Marx Tem 1-3 La alienación del hombre en la sociedad capitalista


David Hume

El conocimiento

Con su filosofía intenta conocer los límites del conocimiento humano.

El análisis de conocimiento parte del concepto de percepción. Las percepciones son, para Hume, todos los contenidos de la mente. Toda percepción procede de la experiencia, porque como Locke, afirma que no hay ideas innatas. No se puede ir más allá de la experiencia. Hay dos clases de percepciones: Impresiones e Ideas.

Las impresiones son directas, inmediatas, como por ejemplo sentir un dolor o ver un color. Son siempre previas a las ideas. Las ideas son percepciones más débiles, que surgen tras las impresiones, al recordarlas.

Tanto las ideas como las impresiones pueden ser simples o complejas. Las complejas son el resultado de unir varias simples.

Para Hume, hay dos clases de conocimiento: las cuestiones de hecho y las relaciones de ideas. A las relaciones de ideas pertenecen las intuiciones y las demostraciones de las ciencias formales, como la matemática. En este caso la verdad no depende de que las figuras o los números existan en ninguna parte del mundo. Un ejemplo de relaciones de ideas puede se “el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos”.

Las cuestiones de hecho son un tipo de conocimiento al que llegamos a través de la experiencia sensible.

¿Cuál es el problema? El problema consiste en que mi mente no se satisface nunca, y cada vez tiende a crear más y más ideas complejas, muchas de ellas referidas al futuro. Cuando veo que una bola de billar se acerca a otra, y la golpea, y eso ocurre n veces, mi mente de forma  automática crea por costumbre una nueva idea, que se convierte en la idea de causalidad, y anticipa la realidad: siempre que un objeto choque con otro, éste segundo objeto se moverá.  Por eso, lo que habitualmente denominamos conocimiento no es más que anticipaciones de la realidad creadas por el hábito, la costumbre. A ese tipo de ideas Hume lo denomina creencias, beliefs, pero no conocimiento. Entendámoslo bien: Hume no dice que la bola de billar no se vaya a mover: él afirma que esa afirmación no puede considerarse verdadero conocimiento. ¿Cómo podemos asegurar que el sol saldrá mañana? ¿Únicamente por costumbre?

TEXTO 25

Con esta teoría, Hume va a elaborar una de las críticas más duras a la metafísica tradicional, ya que va a destruir varios conceptos metafísicos de la filosofía clásica. El primero, ya lo hemos dicho, es el concepto de causalidad. Posteriormente, criticará la idea de sustancia. Ha sido un concepto fundamental de la filosofía. Sin embargo, Hume se opone al concepto de sustancia. No hay ninguna impresión de la que pueda conocer la sustancia. Por debajo de las cualidades empíricas no puede existir la sustancia, como han pensado los filósofos, porque si quitamos las características empíricas, no queda nada. La sustancia no es más que una colección de ideas simples a las que damos un nombre para agrupar esa colección, que tendemos a unir con la imaginación. En otras palabras, el concepto de sustancia no es más que un conjunto de cualidades que el ser humano unifica en la mente con un nombre común.

Igualmente criticará la racionalidad del concepto de “yo”. Es simplemente una creencia bajo la que agrupamos las múltiples percepciones.

Otro concepto clásico metafísico que va a criticar es, lógicamente la existencia de Dios. Su existencia no se puede demostrar racionalmente. En su Historia natural de la religión, expone cómo no existe una fundamentación racional de la religión. Él es muy crítico con la religión, especialmente la que considera superstición y fanatismo, que es la católica, y afirma que los clérigos se aprovechan de la ignorancia de los fieles. El fundamento de la religión no es racional, ni moral, sino instintivo. El hombre recurre a la religión debido al temor y la angustia que le produce no poder controlar los acontecimientos naturales. Prefiere las religiones politeístas a las monoteístas, porque las considera más tolerantes.

Como conclusión, Hume va a defender una filosofía escéptica, ya que afirma que el único conocimiento que podemos considerar verdadero es el conocimiento que nos dan los sentidos aquí y ahora. Sólo puedo considerar como conocimiento la información empírica actual. Todo lo que sobrepase a los datos que me den mis sentidos no es más que creencias, pero no verdadero conocimiento. Es una forma de ver la realidad tremendamente radical, y que tuvo una tremenda repercusión. Si Descartes y los racionalistas menospreciaron los sentidos, la información empírica, los empiristas –y fundamentalmente Hume- volcarán toda su filosofía en los sentidos. ¿Cómo salir del problema?

