Literatura Española de la Generación del 98: Modernismo y Renovación


La Generación del 98: Innovación y Renovación en la Literatura Española

El Ensayo y la Novela

Los escritores del 98 cultivaron el ensayo y la novela con innovaciones en el estilo y en la forma de narrar.

  • En el lenguaje literario, se rechaza el estilo de la generación pasada, a favor de la sobriedad y la claridad. Al mismo tiempo, contribuyen a enriquecer el castellano buscando en las “raíces populares”. El subjetivismo está constantemente presente, sobre todo a la hora de describir el paisaje, que se convierte en símbolo de la sensibilidad personal.
  • En la narrativa, estos autores iniciaron un camino innovador que introdujo en la novela y el cuento rasgos como:
    • Las acciones y personajes quedan subordinados a la idea que da origen al relato.
    • La novela se centra en el mundo interior del protagonista.
    • Se distorsiona la linealidad de la narración.
    • Cobra importancia el diálogo frente a la figura del narrador.

Autores Destacados de la Generación del 98

Miguel de Unamuno

Miguel de Unamuno defiende la novela como medio para plantear dilemas existenciales, por lo que ni el argumento ni los caracteres de los personajes importan. Sin embargo, el diálogo cobra una importancia fundamental y lo utiliza para tratar de resolver contradicciones y para reflexionar sobre sus preocupaciones, entre las que destacan la existencia de Dios, la inmortalidad y el determinismo.

Unamuno denominó a sus novelas “nivolas” porque se apartaban de la novela tradicional. Entre ellas destacan: Amor y Pedagogía (1902), La tía Tula (1907), Niebla (1914), donde despliega todas sus angustias religiosas y existenciales, y San Manuel Bueno, Mártir (1931).

José Martínez Ruiz, “Azorín”

José Martínez Ruiz, “Azorín”, borra la frontera entre la novela y el ensayo.

Su estilo se identifica fácilmente por el uso de la frase corta, la sintaxis simple y un léxico castizo. Sus obras se pueden dividir en dos tipos:

Narrativa
  1. Unas en las que predominan los elementos autobiográficos e impresiones incitadas por el paisaje. El protagonista de todas estas novelas es Antonio Azorín y pertenecen a este tipo: La Voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904).
  2. Otras en las que abandona los elementos autobiográficos, pero continúa reflejando sus propias inquietudes a través de personajes míticos: Doña Inés (1925), Don Juan (1926).
Pío Baroja

Pío Baroja defiende una novela abierta y “sobre la marcha” con la presencia de un personaje central. La mayoría de sus personajes son seres inadaptados que se oponen al ambiente y a la sociedad en la que viven, aunque son seres impotentes sin la energía suficiente para llevar lejos su lucha, por lo que acaban frustrados y vencidos. Su escepticismo lleva a un individualismo pesimista. Baroja fue un “enfermo de la literatura”, por lo que tiene una extensísima producción literaria, la que agrupó en 9 trilogías y 1 tetralogía, entre las que destacamos Zalacaín el aventurero (1909), La Busca (1904) y El árbol de la ciencia (1911).

Valle-Inclán

Valle-Inclán cultivó todos los géneros y será uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX. Su producción literaria va desde el Modernismo hasta el esperpento. En su modernismo encontramos las Sonatas (Sonata de primavera, Sonata de estío, Sonata de otoño, Sonata de invierno). En su etapa esperpéntica y bajo la generación del 98 encontramos El ruedo Ibérico, una trilogía que dejó incompleta y que constituye un retrato muy irrespetuoso de la Reina Isabel II.

El Teatro Anterior a la Guerra Civil

El teatro anterior a la Guerra Civil está condicionado por el sector comercial dependiente de la empresa privada. Esto lleva a que la mayoría de los autores tengan que crear sus obras pensando siempre en los gustos del público burgués, el cual se resiste a los cambios, por lo que quienes pretenden innovar o experimentar se arriesgan al fracaso en taquilla o a tener que escribir solo para lectores.

En este panorama, se distinguen dos tendencias dramáticas: el teatro continuista de las formas decimonónicas y los intentos de innovación y experimentación.

En el teatro continuista, los autores escriben para satisfacer al público burgués, que ideológicamente está muy limitado. Representado por comedias burguesas que presentan conflictos ligeros y superficiales, obras ambientadas en Madrid o Andalucía. En los intentos de renovación se da un teatro que pretende reflexionar sobre asuntos más profundos que habitualmente chocan con el rechazo, por ejemplo, El otro, un drama de Unamuno que no fue entendido.

Tres autores que consiguen alcanzar el éxito son Jacinto Benavente, Valle-Inclán y Federico García Lorca.

Jacinto Benavente

Jacinto Benavente comenzó su trama dramática con El nido ajeno, un drama muy crítico con la situación de una mujer casada en la sociedad burguesa. Su planteamiento escandalizó a los sectores más conservadores y tuvo que retirarse. Fue aquí cuando Benavente se vio obligado a adaptarse a las exigencias del público, por lo que se atenúa su tono crítico en obras como La noche del Sábado, Rosas de otoño o Señora ama. Años más tarde crea obras más interesantes, entre las que destacan La malquerida (1913) y Los intereses creados (1907). Tras esto recibe el Premio Nobel de Literatura en 1922.

Ramón María de Valle-Inclán

Ramón María de Valle-Inclán cubrió todos los géneros durante una evolución que va desde un Modernismo elegante y nostálgico a una literatura basada en la realidad. Su obra dramática pasa por varias etapas.

