Mentalidad de la sociedad industrial


La educación


        En el s-xix era muy escasa, la mayor parte de España eran analfabetos, sobre todo las mujeres , cuya inmensa mayoría no accedia a las escuelas.en las cortes de cadiz se trabajo en las reformas educativas , Fernando vii acabo con ellos y llego a cerrar universidades; pero con el gobierno de los isabelinos abordaron las reformas. La ley moyano de 1830 establecio el sistema basado en tres niveles de educación: primaria , secundaria, y superior. Garantizaba el acceso a la escuela primaria pero la falta de centros para realizarla restringió el acceso a los hijos de la burguesía . la gran mayoría estudiaban en colegios de la iglesia . los privileguios de esta quedaron recogidos en el concerdato de 1851.durante la restauración , la centuria, los analfabetos alcanzaban casi dos tercios de la población . y hasta 1900 no se creo el ministerio de institución publica y de bellas artes. Al margen del sistema publico ( primaria y secundaria) se emprendieran algunas iniciativas .la institución libre de enseñanza aplico en 1876, los principios filosóficos del kausismo a la educación . su fundador fue francisco Giner de los ríos . frente a los métodos tradicionales la institución de libre enseñanza promulgaba una educación integral y activa , incorpora nuevas materias y actividades , todo en un ambiente de tolerancia y libertad de opinión .las escuelas del ave maria en granada , por el padre manjon, era similar a la enseñaza de institución libre , se diferenciaba de ella en dos aspectos fundamentalas , su carácter religioso y su orientación social hacia los sectores mas marginados de granada. Las escuelas modernas , en Barcelona , en 1901 , por francisco Ferrer guardia, rechazaba la pedagogía tradicional y defendia la educación sin coacciones y el racionalismo.

La prensa


          La revolución liberal transformó la vida intelectual y cultural del país. La libertad de prensa trajo consigo un ambiente de libertad intelectual en la década de 1830, con la proliferación de múltiples publicaciones liberales. Frente al clima de represión brutal del reinado de Fernando VII, el cambio fue manifiesto, y la literatura romántica de aquellos años es expresión de esa amplia libertad colectiva.

La Constitución de 1845 y el gobierno moderado restablecieron la censura de prensa y devolvieron a la Iglesia el control de las publicaciones, al tiempo que se daban instrucciones para reprimir la libertad de cátedra en las universidades. La burguesía inició un giro conservador que se reflejaría en la literatura moralizante de aquella época, prolongada por algunos novelistas del realismo. A pesar de todo, muchos intelectuales lograron sortear la censura, y durante el reinado de Isabel II, se publicó un amplio abanico de periódicos,. Apareció asimismo una prensa obrera que volvía a surgir cada vez que se cerraba un periódico, para extender las ideas de progreso entre los trabajadores.

Tuvo especial trascendencia la aparición en la Universidad de Madrid de un grupo de profesores que unieron la defensa de la libertad de pensamiento y de enseñanza con los ideales democráticos. La oposición de estos intelectuales al sistema isabelino desencadenaría la matanza de estudiantes durante la Noche San Daniel (manifestaciones de estudiantes de Madrid en apoyo de profesores universitarios (Castelar y Montalbán) sancionados por la defensa, en escritos publicados en la prensa, de la democracia y su crítica a la corrupción del sistema político isabelino y a la Corona).

Los años del Sexenio Democrático, con su intensa movilización política, fueron años de libertad de prensa y de opinión. Proliferaron periódicos de todo signo, y se desarrolló una prensa satírica muy mordaz. Floreció también una nueva generación de escritores que conformaría la literatura realista.
Al mismo tiempo, se introdujo en la Universidad un ambiente de libertad de cátedra, propiciado por la participación de muchos catedráticos en la vida política de aquellos años.

En los primeros años de la Restauración, se recrudeció la represión de las libertades. El gobierno de Cánovas cerró toda la prensa de oposición y dictó instrucciones para limitar la libertad de cátedra. A partir de 1881, el gobierno liberal relajó las medidas represivas, lo que permitió de nuevo la libertad de prensa, tanto general como de partido, así como una nueva oleada de publicaciones satíricas. El florecimiento del periodismo en las últimas décadas del siglo coincidió con los años del falseamiento electoral y del caciquismo, que era constantemente objeto de crítica en los periódicos de la oposición al sistema

En las décadas finales del s-XIX, nació una prensa informativa independiente con periódicos como El Imparcial o La Vanguardia, que incorporaban nuevos contenidos, con secciones de pasatiempos, anécdotas, humor y sobretodo los folletines (novelas por capítulos) con buena acogida entre los lectores. Los nuevos formatos de los periódicos aumentaron la tirada, aunque sin sobrepasar los 15.000 ejemplares, pues la mayoría de la población era analfabeta y de escaso poder adquisitivo. Se hicieron frecuentes lecturas colectivas en cafés, ateneos, tertulias, pasando por muchas manos un único ejemplar. Paralelamente surgió la prensa obrera que difundía los proyectos políticos de los socialistas (El Socialista
) o anarquistas (Tierra y Libertad
).


