La Poesía Épica
Los poemas épicos o cantares de gesta son narraciones en verso de hechos y hazañas protagonizados por un héroe, en las que los elementos de origen histórico se entremezclan con los novelescos. Existen distintas teorías para explicar el origen de la épica romance, aunque, por lo general, la mayor parte de los estudiosos comparte la idea de que estos poemas extensos aparecen ligados en un principio a la tradición oral. Posteriormente, quedaron fijados por escrito a través de copias manuscritas.
Los poemas épicos giran en torno a la figura del héroe y presentan un lenguaje en el que abundan las fórmulas (frases que se repiten en varias ocasiones a lo largo del texto) y los epítetos épicos con el fin de caracterizar a los personajes. Estos recursos están vinculados con la memorización y con la transmisión oral de la que fueron objeto estos poemas.
El conjunto de obras conservadas pertenecientes a la épica castellana es muy escaso si lo comparamos, por ejemplo, con la épica francesa. A partir de los testimonios que nos han llegado, podemos distinguir en ella tres grandes ciclos:
- Ciclo carolingio: Vinculado a la figura de Carlomagno, está representado por los poemas Roncesvalles y Bernardo del Carpio.
- Ciclo de los condes de Castilla: En él se incluyen el Poema de Fernán González o el de Los siete infantes de Lara.
- Ciclo del Cid: Integra, entre otros, el poema Mocedades de Rodrigo o el propio Cantar de mío Cid, obra más representativa del género épico castellano.
El Cantar de mío Cid
El Cantar de mío Cid se ha conservado en un único manuscrito anónimo fechado en el siglo XIV, aunque probablemente se compusiese a finales del siglo XII o a principios del XIII. En relación a su autoría, existen distintas teorías que lo vinculan con la labor de uno o dos juglares, o bien con la tarea de un autor culto, creador final de la versión escrita.
Desde el punto de vista de su contenido, el Cantar tiene como tema central la recuperación del honor que el protagonista, Rodrigo Díaz de Vivar, pierde al ser desterrado por el rey Alfonso VI. Una vez perdonado por el monarca, Rodrigo deberá restaurar el honor familiar, puesto en tela de juicio tras la afrenta que sufren sus hijas, Elvira y Sol, a manos de los infantes de Carrión.
El desarrollo de la trama y determinados aspectos estructurales permiten dividir la obra en tres cantares, a los que se conoce con los nombres de Cantar del destierro, Cantar de las bodas y Cantar de la afrenta de Corpes.
En lo que respecta a los aspectos formales, el Cantar de mío Cid consta de casi 4000 versos, repartidos en tiradas (serie de versos que mantienen una misma rima asonante) de desigual extensión. Los versos presentan diferente número de sílabas, y se dividen en dos mitades, denominadas hemistiquios, que están separados por una pausa central a la que se conoce como cesura.
Para concluir, destacaremos la intención del autor o autores del Cantar de resaltar las virtudes del protagonista como representante de la baja nobleza castellana, que se hace a sí mismo y logra honra y hacienda a través de sus hechos. En el polo opuesto se encuentra la aristocracia leonesa, encarnada por los infantes de Carrión. Así, la figura del Cid representa al perfecto caballero cristiano, modelo de virtudes guerreras y morales.
El Mester de Clerecía
Con la denominación de mester de clerecía se identifica una serie de poemas narrativos compuestos durante los siglos XIII y XIV. Son obras de autores cultos que basan sus relatos en textos escritos procedentes de distintas fuentes, normalmente latinas. Estos poemas de clerecía tenían como destinatario un público diverso, en el que se incluían clérigos y personas afines a los monasterios, así como el pueblo llano, al que se pretendía adoctrinar mediante la lectura de estas narraciones.
Los temas tratados son fundamentalmente religiosos, aunque no faltan las tramas históricas y novelescas. Tienen como cauce expresivo más habitual el uso de la llamada cuaderna vía, una estrofa compuesta de cuatro versos de 14 sílabas que riman entre sí en asonante.
Además de las obras de las grandes figuras de este movimiento, Gonzalo de Berceo y el Arcipreste de Hita, en el arte de clerecía destacan otros tres textos:
- El Libro de Alexandre, centrado en la figura de Alejandro Magno.
- El Libro de Apolonio, que narra las aventuras de Apolonio de Tiro.
- Rimado de Palacio, obra del canciller Pedro López de Ayala, compuesta ya a finales del siglo XIV.
