Por ello, la pregunta fundamental se reformula en los términos de la siguiente cuestión: “¿cómo es posible la ciencia de Newton?”.

El análisis acerca de las condiciones de posibilidad de la ciencia de Newton supone la búsqueda de cuáles son los enunciados o juicios característicos de dicha ciencia. En este sentido, Kant encuentra que los juicios newtonianos son como los de la matemática, universales y necesarios, pero, como los juicios de las ciencias naturales, amplían nuestro conocimiento acerca de la realidad. Es decir, poseen las virtudes combinadas de las ciencias formales y de las ciencias empíricas. Tales juicios serán denominados por Kant “juicios sintéticos a priori”, por lo que la primera pregunta fundamental se expresa ahora en estos términos: “¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?”.

El argumento de la Crítica de la razón pura consiste en el intento de responder a esta pregunta en el ámbito de cada una de las tres facultades del conocimiento humano: sensibilidad, entendimiento y razón.

  • Estética trascendental: es la primera disciplina en la que Kant intenta responder a la pregunta acerca de cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en el ámbito de la sensación.

    El resultado de su investigación será la identificación del espacio y el tiempo como “formas a priori de la sensibilidad”, es decir, espacio y tiempo no son datos de la sensación, sino las condiciones que la hacen posible.

    Espacio y tiempo son también, en opinión de Kant, las condiciones de posibilidad de la existencia de la matemática como ciencia. En este sentido, el espacio es la condición formal que hace posible la geometría y el tiempo es la condición de posibilidad de la aritmética, ya que es la base de la propia secuencia numérica.

  • Analítica trascendental: es la búsqueda de los juicios sintéticos a priori en el ámbito del entendimiento o “facultad de juzgar”. Dicha facultad permite elaborar conceptos a partir de los datos de las sensaciones.

    El resultado de esta investigación será la identificación de doce categorías, estructuras a priori del entendimiento que permiten elaborar conceptos.

    Algunas de estas categorías, como las de sustancia, causa o cantidad, son identificadas también como las condiciones que hacen posible la existencia de la ciencia natural.

  • Dialéctica trascendental: consiste en el intento fallido de identificar la existencia de juicios sintéticos a priori en el ámbito de la razón o facultad superior de nuestro conocimiento, que intenta elaborar como síntesis definitiva del conocer ideas metafísicas de validez universal.

    La conclusión más importante a la que llegará Kant en su “Crítica de la razón pura” será la determinación de que la metafísica no es una ciencia. Esto, aunque representa una contradicción total con respecto a las pretensiones del Racionalismo, no significa que Kant adopte el “escepticismo metafísico de los empiristas”.

    La metafísica será para Kant el “horizonte utópico del conocimiento”, es decir, aquello que la razón intenta conocer como síntesis definitiva de todos los conocimientos previos. Por ello, aunque no lleve a demostrar sus conclusiones, la metafísica es la ocupación superior del intelecto humano y tiene lo que Kant denomina un “valor regulativo” sobre todos los conocimientos.

Ética universal

La propuesta ética del “formalismo kantiano” surge a partir del rechazo a todos los sistemas éticos anteriores que Kant reúne bajo la denominación de “éticas materiales”. Las razones para este rechazo son dos. En primer lugar, todas ellas son a posteriori, es decir, surgen a partir de una determinada experiencia y son, por ello, de carácter particular. En segundo lugar, los mandatos de las “éticas materiales” son de carácter hipotético, es decir, las acciones son buenas o malas en relación a un determinado bien o fin hacia el que deben conducir al ser humano y no son, por tanto, buenas o malas “en sí mismas”.

La propuesta del formalismo kantiano, que pretende alcanzar una ética universal, surge como el intento de responder a la “segunda pregunta fundamental” a través de la cual Kant investiga acerca de las condiciones a priori de la razón práctica. Dicha pregunta se formula en dos términos: “¿qué debo hacer?”. Para responder a esta cuestión, Kant se apoyará en el llamado factum del uso práctico de la razón, que consiste en la existencia de la conciencia moral, es decir, en el hecho de que todo ser humano siente que debe hacer ciertas cosas y evitar hacer ciertas otras.

