Literatura del siglo XIX y XX: Realismo, Vanguardias y Boom Latinoamericano


El Realismo y el Naturalismo en la Literatura Española del Siglo XIX

La Novela Realista y Naturalista

El Realismo, movimiento cultural y artístico de Europa, se desarrolla en la segunda mitad del siglo XIX. Surge en sincronía con la segunda Revolución Industrial, el capitalismo y el auge de la burguesía. Filosóficamente, el positivismo y el experimentalismo emergen como corrientes predominantes.

La novela se convierte en el género primordial, destacando por una observación objetiva de la realidad contemporánea con una postura crítica y analítica que denuncia injusticias y vicios de la burguesía. Presenta una tesis previa del autor, una profunda caracterización psicológica de los personajes, un narrador omnisciente y diálogos adaptados a la condición social de los personajes.

Surge el Naturalismo como extensión radical del Realismo, enfocándose en el determinismo biológico y ambiental (influencia de Émile Zola). Los autores presentan la degradación humana con personajes en situaciones extremas de miseria. En España, el Naturalismo entra en el siglo XX de la mano de Vicente Blasco Ibáñez, aunque Emilia Pardo Bazán contribuyó a difundirlo en el XIX, con un naturalismo superficial.

El Realismo en España

Se distinguen dos tendencias en el Realismo español:

  • Una conservadora-tradicionalista, con José María de Pereda (Peñas arriba) y Emilia Pardo Bazán, que defiende el naturalismo católico en la novela española del que pretendía ser representante con Los pazos de Ulloa.
  • Otra liberal-progresista, encabezada por figuras como Juan Valera (Pepita Jiménez), Benito Pérez Galdós y Leopoldo Alas «Clarín», que adoptaron técnicas naturalistas sin ser seguidores estrictos.

La obra de Galdós se clasifica, además de en sus 46 Episodios nacionales (novela la historia del S.XIX), en tres etapas:

  • Desde novelas de tesis con ideología liberal (Doña Perfecta).
  • Hasta retratos de la vida madrileña de la clase media-baja (novelas contemporáneas) con Fortunata y Jacinta.
  • Luego novelas espirituales más centradas en problemas individuales (Misericordia).

Alas, «Clarín», destaca tanto por sus cuentos (Adiós, Cordera) como por su novela «La Regenta», que exhibe la vida opresiva en Vetusta (Oviedo) que frena los deseos de libertad de sus protagonistas.

La Poesía y el Teatro Realistas

La poesía realista será moralizante y se divide en dos corrientes (aunque todavía hay poesía posromántica):

  • La antirretórica con un lenguaje prosaico y reflejo de ideas burguesas (Ramón de Campoamor, Fábulas completas).
  • La grandilocuente (cercano a la oratoria política) cuyo autor más destacado es Gaspar Núñez de Arce (Gritos del combate).

En el teatro, se refleja la sociedad burguesa, destacando la alta comedia, la zarzuela (con música que acompaña al hilo narrativo) o el género chico y teatro por horas (fragmentos de obras literarias). La alta comedia va dirigida a la clase burguesa con el melodrama (personajes poco desarrollados psicológicamente en conflictos familiares que se resuelven). Sobresale José Echegaray (El gran galeoto), primer premio Nobel de Literatura español en 1904.

Por otro lado, el drama social, es obrerista o proletario y de denuncia social (Joaquín Dicenta, Juan José).

Conclusión

En resumen, el Realismo en España fue un movimiento literario crucial, influido por el Naturalismo pero con su identidad propia, menos impactado por este último que en Francia.

El Novecentismo y la Generación del 14

Contexto Histórico y Características del Novecentismo

Este movimiento se desarrolla en la primera década del siglo XX junto con otros acontecimientos como la 1ª Guerra Mundial, la Revolución Rusa o, en España, el final de la Restauración, la dictadura de Primo de Rivera y la República. El Novecentismo es un movimiento cultural formado por autores nacidos en los años 80 del siglo XIX, que buscan reafirmar lo propio del siglo XX rechazando lo anterior.