Gonzalo de Berceo
El principal autor del mester de clerecía del siglo XIII es Gonzalo de Berceo, vinculado al Monasterio riojano de San Millán de la Cogolla. De este escritor se conservan distintas obras que, a partir de su contenido, suelen dividirse en tres bloques:
- Hagiográficas o vidas de santos, como es la Vida de Santo Domingo de Silos.
- Doctrinales, esto es, relacionadas con reglas y preceptos, como El sacrificio de la misa.
- Marianas o dedicadas a la Virgen, entre ellas, Los milagros de Nuestra Señora, su obra fundamental.
Los Milagros de Nuestra Señora
Milagros de Nuestra Señora es la obra más conocida y estudiada de Gonzalo de Berceo. Se trata de una colección de 25 milagros inserta en la devoción mariana que florece en la Europa de los siglos XII y XIII. Los milagros narrados por Berceo están precedidos de una introducción alegórica donde el autor se presenta como un peregrino en una recreación del paraíso, al cual se puede acceder a través de la intercesión mariana.
Los milagros presentan una estructura similar, en la que el protagonista, en peligro, es salvado de la muerte o de la condenación gracias a la Virgen. Desde el punto de vista formal, los milagros están escritos íntegramente en cuaderna vía, con un estilo sencillo en el que se alternan los usos cultos con otros mucho más llanos y, en ocasiones, juglarescos.
El Libro del Buen Amor
La obra más importante del mester de clerecía del siglo XIV es el denominado Libro de buen amor, atribuido a Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, y una de las obras claves de la literatura medieval española. Se trata de una obra compleja que surge en una época caracterizada por profundos cambios sociales y por la invasión de nuevos valores que tienen su reflejo directo en la ambigüedad presente en la obra. Así, aunque la finalidad declarada en el prólogo es la de prevenir contra los engaños del “loco amor”, la invitación a gozar de los placeres de la vida resulta evidente en la obra.
Desde el punto de vista del contenido, el Libro de buen amor se incluye en la tradición medieval de la autobiografía amorosa. Su carácter heterogéneo hace que el relato de las aventuras amorosas se alterne con pasajes alegóricos, con exemplos de orientación didáctica o con composiciones de tipo religioso.
En cuanto al estilo, el libro se caracteriza por su variedad métrica, aunque predomina la cuaderna vía. El lenguaje desplegado por el autor pone en juego una gran variedad de recursos y destaca por su humor y por su dominio retórico.
La Celestina
La Celestina constituye uno de los referentes clásicos más importantes de la literatura española. Fue escrita durante los últimos años del siglo XV. La obra provocó un gran interés, el cual sigue hoy día. La primera edición de La Celestina se publicó en 1499. Se trata de un texto anónimo dividido en 16 actos al que siguió otra versión con añadidos. En ambas el título es el de Comedia de Calisto y Melibea.
La Celestina fue creciendo en varias fases de redacción hasta alcanzar los 21 actos en las ediciones de 1502, incorporando un prólogo y un nuevo título: Tragicomedia de Calisto y Melibea. Las coplas acrósticas situadas tras la carta del autor a un amigo desvelan el nombre y el origen del autor: Fernando de Rojas, nacido en Toledo. En el prólogo cuenta cómo decidió continuar la historia recogida en un primer acto que él mismo había encontrado en Salamanca y que circulaba anónimo.
Son varias las fuentes literarias de las que se nutre La Celestina, un aspecto que se debe a la formación del propio Fernando de Rojas. Entre ellas destacan las comedias romanas de Plauto y de Terencio, la denominada comedia humanística o la propia novela sentimental, cuyos rasgos fundamentales aparecen en La Celestina. Esta multiplicidad de fuentes deriva en el problema del género: algunos críticos consideran a La Celestina como una obra dramática, mientras que otros la consideran una novela dialogada.
Argumento de La Celestina
El joven Calisto, rechazado por la noble Melibea, decide seguir el consejo de su criado Sempronio y contrata los servicios de la alcahueta Celestina. Esta no tarda en conseguir su propósito y concierta un encuentro entre ambos jóvenes. El desenlace trágico de la obra se produce tras la muerte de Celestina a manos de los criados de Calisto, por negarse a compartir el sueldo que le había entregado el joven. Ello desemboca en el accidente que provoca la muerte de Calisto y, posteriormente, Melibea se suicida.
