Tema
7 parte 2
E. WILLIAM FAULKNER.
Basándose en su propia experiencia, creó el imaginario condado de «Yoknapatawpha» y lo pobló de personajes y referencias que entran y salen de sus novelas para formar un mundo simbólico que ejerce una influencia incuestionable en la creación de otros mundos míticos creados por otros novelistas, como García Márquez, Juan Rulfo o Juan Benet. Carácterísticas de su narrativa son el estilo lento y cuidado, lleno de periodos subordinados; ruptura de la linealidad cronológica para enlazar presente y pasado. En los años treinta llegan sus novelas más complejas y celebradas: El sonido y la furia, Santuario, Luz de Agosto, Absalón, Absalón. En ellas despliega un catálogo de indagaciones sobre voces narrativas y puntos de vista: cuatro narradores en El sonido y la furia, monólogo interior de más de diez personajes en Mientras agonizo, etc.
5. LA NOVELA Y LA SEGUNDA Guerra Mundial
Durante la Segunda Guerra Mundial, numerosas novelas tratarán de indagar en el origen y desarrollo de los totalitarismos europeos (fascismo italiano, nazismo alemán, estalinismo soviético, franquismo español…), reflejar las repercusiones de la guerra en las existencias individuales o retratar la sociedad de posguerra. Entre ellas, destacan:
– Suite francesa, de Irène Nèmirovsky: deportada a Auschwitz en 1942, dejó la novela incomplea. El manuscrito fue custodiado durante sesenta años por sus hijas y no se editó hasta 2004.
– La historia, de Elsa Morante: novela sobre la guerra y sus consecuencias, protagonizada por Ida, una maestra judía, y su hijo Useppe, concebido tras ser violada por un soldado alemán.
– El tambor de hojalata, de Günter Grass: con tres años, Oskar decide dejar de crecer como expresión de rechazo al mundo de los adultos. El relato tiene como fondo el ascenso del nazismo, la guerra y la posguerra.
– Doctor Zhivago, de Boris Pasternak: la novela del escritor ruso narra las vivencias del médico y poeta Yuri Zhivago durante la Revolución rusa y la posterior Guerra Civil.
6. LA NOVELA DE POSGUERRA A PARTIR DE 1945
LOS REALISMOS
la segunda mitad del siglo XX, se desarrollan diversas corrientes narrativas que comparten la voluntad de presentar de un modo fiel la sociedad de época y que rechazan los artificios narrativos y retóricos de la novela experimental. Por un lado, aparece el Realismo norteamericano, conocido como dirty realism (Realismo sucio), en el que un grupo de autores, con un estilo seco y directo, narra las rutinas, decepciones y miserias cotidianas de personajes corrientes, reflejando el reverso del sueño americano. Destacan Charles Bukowski (Cartero), Tobías Wolff (Vida de este chico), Chuck Palahniuk (El club de la lucha). Por otro, el neorrealismo italiano, que critica el pasado fascista o denuncia las penosas condiciones de vida de las clases más desfavorecidas durante la posguerra, con cierta desnudez formal y compromiso con la transformación de la sociedad. Destaca Cesare Pavese, con El oficio de vivir, un diario que se interrumpíó el día que se suicidó.
LOS EXPERIMENTALISMOS.
Desde otro punto de vista, la narrativa halla un fértil cauce de experimentación en tres prácticas relacionadas:
> La fusión de géneros: convirtiéndose así, la novela, en un género multiforme, capaz de asimilar elementos de diversa procedencia. Destacan T. Capote (A sangre fría) o Emmanuel Carrère (De vidas ajenas).
> La metaficción: relatos cuyo eje narrativo es la construcción de una ficción (un personaje autor del relato que lee el lector; el narrador comenta la obra al lector; un personaje habla con su autor; dentro del relato se desarrolla otra narración…). Destaca Nabokov con Pálido fuego.
> La autoficción: préstamo del nombre o de las circunstancias biográficas del autor a un personaje de su novela, acentuando la sensación de indefinición entre realidad y ficción. Destaca Philip Roth con Operación Shylock.
- LA NOVELA EXISTENCIALISTA.
