Novecentismo y Vanguardias en la Literatura Española


Novecentismo y Vanguardias

El Novecentismo, también llamado Generación del 14, fue un movimiento cultural que vio la aparición de un nuevo tipo de intelectual: culto, con preparación universitaria y, en muchos casos, con vocación magistral. Este grupo se caracterizó por una reacción contra las actitudes decimonónicas (incluyendo el Modernismo y la Generación del 98), un marcado europeísmo (aunque les seguía preocupando el tema de España desde una perspectiva menos patética que la del 98) y una estética que huía del sentimentalismo.

Buscaban un arte pulcro, equilibrado e intelectual que lograra el mero placer estético: un arte puro, en el que el autor huía de lo fácil y se preocupaba por el lenguaje y la obra bien hecha. Un arte para minorías.

El ensayo fue un género crucial para la transmisión de estas nuevas ideas. El núcleo de la Generación del 14 estuvo formado por ensayistas como Eugenio d’Ors, Manuel Azaña, Gregorio Marañón y, el más destacado, José Ortega y Gasset.

Ortega y Gasset

Considerado la figura cumbre de la filosofía española del siglo XX, Ortega y Gasset abordó una gran variedad de temas en su obra. En títulos como La rebelión de las masas o España invertebrada, expuso su preocupación por España y su convicción de que, para su regeneración, las masas debían seguir a los mejores, a una “minoría selecta”.

Sus ideas estéticas se encuentran plasmadas en dos obras fundamentales de 1925:

  1. La deshumanización del arte: un análisis del Vanguardismo donde lo define como un arte puro, que tiende a la deshumanización y, por lo tanto, intelectual.
  2. Ideas sobre la novela: Ortega y Gasset consideraba que la novela anterior se había agotado. El argumento humano debía ceder el paso a lo intelectual, dando lugar a una novela deshumanizada donde la acción sería un mero soporte mecánico.

La Novela

Dentro de la novela, destacan dos autores:

  • Gabriel Miró: Destacó por su sensibilidad exacerbada, su excepcional capacidad para captar sensaciones (luz, color, aromas, sabores) y su intenso sentido lírico. Dominaba el lenguaje de manera excepcional. En sus novelas, la acción se convertía en un soporte para sus descripciones. Sus obras maestras son Nuestro padre San Daniel y El obispo leproso.
  • Ramón Pérez de Ayala: En sus obras, los personajes encarnaban ideas, y la novela se aproximaba al ensayo. Obras como Tigre Juan y El curandero de su honra lo consagraron. Introdujo novedades en las técnicas narrativas, como el uso de la doble columna, diferentes perspectivas de narrador y la inclusión de varios narradores.

La Poesía

La poesía del Novecentismo estuvo marcada por la figura de Juan Ramón Jiménez, ganador del Premio Nobel en 1956. Entregado por completo a la poesía, su visión de este arte estaba presidida por una triple sed: sed de belleza, sed de conocimiento y sed de eternidad. Su poesía estaba destinada “a la minoría siempre”.

En su evolución poética, se distinguen tres etapas:

  1. Época sensitiva (desde sus comienzos hasta 1915): Entre 1908 y 1915, Juan Ramón escribió títulos como La soledad sonora, adoptando “los ropajes del Modernismo”. Buscaba captar la belleza a través de los colores, aromas y cualidades sensibles de los objetos. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que esa belleza exterior no era permanente, ya que el paso del tiempo la destruía.
  2. Época intelectual (desde 1916 hasta 1936): Iniciada con Diario de un poeta recién casado (1916), esta etapa supuso una ruptura definitiva con el Modernismo. Le siguieron libros como Eternidades, Piedra y cielo…, donde continuó el proceso de intelectualización y abstracción. Dirigida a “la inmensa minoría”, su poesía buscaba algo más duradero y profundo que la belleza exterior: la esencia de las cosas. Esta esencia, al ser abstracta, no podía percibirse por los sentidos, sino por la inteligencia.
  3. Época suficiente o verdadera (durante su exilio): En esta etapa, Juan Ramón Jiménez evolucionó hacia la poesía pura, desnuda. Destacan dos grandes libros: En el otro costado y Dios deseado y deseante.

Ramón Gómez de la Serna

Ramón Gómez de la Serna actuó como puente entre el Novecentismo y los movimientos de vanguardia, que introdujo en España con su traducción del Manifiesto futurista de Marinetti en 1909. Además de escribir novelas, ensayos y obras teatrales, destacó por sus greguerías, piezas breves que definió como una mezcla de humor y metáfora, donde mostraba perspectivas inéditas de la realidad. Algunos ejemplos son: “La castañera asa los corazones del invierno” o “Roncar es tomar ruidosamente sopa de sueño”.

Las Vanguardias

Las Vanguardias fueron movimientos artísticos surgidos en el periodo de entreguerras en Europa. Se caracterizaron por un cambio vertiginoso, una ruptura con lo establecido y la búsqueda de una literatura elitista e intelectual que rompiera con el pasado. Proclamaban la autonomía del arte, libre de cualquier compromiso ideológico.

Las Vanguardias europeas (Futurismo, Expresionismo, Cubismo, Dadaísmo, Surrealismo) llegaron a España con su afán de romper con las tradiciones. Sin embargo, las urgencias políticas de la década de 1930 provocaron su disolución.

  • El Ultraísmo buscaba eliminar de la poesía los sentimientos y la lógica a través de imágenes sorprendentes. Su principal impulsor fue Guillermo de la Torre, autor de Hélices.
  • El Creacionismo, introducido en España por Vicente Huidobro, utilizaba procedimientos similares al Ultraísmo y propugnaba la unión de palabras que nunca antes hubieran coincidido. Influyó notablemente en Gerardo Diego, poeta del 27.
  • El Surrealismo, basado en las teorías de Freud, proponía explorar los estados subconscientes del hombre, especialmente los sueños, para descubrir su personalidad completa. A través de imágenes irracionales, buscaba hacer aflorar el mundo del subconsciente. El Surrealismo español fue menos radical que el francés y supuso una reacción contra la poesía pura de Juan Ramón Jiménez. Influyó en poetas del 27 como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda y, especialmente, Vicente Aleixandre.

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