La moral

Para Hume, la razón no puede ser ningún tipo de fundamento para la moral. La moral no posee carácter racional. Mientras que los filósofos anteriores diferenciaban entre pasiones y razón, y afirmaban que la moral consiste en que la razón domine sobre las pasiones, Hume afirma que es al revés: en la moral no entra la racionalidad. La razón se centra en descubrir la verdad o falsedad; la moral se centra en la aprobación o desaprobación de las acciones morales. Dos personas pueden coincidir plenamente en la descripción de un hecho, y no coincidir en su valoración moral.

Hume se pregunta cuál es el criterio que usamos para aprobar o desaprobar una acción, considerarla correcta o incorrecta. ¿Lo hacemos desde las impresiones o desde las ideas? Los que defienden que la razón debe dominar la moral, piensan que son las ideas las que nos hacen aprobar o desaprobar una acción. Sin embargo, para Hume la experiencia no confirma esto. Lo que hace que aprobemos o desaprobemos una acción es que sintamos que es justa o no. Es por tanto el sentimiento de que una acción nos produce placer, o nos es útil, o al contrario, nos produce dolor o nos es inútil. Cuando observamos una acción moral la asociamos a lo que nos resulta agradable o desagradable.

Los principios morales no son innatos. Proceden de la experiencia, de las observaciones y de los hechos que percibimos. Esta teoría se denomina “Emotivismo moral”, porque defiende las emociones  y los sentimientos como el fundamento de la moral. Contemplar una acción virtuosa es lo que nos produce un sentimiento de aceptación, y contemplar una acción viciosa, el sentimiento de rechazo. Los sentimientos se encuentran relacionados con las creencias o convicciones que tenemos cada uno.

Hume desarrolla en su obra la falacia naturalista. Por medio de la experiencia conocemos los acontecimientos que ocurren en la realidad. Se nos muestran cómo son las cosas, no cómo deben ser. Pero los hechos no son juicios morales. Para Hume, los juicios morales no son relaciones de ideas ni cuestiones de hecho, no son conocimiento. Los juicios morales no pueden basarse en la experiencia, porque se refieren a lo que debería ser, no a lo que es. Los juicios morales derivan de los sentimientos y emociones. Para Hume  no hay ninguna conexión entre el orden natural, lo que existe, lo que es, y el orden moral, lo que debe existir. Tal conexión supone una falacia, en la que ha estado basada toda la historia de la ética.

Un ejemplo de la falacia naturalista: no es lo mismo afirmar “las mujeres siempre se han ocupado de los hijos”, que afirmar “las mujeres han de ocuparse de los hijos”. El primer enunciado describe un hecho; el segundo, lo valora. Hume piensa que a causa de la falacia naturalista a menudo se usan frases de tipo descriptivo, racional, como frases valorativas, morales. Se da un salto ilógico, irracional.

TEXTO 26


La alienación

El pensamiento de Marx parte de una dura actitud crítica frente a tres realidades, asentadas a nivel económico (el capitalismo), a nivel político (el liberalismo) y a nivel social (la oposición entre burguesía y proletariado). Estas tres realidades estaban consolidándose en el siglo XIX, en el que vive Marx.

Lo primero que hará Marx será una crítica a la filosofía idealista en general y a la filosofía hegeliana en particular. Marx piensa que Hegel con su filosofía ha olvidado al hombre concreto, real. Lo que hace el hegelianismo es especular y divagar sobre una abstracción, el Espíritu Absoluto o la Idea, que poco tiene que ver con las condiciones y la vida concreta de las personas reales.

Aún así, Marx va a aceptar la evolución dialéctica de la historia que defendía Hegel, pero con una diferencia: esa evolución dialéctica es material. El motor de los cambios no es el desarrollo metafísico de la Idea, o del Espíritu, sino las condiciones materiales de existencia de las personas. Los seres humanos tenemos una serie de necesidades, siendo las primarias aquellas que se refieren a nuestra supervivencia concreta. La forma que tenemos de satisfacer nuestras necesidades es mediante el trabajo, mediante la actividad productiva. Así, la esencia del ser humano consiste en la transformación de la naturaleza mediante el trabajo, para poder satisfacer sus necesidades básicas. Al mismo tiempo que transformamos la realidad, nos humanizamos. Y además, necesitamos objetivar nuestro trabajo en un objeto. Si falta la objetivación de la actividad productiva, falta la realización personal.

