En la primera formulación de su pensamiento, Nietzsche afirma que la tragedia clásica griega nos muestra los 2 principios que componen la realidad: el espíritu dionisíaco, que exalta los valores de la vida, y el espíritu apolíneo, que exalta los valores de la razón. Considera que la Grecia presocrática no ha olvidado ninguno de los 2 dioses. Así, el arte de la tragedia clásica griega manifiesta la oposición inconciliable entre los 2 órdenes de valores: los de la vida y los de la razón, entre el espíritu dionisíaco y el espíritu Apolíneo. El arte trágico es una valiente y sublime aceptación de la vida, un sí a la vida, a pesar del dolor que ésta conlleva. Posteriormente, según él, se inicia el predominio histórico de todo lo que es lógico y racional, es decir, los valores Apolíneos dominan los dionisíacos. Él es el gran defensor de la actitud dionisíaca de aceptación de la vida con el dolor y la muerte que conlleva. Pero el camino para hacer frente a esta realidad es un arte que afirme la vida en su plenitud.
Cuatro grandes temas: La muerte de Dios
La expresión ‘la muerte de Dios’ es la gran metáfora que expresa la muerte de las verdades absolutas y de las ideas inmutables, la muerte de los ideales que guiaban la vida humana. Dios representaba todo lo que es suprasensible: el mundo de las ideas de Platón, etc. Para Nietzsche, con la muerte de Dios se derrumba nuestra civilización. Ahora vivimos el fin de nuestra civilización, los valores supremos ya no tienen validez, el sentido del mundo ya no se busca fuera del mundo.
Aparición del superhombre
El asesinato de Dios inaugura un tiempo nuevo: ya no hay ideales, normas, etc. Frente a la muerte de Dios, sólo se cuestiona la posición del hombre que vive el fin de la civilización o la del superhombre, la del nuevo Dios terrenal que dice sí a la vida. Él ve en su tiempo el reino del último hombre. Es el reino del hombre que se ve precipitado al nihilismo. El nihilismo o negación absoluta es el estado del hombre carente de objetivos por los que valga la pena luchar, falto de fuerza para trascenderse. Esta negación absoluta de los antiguos valores abre la posibilidad de afirmar valores totalmente nuevos: el superhombre, que constituirá el polo opuesto al último hombre. Se necesita estar a la altura de un acto tan inmenso como el asesinato de Dios: el superhombre es el nuevo Dios. El superhombre dará un nuevo sentido a la realidad, creará nuevos valores, los valores de la vida, que no estarán fundamentados en un más allá, sino en este mundo. La génesis del superhombre pasa por 3 formas: la del camello, la del león y la que se transforma en niño. El camello es el animal que soporta cargas pesadas, representa al hombre capaz de llevar el peso de la ley moral. El león es el animal que se deshace de cargas opresoras y antinaturales, lucha contra su último Dios: la moral y los valores. El niño representa el querer creador y espontáneo, la libertad verdadera.
La voluntad de poder
Esta voluntad significa voluntad de dominio, de fuerza, de potencia vital. La vida es una energía inquieta que constantemente crea nuevas formas de vida y destruye otras. Pero la voluntad de poder no es exactamente la salvaje ley del más fuerte, es el poder de los creadores, un poder que sin esfuerzo se adueña de la situación y se apropia de grandeza. La voluntad de poder se opone a la voluntad de igualdad. Cuanto más poderosa y creadora sea una vida, más impondrá jerarquía y desigualdad. Nietzsche lucha contra la identificación de igualdad con justicia; encuentra esta identificación en lugares que afirman que todos somos iguales ante Dios.
El eterno retorno
Nos habla de su intuición del eterno retorno. Quiere decir que los ciclos temporales se repiten de forma infinita. Afirma que la intuición del eterno retorno lo llena de consuelo y alegría porque en el mundo donde todo pasa, donde todo se transforma, la realidad condenada a morir en un ciclo acabará volviendo y lo que ha desaparecido será vida otra vez. La infinita repetición de todo lo que existe ha sido interpretada de diversas maneras. Se vincula con la visión cíclica del tiempo propia de algunos pensadores griegos y fue arrinconada por la visión lineal del tiempo del judaísmo y el cristianismo.
Transmutación de los valores
Proclama la importancia de los valores fundamentados en la vida, los valores dionisiacos, y considera falsos los valores aceptados por la sociedad. Para él, la vida será el fundamento último de todos los valores. En algunas obras analiza el origen de los valores. Para él, la categoría de toda moral depende de cómo reconozca el valor de la vida, de cómo se ajuste a la voluntad de poder. Afirma haber descubierto la distinción entre dos morales: la del señor y la moral del esclavo. Según Nietzsche, la moral primera fue la moral del señor, que alaba la fuerza y la independencia y se encuentra en el origen de toda cultura. Pero una rebelión de los esclavos produce la inversión de los valores morales: el resentimiento acumulado por los antiguos oprimidos convirtió en creador y genera unos valores que alaban a los débiles. En una de sus últimas obras, completa el derrocamiento de todo tipo de ídolos, de todo lo que considera falso y que todo el mundo toma por verdades. También derriba las ideas o verdades modernas.