13.3.1. Las mentalidades

Las clases dominantes, que consolidaron su preeminencia social durante la Restauración, no se limitaron a ejercer su poder en lo económico y político; también influyeron en la mentali­dad colectiva. Sus modos de vida y sus comportamientos sociales eran un modelo de referencia. La oligarquía de la Restauración (antigua nobleza y nueva elite burguesa agraria, de negocios e industrial) poseía patrimonios de carácter capitalista (tierras, valores financieros (acciones, deuda pública) o bienes industriales). Esta oligarquía era el resultado social de las transformaciones socioeconómicas liberales que se habían ido sucediendo desde los años treinta.

La sociedad española de la Restauración, dominada por esta oligarquía conservadora, hacía gala de una mentalidad que en muchos aspectos parecía retornar a viejos valores del Antiguo Régimen, en las cuestiones relacionadas con el prestigio social, puesto que los elementos básicos del Antiguo Régimen, en lo político, económico y social, había desaparecido con la revolución liberal del segundo tercio del s-XIX. Estos valores podrían resumirse en tres componentes básicos:

-La propiedad de la tierra como signo de prestigio social.
Una de las razones por las que es difícil separar la oligarquía agraria de la industrial y la financiera en la España de fina­les del s-XIX es, precisamente, porque las grandes familias tenían intereses económicos en los tres sectores. Pero además, el hecho de ser terrateniente, como la antigua nobleza, confería una dignidad social superior.

-La aspiración al ennoblecimiento.
La alta burguesía no se consideraba plenamente encumbrada en la sociedad hasta no haber alcanzado un título nobiliario, por concesión real o por matrimonio.

-La ostentación pública de riqueza.
Aunque no se dispusiera de tierras o de títulos nobilia­rios, la alta burguesía siempre tenía la posibili­dad de construirse un palacio urbano o de alar­dear en alguna de las múltiples ocasiones que ofrecían las grandes ciudades, como Madrid, con sus funciones de gala en el Teatro Real o las carreras en e! hipódromo (es lo que se denomina capital simbólico)

La influencia de la Iglesia Católica continuó siendo muy importante. Durante la Restauración la Iglesia volvió a disfrutar de una posición social predominante, incluso, recompuso un gran patrimonio económico, que compensaba las pérdidas sufridas durante las desamortizaciones. Es cierto, que sectores avanzados del liberalismo lucharon por la laicización de la vida pública (enseñanza, matrimonio) y, a finales de siglo, una parte de la clase trabajadora manifestaba una actitud claramente anticlerical, asociando a la Iglesia con los grupos poderosos que explotaban a los trabajadores. Sin embargo, las fiestas religiosa (las procesiones, las bodas o los bautizos) seguían siendo una parte importante de la vida y manifestaban la poderosa influencia de la Iglesia.

Las clases medias estaban formadas por propietarios de tierras, de fincas rústicas (casas de vecinos), hombres de negocios, pequeños fabricantes, profesionales liberales o empleados públicos. Eran propietarios, poseían rentas o empleos, pero su riqueza era mucho menor que la de las clases dirigentes. La propiedad ocupa el primer lugar de su escala de valores. El acceder a la propiedad era el salvoconducto para alcanzar prestigio social, gracias al rentismo o a una ocupación empresarial. Vivir de la propiedad era sinónimo de “vivir de las rentas” en la mentalidad las clases medias.

Las clases medias compartían con los grupos poderosos el estilo de vida, de ocio y el nivel de instrucción. Aunque por su menor capacidad económica, tenían una vida más privada y doméstica.

Estas actitudes y comportamientos no eran los propios de las clases bajas.
Las pésimas condiciones de vida que sufrían los sectores populares españoles (sobretodo los jornaleros andaluces y los obreros industriales) les irán inclinando cada vez más hacia las ideas radicales del movi­miento obrero y campesino que a la mentalidad conservadora de la alta burguesía.

Sin embargo, las clases populares de las ciudades provincianas, los empleados del servicio doméstico, y, aún, un importante sector del campesinado se veían muy influidos por la Iglesia, teniendo aún unos valores sociales y una mentalidad de carácter tradicional. Un elemento que contribuyó al cambio de mentalidades, fue, ya avanzada la segunda mitad del s/XIX, el crecimiento de las ciudades (sobre todo Madrid y Barcelona), que aún modesto, era consecuencia de la consolidación de la nueva sociedad liberal.

En los grandes núcleos urbanos, se difundieron los avances propios de la nueva sociedad. Se edificaron los ensanches (los nuevos barrios burgueses), abriéndose calles amplias y avenidas para permitir el paso de carruajes y otros medios de transporte. Se construyeron estaciones para el ferrocarril. Se inició el alumbrado público de gas y la construcción del alcantarillado. La concentración de población llevó a un nuevo estilo de construcción: edificios más altos y distribuidos en viviendas de diferentes categorías. Por último, se popularizaron nuevas formas de ocio acordes con el gusto burgués: cafés, teatros, salas de baile y espectáculos al aire libre.

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