Migraciones en España: Del Éxodo Rural a la Inmigración


Migraciones en España

1. Las migraciones en la segunda mitad del siglo XX (1950-actualidad)

Migraciones Interiores

A partir de 1950, el éxodo rural alcanzó su mayor volumen. Las causas que impulsaron este gran movimiento migratorio fueron el crecimiento demográfico y una mayor mecanización del campo, que daba lugar a un exceso de mano de obra. Por otro lado, el auge de la actividad industrial y el nacimiento de la actividad turística, muy vinculada al sector de la construcción, generaba y demandaba un gran número de trabajadores en las ciudades industriales y en el litoral mediterráneo. Esta oferta laboral se multiplicó de forma considerable durante la etapa del Desarrollismo (1959-1975).

Se calcula que se produjeron más de 10 millones de movimientos migratorios dentro del país. Las principales zonas emisoras fueron Extremadura, Andalucía y Murcia. Las zonas de destino se ampliaron, conformándose dos ejes:

  • El eje del Mediterráneo (desde Alicante a Gerona) junto con Baleares y Canarias, impulsados principalmente por el turismo.
  • El eje del Valle del Ebro (País Vasco, Navarra, Zaragoza y Tarragona), más Madrid y los polos de desarrollo industrial como Valladolid, Vigo, Zaragoza o Sevilla, impulsados por el sector industrial.

La mayor parte de los emigrantes se establecieron en las capitales de provincia, que duplicaron su población durante este periodo.

A partir de 1975 y hasta 1990, el éxodo rural se estancó. Entre las causas encontramos la crisis de 1973, que afectó notablemente a la industria, que terminó sometida a procesos de reconversión. De este modo, las regiones industriales tradicionales como Madrid, País Vasco y Cataluña perdieron su atractivo e incluso comenzaron a perder población. Muchos obreros industriales, ahora jubilados, y muchos trabajadores parados, comenzaron a regresar a sus lugares de origen en zonas rurales, donde comenzaron a desarrollarse nuevas actividades económicas debido a procesos de suburbanización y deslocalización.

Migraciones Exteriores

Las migraciones exteriores se revitalizaron tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), coincidiendo con el periodo de posguerra, debido a la enorme pobreza y el exilio de algunos españoles disconformes o perseguidos por el nuevo régimen fascista. Como en la etapa anterior, las principales zonas emisoras fueron Galicia y Canarias, y las principales zonas receptoras fueron Venezuela (explotación del petróleo), Argentina y Brasil (desarrollo de la industria).

A partir de 1960, la migración transoceánica descendió al compás del declive de la economía latinoamericana y comienza un gran éxodo hacia países europeos. Las causas que explican la emigración a Europa son la rápida reconstrucción de las economías europeas con la ayuda del Plan Marshall, que demandaba mucha mano de obra; por otro lado, el fuerte crecimiento demográfico de España, el excedente de población agraria por la mecanización del campo, y una industria insuficiente para absorber toda la demanda de trabajo.

Se calcula que entre 1959 y 1973 emigraron de forma legal más de un millón de españoles. Las principales zonas emisoras fueron Andalucía y Galicia, y las principales zonas receptoras fueron Francia, la República Federal Alemana y Suiza. La crisis de 1973 provocó el fin de la emigración y el retorno de muchos emigrantes.

2. Consecuencias de las migraciones

Migraciones Interiores

Las migraciones interiores, en particular el éxodo rural, son las responsables del gran desequilibrio en la distribución de la población española, que se manifiesta a través de un despoblamiento y envejecimiento del interior (excepto Madrid) y un rejuvenecimiento y una mayor densidad de población en las periferias.

En el ámbito económico, el éxodo rural ha provocado la aparición de deseconomías de subpoblación en las zonas de origen, debido a que las áreas rurales pierden al capital humano más joven y capacitado, lo que da lugar a que no tenga lugar una modernización del entorno rural, lo que repercute en una productividad y rendimientos escasos. Por contra, en las zonas de destino se han dado deseconomías de superpoblación, que dan lugar a un incremento del precio del suelo y de la vivienda y una congestión de los servicios y equipamientos.

También ha generado problemas sociales, con una falta de integración de la población de origen rural en las ciudades debido a una alta competitividad, el predominio de relaciones superficiales y secundarias o el desarraigo. Por último, las migraciones interiores también han dado lugar a problemas medioambientales, con el deterioro de entornos naturales y ecosistemas tradicionales debido al abandono, así como un incremento de la contaminación atmosférica, generación de residuos o contaminación acústica en las zonas receptoras.

Migraciones Exteriores

Las migraciones exteriores también contribuyeron a crear el actual desequilibrio poblacional, afectando a zonas como Galicia. También tuvo consecuencias positivas en la economía, debido a que aliviaron el rápido crecimiento de la población, disminuyó el paro, y las remesas de divisas enviadas desde el exterior contribuyeron a financiar el desarrollo económico y reducir el déficit comercial.

Aunque tuvo también consecuencias negativas, porque las remesas de divisas fueron invertidas en zonas de mayor desarrollo, y el retorno de emigrantes se centró en las zonas más desarrolladas, contribuyendo al desequilibrio de la población. También tuvo consecuencias sociales, debido a que los emigrantes tuvieron problemas de desarraigo al desconocer la lengua y costumbres de los países de destino; por lo general, tenían salarios más bajos que los nativos, y fueron los primeros en acusar los despidos tras la crisis de 1973. A su retorno, tuvieron que enfrentarse a nuevos problemas, como el desempleo o los altos precios de las viviendas.

3. Conclusión – Migraciones en la actualidad

Desde el año 2000, aproximadamente, España ha dejado de ser un país de emigrantes, convirtiéndose en un país de inmigrantes. Las causas que explican este cambio son el aumento del nivel de vida, que hace de la familia un seguro para los jóvenes ante el desempleo, y también una mayor formación académica, que hace aspirar a mejores puestos de trabajo y más remunerados. Esta situación crea una oferta de trabajo en los empleos más duros, de baja cualificación y peor pagados, que vienen a ser cubiertos por población inmigrante, procedente principalmente del norte de África (Marruecos), Latinoamérica (Ecuador y Colombia) o Europa del Este (Rumanía). También existe una importante inmigración de países de la UE como Reino Unido o Alemania, en su mayoría jubilados que vienen a disfrutar de una mejor calidad de vida, consecuencia de las diferencias en el poder adquisitivo, las buenas condiciones climáticas y una buena cobertura médica.

Consecuencias de la Inmigración

La inmigración tiene importantes consecuencias demográficas, debido a que contribuye al crecimiento demográfico a través de un aumento de la natalidad, al tratarse en su mayoría de población joven en edad reproductora.

También incide en la economía, aportando mano de obra a los puestos de trabajo más duros y peor remunerados; contribuye también al crecimiento del PIB, a las arcas públicas y alivia el peso de las pensiones. Algunos sectores como el trabajo doméstico permiten un mayor acceso de la mujer al mercado de trabajo.

No obstante, la gran oferta de mano de obra inmigrante también contribuye negativamente, al atrasar la modernización de algunos sectores, presionar los salarios a la baja o aumentar el déficit comercial debido al envío de remesas de divisas a sus países de origen.

Entre los problemas sociales, se asiste a un incremento de actitudes xenófobas y racistas; también se produce una explotación de los inmigrantes, sometidos en ocasiones a jornadas laborales, salarios, situación legal o coberturas médicas inferiores a lo establecido legalmente.

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