Poseen un gusto por un arte racional, riguroso y analítico. Desprecian todo lo que recuerde a los excesos románticos, la nostalgia de la generación del 98 o la fantasía modernista. Defienden el arte puro desprovisto de sentimentalismo, autónomo y válido por sí mismo. Un arte minoritario, dirigido a una élite que lo comprende y disfruta.

Utilizan un estilo cuidado, elegante, que busca la “obra bien hecha”, con un lenguaje preciso, sin dejar de ser brillante. Fue la primera generación que incorporó a la mujer en los círculos intelectuales y culturales como Clara Campoamor, Victoria Kent o Zenobia Camprubí.

El Ensayo Novecentista: José Ortega y Gasset

En este movimiento destacan, antes que los escritores de ficción, pensadores y ensayistas. De entre figuras como Eugenio D’Ors, Manuel Azaña o Gregorio Marañón sobresale José Ortega y Gasset. Ensayos como Meditaciones del Quijote o La España invertebrada le dieron pronto fama, pero será La deshumanización del arte su obra sobre estética más importante. En ella describe el arte joven como deliberadamente difícil, creador y no imitador, artístico y deshumanizado. Su estilo es elegante y claro, con frecuentes metáforas.

La Novela Novecentista

Por otro lado, destacan grandes novelistas en esta generación. Hay que mencionar a Gabriel Miró, quien cultivó en títulos como Nuestro padre San Daniel o El obispo leproso lo que se llamó novela lírica (la trama cede terreno a una elaborada descripción tanto de ambientes como de la psicología de los personajes).

También fue importante Ramón Pérez de Ayala, cuya innovación dio lugar a la novela intelectual (Tigre Juan, Belarmino y Apolonio), donde lo más importante son los diálogos e ideas que en ellos se defienden, así como el carácter alegórico de sus personajes.

Merece ser recordado Ramón Gómez de la Serna, autor que introdujo el espíritu vanguardista y trasgresor en nuestro país. Aunque sus obras puedan parecer algo joviales (Las greguerías), en otras, late un espíritu trágico que tiene como protagonista la soledad radical del individuo (Las tres gracias o El caballero del hongo gris).

Por su parte, Wenceslao Fernández Flórez publicó unas cuarenta novelas y libros de relatos, caracterizados por un humor irónico a veces cercano a lo fantástico con elementos simbólicos y lirismo (Volvoreta o El bosque animado).

Juan Ramón Jiménez

Por último, hay que hacer referencia al poeta Juan Ramón Jiménez (por edad y rasgos puede pertenecer a este grupo). Su trayectoria se divide en tres etapas:

  • Hasta 1915 inició un estilo próximo al Modernismo (Arias tristes o La soledad sonora).
  • Luego se decantó hacia la poesía pura, intelectual, con verso libre y cercana a las vanguardias (Diario de un poeta recién casado o La estación total).
  • A partir de la guerra y el exilio, cultivó la “poesía suficiente”. Se trata de una poesía de carácter metafísico, hermética y personal, presidida por un Dios que a veces es la naturaleza y otras la conciencia del poeta (Dios deseado y deseante).

Su obra en prosa más importante es Platero y yo, publicada en 1914. Recrea poéticamente la vida del asno Platero, ni es un diario ni un libro autobiográfico. Se trata de una selección de historias tomadas de los recuerdos del pasado. Se le otorgó el Nobel de literatura en 1956 por el conjunto de su obra.

Conclusión

En definitiva, podemos considerar el Novecentismo como un movimiento inaugural de lo específico del siglo XX que comenzó con el premio Nobel a Santiago Ramón y Cajal y concluyó con el estallido de la Guerra Civil. A caballo entre el 98 y el 27 es una generación que pasa un poco desapercibida.

Las Vanguardias en Europa, España e Hispanoamérica

Contexto Histórico y Características de las Vanguardias

Las vanguardias se desarrollan en la primera década del siglo XX junto con la 1ª Guerra Mundial, la Revolución Rusa o, en España, el final de la Restauración, la dictadura de Primo de Rivera y la República. Se vive un periodo de agitación cultural que pretende renovar el arte rompiendo la estética anterior.

