El fin del franquismo y la llegada de la democracia supusieron enormes cambios en las
costumbres, la lengua de la calle y en la lengua poética. Sin embargo, las expectativas de libertad y
novedades se fueron poco a poco desinflando.
Entre las diferentes tendencias destacamos la poesía culturalista, que hunde sus raíces en la
segunda mitad del siglo. Consiste en una superación del Realismo social y del intimismo confesional.
El poema se llena de referencias culturales e influyó el mundo clásico grecolatino. Destacaremos a
los “novísimos” Luis Antonio de Villena y Guillermo Carnero y posteriormente a Ana Rossetti con
poemas llenos de erotismo y a Luis Martínez de Merlo.
Por otra parte, Álvaro Salvador, Javier Egea y Luis García Montero fueron iniciadores de la
poesía de la experiencia en 1983, al firmar un manifiesto conjunto titulado La otra sentimentalidad en
el que se invocaban el magisterio de Antonio Machado, Rafael Alberti y Jaime Gil de Biedma. Es una
poesía fácilmente comunicable y que quería empatizar con el lector al ofrecerle una visión del mundo
muy próxima. Los poetas más significativos son Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes, Carlos
Marzal y Vicente Gallego.
En la poesía neovanguardista, los referentes son los vanguardistas de principios del Siglo XX.
Esta corriente persigue una nueva escritura que transforma el propio concepto en poesía, incluyendo
fotografías, objetos y símbolos para sorprender al lector. Entre los autores están Juan Eduardo Cirlot,
Juan Hidalgo y Francisco.
Además, podemos señalar otras tendencias. La poesía minimalista es esencial y conceptual,
tan estilizada que se hace casi abstracta. Destacamos a Clara Janés y Chantal Maillard. La poesía
del compromiso civil retoma la estela de los poetas sociales de los 50 como Celaya y Otero pero
incorporando técnicas y logros de las vanguardias. Encontramos poetas como Jorge Riechman o
Pablo García Casado.
La poesía de la contemplación y del conocimiento entronca con la de Claudio Rodríguez
participando poetas de la experiencia e incluso algún novísimo.
Entienden la poesía como indagación
de la relación entre el sujeto lírico y la naturaleza. Destacan Mario Mínguez y Antonio Morero.
La poesía 2.0 cultiva los temas de siempre como el amor, el desamor, la soledad o la
insatisfacción y se ha impulsado gracias a las redes sociales. Los poetas están viendo publicados en
papel versos que nacieron en blogs, Twitter, Facebook o instagram. Podemos citar a Pablo Benavente
con Circo de Quimeras o a Elvira Sastre con La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida .
César Brandon en 2018 ganó con sus poemas un programa de cazatalentos.
Por último, no podemos olvidar la relevancia alcanzada en los últimos años por cantautores
como Marwan y de algunos poetas urbanos y raperos. Para muchos críticos, el rap no puede
considerarse poesía aunque consiste en hacer rimas de forma improvisada.
En los años 70,tras la revolución cultural del ̈Mayo del 68 ̈, irrumpe el grupo de los Novísimos
que aportan nuevos aires a la poesía, llenándola de mitos de la civilización moderna (cine,
música, cultura pop…) Una tendencia muy particular dentro del grupo la constituyen poetas
culturalistas. Los novísimos son también conocidos como Generación del 68. Su lenguaje es
esteticista y refinado.
El final del franquismo y el inicio de la democracia supusieron el final de la censura, vuelta de
poetas exiliados y la incorporación plena de España al bloque occidental, sin embargo, el
género poético siguió reducido a un público minoritario.
Desde los 70, la poesía española presenta gran variedad de tendencias. Las más
representativas son:
La poesía culturista:
Poetas agrupados en torno a la antología de José María Castellet (Nueve novísimos poetas
españoles) como Pedro Gimferrer (Arde el mar), Martínez Sarrión (Una tromba mortal para
los balleneros) o Félix de Azúa (Lengua de cal)
Son rasgos de estos autores la tradición y la vanguardia, influencia que sobre ellos ejercen
los medios de comunicación y referencias a la sociedad de consumo (el cine, música pop,
deporte, tebeos)
Defienden la ineficacia de la poesía para cambiar el mundo, por lo que la experimentación
lingüística es la única justificación de la creación artística. Cultivan un nuevo Vanguardismo y
defienden la libertad absoluta del poeta:
Escritura automática, incorporación de las técnicas
̈collage ̈, verso libre amplio, prosa libre…
La poesía de la experiencia
Se da durante los años ochenta y noventa. Sus poetas propugnan una nueva sentimentalidad
que parte de la tradición y la inteligibilidad del texto. Se recupera la métrica, rima y estrofa.
Cultivan una poesía realista, que habla de la vida y de la realidad, con una expresión coloquial
y que revaloriza el humor.
Destacan Luis García Montero (Diario cómplice) y Felipe Benítez Reyes (Sombras particulares)
Esta tendencia se fue manifestando en favor de un compromiso social del poeta frente a lo
que considera un mundo injusto e insolidario.
La poesía neovanguardista
partir de los años 80 y 90 se extiende la estética de la posmodernidad que asume
presupuestos artísticos transgresores de las vanguardias de inicios del Siglo XX.
Destacan Blanca Andreu o Leopoldo Panero quienes desarrollan elementos surrealistas.
También podemos añadir la corriente de la llamada poesía visual, que parte del Futurismo, el
dadaísmo y el Cubismo y que por medios de palabras intenta reflejar imágenes siguiendo
estructuras Caligramáticas. Destacan Fernando Millán, Antonio Gómez.