Narrativa Española Anterior a 1936
La narrativa anterior a la Guerra Civil Española se caracteriza por dos generaciones literarias fundamentales: la Generación del 98 y la Generación del 14.
Generación del 98
En 1902 se publican en España cuatro obras significativas: La Voluntad de Azorín, Amor y Pedagogía de Unamuno, Camino de Perfección de Baroja y Sonata de Otoño de Valle-Inclán. Con ellas, se inicia un camino innovador que culminará en los años siguientes. Esta narrativa refleja fundamentalmente dos temas: el tema de España y la preocupación existencial.
El Dolor de España
La pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico consuma la decadencia española, tanto a nivel social como espiritual. Los autores del 98 se preguntan por las causas de la decadencia y reflexionan sobre la necesidad de regenerar el país.
La Preocupación Existencial
La influencia de la filosofía existencial es muy importante. Los protagonistas de muchas novelas son seres invadidos por la angustia, que les lleva a plantearse problemas religiosos, reflejo de las preocupaciones de los autores.
Renovación Estética
En el estilo se advierte una renovación estética: rechazan el retoricismo y apuestan por un lenguaje sencillo y claro, con un léxico preciso y uso de palabras castizas. Dos notas son fundamentales en esta nueva orientación de la novela:
- El Subjetivismo: No se persigue, como en la estética realista, la representación exacta, sino la expresión de la realidad interior.
- Concepción Totalizadora: La novela es un género multiforme, en el que tienen cabida la reflexión filosófica y el ensayo.
Miguel de Unamuno (1864-1936)
La novela de Unamuno escapa de los postulados tradicionales del género: no hay descripción ambiental, no hay autonomía en los personajes y el desarrollo argumental es mínimo. Para estas novelas, acuñó el término de «nivolas». Unamuno se sirvió de la novela, igual que hará con el resto de géneros literarios que cultivó a lo largo de su vida, para dejar testimonio de su intimidad agónica, para la expresión y reflexión de ideas obsesivas sobre la religión, la vida y la muerte. En 1914 publica su mejor novela: Niebla. Lo que más sorprende al lector de esta obra es la utilización del conocido juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y ficción. En San Manuel Bueno, Mártir (1930) aparecen todos los motivos que habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo contra el mundo, el creer y el aparentar creer.
Pío Baroja (1872-1956)
Tenía un talante independiente, solitario y sincero. Era de ideología liberal, aunque evolucionará hacia un conservadurismo moral. Su formación literaria fue anárquica y muy personal. Su primera novela, Vidas Sombrías (1900), el mismo año que Casa de Aizgorri, esta novela forma parte de la primera trilogía de Baroja: Tierra Vasca, que también incluye El Mayorazgo de Labraz (1903), una de sus novelas más admiradas. El objetivo de Pío Baroja era entretener. Rasgos de sus novelas: consideraba la novela como un «género abierto». Sus novelas están centradas en un personaje, en torno al cual se construye la acción. Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones. Estilo sencillo y sobrio.
Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936)
Dos estilos definen su obra: modernismo y esperpento. Los años iniciales están marcados por la tendencia modernista y representados por cuatro Sonatas, subtituladas «Memorias del Marqués de Bradomín»: Sonata de Otoño (1902), Sonata de Estío (1903), Sonata de Primavera (1904) y Sonata de Invierno (1905). Los cuatro libros contienen las supuestas memorias del Marqués, una especie de donjuán. Aparece envuelto en un halo de misterio, aventuras, amores y provocación. Lo más destacado de las Sonatas son sus valores formales, su prosa rica, refinada, sensual y llena de ritmo. Tirano Banderas (1926) es una de las mejores novelas de la mitad del siglo XX. La historia se centra en un supuesto dictador americano y no está localizada en un tiempo concreto. En ella sigue apareciendo la técnica esperpéntica, una visión deforme y grotesca de los personajes. Por último, las tres novelas históricas de El Ruedo Ibérico (1927-1932) en las que intenta reflejar la historia y la vida de España desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98.
Azorín (José Martínez Ruiz)
Su narración se fragmenta en instantáneas que congelan el tiempo y captan la impresión del instante. Dentro de su producción destacan sus novelas autobiográficas: La Voluntad, Antonio Azorín y Confesiones de un Pequeño Filósofo. En la primera de ellas, Azorín manifiesta su intención de sustituir el modelo narrativo del siglo XIX por un tipo de novela más cercano a las impresiones personales. Más tarde escribe Don Juan (1922) y Doña Inés (1925), en las que describe minuciosamente el ambiente y la sensibilidad de estos personajes.
Generación del 14
El comienzo del siglo XX asiste también al nacimiento de la Generación del 14. Los escritores que la forman son Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró y Ramón Gómez de la Serna. Estos autores suponen una superación de los esquemas narrativos anteriores.
Ramón Pérez de Ayala
Destacan sus obras Nuestro Padre San Daniel (1921) y El Obispo Leproso (1926), que forman un bloque. Transcurren en Oleza, representación de un mundo nebuloso, casi desaparecido, que el autor pretende rescatar. La acción es mínima. Lo fundamental es la creación de ambientes y de personajes.
Ramón Gómez de la Serna
Como novelista, rompe los moldes del género. En sus obras cabe de todo. La más famosa es El Torero Caracho (1927). No podemos olvidar El Novelista (1924), historia de un autor en busca de motivos para sus novelas y de imaginación. El Doctor Inverosímil (1921) narra la historia de un médico que cura por medio de extraños métodos.