Novela existencial de los años 40


LA NOVELA DESDE 1939 HASTA LOS AÑOS 70: TENDENCIAS (EXISTENCIAL- TREMENDISTA, SOCIAL Y EXPERIMENTAL), AUTORES Y OBRAS REPRESENTATIVAS

Tras el conflicto bélico, España quedó sumida en un profundo aislamiento, tanto cultural como político: se cierran las fronteras a toda influencia que pueda ser nociva para el orden político establecido por la dictadura y se instaura un fuerte aparato de control y censura de las publicaciones.

En los años 50 se producen ciertos cambios sociopolíticos, que se extienden hasta la década de los 60, y se inicia cierta apertura del régimen franquista, por lo que habrá una tímida liberalización intelectual.

La muerte de Franco supuso el fin a la dictadura y, tras un periodo de transición, se instauró la democracia.

Así, se puede hablar de dos literaturas españolas: la del interior y la del exilio.

1. En el ámbito de la narrativa del exilio encontramos cuatro figuras representativas: Ramón J. Sénder (entre cuyas obras destacan Réquiem por un campesino español, de corte realista, y Crónica del alba, de carácter autobiográfico); Max Aub (El laberinto Mágico); Francisco Ayala (autor de obras narrativas orientadas hacia temas de carácter político-social, como la corrupción del poder y las dictaduras) y Rosa Chacel.

2. Respecto a la literatura del interior se consideran diversas tendencias:


a) La década de los 40 está marcada por las consecuencias del conflicto. En la novela predomina un enfoque existencial y una incipiente preocupación social (no fácilmente perceptible debido a la dura censura de estos años). Algunos autores representativos de esta línea de escritura fueron Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada), Cela, Carmen Laforet (Nada) y Ana María Matute.

Una corriente originaria de esta época fue el llamado «tremendismo», inaugurada por Cela con su novela La familia de Pascual Duarte. Esta obra nos presenta a un personaje antiheroico enfrentado a una sociedad hostil e indiferente. Nos ofrece la visión más amarga, mísera y brutal de la realidad.



b) En la década de los 50 triunfa el llamado Realismo social.
Los límites temporales de la novela social son 1951 (fecha de la publicación de Cela) y 1961 (fecha de publicación de Tiempo de Silencio de Martín Santos).

El objetivo de estos novelistas consiste en ofrecer el testimonio de la realidad española. Conciben la palabra como un arma política, es decir, como estímulo para el cambio social, pero moderan la denuncia para evitar el exilio o la cárcel, debido a la censura. Se habla aquí de «Realismo objetivo», pues el narrador se limita a reproducir la conducta externa de los personajes, dejando al margen cualquier tipo de retrospección de manera que sea el lector el que saque sus propias conclusiones. En esta línea Sánchez Ferlosio publica El Jarama.

A veces el autor se muestra más comprometido ideológicamente con la materia narrada y presenta una visión parcial de la realidad, con la intención de poner de relieve las causas y los efectos de la guerra. Se situarían en el ámbito del «Realismo crítico». En este sentido están Goytisolo (Juegos de manos), Alfonso Grosso (La zanja) y López Pacheco (Central eléctrica).


c) En la década de los 60 se inicia la novela experimental, que se aleja de la fórmula realista y utiliza recursos técnicos y expresivos de carácter innovador como la casi desaparición del argumento de algunas obras (Oficio de tinieblas de Cela), aparición del tú narrativo (Cinco horas con Mario de Delibes), utilización del perspectivismo, la ruptura caprichosa del tiempo y el espacio mediante retrospecciones al pasado o anticipaciones del futuro (La saga / fuga de J.B de Torrente Ballester), reproducción de monólogos interiores caóticos, uso libre de signos de puntuación (Parábola del naúfrago de Delibes), etc.

Esta corriente se inicia con la publicación de Tiempo de Silencio.

Una segunda oleada generacional está compuesta por los novelistas que integran la denominada generación del 68 (denominada así por los ecos que en su formación pudieron tener los acontecimientos de Mayo del 68 de rebeldía contra el franquismo, protagonizada especialmente por el mundo universitario). Algunos autores que configuraron este grupo fueron Eduardo Mendoza (La verdad sobre el caso Savolta), Juan José Millás y Vázquez Montalbán.


LA NOVELA DESDE 1975 HASTA NUESTROS DÍAS: TENDENCIAS (POEMÁTICA, HISTÓRICA Y DE MEMORIAS), AUTORES Y OBRAS REPRESENTATIVAS

Tras la recuperación de las libertades con la muerte del General Franco, la vida cultural y literaria experimenta una considerable transformación: desaparece la censura, se recupera a los autores exiliados, se produce una apertura hacia la literatura extranjera, la creación literaria en lenguas españolas distintas al español recibe un impulso, se multiplican los premios y certáMenes literarios y se consolidan importantes grupos editoriales y de comunicación (PRISA, Planeta, RBA).