Además de una esencia dirigida a la transformación de la naturaleza, el ser humano posee una condición social. En tanto que tenemos necesidades, tenemos, afirma Marx, un ser comunitario. Nacemos con otros seres humanos y nos relacionamos con ellos. Podemos diferenciar, entonces, una actividad productiva, que relaciona al hombre con la naturaleza a través del trabajo, y una actividad social que explica cómo nos relacionamos con otros seres humanos. Como vemos, aparece aquí una crítica durísima a Hegel, que considera que el ser humano, como toda la realidad, es esencialmente pensamiento. Igualmente, critica al anarquismo, ya que ésta teoría defiende la individualidad esencial del hombre.

Además de una esencia dirigida a la transformación de la naturaleza, y de una esencia social, el ser humano, afirma Marx, es un ser histórico. No tenemos una naturaleza fija, acabada. El ser humano se realiza a través de la historia. Nuestra naturaleza no está acabada, debe acabar con un futuro histórico que dialécticamente debe aparecer, que es el fin de las clases sociales.

TEXTO 2

La situación del hombre en la sociedad consiste en la alienación.
“Alienación” proviene del latín alius, otro.
La alienación consiste en tener la sensación de ser otro, estar fuera de uno, no cumplir con lo que tu naturaleza es. La alienación procede de un desajuste del proceso productivo. La alienación llega a su cima con la sociedad burguesa, cuyo sistema económico es el capitalismo. La alienación consiste en la explotación económica del trabajador, motivada entre otras razones por la división social en clases. La causa de la alienación está en determinadas condiciones económicas de la sociedad que se concentran en la propiedad privada de los medios de producción. Así, la sociedad queda dividida en dos clases antagónicas: la clase explotadora y la clase explotada. Esto es lo que ha ocurrido a lo largo de la historia.  Por tanto, siempre ha existido alienación, pero jamás ha llegado a un nivel tan alto como en el estado capitalista. La sociedad capitalista aliena al trabajador, al cosificarlo y tratarlo como un objeto más. Marx propone la acción revolucionaria para acabar con la alienación del ser humano: Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata ahora es de transformarlo.

Podemos señalar varias formas de alienación:

  • Alienación en cuanto al producto de trabajo. En el sistema capitalista el burgués es dueño de las fábricas y de las máquinas y compra la fuerza del trabajo del proletario. El precio que el capitalista paga por la fuerza del trabajo se denomina salario. De esta manera, el producto del trabajo deja de pertenecer al proletario. La plusvalía es el beneficio de la venta del producto en el mercado. Con la venta de la fuerza de trabajo, el proletario renuncia a la plusvalía, que pasa a pertenecer exclusivamente al burgués.
  • Alienación en cuanto a la actividad que el trabajador realiza. La incorporación de las máquinas y la especialización del trabajo (que hace que un trabajador pase horas y horas apretando tornillos, como veíamos en la famosa escena de Tiempos Modernos, de Chaplin) hace que cada proletario sólo participe en una parte del proceso realizando de forma repetitiva la misma actividad. Así, algo que es esencial, natural en el ser humano, que es la transformación de la realidad, desaparece, y el trabajador tiene que encontrar su satisfacción en actividades externas. Es decir, lo propio del ser humano es el trabajo, pero el capitalismo aliena al hombre, le hace sentirse animal en el trabajo, y busca su humanidad fuera de él.
  • Alienación respecto a los seres humanos. El ser humano deja de ser considerado como un ser humano, para convertirse simplemente en alguien que ocupa un determinado lugar en el proceso productivo. La primera consecuencia es que el ser humano se divide en dos clases sociales antagónicas: explotadores y explotados. Y ninguna de las dos clases se realiza plenamente. La clase proletaria no está realizada como personas, ya que trabajan, pero no se benefician de la objetivación de su trabajo. La clase burguesa tampoco se realiza, puesto que no produce. La única solución será, según Marx, la supresión de las clases sociales.
  • Alienación en la relación del hombre con la naturaleza. Hemos dicho anteriormente que el ser humano se realiza en la transformación de la naturaleza. El hombre realiza su propio ser en la transformación de la naturaleza. Pero el hombre tiene la sensación de que el mundo se vuelve hostil para el ser humano. Las masas de obreros que han emigrado a la ciudad para trabajar pierden igualmente el hábitat que les acogía.
  • Alienación filosófica y religiosa. La filosofía idealista y la religión están puestas al servicio del poder para que perduren las condiciones que aseguran el poder de una clase social sobre la otra.
  • Alienación jurídico-política, a partir de de la instrumentalización interesada de las leyes y de la política con el fin de favorecer a los poderosos.

TEXTO 3


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