Temas de La Celestina
Entre los temas presentes en la obra destaca el amor. Entre las distintas perspectivas se incluye la parodia del amor cortés, que tenía sus principales referentes en los cancioneros y las novelas sentimentales del siglo XV. Un segundo tema de importancia es el de la muerte, que conecta directamente con el de la fortuna, entendida como suerte cambiante, aunque aparece sujeta a las consecuencias derivadas de las propias acciones humanas, de tal manera que los personajes sean responsables de su propio destino.
Personajes de La Celestina
Calisto, Melibea y Celestina son los personajes principales. El joven Calisto, parodia del amante cortés de la novela sentimental, resulta un personaje plano, comparado con Melibea, que presenta un carácter más profundo, y con la propia Celestina, sin duda el personaje más complejo de cuantos intervienen en la trama.
Entre los personajes secundarios hay tres parejas: los criados de Calisto, Sempronio y Pármeno; las prostitutas Elicia y Areúsa; y los padres de Melibea, Pleberio y Alisa, representantes de la clase alta a la que pertenece la joven.
Estilo de La Celestina
En cuanto al estilo de la obra, este conecta con el género dramático en la presencia de diálogos, monólogos y apartes. En lo que se refiere al lenguaje, La Celestina destaca por la convivencia de un estilo elaborado con un estilo llano y coloquial, que los personajes alternan en virtud de su extracción social y de las circunstancias cambiantes por las que atraviesa la trama.
La Poesía Durante el Renacimiento
La poesía, durante el Renacimiento, experimentó un importante cambio debido a la expansión del humanismo y la influencia de la literatura italiana, especialmente de Petrarca. Se toman como modelo los clásicos grecolatinos, tanto en la forma como en el contenido. La poesía renacentista atraviesa dos grandes etapas:
- El primer Renacimiento: Surge en la primera mitad del siglo XVI, en el que conviven corrientes poéticas medievales (romances y lírica cortesana en verso castellano) con la nueva lírica cortesana italiana. El principal representante de esta nueva poesía italiana fue Garcilaso de la Vega.
- El segundo Renacimiento: Surge en la segunda mitad del siglo XVI, donde destacaron dos escuelas poéticas:
- Sevillana: Trata de temas amorosos, representada por Fernando de Herrera.
- Salmantina: Trata de temas morales y religiosos, representada por Fray Luis de León.
En esta época surgió la poesía mística cristiana, en la que destacaron San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.
Innovaciones Métricas y Temas
La poesía renacentista introduce en la literatura española numerosas innovaciones métricas y recupera subgéneros poéticos clásicos. El verso más empleado es el endecasílabo, con el que se alterna normalmente el heptasílabo. Las estrofas más frecuentes son el soneto, la canción, la lira, los tercetos encadenados, la silva y la octava real.
En cuanto a los temas, el tema principal es el amor, que se entiende como sentimiento espiritual y medio de perfeccionamiento moral. Relacionado con el amor, aparece el tema de la belleza femenina, que sigue un prototipo ideal, reflejo de la belleza divina. Otros temas de la literatura renacentista fueron la naturaleza y la mitología grecolatina.
Poetas Representativos del Renacimiento
Garcilaso de la Vega
Sigue el modelo de Petrarca, tanto en los tipos de estrofas como en la manera de tratar el amor, que fue el tema principal de su poesía. Aparece como un sentimiento espiritual que ve en la hermosura femenina un reflejo de la belleza ideal. Los temas de la mitología y la naturaleza (locus amoenus) cobraron especial importancia. Utiliza un estilo que caracteriza su poesía por la claridad, naturalidad y musicalidad. Emplea recursos y estrofas propias de la poesía italiana, como sonetos, liras y églogas, tres composiciones poéticas en las que los pastores establecen un diálogo lírico en torno a su experiencia amorosa en un escenario idílico.
Fray Luis de León
Fue poeta, profesor y traductor, y su poesía está influida por la Biblia y el poeta latino Horacio. En su obra predomina un tono moral y el tema fundamental de su creación lírica es el deseo de una vida retirada en contacto con la naturaleza, libre de pasiones y ambiciones (beatus ille). El estilo que emplea es el subgénero poético clásico de la oda y se sirve principalmente de la lira como estrofa. Otros rasgos estilísticos son el gusto por la sinonimia y las repeticiones de palabras, el empleo de cultismos, así como la utilización de abundantes hipérbatos, paralelismos y anáforas. Además de traducciones de obras clásicas y textos bíblicos, su obra se compone de odas de modelo horaciano.