Para responder a esta pregunta con la ayuda del factum, Kant llevará a cabo un análisis de las acciones humanas en relación al deber, llegando a distinguir tres tipos de actos:

  • Actos contrarios al deber: son aquellos en los que el individuo actúa explícitamente en contra del mandato de la conciencia.
  • Actos conformes al deber: son aquellos en los que el individuo actúa de acuerdo con el dictado de su conciencia, pero lo hace “por inclinación”, es decir, calculando los beneficios que le reportará actuar de este modo.
  • Actos por deber: son aquellos en los que el individuo actúa sin tener en cuenta ningún cálculo de interés, es decir, rechazando los motivos de la “inclinación”, eligiendo únicamente lo que hacen por respeto al mandato de la ley moral.

Tras distinguir entre los tres tipos de actos en relación al deber, Kant afirma que el individuo que actúa por deber manifiesta con ello su “buena voluntad”, que es, en su opinión, “lo único en sí mismo bueno que existe en el mundo”.

El carácter superior del deber frente a los motivos de la inclinación se hace evidente en el hecho de que dichos motivos poseen “dignidad”, es decir, que mientras que los dictados de la inclinación dan lugar a mandatos o imperativos de carácter hipotético, el mandato del deber se formula como un “imperativo categórico”, es decir, como un mandato absoluto que se impone por encima de cualquier consideración circunstancial o de cualquier posible cálculo acerca de sus previsibles consecuencias.

El hombre como fin

En su Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Kant expresa el contenido del imperativo categórico en su primera formulación refiriéndose a la universalidad como la mejor prueba acerca del valor moral de las acciones. De este modo, debe interpretarse el enunciado que tanto en esta obra como en la Crítica de la razón práctica presenta por primera vez al “imperativo categórico”: “obra siempre de tal modo que puedas desear que la máxima a la que obedece tu voluntad se convierta en principio de una ley moral universal”.

TEXTO INMANUEL KANT

Tema

La crítica de la razón tiene una utilidad negativa y otra positiva, que consiste en hacer posible la moral.

Ideas principales

  • El uso crítico de la razón, que es negativo al limitar el conocimiento, es también positivo, puesto que impide la extensión indiscriminada del conocimiento más allá del espacio y del tiempo.
  • Si se permitiese la ampliación indiscriminada de la razón en su uso teórico, quedaría amenazado el uso práctico de la razón.
  • El uso práctico de la razón es el único que trasciende legítimamente el límite del espacio y del tiempo.

Relación entre las ideas

Este fragmento de la Crítica de la razón pura constituye un claro ejemplo de cómo Kant se opone a quienes lo consideran un escéptico. La primera idea muestra el doble valor de la crítica, subrayando el carácter debilitador de una extensión indiscriminada. La segunda idea menciona el riesgo que tal extensión supondría para el razonamiento moral. Finalmente, la tercera idea concluye explicando por qué se produce este riesgo al reconocer únicamente el uso práctico el derecho a trascender el límite del espacio y del tiempo.

Explicación de las ideas

  • La primera idea muestra cómo Kant rechaza la interpretación de aquellos que confunden su “filosofía crítica” con el escepticismo y que le pusieran el sobrenombre de “Hume prusiano”. En este sentido, Kant afirma que, junto al innegable carácter negativo de la crítica, es decir, a la evidente limitación que esta impone al conocimiento, hay un innegable carácter positivo, puesto que al trascender los límites del conocimiento válido y confundir nuestras ficciones o convicciones con ideas racionalmente demostradas, estamos debilitando, y no ampliando, nuestro propio conocimiento.
  • La segunda idea introduce otro argumento que permite confirmar el carácter positivo de la crítica, puesto que solo si se impide la extensión indiscriminada del conocimiento teórico en el ámbito metafísico, este quedará libre para su legítima intervención en el uso práctico de dicha facultad, dado que la moral requiere la previa aceptación de determinados contenidos metafísicos como condición de posibilidad de la existencia de la conciencia.
  • La tercera idea hace mención a los “postulados de la razón práctica”: la libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Estas son las tres ideas con las que el uso práctico de la razón trasciende los límites impuestos al uso teórico, ya que son las condiciones que hacen posible lo que sabemos que es verdadero, es decir, el factum de la conciencia moral.