El existencialismo es una corriente de pensamiento surgida en la Europa de entreguerras, cuya influencia se prolonga en los años cincuenta y sesenta. La cosmovisión existencialista se basa en que no existe justificación trascendente que dé sentido a la existencia; que el ser humano ha sido arrojado a una vida sin objeto; y que en un mundo sin Dios, el ser humano es radicalmente libre. Los autores más representativos de esta corriente son Heidegger (Tiempo y ser), Sartre (La náusea, El extranjero, La peste) y Camus (El mito de Sísifo).
LA NOVELA ALEGÓRICA.
Algunas de las novelas posteriores a 1945, constituyen alegorías o parábolas de carácter simbólico de la sociedad, la realidad o la condición humana. Entre sus obras más representativas se encuentran El señor de las moscas, de William Golding, alegoría de la condición humana, que llustra la dificultad de fundar una sociedad sobre los principios de civilización y racionalidad; o Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, metáfora de la sociedad contemporánea, que desprecia valores fundamentales como la solidaridad;
LA NOVELA NEGRA
Es uno de los subgéneros narrativos del Siglo XIX que aún mantienen su vigencia en el Siglo XX. Esta novela presenta una atmósfera asfixiante de miedo, violencia, injusticia, inseguridad y corrupción del poder político que refleja la época de crisis económica, en Estados Unidos, tras la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión de 1929, que da lugar a historias policíacas inspiradas por la entrada en vigor de La Ley Seca y el subsiguiente desarrollo del crimen organizado y el gansterismo. Tanto el detective como los criminales cruzan a menudo la barrera entre el bien y el mal, pero el primero se muestra a veces como un personaje fracasado y cínico que termina salvándose por los pelos, al final, gracias a un rudimentario sentido del honor personal. Destaca Dashiell Hammett, con El halcón maltés.
– LA NOVELA DE CIENCIA FICCIÓN.
La ficción distópica es una rama de la ciencia ficción en la que se conjetura una sociedad futura indeseable, contraria a la utopía o sociedad ideal. En este subgénero destacan obras tan importantes como Un mundo feliz, de Aldous Huxley; La naranja mecánica, de Anthony Burgess; o 1984, de George Orwell. Esta última es uno de los paradigmas de la literatura distópica: la acción se desarrolla en Londres, en el año
1984, en una sociedad totalitaria regida por el «Gran Hermano», que controla, por medio de pantallas, todas las actividades de los ciudadanos.
– LA NOVELA HISTÓRICA.
En las últimas décadas del Siglo XX, la novela histórica ocupó un lugar preeminente, sobre todo en la producción literaria de América latina. Pero, lejos de retomar las convenciones del género instaurado en el Siglo XIX, se apartan de ellas, tanto por su contenido como por su forma. Se trata fundamentalmente de la implementación de técnicas narrativas experimentales e innovadoras como los monólogos interiores, los diálogos, la parodia, la multiplicidad de puntos de vistas, la reflexión del proceso de la escritura y la intertextualidad. Algunas de las obras más destacadas de este subgénero son: Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar; El gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa; o El nombre de la rosa, de Umberto Eco.
7. EL «BOOM» DE LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA. EL Realismo MÁGICO
La narrativa hispanoamericana, en la segunda mitad del Siglo XX, está totalmente Influenciada por esa metamorfosis de la novela que llevaron a cabo los grandes autores europeos y norteamericanos del principios del siglo, Joyce, Kafka, Proust, Faulkner… Por consiguiente, se puede calificar de «Novela experimental», pero expresa un mundo de unas dimensiones muy distintas a las que produjeron sus modelos. Su auge viene marcado por dos momentos determinantes en su desarrollo: el surgimiento innovador del Realismo mágico y la consolidación de esas innovaciones a través de los autores del «Boom». Los autores adquirleron fama universal y alguno de ellos fueron laureados con el Premio Nobel de Literatura: Miguel Ángel Asturias, en 1967, Gabriel García Márquez, en 1982, y Mario Vargas Llosa, en 2010.
7.1. LA RENOVACIÓN DE LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA (1940-1960). A partir de 1940, la novela y el cuento hispanoamericano acogen nuevos temas y emplean novedosas técnicas narrativas que desplazan al Realismo tradicional. En principio, no abandonan los temas políticos, sociales e indigenistas (opresión y postración de los indios, reivindicación de su identidad como la verdaderamente auténtica de Hispanoamérica), pero incorporan temas existencialistas (el destino del hombre, la identidad, el paso del tiempo, la muerte…), el tema de la propia Literatura y, sobre todo, la fantasía (la razón no es suficiente para dar cuenta de la realidad). Las historias incorporan lo mágico, lo maravilloso, lo misterioso, lo inexplicable o lo irracional, como otras parcelas de lo real, que no solo es admisible, sino habitual. Y sus autores acompañan estas innovaciones con un estilo muy elaborado, caracterizado por su exuberancia verbal y la belleza descriptiva. Los autores más significativos de esta renovación son:
– Miguel ÁNGEL Asturias (Guatemala): su obra más relevante es El señor presidente, que retrata las dictaduras hispanoamericanas en una novela llena de elementos caricaturescos, irónicos y surrealistas, con la presencia casi continua de lo irreal y lo onírico.
– ALEJO CARPENTIER (Cuba): en él se combinan la real maravilla de la naturaleza americana y el barroquismo en la expresión, como se puede ver en obras como El siglo de las luces y El reino de este mundo, que narra el resurgir de la República negra de Haití.
– Jorge Luis BORGES (Argentina): su creación se compone de relatos cortos, como algunos libros de cuentos: Ficciones, El Aleph, etc. Los relatos tienden a ser juegos imaginativos que ponen al lector ante insólitos ejercicios intelectuales. El objetivo del autor es plantearnos problemas de carácter metafísico. Entre los temas que usa, encontramos el tema de la identidad, el tiempo cíclico o circular, la presencia de laberintos que simbolizan el universo, las bibliotecas que representan la imposibilidad del conocimiento, los espejos como imagen del desdoblamiento en la personalidad del hombre, los ríos que simbolizan el tiempo que fluye, y por último, la muerte, como final o principio de ese mundo cíclico e ilusorio. J
– UAN RULFO (México): su producción se reduce a una colección de cuentos titulada El llano en llamas y a la novela Pedro Páramo. Las carácterísticas formales de su novela son el desarrollo no lineal de la narración, con recuerdos que fluyen de un modo desordenado, la combinación de varias perspectivas, y la mezcla del lenguaje culto con el popular.
– UAN RULFO (México): su producción se reduce a una colección de cuentos titulada El llano en llamas y a la novela Pedro Páramo. Las carácterísticas formales de su novela son el desarrollo no lineal de la narración, con recuerdos que fluyen de un modo desordenado, la combinación de varias perspectivas, y la mezcla del lenguaje culto con el popular.
7.2. EL «BOOM» DE LA NOVELA HISPANOAMERICANA (1960-1980). La década de los sesenta supone para la novela hispanoamericana una etapa de máximo esplendor con obras como La ciudad y los perros, de Vargas Llosa, Cien años de soledad, de García Márquez, o Rayuela, de Julio Cortázar. A esto se añade la gran difusión internacional y el éxito editorial. Estos novelistas consolidan la línea renovadora iniciada por los autores de la etapa anterior. Existe en sus obras un mayor interés por los espacios urbanos, prosigue el Reallsmo mágico y se tiende a la experimentación y a la narración discursiva. Por lo general, tienden a la novedad respecto a la forma y a la fidelidad respecto al tema: la realidad hispanoamericana vista desde perspectivas distintas, Los enfoques narrativos son variados: se pueden encontrar novelas realistas, pero son muy habituales las narraciones en las que se mezclan elementos reales y sucesos fantásticos que difuminan los límites entre la realidad y la ficción.
TÉCNICAS NARRATIVAS EN LA NOVELA DEL «BOOM».
> Ruptura del tiempo y el espacio, que desintegra la estructura narrativa. Se rompe la linealidad temporal por medio de recursos como la inversión temporal, las historias paralelas o intercaladas, los saltos temporales o el caos temporal.
> La variedad en la perspectiva, con la combinación de distintas personas narrativas. > La diversidad y mezcla de estilos: directo, indirecto libre, monólogo interior…
> La mezcla de lo real y lo mítico.
> La combinación de registros idiomáticos y la creación de términos nuevos (neologismos, que en un autor como Cortázar, llega a convertirse en un idioma que él denomina «giglico» en Rayuela).
> La participación activa del lector.
ESCRITORES DEL «BOOM».
Julio CORTÁZAR (Argentina): en general, tanto en sus cuentos como en sus novelas, hay una búsqueda existencial, un ansia de autenticidad, de libertad y de pureza. Sus textos también incluyen reflexiones sobre la creación y el lenguaje poético (Las armas secretas, Historias de cronopios y de famas, Rayuela). El objetivo de Cortázar es describir el absurdo de la realidad que percibimos.
ERNESTO SÁBATO (Argentina): desde una perspectiva existencialistas y psicoanalítica, sus novelas son «una indagación en las honduras del espíritu humano, en las fronteras de la locura y la lucidez, en lar razones del mal, en la importancia de lo intuitivo y lo irracional, en los enigmas de la existencia»,. (El túnel).
Mario VARGAS LLOSA (Perú): su obra, La cludad y los perros, sorprendíó por la sofisticación de su técnica narrativa; esta novela es a la vez una mordaz critica de la crueldad y la corrupción en un colegio militar peruano y, por extensión, de la sociedad peruana. En ella se representa el mundo cerrado de un coleglo militar, en el que se exalta la violencia y el machismo, en un monólogo interior del fluir de la conciencia y con multiplicidad de puntos de vista. Otra de sus obras más destacadas es La fiesta del chivo.
CARLOS FUENTES (México): sus experiencias de lucha contra la discriminación de México en los Estados Unidos, le llevó a examinar más de cerca la cultura mexicana. Su novela, La muerte de Artemio Cruz, es una radiografía de la historia de México. Describe la vida de un ex revolucionario mexicano en su lecho de muerte, que recuerda cómo, después de la Revolución, fue perdiendo sus ideales a la par que el amor de la única mujer que de verdad lo amó. Evoca también su matrimonio con la hija de un terrateniente y cómo las relaciones de su familia política le permitieron amasar una inmensa fortuna. Otros trabajos importantes incluyen, Aura, Terra Nostra, y la novela post-boom Gringo Viejo.
– GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (Colombia): en Cien años de soledad se narra la saga de la familia Buendía a través de distintas generaciones hasta su extinción. La historia transcurre en Macondo, ciudad ficticia, símbolo de Colombia y de la América hispana. El deslumbrante lenguaje poético de la narración oscila entre lo épico y lo trágico, lo hiperbólico y lo paródico. El tratamiento circular del tlempo da a entender que todo lo que ha sucedido volverá a suceder de manera fatal. La vida, el amor, las pasiones incestuosas, la frustración, la muerte, la magia, la naturaleza y los conflictos político- sociales son los grandes temas de una novela que guarda un evidente paralelismo con La Biblia. Otras de sus obras son: El coronel no tiene quien le escriba, Crónica de una muerte anunciada, o El amor en los tiempos del cólera.
– Augusto ROA BASTOS (Paraguay): la narrativa de este autor gira alrededor de la realidad de su país y de las condiciones de vida de su gente: injusticias flagrantes, los aspectos maléficos del poder, el dictador, etc. Algunas de sus obras importantes son Yo, el supremo o Hijo de hombre.
7. 3. ÚLTIMOS NOVELISTAS. EL «POST-BOOM» (1980-2012). La riqueza y variedad de la narrativa hispanoamericana no se ha detenido en los últimos años. Los autores mencionados y muchos otros, cuentan con una obra amplia y de gran calidad que continúa desarrollándose. Pero por otro lado, han surgido nuevos escritores en todos los países y algunos han alcanzado una gran difusión internacional. Esta etapa viene marcada por la variedad de tendencias, el abandono de la experimentación con una escritura lineal y transparente. Algunos de sus representantes son: Isabel Allende, con La casa de los espíritus; Roberto Bolaño, con Los detectives salvajes; y Laura Esquivel, con Como agua para chocolate.