La Novela Antes de 1939
En la novela anterior a 1939 se distinguen cuatro tendencias principales:
- Supervivencia del Realismo y Naturalismo: Escritores del siglo XIX como Benito Pérez Galdós, Vicente Blasco Ibáñez y Emilia Pardo Bazán representan la novela antigua, mostrando una cierta reacción a las nuevas corrientes.
- Continuación de la Novela Burguesa: Autores como Felipe Trigo intentan perpetuar la novela burguesa decimonónica.
- Renovación con la Generación del 98: Este grupo busca renovar el género novelístico, con autores como Azorín, Pío Baroja, Miguel de Unamuno y Ramón María del Valle-Inclán.
- Innovación con el Novecentismo: Esta corriente también busca la renovación de la novela, pero con características propias.
La Generación del 98
Los escritores del 98 rompieron con el realismo y el naturalismo, buscando plasmar la realidad interiorizada y subjetiva del individuo. Influenciados por Galdós (especialmente notable en Pío Baroja), introducen una nueva temática y un lenguaje literario específico, anticipando las innovaciones europeas.
Sus descripciones subjetivas, a menudo impresionistas, se centran en paisajes castellanos, reflejando su preocupación por España. A través del paisaje, llegan a la intrahistoria, priorizándola sobre la historia convencional. El tema de España, marcado por la pérdida de las colonias, es fundamental. Critican los males del país con actitudes paradójicas y contradictorias. También abordan temas modernistas como la crisis de valores y reflexiones existenciales sobre el tiempo, la vida y la muerte.
Azorín
En la obra de Azorín, el argumento pierde importancia, sirviendo como pretexto para presentar personajes y ambientes. Sus novelas reflejan preocupaciones existenciales, pero sin profundizar en la psicología de los personajes. Su lenguaje conciso y preciso se adapta a su visión de la realidad. Obras destacadas: La Voluntad, Antonio Azorín y Las Confesiones de un Pequeño Filósofo.
Ramón María del Valle-Inclán
Valle-Inclán innova en la novela, evolucionando desde las Sonatas (modernistas) hasta el esperpento. En sus novelas esperpénticas, personajes grotescos y deshumanizados pueblan un mundo caricaturesco. Obras destacadas: Tirano Banderas, La Corte de los Milagros y ¡Viva mi Dueño!.
Miguel de Unamuno
Unamuno cultivó un tipo de novela que él mismo denominó “nivola”. Renuncia al argumento convencional y a las descripciones paisajísticas, centrándose en las descripciones vitales de sus personajes. Estos personajes, auténticos agonistas, expresan la problemática interior del autor. Para Unamuno, la novela no tiene reglas fijas; debe ser libre y variada, con un lector activo que participe en la obra. El diálogo es fundamental para mostrar diferentes perspectivas sobre la vida. Su obra se acerca a la biografía existencial, reflejando su visión de la realidad. El tema de España y el “sentimiento trágico de la vida” (la lucha entre fe y razón) son recurrentes. Obra destacada: San Manuel Bueno, Mártir.
Pío Baroja
Baroja defiende la novela como un género abierto a todas las posibilidades, rechazando las normas y exigiendo libertad creativa. La espontaneidad y la observación de la realidad son fundamentales. Aunque se inscribe en la tradición realista, no busca la objetividad. Sus personajes, a menudo inquietos e inadaptados, se mueven por la aventura y la angustia vital. El diálogo aporta dinamismo a la acción. Agrupa sus novelas en trilogías, como La Lucha por la Vida (La Busca, Mala Hierba y Aurora Roja).
El Teatro Antes de 1939
El teatro anterior a 1939 se manifiesta en tres formas:
- Teatro de Fin del Siglo XIX: Herencia del realismo decimonónico, de baja calidad y aspecto conservador. Autores como Benito Pérez Galdós y Joaquín Dicenta. José Echegaray, con sus dramas espeluznantes y alejados de la realidad, representa un caso especial.
- Teatro que Triunfa (Comercial): Teatro al gusto de la burguesía urbana. Se divide en:
- Drama Burgués: Jacinto Benavente, con obras como Los Intereses Creados.
- Teatro Poético: Neorromántico y nacionalista, con autores como Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y los hermanos Machado.
- Teatro Costumbrista Cómico: Con raíces en el género chico y el costumbrismo. Autores como los hermanos Álvarez Quintero, Carlos Arniches (creador de la tragedia grotesca) y Pedro Muñoz Seca (inventor del astracán).
- Teatro Innovador:
- Teatro del 98:
Rechaza el naturalismo, optando por la fantasía y la irrealidad. Autores como Miguel de Unamuno (teatro ideológico), Azorín (teatro surrealista) y Ramón María del Valle-Inclán.Valle-Inclán: Dramaturgo innovador con influencias modernistas, del esperpento alemán y de la tradición española (Goya, Cervantes, Larra, Quevedo). Sus dramas gallegos critican la realidad. Tres etapas: modernista (El Yermo de las Almas), de transición (Comedias Bárbaras) y esperpéntica (Luces de Bohemia, Los Cuernos de Don Friolera, La Hija del Capitán, Las Galas del Difunto). El esperpento, con su deformación de la realidad, degradación de los personajes, y contrastes, critica la España de la época.Teatro del 27: Conciencia del teatro como herramienta cultural. Teatro ambulante de Alejandro Casona (La Dama del Alba) y Federico García Lorca. Lorca, figura clave del 27, aborda temas como el amor frustrado, el conflicto entre deseo y realidad, y el destino. Se centra en personajes femeninos y utiliza una rica simbología. Obras destacadas: farsas (La Zapatera Prodigiosa), tragedias (Bodas de Sangre, La Casa de Bernarda Alba) y dramas surrealistas (Así que Pasen Cinco Años).