Son movimientos que muestran libertad de expresión, actitud provocadora, simbolismo, ruptura de las normas, originalidad, experimentación y deshumanización. Nacen en Europa e Hispanoamérica aunque su trascendencia es universal. Las vanguardias literarias son ocho.

Los Ismos Vanguardistas

Cubismo

El Cubismo nace en Francia e integra lo visual. El representante es Guillaume Apollinaire (Caligramas). Se experimenta con la tipografía, se prescinde de la puntuación, la métrica, rima y gramática. Los caligramas (el poema forma una figura o imagen) son las principales expresiones del cubismo.

Dadaísmo

También en Francia, surge el Dadaísmo con Tristan Tzara (Veinticinco poemas). Se desarrolla en la poesía y emplea la arbitrariedad y la inmediatez para la creación. Consiste en anotar todas las palabras que aparezcan en la mente y crear un poema colocando las palabras aleatoriamente, pero sin tratar de dar un sentido racional.

Surrealismo

La vanguardia considerada más importante es el Surrealismo. Nace en Francia con André Breton (Los campos magnéticos). Se caracteriza por la escritura automática y el empleo de imágenes y metáforas. Reivindica el subconsciente y el sueño sin la participación de la razón. Las creaciones son imágenes oníricas mediante metáforas sensoriales.

Futurismo

El Futurismo surge en Italia gracias a Filippo Tommaso Marinetti (Mafarka el futurista). Exalta la energía, el progreso, la máquina y la industrialización. Se caracteriza por la originalidad y el dinamismo, la ruptura de la sintaxis y la utilización del verbo en infinitivo para despersonalizar el mensaje.

Da más importancia a los sustantivos y elimina los adjetivos y los puntos o la métrica, con un único fin: “dejar palabras en libertad”.

Estridentismo

Inspirado en el Futurismo, surge en México el Estridentismo de la mano de Manuel Maples Arce (Andamios interiores). Los artistas buscaban la manera de analizar su auténtica esencia, alejada de los mitos y las raíces antiguas, centrándose en la sociedad más moderna y actual. Perseguían crear un espacio nuevo, modernizado dando gran importancia a la innovación tecnológica. Imaginaron incluso una ciudad utópica que sería la versión artística de estos ideales: Estridentópolis.

Expresionismo

En Alemania, por oposición al Impresionismo, nacerá el Expresionismo, que se manifestará en los tres géneros literarios. Esta tendencia supuso una forma de mostrar el inconformismo y pesimismo ante una sociedad decadente. Se centra en la expresión de sentimientos y estados de ánimo del individuo. Los temas preferidos son el miedo, la enfermedad, la sexualidad, la moral, la locura o la muerte, rozando casi siempre lo siniestro y lo grotesco. Destaca Heinrich Mann (Los pobres).

Creacionismo

El poeta chileno Vicente Huidobro (Altazor) inició el Creacionismo. Esta vanguardia destaca por la búsqueda de una nueva realidad imaginaria. Emplea la yuxtaposición de imágenes o metáforas de manera arbitraria y sin ninguna vinculación con la realidad omitiendo lo anecdótico y lo descriptivo. Se emplea un vocabulario original sin signos de puntuación.

Ultraísmo

Por último, en España surge el Ultraísmo. Destaca por la eliminación de lo innecesario, el uso de imágenes y metáforas. Rompen con la sintaxis, se suprime la puntuación, se evitan los nexos y las conjunciones. En su lugar se emplean los espacios en blanco. El principal autor es Jorge Luis Borges (Fervor de Buenos Aires).

Conclusión

La permanencia de los ismos fue diferente, pero en general tuvieron una corta duración, ya que los vanguardistas están en una continua experimentación de formas, contenidos, enfoques y técnicas y eso es difícil mantenerlo en el tiempo.

La Generación del 27

Contexto Histórico y Características

La Generación del 27 protagoniza uno de los momentos más valiosos de nuestra historia literaria (Edad de Plata). Son poetas de parecida edad, nacidos entre 1890 y 1900, que compartieron amistad e incluso domicilio en la Residencia de Estudiantes de Madrid. En 1927, el homenaje al tercer centenario de la muerte de Góngora sirvió como momento fundacional y les dio su nombre.