TEXTO INMANUEL KANT

Tema

El ser humano es un fin en sí mismo en contraposición al carácter mediatizado e instrumental de los objetos.

Ideas principales

  • El hombre es un fin en sí mismo que no puede ser utilizado como medio para otros fines.
  • El valor de los objetos es condicionado a la inclinación y expresa necesidad.
  • Las cosas son medios y tienen, por ello, un valor relativo a las inclinaciones, que no son tampoco deseables por sí mismas.
  • Los seres racionales son “personas” y, por ello, fines en sí mismos.

Relación entre las ideas

El fragmento presenta una explicación de la segunda formulación del imperativo categórico. La primera idea expone la tesis central de dicho imperativo. La segunda idea contrapone el valor relativo de las cosas. La tercera subraya lo anterior atendiendo al carácter indeseable de las propias inclinaciones. La cuarta idea confirma la tesis inicial acudiendo a la naturaleza racional de la persona.

Explicación de las ideas

  • La primera idea presenta una formulación simplificada de la segunda formulación del imperativo categórico que Kant presenta en su Crítica de la razón práctica. En este sentido, se alude a la condición de fin exclusiva de los seres humanos como consecuencia del conocimiento de la autonomía de la conciencia, de tal modo que cada ser humano posee su propio sistema de regulación ética de las acciones, por lo que utilizarlo como instrumento o medio supondría deshumanizarlo.
  • La segunda idea presenta el contramodelo de la condición humana, que es el objeto o la cosa, que posee siempre un valor relativo como instrumento para la satisfacción de necesidades. Por ello, los objetos solo cobran valor en relación a las inclinaciones, es decir, al cálculo del interés propio del individuo.
  • La tercera idea analiza la condición propia de las inclinaciones en las que se basa nuestra valoración de los objetos. La propuesta de Kant consiste en afirmar que las inclinaciones no son tampoco deseables en sí mismas, puesto que manifiestan las deficiencias y las carencias de nuestra condición, por lo que lo verdaderamente deseable sería carecer de inclinaciones.
  • La cuarta idea confirma el contenido de esta formulación del imperativo categórico aludiendo al sentimiento de respeto que inspira el ser humano. Dicho sentimiento, que es, según Kant, el único que se nos presenta a priori, supone el reconocimiento inmediato de la “dignidad” como condición propia de los seres humanos que, tal como se explica al final del fragmento, se basa en el hecho de que la persona posee razón y esta, en su uso práctico, dicta su deber.

3.2.8. Hegel y la dialéctica

La filosofía de Hegel se considera la culminación del idealismo más allá de los límites que Kant establecía para el uso de la Razón. El Idealismo absoluto que propone Hegel supone rechazar la limitación del conocimiento al ámbito de lo fenoménico. En este sentido, la razón no solo no debe renunciar al conocimiento de las Ideas de la Metafísica, sino que, por el contrario, el conocimiento de tales ideas constituye la única verdad, según la célebre afirmación hegeliana: “todo lo real es racional y todo lo racional es real”.

La propuesta del idealismo absoluto supone la preeminencia de la Razón, capaz de dar al ser humano el conocimiento del sentido del “Todo”, es decir, una comprensión holística de la realidad en la que cobran sentido las manifestaciones fenoménicas. Quien supera el plano fenoménico y, a través de la metafísica, consigue alcanzar esta comprensión se convierte en Espíritu Absoluto, culminando con ello el proceso de su propia liberación.

La liberación es el triunfo de la Idea sobre el fenómeno, que se logra mediante la superación del entendimiento que genera conceptos y su suplantación por parte de la Razón, que muestra las Ideas. Para ello es necesario comprender el carácter dialéctico de lo real, puesto que la unidad última que se manifiesta a través de la Idea es el fruto de un constante proceso en el que tesis, antítesis y síntesis se suceden armonizando los fenómenos particulares en un todo dialécticamente organizado a través del cual se nos aparece la Idea.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *