Novela existencial de los años 40


La  cultura, el arte y la  literatura

Les    consecuencias y   secuelas de  las  guerras  y de la amenaza atómica provocaron la desconfianza  en el  positivismo  de las ciencias  modernas y el   auge de las corrientes de pensamiento  existencialista.

El arte no pudo  desvincularse de la trágica  realidad, por ello predominan dos  tendencias: por  un  lado,  resurgen  con fuerza  los movimientos realistas y, por  otro, Ics artistas se comprometen  con los  problemas sociales.

La literatura de la posguerra española  está determinada  por  los  cambios sociales políticos  que experimenta   el país durante estos años.

                1940-1949    

En  los años 40 se vive una férrea censura, el exilio de muchos autores, el aislamiento cultural, la prohibición de obras extranjeras y la literatura de evasión.

Las secuelas de la guerra (odios, hambre, represión política, país traumatizado), se reflelan en la liteiatura realista y existencial de la inmediata posguerra.

              1950-1959   

En  los años 50, la censura manifiesta ciertos signos de tolerancia. España poco a poco se libera de la autarquía cultural impuesta: se posibilita la difusión de libros extranjeros y se permite que los autores puedan dar testimonio en sus obras de la situación del país.

Las preocupaciones sociales constituyen el tema principal de este período. El compromiso  que adquieren los escritores con la sociedad los conduce a denunciar  las injusticias y miserias que rodean al ser humano. Nace de este

modo   una «literatura de urgencia».

1960-1975

El fin del aislamiento internacional, el desarrollo económico, el auge del turismo y la flexibilización de la censura con la Ley de Prensa e Imprenta de 1966 relegan a un segundo plano los contenidos sociales.

Ya no se piensa que la literatura pueda transformar el mundo: se intentará transformar la literatura misma. Comienza, así, una etapa caracterizada por la renovación y la experimentación formal.

LA POESÍA EN EL EXILIO

  Son muchos   los escritores que se ven obligados a emprender el camino del exilio.   Algunos autores  del  novecentismo (Juan Ramón    Jiménez)  y de la Generación  del 27 (Alberti, Cernuda, Salinas, Guillén, Altolaguirre…) comparten destino con jóvenes poetas que comienzan  su obra antes de la guerra —o que la desarrollarán   íntegramente en  el exilio—, como  Gil Albert,  Quiroga Pla,  Rejano  o Serrano Plaja.

  El tema de España ocupa un lugar primordial en sus versos. Con un tono amargo, evocan la lucha, sus ideales, la derrota… Paulatinamente, se abre camino la nostalgia y con ella los recuerdos, la evocación de los paisajes españoles y el deseo  de retornar a la patria. Asimismo, cultivan otros temas como el amor, el paso del tjempo, la muerte o la angustia existencial.

La poesía en los años 40

La poesía de los años 40 participa del proceso de rehumanización iniciado por los autores del 27. Durante esta década, conviven dos corrientes poéticas: la poesía arraigada y la poesía desarraigada.

Poesía arraigada     ofrece una visión del mundo  armónica y serena. Los poetas, vinculados al régimen de Franco, cantan al amor, al paisaje y al sentimiento religioso, que impregna el enfoque de  temas cotidianos, familiares o vitales.

  Garcilaso de la Vega constituye su modelo estético, por ello  predominan las formas clásicas y se persigue la perfección formal.

  Pertenecen a este grupo los poetas  que se aglutinan en torno a las  revistas Escorial y Garcilaso:

Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, José García Nieto, Rafael Morales y Luis Felipe Vivanco

 La poesía desarraigada muestra un mundo caótico invadido por el dolor y la angustia  (miseria, hambre,  soledad, represión, injusticia). De ahí que sus versos reflejen la angustia existencial (razón de la existencia humana,  paso  del tiempo y muerte) y  que la religiosidada adopte un tono de  desesperanza y duda.

  Conceden  más   importancia al contenido que a la  forma  y  emplean el verso libre. Su estilo es directo y sencillo, con palabras y giros de la lengua coloquial; su tono, bronco y desgarrado.

  El libro Hilos de la ira (1944)
, de Dámaso  Alonso, establece el  punto de partida  de esta tendencia poética. La revista Espadaña,  fundada_por Victoriano Crémer y Eugenio de Nora  acoge a los  poetas desarraigados  José  Luis   Hidalgo y Ramón   de Garciasol.

LA POESÍA SOCIAL

A finales de los años 40  y  hasta mediados  de  los 50, se escribe una poesía   de compromiso    que denuncia  las miserias e injusticias de la posguerra.

Las  obras que  inauguran  esta vertiente  poética son  Cantos Íberos,  de Gabriel Celaya, y Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero, ambas publicadas en  1955.

La poesía social toma partido ante los problemas  del  mundo que rodea al  poeta. Este se hace solidario, abandona  sus angustias existenciales y se identifica con el dolor de  los demás. Por ello, alzará sus versos como instrumento  de lucha política y social con la intención de agitar y despertar las conciencias.

El tema de España, las injusticias, el anhelo de libertad, la alienación del mundo del trabajo son los ejes temáticos de esta poesía, en la que el contenido se impone a la forma. Con un  tono coloquial y un lenguaje claro se dirigen a la «inmensa mayoría».

La Generación del 50

La Generación   del  50 está constituida por un grupo  de  autores  que comienza  a  escribir en esa  década y  que  alcanza su madurez    creadora en los años  60, una  vez  agotada la poesía social. Integran este grupo Ángel González, Gil de  Biedma,   José    Ángel Valente,  Francisco Brines,  Claudio  Rodríguez, Carlos Barral, J. M. Caballero  Bonald.

La poesía  es una  vía de  conocimiento  y los poetas  indagan en  la  problemática existencial del ser humano,  ejemplificada en sus experiencias personales.  Se produce, así, un retorno a la intimidad (evocación  nostálgica de la infancia, lo familiar, la amistad, el amor, el erotismo, el fluir del tiempo, lo cotidiano).

Aunque   cada  poeta busca su estilo propio, todos  ellos presentan   inquietudes estéticas; abogan   por un estilo conversacional   y un  lenguaje cálido y cordial;  y recurren al humor   y a la ironía.

    Gil de Biedma   (1929-1990)  es uno de los poetas  más valorados  del grupo.  Sus poemas   ofrecen  una visión desencantada  y crítica del  mundo burgués. En ellos  aborda   temas   como los recuerdos de la infancia y la adolescencia, el paso del  tiempo,  el amor y el erotismo. El tono  conversacional  constituye la nota dominante de una producción relativamente breve    (Compañeros de viaje; Moralidades  y Poemas   póstumos).

    Los  primeros  versos de Ángel  González  (1925-2008)    son de corte existencial  (Áspero  mundo).  Sus libros posteriores versan  sobre el amor, los sentimientos, la solidaridad y el sentido de la vida (Tratado de urbanismo). El enfoque irónico con  efecto crítico representa uno de los rasgos definitorios de su poesía.

Los novísimos

En 1970  José María Castellet publica una antología titulada Nueve novísimos  poetas españoles, con la que sale a la luz un grupo de poetas: Manuel Vázquez  Montalbán, Félix de Azúa, Pere Gimferrer, Antonio Martínez Sarrión, Vicente  Molina-Foix, Guillermo  Carnero,  Ana María Moix,  José María Álvarez y Leopoldo   M. Panero.

La poesía  de este grupo presenta  las siguientes carácterísticas:

  • Ruptura  con la poesía anterior y deseo  de renovación.
  • Rechazo   del Realismo social y aprecio por la literatura de vanguardia y la experimentación formal.
  • Autonomía   de la creación poética y  reflexiones metapoéticas.
  • Influencias de la cultura pop (el jazzy el rocanrol; el cine; los cómics; los medios de comunicación;  la publicidad…).
  • Culturalismo  (referencias filosóficas, literarias, artísticas, históricas…).

Pere Gimferrer, miembro    de la Real Academia  desde 1985, es la figura capital de esta generación.  Su  poemario Arde  el mar,  perfecto  ejemplo del  culturalismo y de influencia surrealista, marca un hito en la lírica española. Otras obras destacadas  son: La muerte en Beverly Hills, ambientada  en el   mundo del cine  americano de los años treinta y cuarenta; y  Extraña fruta, donde  practica la técnica de  la visión fragmentada.  Sus obras posteriores  están escritas en catalán.

POESÍA ESCRITA POR MUJERES

   Angela   Figuera   (1902-1985

   Ernestina  de   Champourcín (1905-1995).

  Carmen  Conde   (1907-1996).

  Concha  Zardoya   (1914-2004). 

  Gloria Fuertes (1918-1998).

   María  Victoria Atencia  (1931).

  N Clara Janés  (1940). Pertenece a la Real Academia Española  (2016).

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