El Fin de Florencia y el Auge de Roma en la Escultura Renacentista
El fin de Florencia como capital italiana del arte renacentista ocurre en el año 1492. Roma le sucede durante el siglo XVI, dando origen al Renacimiento clásico. Julio II y León X fueron los grandes mecenas de los artistas y utilizaron el arte para mostrar su poder y prestigio. El mecenas que verdaderamente dio un vuelco a la escultura fue Julio II, un papa militar y un mecenas de las artes, que promovió las excavaciones arqueológicas, descubriendo así el Laoconte, el Apolo de Belvedere, el Hércules Farnesio, entre otras. La copia de estas obras permitió a los escultores de esta etapa superar a los del Quattrocento.
Miguel Ángel Buonarroti: El Genio del Cinquecento
El genio indiscutible de la escultura del Cinquecento fue Miguel Ángel Buonarroti. En sus últimas obras anunció el Manierismo. Fue arquitecto, urbanista e ingeniero, poeta y pintor, sobresaliendo en todos estos campos, pero el artista se consideraba fundamentalmente escultor. Su personal estilo presenta las siguientes características:
- El dominio absoluto de la técnica: Esculpe en grandes bloques de piedra sin dividirlos, consiguiendo así figuras limpias, sin añadidos, sin rectificaciones.
- El colosalismo: Esculpe siempre figuras de grandes proporciones, pero perfectamente proporcionales.
- La Terribilitá: Sus figuras expresan varios sentimientos con una gran fuerza, son figuras con facciones perfectas, pero con unos gestos terribles.
- Los estudios anatómicos son extraordinarios: Exalta la fuerza física de sus figuras. Encuentra equilibrio entre fuerza física y espiritual.
- El movimiento es clásico: Contenido en potencia.
- Prefiere composiciones cerradas: Aunque en sus últimos años romperá con esta característica abriendo las composiciones como en el Manierismo.
Obras Tempranas: De Florencia a Roma
En la corte de los Medici, en Florencia, estudia las obras antiguas coleccionadas por Lorenzo el Magnífico y a Donatello. A este ambiente corresponde el relieve juvenil de la Virgen de la escalera, inspirado e influido por el schiacciato de Donatello.
A la muerte de Lorenzo el Magnífico, abandona Florencia y se establece en Roma. Allí esculpe un Baco al que da la esbeltez de la juventud masculina y la carnosidad y redondez de la femenina. Un banquero le pide una Piedad para su tumba, esta figura se convertirá en prototipo de imagen devota para el arte cristiano. Es la primera vez que realiza este tema iconográfico, al que volverá con resultados diferentes en su ancianidad. Al tratarse de una obra de juventud, presenta una belleza idealizada que podemos ver en la juventud de la Virgen, en la suave anatomía de Cristo y en la desproporción, ya que, al encerrar el conjunto en la composición piramidal, el Cristo yacente es más pequeño que en realidad.
El David: Un Símbolo de Florencia
La fama de su talento se propaga por Italia y sus paisanos florentinos lo reclaman para confiarle la ejecución del David en un bloque gigantesco de mármol de Carrara. El tamaño de la piedra era tan grande, que ningún artista se había atrevido a enfrentarse con ella. Representa al joven pastor hebreo, con la honda sobre el hombro. Está inspirado en la estatuaria clásica y muestra los profundos conocimientos anatómicos que poseía el autor, que por necesidades expresivas agranda la cabeza y la mano derecha. También su evolución escultórica marca la transición entre el estilo dulce y el terrible, que va a afectar a toda su producción. Se trata de una figura colosal, al modo de atleta griego, con movimiento contenido y un extraordinario estudio anatómico en cuyo rostro se expresa ya esta Terribilitá que caracteriza sus obras de madurez.
El Mausoleo de Julio II: Un Proyecto Inacabado
De vuelta a Roma, proyecta para Julio II un monumento grandioso. Constaba de tres pisos distribuidos en estructura piramidal: la base adornada con Victorias flanqueadas por esclavos, la planta intermedia con relieves en sus frentes representando los hechos del Pontífice, y cuatro grandes imágenes en las esquinas: Moisés, San Pablo, la Vida Activa y la Vida Contemplativa. En el ático, Julio II aparecía sentado en la silla gestatoria, sostenida por dos ángeles: uno sonriendo y otro llorando.
El programa iconográfico escondía un sentido alegórico que pretendía armonizar la fama temporal con la salvación eterna. Pero la envidia de Bramante se opuso a la ejecución de este proyecto inicial, y el panteón sufrió seis reformas para terminar inacabado.
De las 47 esculturas proyectadas, sólo se realizaron ocho: los dos Esclavos del Louvre, los cuatro de la Academia de Florencia, la Victoria del Palazzo Vecchio, Florencia y el Moisés, que es la única que se conserva en el mausoleo. En ella, Moisés aparece como líder del pueblo judío, con barba blanca, pelo largo… Destacan su potencia expresiva con gesto irritado y mirada fulminadora y su concepto corpóreo y monumental.
El Moisés y los Esclavos muestran dos aspectos del arte de Miguel Ángel: la terribilitá y el non finito.
Las Últimas Piedades: La Transición al Manierismo
Ya como anciano, sólo realiza variaciones sobre un tema iconográfico que le ha conmovido desde la juventud, la Piedad de María. En sus piedades expresa ya el lenguaje manierista: alarga las figuras rompiendo los principios clásicos, les crea anatomías secas, exaltando el lado espiritual, es decir, rompiendo el equilibrio entre fuerza física y fuerza espiritual. Además, abandona el colosalismo. El primer grupo es el de la catedral de Florencia, se retrata en la figura de Nicodemo. A esta le siguen la Piedad Palestrina y la Piedad Rondanini, apenas comenzada. El artista murió con noventa años de edad.