San Juan de la Cruz
Es el principal representante de la poesía mística. Promovió una nueva manera de entender la fe, basada en una vida solitaria, austera y contemplativa. El tema principal de su obra poética es la comunicación de la experiencia mística, el enamoramiento del alma y Dios, su acercamiento y su unión. En cuanto al estilo, la poesía de San Juan se ve influida por la lírica amorosa petrarquista y el Cantar de los Cantares bíblico. Utiliza la lira en sus poemas, y su lenguaje se define por su sencillez y su musicalidad. Su poesía está llena de símbolos para intentar comunicar su experiencia espiritual. Destacan tres composiciones: Cántico espiritual, Noche oscura del alma y Llama de amor viva.
Lazarillo de Tormes
Publicada en 1554 bajo el título de La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, es un relato anónimo en el que se narran de manera autobiográfica los episodios vividos por su protagonista, Lázaro de Tormes. Se trata de un personaje humilde, cuyos rasgos darán lugar al nacimiento de la figura del pícaro y de la novela picaresca. El relato es una narración anónima que ha sido atribuida por la crítica a distintos autores. Es un tipo de relato que, por sus características, conecta con el género de la epístola autobiográfica, que estuvo de moda durante el siglo XVI.
Conforme a esto, Lázaro cuenta su vida a un destinatario identificado como “vuestra merced”, reforzando el realismo de los hechos narrados y la propia verosimilitud de la historia. Además del modelo epistolar, el autor del Lazarillo toma en cuenta otras fuentes literarias de procedencia muy diversa, como El asno de oro de Apuleyo, a lo largo de la cual el protagonista sirve a distintos amos.
Trama del Lazarillo de Tormes
En lo que se refiere a la trama, el Lazarillo de Tormes se presenta como una carta dirigida a un destinatario desconocido en la que el protagonista narra los episodios más importantes de su vida con el fin de justificar su actitud permisiva ante las relaciones extramatrimoniales que su esposa mantiene con el Arcipreste de San Salvador.
Temas del Lazarillo de Tormes
La novela se acerca a distintos temas, entre los que destaca la religión, abordada de una manera crítica y desde una perspectiva cercana al erasmismo, que denuncia el alejamiento de parte del clero de la época en relación a los valores evangélicos. Destacan otros temas como la honra, en la que se contraponen aquella que es fruto del linaje y la honra ganada a través de los hechos, y el tema del individualismo, que explica que cada personaje actúe conforme a sus intereses y que cada uno de ellos sea artífice de su propio destino.
Estructura del Lazarillo de Tormes
La estructura del Lazarillo de Tormes presenta siete tratados en los cuales va sirviendo a distintos amos:
- Tratado 1: Sirve a un ciego.
- Tratado 2: Sirve a un clérigo.
- Tratado 3: Sirve a un hidalgo pobre.
- Tratados 4 y 5: Sirve a un fraile, a un vendedor de bulas y a un pintor de panderos.
- Tratados 6 y 7: Sirve a un capellán, a un alguacil y, finalmente, al Arcipreste de San Salvador, bajo cuyo servicio Lázaro consigue el oficio de pregonero.
Personajes del Lazarillo de Tormes
La variedad de los personajes es uno de los rasgos más valorados del Lazarillo, como muestra de la integración de elementos reales y literarios. Lázaro es un protagonista atípico, un personaje humilde que va evolucionando a lo largo de la novela y aprende, conforme va sobreviviendo, la clase de valores vigentes en la sociedad de la que forma parte.
Los personajes principales son: el ciego, que tenía un carácter irascible y desconfiado, que despierta brutalmente a Lázaro de su inocencia infantil; el cura de Maqueda, tacaño y ruin; el hidalgo pobre, obsesionado por las apariencias y por la limpieza de sangre; el falso buldero y el Arcipreste de San Salvador, exponentes estos dos de la hipocresía social retratada en la obra.
Estilo del Lazarillo de Tormes
Desde el punto de vista de su estilo, el Lazarillo destaca por su humor y por su ironía, además de su estilo sencillo, llano y sin afectación. Este estilo guarda relación, por un lado, con el registro poético vinculado a la clase social a la que pertenece el protagonista-narrador y, por otro, con los ideales estilísticos imperantes en la época.
El Lazarillo inaugura la senda de la novela picaresca en España, en la que se encuadrarán, más adelante, obras como el Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, o La pícara Justina, de López de Úbeda.