Los de literatura española de las últimas décadas son la variedad temática y estética, la diversidad rasgos de tendencias y corrientes literarias y la proliferación de autores. La producción editorial en España tiende al gigantismo.

La primera promoción de los años setenta está muy condicionada por el experimentalismo narrativo de Tiempo de Silencio, de Luis Martín Santos. Estos autores cultivan una novela minoritaria y culturalista, hermética y experimental, cuya preocupación es el lenguaje (léxico rebuscado, rupturas sintácticas, oraciones muy largas y complejas y también lenguaje coloquial y vulgar). Lo más importante no es contar una historia (rechazan la novela de argumento) y el relato no es lineal. Se usa en la narración la segunda persona, se busca el efecto expresivo de la tipografía, se añaden páginas en blanco, se prescinde de los signos de puntuación o se echa mano del collage. Se usa reiteradamente el perspectivismo y se hacen tratamientos espaciotemporales diversos. Se habla de antinovela y metaliteratura. Algunos títulos de esta tendencia son: El buey en el matadero, de Ramón Hernández; Un caracol en la cocina y El león recién salido de la peluquería, de Antonio F. Molina; ¡Ay! de Raúl Guerra Garrido; La primavera de los murciélagos, de José Leyva y Escuela de mandarines, de Miguel Espinosa. Quizá el autor de fama más perdurable dentro de esta tendencia sea Juan Benet.

Por otro lado, el boom de la novela hispanoamericana llega a España, la influencia del nouveau Román francés y la novela norteamericana y europea del Siglo XX (Proust, Joyce, Kafka, Faulkner…).

En la actualidad, se observa una gran libertad y diversidad de tendencias. No debe olvidarse que la novela es objeto de consumo en el mercado editorial. Hacia 1975, empieza a publicar una nueva promoción. Se habla de Realismo renovado (en general se vuelve a la concepción clásica: se reivindica el placer de narrar, un relato con intriga, de aventura, de enredos, de amoríos… A partir de este momento lo que interesa es contar una historia, la trama y el argumento son el eje). Algunas de estas tendencias son: la metanovela, la novela de intriga y policíaca (El invierno en Lisboa, de Antonio Muñoz Molina), y La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón., la neorrealista, la lírica, la culturalista (Juan Manuel de Prada con La tempestad), la de pensamiento, la poemática y la histórica y de memorias.


La novela histórica


Se trata de un tipo de novela de gran precisión histórica que obliga al novelista a documentarse sobre el período, acontecimientos y personajes sobre los que pretende novelar. Pueden servirnos de ejemplos las novelas de Pérez Reverté, El capitán Alatriste, o Matilde Asensi, Iacobus. Dentro de esta tendencia cabe citar aquella que se ocupa de la reconstrucción de la historia de España desde la Guerra Civil a la actualidad (La desbandá, de Melero; Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez; o Crónica de un instante, de Javier Cercas).

La novela poemática es una novela lírica, escrita con calidad técnica que busca la perfección formal. La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, La fuente de la edad, de Luis Mateo Díez, o El lápiz del carpintero, de Manuel Rivas, se adscriben a ella.

Novela de intriga y policíaca


En la década de los 70 se produce una invasión de traducciones de novela negra europea y norteamericana. Los autores españoles adoptarán estos modelos y los adaptarán (Andreu Martín, Juan Madrid), y en otros casos los transgredirán para servir a otros fines (la serie Carvalho, de Manuel Vázquez Montalbán, como crónica sociopolítica, mordaz e irónica de la transición democrática). Con matices pertenecen a esta tendencia novelas como La tabla de Flandes, de Arturo Pérez Reverté.

Novela neorrealista


Este tipo de narrativa estuvo de moda durante los años que van desde la caída del muro de Berlín (1989) hasta el 11 de Septiembre de 2001. Su interés temático se centró en la representación de la conducta de los entonces jóvenes adolescentes, sus salidas nocturnas en las grandes ciudades, el uso y abuso de drogas, del sexo, del alcohol y de la música rock. Son obras representativas de esta tendencia Historias del Kronen (1994), de José Ángel Mañas, que la inauguró, Ray Loriga con Héroes o Lucía Etxebarría en Amor, curiosidad, sexo, Prozac y dudas.

Novela culturalista


En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas.

Novela de pensamiento


Cercana al ensayo, se trata de un tipo de narrativa en la que se difuminan las fronteras entre la novela y el ensayo, pues da cauce a múltiples digresiones sobre las preocupaciones del autor, en un tono cercano a veces a lo autobiográfico. Un ejemplo de ello es Sefarad, de Antonio Muñoz Molina, Negra espalda del tiempo, de Javier Marías y los diarios que desde hace 15 años publica Andrés Trapiello bajo el título genérico de Salón de pasos perdidos.

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