Literatura Clásica y Renacentista: Poesía, Epopeya y Teatro


Catulo y la Dualidad del Amor en la Poesía Lírica Romana

Catulo (Verona, 84-54 a.C.) se erige como uno de los máximos exponentes de la poesía lírica romana. El Poema VIII, dedicado a su amada Lesbia, refleja la complejidad de sus sentimientos. En la primera parte, Catulo se sumerge en la autocompasión, rogándose a sí mismo que cese en sus desvaríos. Sin embargo, como es característico en su obra, el orgullo emerge y la autocrítica se transforma en reproches hacia Lesbia, cuestionando quién la amará como él. Esta transición del sufrimiento más puro a la dignidad más arrogante es un reflejo de las emociones humanas universales. Todos, en algún momento, hemos experimentado la lucha interna entre la razón y el orgullo.

La Epopeya: Un Viaje Épico a Través de la Historia

La epopeya es un subgénero épico, frecuentemente escrito en verso largo (hexámetro) o prosa. Consiste en la narración extensa de hazañas trascendentales o memorables para un pueblo, centradas en la figura de un héroe que encarna sus virtudes más preciadas. A menudo, estas narraciones incluyen la intervención de dioses y elementos fantásticos. Las epopeyas, que usualmente se desarrollan en el contexto de guerras o viajes, han ido evolucionando. Eran muy extensas, cada vez más escasas en los cantares de gesta o epopeyas medievales y, ya en el siglo XIX, fueron eliminadas en la novela realista o epopeya del héroe vulgar o de la clase media, que por entonces conquistó el poder político y el prestigio social, revelando en ella los valores de la burguesía: el individualismo y el materialismo. Entre sus subgéneros encontramos el epilio, epilion o canto épico; el cantar de gesta; la saga islandesa; el poema heroico o poema épico culto; la epopeya burlesca y la novela.

Orígenes y Estructura de la Epopeya

Los primeros esbozos épicos surgieron en sociedades preliterarias y tradiciones poéticas orales. La poesía se transmitía oralmente a la audiencia. Las largas epopeyas se construían en forma de cortos episodios de igual interés e importancia, utilizando pasajes de tránsito repetitivos, conocidos como fórmulas, que permitían al narrador recordar y enlazar cada pasaje.

Características Fundamentales de la Epopeya

Las epopeyas deben poseer al menos nueve características:

  • Comienzo in medias res.
  • Vasto espacio de acción, abarcando múltiples naciones o el universo.
  • Invocación preliminar a la Musa.
  • Formulación inicial del tema.
  • Uso de epítetos.
  • Inclusión de largas enumeraciones.
  • Presencia destacada de discursos largos y formales.
  • Intervención de los dioses en los asuntos humanos.
  • Presencia de héroes que encarnan los valores de una nación, civilización o cultura.

La Poesía Trovadoresca: Influencia y Evolución en Europa

Los preceptos cortesanos y caballerescos de la literatura provenzal, junto con sus metros y temas, se expandieron rápidamente por Europa Occidental. En Cataluña, surgió una escuela de trovadores que inicialmente escribían en provenzal y luego adoptaron el catalán. En Galicia y Portugal, la lírica provenzal transformó la poesía autóctona popular en poesía cortesana. La influencia también se extendió a Italia y Alemania, donde la poesía de los trouvères del Mediodía francés influyó en la de los Minnesänger.

Sin embargo, la dispersión de los trovadores marcó el ocaso de la lírica provenzal, que continuó cultivándose como un fenómeno local. En 1323, se fundó en Tolosa el “Consistori del Gay Saber”, y el 3 de mayo del año siguiente se celebraron los primeros “Jocs Florals”. Esta poesía pasó a manos de los nuevos poetas burgueses y, a diferencia de Francia, donde el Stil Nuovo surgió en condiciones similares, esta poesía, didáctica y religiosa para evitar los excesos del amor cortés, logró, además de una repetición de los temas, que la literatura provenzal quedara anclada durante casi doscientos años para luego desaparecer en el siglo XV bajo el imperialismo lingüístico francés.

El Teatro Europeo en los Siglos XVI y XVII: Del Renacimiento a la Comedia dell’Arte

Aunque se seguía representando un teatro de carácter religioso (misterios, autos, etc.) promovido por la Iglesia con motivo de las grandes fiestas litúrgicas, tras el período medieval, y con la llegada del Renacimiento, se favoreció la recuperación y el estudio de la cultura clásica grecolatina y, con ello, la recuperación de las grandes obras teatrales de la Roma y la Grecia antiguas. Además de representarse obras clásicas de dramaturgos como Plauto o Terencio, muchos escritores escribieron y estrenaron tragedias y, sobre todo, comedias, a imitación de las obras clásicas. Esta recuperación del teatro se dio, en primer lugar, en Italia entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Este nuevo teatro surgido en Italia se representaba en los palacios y estaba destinado a una minoría formada por los nobles y por los intelectuales humanistas.

La Comedia dell’Arte: Un Teatro para el Pueblo

Paralelamente, en Italia surgió un tipo de teatro cómico destinado al gran público: la Commedia dell’arte (es decir, del oficio, de la profesión: teatro de profesionales). Se trataba de un teatro sin diálogos escritos, con un guion a partir del cual los actores improvisaban. Aparecieron una serie de personajes fijos como Arlequín, un criado pícaro vestido con un traje de rombos y cubierto con una máscara de cuero negro provista de bigote; Polichinela, un personaje melancólico que lleva una careta con una gran nariz ganchuda; o Colombina, la criada siempre dispuesta a burlarse de su señor, etc. La Commedia dell’arte italiana daba gran importancia a la mímica y la expresión corporal. Este teatro popular llevó a los cómicos profesionales a recorrer diversas ciudades, representando sus obras en plazas, posadas o en lugares específicos para la representación teatral, como los corrales de comedias. Su influencia fue decisiva en el teatro posterior.

El Teatro Isabelino y la Comedia Nueva Española

A pesar de la importancia de Italia en la creación del teatro moderno, las grandes obras del teatro europeo moderno surgieron entre los siglos XVI y XVII en Inglaterra, con el llamado “teatro isabelino”, cuyo máximo representante es Shakespeare, y en España, con la “Comedia Nueva”, con dramaturgos como Lope de Vega o Calderón de la Barca, entre otros.

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