Su trayectoria se divide en tres etapas:

  • Hasta 1927, se dejaron cautivar por el impulso de las Vanguardias.
  • Hasta la guerra civil, el punto común fue el surrealismo y la poesía pura.
  • Después de la guerra, el compromiso y la nostalgia.

Los Poetas del 27

Pedro Salinas

El mayor de todos es Pedro Salinas. Sus primeras obras (Seguro Azar o Fábula y signo), las publica dentro del vanguardismo (futurismo) lúdico y deshumanizado con temas urbanos. Las mejores serán las de los años 30, Razón de amor y La voz a ti debida, de temática amorosa y versos intensos, biográficos, breves con tendencia al verso libre.

Jorge Guillén

Otro autor importante fue Jorge Guillén. En su primera etapa agrupa sus libros en Cántico. Próximo a la poesía pura, en verso breve celebra la existencia humana. A partir de los años 50, el tono se hace menos optimista y recoge sus obras con el título de Clamor.

Gerardo Diego

El antologador de la Generación que contribuyó a su difusión fue Gerardo Diego. Autor de extremos, se aplicó con ímpetu a las vanguardias (creacionismo) en obras como Imagen o Manual de espumas, pero también tuvo poemas clásicos en Soria o Alondra de verdad.

Federico García Lorca

Quien más renombre internacional ha obtenido es Federico García Lorca. Su estilo ha sido cantado, imitado y admirado al mezclar elementos populares de Andalucía con la modernidad. Fue aclamado tras obras como Poema del cante jondo o el Romancero gitano, pero debe su lugar en la historia de la poesía a Poeta en Nueva York (tragedia del hombre dentro de la gran ciudad).

El Teatro de Lorca

También renovó el género teatral. Consiguió un teatro poético, transgresor y contemporáneo, sin descuidar la tensión dramática, profundidad de personajes y universalidad de los conflictos. Sus primeras obras tuvieron malas críticas (Mariana Pineda); peor suerte tuvo su teatro surrealista, que él llamó imposible (El público, Así que pasen cinco años). Modificó el teatro acercándolo al público por medio del drama rural y triunfó con Bodas de sangre (1933), donde trata la pasión y el deseo prohibidos, Yerma (1934), que representa la tragedia de una mujer que no consigue tener hijos, y con La casa de Bernarda Alba (1936), su última obra antes de morir. En ella retrata una sociedad rural española, hipócrita y cruel, a través de una familia de cinco hermanas gobernada por su madre viuda.

Rafael Alberti

Destacó también Rafael Alberti. Con gran musicalidad, surge como poeta con Marinero en tierra (nostalgia de su Cádiz natal). Su trayectoria será larga y fructífera, habría que destacar Sobre los Ángeles, poemario trágico y surrealista, con el que sale de una crisis.

Vicente Aleixandre

Vicente Aleixandre fue quien cultivó el surrealismo más puro en Espadas como labios o La destrucción o el amor, de temática amorosa. Tras la guerra adopta un tono menos hermético en Sombra del paraíso (temas existenciales). Es representante del “exilio interior” durante la dictadura. En 1977 recibió el Nobel, que entendió como premio a su generación.

Luis Cernuda

Uno de los poetas más reivindicados es Luis Cernuda. Se acercó al surrealismo en Los placeres prohibidos. Expresó su disconformidad con el mundo y sus anhelos sensuales en sus mejores libros Donde habite el olvido o Desolación de la quimera.

Dámaso Alonso

Por último, hay que mencionar a Dámaso Alonso, que apareció como poeta en 1944 con la publicación de Hijos de la ira, poemario existencialista de influencia en la posguerra.

Conclusión

En definitiva, se trata de un grupo de poetas (señalados los más importantes. Hay otros como Manuel Altolaguirre, Juan Larrea o Emilio Prados), que vivieron con igual pasión las vanguardias y la poesía clásica. Entre todos ellos llevaron a la poesía española a una de sus más altas cimas.

La Novela Española de 1939 a 1975

La Posguerra y el Exilio

En España, las décadas de los 40 y 50 se enmarcan en la «posguerra», un período económica y culturalmente duro, limitando la narrativa debido a la censura. A partir de los años 50, se percibe una apertura gradual permitiendo cierta crítica por parte de distintas generaciones de autores.

