Movimientos Políticos y Sociales en la Restauración: Nacionalismos Periféricos y Movimiento Obrero


Movimientos Políticos y Sociales Excluidos del Sistema (Nacionalismos Periféricos y Movimiento Obrero)

Durante la Restauración, las clases populares y una parte de las clases medias fueron excluidas de la vida política. Ello originó una creciente oposición política a la que los mecanismos electorales del turno impidieron obtener suficientes diputados para formar gobierno o constituir una minoría parlamentaria influyente.

Las fuerzas políticas marginadas fueron:

Republicanismo

Pese a sus divisiones internas, los republicanos compartían cuatro ideas básicas:

  • La república como forma de Estado.
  • Reformas para favorecer a los grupos sociales más necesitados.
  • Confianza en el progreso científico y educativo.
  • Laicidad (defensa de la separación Iglesia y Estado).

Durante los primeros años de la Restauración, el republicanismo se caracterizó por la falta de unidad, poco apoyo electoral e intentos insurreccionales (como el del general Villacampa en 1886). Pero el establecimiento del sufragio universal masculino en 1890 facilitó la elaboración de candidaturas republicanas conjuntas (como la Unión Republicana en las elecciones de 1893 y 1901), consiguiendo algunos pequeños éxitos electorales en grandes ciudades. Además, crearon una importante red de casinos, ateneos, periódicos y tertulias para introducirse en la sociedad civil. Sin embargo, las divisiones internas y el fraude electoral hicieron que el número de diputados republicanos en el Congreso fuera siempre muy reducido.

A principios del siglo XX, dos líderes importantes del republicanismo serían Blasco Ibáñez y Alejandro Lerroux, quien fundó en 1908 el Partido Republicano Radical, que obtuvo 8 diputados en las elecciones generales de 1910, a las que se presentó en coalición con el PSOE. Aunque durante la Restauración nunca superó los 8 diputados, sería uno de los partidos más importantes de la II República (1931-1936).

Carlismo

Fueron derrotados nuevamente en 1876, finalizando así la Tercera Guerra Carlista. Solo tuvo importancia en las provincias forales (Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra). Su base social se redujo tras la aparición de los nacionalismos vasco y catalán. Además, la alianza entre la Iglesia y el régimen de la Restauración le dejó sin algunos de sus argumentos políticos y sin el apoyo de la mayor parte del clero.

En 1886, Vázquez de Mella, como se refleja en el Acta de Loredan, llegó a aceptar el nuevo orden liberal-capitalista. Así, el sector integrista, representado por Ramón Nocedal, se separó.

El PSOE

En los primeros años de la Restauración, el movimiento obrero sufrió un retroceso debido a la ilegalización de la Internacional y sus asociaciones, la censura y las medidas represivas. No obstante, en 1879 Pablo Iglesias fundó el PSOE.

La Ley de Asociaciones (1887), aprobada por los liberales, favorecería su desarrollo. En 1886 comenzó a publicarse El Socialista, que sería su órgano de expresión oficial. En 1888 fue creada la UGT, sindicato de los socialistas, y se celebró el I Congreso del PSOE.

No obstante, la expansión del socialismo en España fue lenta. Así, no obtendría su primer diputado (Pablo Iglesias) hasta 1910, al aliarse con los republicanos.

Catalanismo

Frente a la tendencia unificadora de la Restauración, a finales del siglo XIX aparecieron organizaciones que propugnaban un modelo de Estado más descentralizado, sobre todo en Cataluña y el País Vasco, regiones que perduraban rasgos culturales propios y gozaban de un mayor desarrollo económico.

En Cataluña existía una importante burguesía industrial y en 1830 nació un movimiento literario conocido como Renaixença, cuyo objetivo era recuperar la lengua y las señas de identidad catalanas.

Hacia 1880, el catalanismo cultural generó un nacionalismo político que reivindicaba un mayor autogobierno para Cataluña. La burguesía apoyó este movimiento que demandaba políticas económicas proteccionistas frente al librecambismo aplicado por el gobierno central.

Hubo dos corrientes catalanistas: una basada en el tradicionalismo católico y otra basada en el republicanismo popular. En 1891 fue creada la Unió Catalanista, cuya primera asamblea, celebrada en Manresa, aprobó las Bases de Manresa, en las que se reclamaba la restauración de las instituciones históricas y amplias competencias políticas y económicas.

Tras el desastre de 1898, se acentuó el deseo de la burguesía catalana de tener sus propios partidos al margen de los partidos dinásticos. En 1901, Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó fundaron la Lliga Regionalista. En el primer tercio del siglo XX llegó a ser el principal partido de Cataluña.

Nacionalismo Vasco y el PNV

La abolición de los fueros vasco y navarro en 1876, tras ser derrotado el carlismo en la Tercera Guerra Carlista, provocó en estos territorios una reacción en defensa de las instituciones suprimidas, así como de la lengua y cultura vascas, pese a la aprobación en 1878 de los conciertos económicos (autonomía fiscal).

A diferencia de Cataluña, el nacionalismo vasco no se basó inicialmente en la lengua, sino en la singularidad de la etnia vasca y el rechazo a las costumbres foráneas.

En 1895 Sabino Arana fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV), cuya implantación se centró en Vizcaya. Se popularizó un nuevo nombre para el País Vasco, Euskadi, y una bandera propia.

El nacionalismo vasco era profundamente católico y partidario de defender las tradiciones. Pretendía impulsar la lengua vasca y defendía la pureza racial del pueblo vasco. Con el tiempo, Sabino Arana suavizó su proyecto para lograr la aceptación de la burguesía vasca. Así, el PNV tendría como objetivo la autonomía sin cuestionar la unidad de España ni la legalidad.

Galleguismo

A mediados del siglo XIX, intelectuales y escritores como Rosalía de Castro trataron de convertir el gallego, que se utilizaba sobre todo en el medio rural, en lengua literaria. Con el tiempo, algunos gallegos cultos empezaron a culpar al centralismo del atraso económico de Galicia.

Andalucismo

En Andalucía, la influencia del republicanismo federal se mantuvo vigente después de 1874. Durante la Asamblea del Partido Republicano Federal, celebrada en Antequera en 1883, se aprobó la Constitución Federal Regional para Andalucía. A principios del siglo XX, el andalucismo estará dirigido por Blas Infante.

Los Logros del Reinado de Alfonso XII y de la Regencia de María Cristina (La Estabilidad y Consolidación del Poder Civil, la Liquidación del Problema Carlista, la Solución Temporal del Problema de Cuba)

La estabilidad del régimen se vio favorecida por el fin de las guerras carlista y cubana. En febrero de 1876 se dio por finalizada la Tercera Guerra Carlista. La derrota del carlismo permitió suprimir el régimen foral. Así, los territorios vascos perdieron sus privilegios, quedando sujetos al pago de impuestos y al servicio militar como el resto de España. Pero en 1878 se creó el sistema de conciertos económicos, que otorgaba autonomía fiscal a las provincias vascas, que pagarían cada año a la administración central cierta cantidad recaudada por las diputaciones provinciales.

La insurrección cubana (Guerra de los Diez Años, 1868-1878) acabó con la firma de la Paz de Zanjón, que supuso una gran amnistía, la abolición de la esclavitud (1888) y el derecho a estar representados en las Cortes españolas. Los retrasos en el cumplimiento de estas reformas provocaron un nuevo conflicto en 1879 (Guerra Chiquita) y la insurrección de 1895.

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