Teatro Social

Como protagonista colectivo, donde escribe Las Comedias Bárbaras (1907-1922), las cuales se desarrollan en el ambiente rural gallego y suponen una denuncia del caciquismo, la tiranía y la violencia. La siguiente etapa, de las farsas, se da entre 1909 y 1920, donde escribe una serie de piezas (La cabeza del dragón, Cuento de abril, Voces de gesta, La marquesa Rosalinda) en las que incorpora un tipo de lenguaje ácido, bronco y violento, que anticipa los esperpentos (una técnica teatral que consiste en hacer una interpretación grotesca de la realidad).

En 1920 Valle-Inclán se inicia en la etapa de los esperpentos con Luces de Bohemia, en ella se mueven figuras marginales, grotescas y ridículas. El autor ofrece con ellas una versión distorsionada y grotesca de la realidad con el objetivo de que el espectador tome conciencia de su carácter absurdo y repulsivo. A partir de 1921 continúa con esta técnica en una trilogía llamada Martes de carnaval.

Federico García Lorca

Federico García Lorca centra su drama en la frustración del deseo imposible. Dicha frustración se sitúa en un doble plano: el metafísico y el social, los cuales se entrecruzan con frecuencia.

Lorca se nutre de varias tradiciones que activan una diversidad de géneros, dando lugar a tres momentos teatrales de igual extensión.

En primer lugar, Lorca juega con los tanteos y experiencias de los años 20. En 1920 publica El maleficio de la mariposa, donde una cucaracha se enamora de una bella mariposa, fue un fracaso total. Hasta 1927 no llega su primer éxito Mariana Pineda, un drama en verso que Lorca plantea como un drama de amor trágico, pero el público recibe con una significación política en plena dictadura de Primo de Rivera.

En los años 30 Lorca, tras su estancia en Nueva York, da un giro radical hacia el vanguardismo. Aquí crea dos obras que denominó “misterios” o “comedias imposibles”: El público y Así que pasen cinco años, escritos bajo el Surrealismo. En ellas Lorca destaca su imaginación y su lenguaje.

La Poesía de Principios del Siglo XX: El Modernismo

Los poetas de principios del siglo XX se encuentran en una situación de crisis política, económica y moral, provocada por la pérdida de las últimas colonizaciones españolas en Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898 y por el agotamiento de los temas y formas de literatura del siglo anterior.

Una de las reacciones ante esta situación es la evasión modernista. El Modernismo es un movimiento literario nacido en Hispanoamérica a finales del siglo XIX y difundido en España por Rubén Darío a raíz de su libro Prosas Profanas (1896), cuya intención es expresar el descontento ante la situación en el país mediante la evasión y la búsqueda de la belleza.

El Modernismo estuvo principalmente influenciado por dos corrientes de la poesía francesa: el Parnasianismo y el Simbolismo.

  • El Parnasianismo tenía como lema “el arte por el arte” y defendía la creación al margen de sentimientos e ideologías y la búsqueda exclusiva de la belleza.
  • El Simbolismo perseguía la búsqueda interior de verdades universales, desde la espiritualidad, la imaginación y los sueños.

El arte modernista busca una evasión del espacio y el tiempo contemporáneo del artista para llegar a una actualidad universal considerada la única verdadera. La inclinación de los poetas de la época por el pasado se suma al deseo de transformar el presente.

El exotismo se da cuando el modernista huye hacia mundos irreales, míticos y lejanos que le permiten afrontar la vida rutinaria. Rubén Darío afirma: “Veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países lejanos: ¡qué queréis!, yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer.”

Defendieron el cosmopolitismo como una faceta más de la necesidad de evasión, de perseguir lo aristocrático. El bohemio París se convirtió en meta y tema artístico. Sin embargo, con la amenaza estadounidense, los modernistas reafirmaron sus raíces hispánicas.

Poesía Modernista

Los modernistas pretenden que el poema sea una creación única y sorprendente, por lo que explotan los recursos literarios persiguiendo la belleza y la extrañeza del lector. Algunos rasgos destacables del estilo modernista son el color, la musicalidad del verso alejandrino, el intento de poner en práctica la libertad métrica, la cuaderna vía y un léxico rico en el que se busca sorprender con palabras sonoras y extrañas.

Rubén Darío

Rubén Darío es el impulsor y creador del modernismo en España. A pesar de su influencia directa, el Modernismo español toma sus singularidades, es más simbolista e intimista, suaviza las formas y la retórica, para lo que cuenta también con la influencia próxima de Bécquer.

El primer libro del nicaragüense fue Azul (1888), una mezcla del verso y la prosa. Con Prosas Profanas (1896) creó el modelo de poesía que imitarán sus seguidores, el cual sigue presente en Cantos de vida y esperanza (1905), aunque se aleja de la temática de modo que comienza a profundizar en problemas humanos universales.

Antonio Machado

Antonio Machado es otro autor destacable de esta corriente, cuyo rasgo principal es la obsesión por el tiempo. Sus inicios son próximos al modernismo en la métrica, el léxico y las imágenes, como podemos ver en Soledades (1903). Sin embargo, en él predomina el intimismo, el tono melancólico y el simbolismo. Su versión personal más característica aparece en Campos de Castilla (1912), donde reflexiona sobre los males de España y las preocupaciones de la generación del 98.

Juan Ramón Jiménez

Cabe destacar también a Juan Ramón Jiménez, cuya poesía evoluciona desde el Modernismo hasta una obra muy personal que él definió como “poesía pura”.

Su obra se puede dividir en tres etapas: la sensitiva, la intelectual y la suficiente.

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