El exilio marca una narrativa nostálgica por la patria perdida, con figuras como Francisco Ayala o Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español).

La Novela Española en la Posguerra

A nivel local, además de por géneros de evasión, estaba dominada por autores realistas tradicionales (Zunzunegui) aunque a partir de los 40 comienza un cambio con la publicación de Nada (conflicto existencial de una universitaria en Barcelona) de Carmen Laforet (1945) y además surgirán tres autores importantes en el siglo XX.

Camilo José Cela

En primer lugar, Camilo José Cela, quien en 1942 retrata con La familia de Pascual Duarte la violencia y deshumanización de la sociedad rural española. Con ella crea el “tremendismo”, un estilo que se inclina hacia lo miserable con pesimismo existencialista. A esta novela seguirán otras como La colmena (1950), San Camilo, 1936 o Mazurca para dos muertos.

Gonzalo Torrente Ballester

Otro autor de larga trayectoria es Gonzalo Torrente Ballester. Posee títulos como Javier Mariño (bélica), Los gozos y las sombras (trilogía realista), La saga/fuga de JB (experimental)…

Miguel Delibes

Quizá el autor más valorado sea Miguel Delibes, por su palabra precisa, personajes universales, defensa de la naturaleza y un estilo sobrio sin renunciar al experimentalismo. Escribió novelas realistas rurales como El camino o Las ratas, en los 60 dejó su huella con Cinco horas con Mario o Parábola de un náufrago (experimental) y es autor de obras ya clásicas como Los santos inocentes o El hereje (su última novela).

El Realismo Social

La década de los 50 da paso a una nueva generación, la Generación del medio siglo, propulsando el realismo social, que expresa cierta crítica. En esta corriente el narrador cede su papel a los personajes. Su intención crítica se resume en poner el foco en realidades injustas. Se divide en dos corrientes:

  • El objetivismo (Sánchez Ferlosio, El Jarama, Juan García Hortelano, Tormenta de verano, o Carmen Martín Gaite, Entre visillos).
  • El realismo crítico (José Manuel Caballero Bonald, Dos días de septiembre, o Jesús López Pacheco, Central eléctrica) mostrando realidades injustas y crudas de la realidad, respectivamente.

La Novela Experimental

La novela social continuará hasta 1962 con Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos. Sin renunciar a cierto realismo crítico, el autor utiliza técnicas nuevas como el narrador en 2ª persona, el perspectivismo, el flujo de conciencia, la fragmentación en secuencias o el papel del narrador-ensayista (el protagonista pasa por ambientes -fiestas, laboratorios, chabolas…- que le dan pie a insertar opiniones sobre la esencia de España). El impacto de la novela es enorme y continúan su trayectoria Juan Goytisolo (Señas de identidad), Juan Benet (Volverás a Región), Caballero Bonald (Ágata ojo de gato), Juan Marsé (Últimas tardes con Teresa) y también los grandes autores de los 40 como Cela o Delibes.

En la primera mitad de los 70, la experimentación se intensifica, desdibujando personajes, diluyendo el espacio y desvaneciendo los argumentos. Obras como Reivindicación del conde don Julián (Juan Goytisolo), Si te dicen que caí (Marsé) y La saga/fuga de JB (Torrente Ballester) son ejemplos de esta tendencia.

La Vuelta a la Narratividad

La normalidad del género resurge en 1975 con Eduardo Mendoza y La verdad sobre el caso Savolta. Se recuperan la trama y los personajes aunque la experimentación permanece en aspectos como el perspectivismo, la inclusión de textos no literarios o la ironía. Este autor comparte generación con otros narradores como Javier Marías (Mañana en la batalla piensa en mí), Antonio Muñoz Molina (Plenilunio), o Juan José Millás (El desorden de tu nombre).

Conclusión

Esta etapa, desde el realismo hasta la experimentación y de nuevo hacia un realismo distinto pero íntimo, enriquece el género narrativo español. Es un periodo de vitalidad notable por la diversidad y calidad de autores y obras.

La Novela Española a partir de 1975: La Renovación de la Novela

Contexto Histórico y Características

La muerte de Franco en 1975 se considera el arranque de la modernidad en España (fin de la dictadura, inicio de la transición, apertura a Europa, normalidad democrática…). Literariamente se escribirá con libertad y a la variedad de novelas se une la aparición de premios literarios (el Cervantes, el Planeta…).

Como rasgos comunes del género, se recupera la narratividad, se mezclan subgéneros y se incluyen rasgos de novela experimental de los 70. La guerra civil, la posguerra o el mundo rural siguen siendo temas frecuentes aunque se incorporan otros como la vida moderna, la tecnología, la música rock o las drogas.

Los Autores de la Posguerra y la Generación del Medio Siglo

Es imposible citar a todos los autores en activo estos años. Todavía en este periodo los novelistas de los años 40 siguen escribiendo. Camilo José Cela publicará obras importantes como Mazurca para dos muertos, Miguel Delibes Los santos inocentes o su última obra El hereje o Gonzalo Torrente Ballester con títulos como Filomeno a mi pesar.

También, los autores de la generación del medio siglo, neorrealistas que continuaron en la experimentación siguen publicando con regularidad. Son ejemplo de ello Jesús Fernández Santos (Extramuros), Juan Goytisolo (Paisaje después de la batalla), Juan García Hortelano (Gramática parda) o Juan Marsé (El embrujo de Shangai). Otros utilizarán una narrativa más tradicional como Manuel Vázquez Montalbán (Galíndez, o Los mares del Sur) o Félix de Azúa (Diario de un hombre humillado).

La Generación del 75

Junto a ellos, aparece un grupo de autores que empiezan a publicar sus primeros libros a partir del 75 y que están en plena madurez literaria. Por importancia y ser responsable de vuelta a la narratividad, hay que citar a Eduardo Mendoza que publicará en ese año La verdad sobre el caso Savolta (novela histórica/ policíaca con técnicas experimentales).

Otras obras suyas son La ciudad de los prodigios o El misterio de la cripta embrujada. Junto a él, sobresale por su moderación narrativa, Javier Marías con obras como Corazón tan blanco o Mañana en la batalla piensa en mí. También destaca Antonio Muñoz Molina por su uso de la introspección con tendencia a la intriga policíaca (El invierno en Lisboa o Beltenebros). Ambientadas en la guerra civil con una perspectiva original son algunos relatos de Manuel Rivas, como El lápiz del carpintero o La lengua de las mariposas. Otro autor de prestigio es Juan José Millás, con obras como El desorden de tu nombre o La soledad era esto. Destaca José Luis Sampedro, caracterizado por su humanismo crítico en obras como El río que nos lleva o La vieja Sirena. Todavía se pueden citar otros nombres como Julio Llamazares, Rosa Regas, Arturo Pérez Reverte, Almudena Grandes o Francisco Umbral…

La Generación de los 90

Por otro lado, surge una generación de autores más jóvenes, que cultivan una prosa ágil con mucho diálogo, lenguaje desenfadado y una temática sobre el rock, las drogas o el sexo. Hablamos de autores como José Ángel Mañas («Historias del Kronen») o Lucía Etxebarría («Beatriz y los cuerpos celestes»).

La Novela Actual

La novela actual (lo que llevamos de siglo XXI), se puede dividir en dos grupos. El primero, formado por aquellos narradores que cultivan “tendencias mediáticas actuales”, caracterizadas por la simplicidad e inmediatez y un segundo grupo que incluye nombres que pueden ser importantes en las próximas décadas. Destacan Eduardo Lago (Llámame Brooklyn), Cristina Grande (Naturaleza infiel), Julián Rodríguez (“Ninguna necesidad”), Elvira Navarro (“La ciudad feliz”), David Trueba (“Saber perder”) entre otros.

Conclusión

Para terminar, cabe destacar el éxito editorial y comercial de autores o temáticas como es el caso de Carlos Ruiz Zafón (“La sombra del viento”), o la moda por la búsqueda de reliquias que ha dado éxito a Julia Navarro con “La hermandad de la Sábana Santa. En resumen, la novela se ha convertido en el género hegemónico de hoy en día.

La Literatura Hispanoamericana Contemporánea

Poesía Americana Después de las Vanguardias

La literatura hispanoamericana de la segunda mitad del S. XX presenta un panorama diverso de autores y corrientes que la han elevado a reconocimiento mundial. Creció con el modernismo y vanguardias, pero floreció a partir de los años 40.

En esa época, los poetas exploraron diversas vías poéticas. Surgió el superrealismo con dos vertientes:

  • Una existencial, encabezada por José Lezama Lima (La fijeza).
  • Otra trascendental, representada por Octavio Paz (Entre la piedra y la flor), abordando experiencias místicas y metafísicas.

Paralelamente, se desarrollaron la poesía pura, influenciada por Juan Ramón Jiménez y personificada por Eduardo Carranza (Canto en voz alta), y la poesía de la negritud, comprometida y musical, arraigada en tradiciones, con figuras como Nicolás Guillén (El son entero).

A partir de los años 50, la poesía mantuvo su diversidad:

  • surrealista (Antonio Montes de Oca, (La parcela en el Edén)).
  • comprometida influenciada por Neruda (Mario Benedetti, Poemas de la oficina).
  • experimental (Nicanor Parra, Poemas y antipoemas).
  • existencialista (César Fernández Moreno, Argentino hasta la muerte).
  • realista (Antonio Cisneros, Comentarios reales).

La Novela Regionalista

En la narrativa, se inició la novela regionalista o de la tierra que reflejaba el mundo rural denunciando problemáticas políticas y sociales de una realidad incómoda y salvaje. Existen diferentes visiones como la de Rómulo Gallegos (Doña Bárbara) de la selva Venezolana, José Eustasio Rivera (La vorágine) situada en la Amazonia o Ricardo Güiraldes con el gaucho en Argentina (Don Segundo Sombra).

La Novela Fantástica, Existencial y el Realismo Mágico

Más tarde se dará paso a la novela fantástica con Borges (El Aleph), a la existencial, angustiosa y urbana de Onetti (La vida breve) y Sábato (El túnel), y al realismo mágico (convivencia de mitos y creencias antiguas, con la modernidad) con Carpentier (Los pasos perdidos), Asturias (El señor Presidente) y Rulfo (Pedro Páramo). Este último género acaba con «Cien años de soledad» de García Márquez, mezclando realidad y ficción en Macondo y los Buendía.

El Boom Latinoamericano

El surgimiento del «boom» (fenómeno editorial) se caracterizó por la variedad narrativa, múltiples narradores, historias no lineales y juegos lingüísticos. Son muchos los autores que se podrían citar, pero quizá los más importantes junto a García Márquez sean:

  • Julio Cortázar que destacó por la experimentación y la innovación del lenguaje en sus cuentos (Bestiario) y en su obra principal, Rayuela (historia que puede leerse de forma lineal, o como indica el autor, empezando por el capítulo 73).
  • Vargas Llosa. Su novela, La ciudad y los perros, representa el inicio del boom, con una historia sobre una escuela militar donde los son tratados como animales. Critica el machismo y la sociedad peruana.
  • Carlos Fuentes se consolida como escritor con La muerte de Artemio Cruz (historia de un ex revolucionario mexicano en su lecho de muerte).

La Narrativa Posterior al Boom

Posterior al «boom», la narrativa se diversificó aún más: desde aquellos que adoptaron los rasgos del «boom», como Isabel Allende (La casa de los espíritus) y Laura Esquivel (Como agua para chocolate), hasta aquellos que criticaron sus excesos técnicos, como Antonio Skármeta (El cartero de Neruda). Surgieron también el humor y la ironía de Bryce Echenique (Un mundo para Julius).

Otra fórmula es la novela de testimonio, (hechos con toda su crudeza), representada por Elena Poniatowska (La noche de Tlatelolco), Ángeles Mastretta (Arráncame la vida), Cristina Peri Rossi (La nave de los locos) o Roberto Bolaño (Los detectives salvajes). Faltan muchos nombres, obviamente, pero los citados demuestran que en las últimas décadas la mujer está ocupando un lugar importante en la narrativa hispanoamericana.

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