Obras Maestras del Renacimiento y Barroco: Escultura, Pintura y Arquitectura


La Piedad de San Pedro del Vaticano

Miguel Ángel

Fecha/Época: Siglo XVI

Estilo: Renacimiento (Cinquecento)

Miguel Ángel adoptó una solución del hombre maduro yaciendo muerto en el regazo de una mujer joven. María es más joven que su hijo, se muestra así eternamente virgen. Su rostro, ligeramente inclinado, es de una belleza perfecta, no muestra señales de sufrimiento, pero sí una gran humanidad. La figura de Cristo es más patética. La composición es piramidal, contrarrestada por la figura quebrada de Cristo. La escultura demuestra una absoluta maestría técnica. Es su única obra que aparece firmada; en la cinta que cruza el pecho de la Virgen se lee: Michelangelus Bonarrotus Florentinus Faciebat.

La Gioconda

Leonardo da Vinci

Fecha/Época: Siglo XVI

Estilo: Renacimiento (Cinquecento)

Leonardo no habla en sus escritos de este cuadro, únicamente Vasari se refiere a él. Se desconoce quién es el personaje retratado y se habla de que pudiera ser una amante de los Médici. La disposición de la figura es en cierto modo al gusto cuatrocentista, pero la disposición de los brazos es propia del Cinquecento. Siempre hubo una gran relación entre este cuadro y Leonardo, que siempre lo llevaba consigo y lo sometía a numerosos retoques. Utiliza la técnica del sfumato, prescinde del dibujo. El personaje se idealiza y se quieren captar sus cualidades físicas y morales. Se han dado múltiples interpretaciones a la misteriosa sonrisa. Destacan además las manos, bellísimas. El paisaje destaca por sus suaves tonos, es un paisaje irreal y misterioso, similar al de La Virgen, el Niño y Santa Ana.

La Escuela de Atenas

Rafael Sanzio

Fecha/Época: Siglo XVI

Estilo: Renacimiento (Cinquecento)

Este complejo pictórico se sitúa en la Stanza della Segnatura, donde Rafael pintó un complejo programa iconográfico sobre la relación entre la sabiduría clásica y la revelación cristiana. Se observa una gran influencia de los frescos de la Capilla Sixtina, que acababa de ser terminada por Miguel Ángel.

La Escuela de Atenas es un fresco situado en uno de los muros principales de esta Stanza. La composición se sitúa dentro de un encuadre arquitectónico propio de Bramante, probablemente se trate de la Basílica Vaticana que en ese momento se encontraba construyéndose. Podemos observar en el centro de la composición las figuras de Aristóteles y Platón, discutiendo. El primero manifiesta su pensamiento señalando el suelo, el mundo sensible, mientras que el segundo señala con el Timeo el cielo, el mundo de las ideas. Se dice que Rafael pintó a estos con las caras de Leonardo y el Papa Julio II. Más debajo de la composición, podemos ver a un hombre apoyado sobre un sillar de mármol, apartado del resto, este parece ser Miguel Ángel.

Creación de Adán

Miguel Ángel Buonarroti

Fecha/Época: Siglo XVI

Estilo: Renacimiento (Cinquecento)

En la Creación de Adán, el Creador (a la derecha) parece infundir vida en el ser humano (a la izquierda) con el contacto de su dedo. Sin embargo, el Creador, que se acerca lo máximo posible para su acción, no parece hacer reaccionar a Adán, quien desnudo y cómodo, ligeramente vuelve la cabeza a Dios, y no estrecha el dedo el máximo para poder llegar a tocárselo a Dios. La figura que aparece junto con Dios en su brazo izquierdo parece ser Eva, quien está con los ojos bien abiertos y una irremisible expresión de miedo.

Juicio Final

Miguel Ángel Buonarroti

Fecha/Época: Siglo XVI

Estilo: Renacimiento (Cinquecento)

La percepción clasicista que aparecía en los frescos del techo de la capilla desaparece para convertirse en un desbordamiento dramático, ya dentro del Manierismo. Refleja la crisis espiritual que vivió Roma con el saco de 1527. Es la apoteosis del desnudo humano la que aparece en todas las posiciones, es el caos absoluto provocado por la desobediencia humana a las leyes de Dios, la llegada de los Jinetes Apocalípticos. En el centro aparece un Cristo juez con la expresión terrible, casi como un Hércules pagano. A derecha e izquierda aparecen los que se salvan de la terrible condena, y los que sufren dicha condena se sitúan en un movimiento helicoidal. La piel que podemos observar en la mano de San Bartolomé se suele interpretar como un autorretrato del pintor. Esta composición pictórica fue víctima del cambio de sensibilidad que trajo consigo el Concilio de Trento, ya que se ordenó a Daniel de Volterra que cubriese las excesivas desnudeces del fresco, considerado impúdico. La influencia de este fresco fue decisiva en el Manierismo de la segunda mitad de siglo.

Baldaquino de San Pedro del Vaticano

Gian Lorenzo Bernini

Fecha/Época: Siglo XVII

Estilo: Barroco

En el centro de la Basílica, bajo la cúpula, aparecía un inmenso espacio vacío. En razón de las proporciones del edificio, llenar este hueco era trabajo no de decoradores, sino más bien de arquitectos. Bernini, el encargado de realizar la empresa, erigió un baldaquino, es decir, hizo en bronce de enormes dimensiones el dispositivo de tela que solía cubrir al Santo Sacramento en las procesiones. Reunió en él dos cualidades que aparentemente eran inconciliables: inmensidad y ligereza (inmensidad para llenar el espacio, y ligereza para no romper la perspectiva). Sobre pedestales de mármol con las abejas del escudo pontificio, cuatro columnas salomónicas en bronce suben hasta un armazón adornado con una cortina con borlas. Volutas invertidas se unen en el centro y lo corona una cruz. En las esquinas sitúa ángeles alados con colgaduras al viento. Aquí Bernini utiliza la arquitectura como una inmensa escultura. El baldaquino es un elemento esencial de la Basílica, se asocia directamente con la cúpula como si los primeros constructores lo hubiesen pensado en el proyecto inicial. El empleo de la columna salomónica pasó del baldaquino a convertirse en un elemento distintivo del barroco. En este caso presenta ventajas sobre la columna recta, como la de acentuar el movimiento, de prevenir el efecto de masa. La falta de bronce para realizar esta colosal obra, no hizo dudar a Urbano VIII en fundir bronce del Panteón.

San Carlino: Exterior y Planta

Francesco Castelli (Borromini)

Fecha/Época: Siglo XVII

Estilo: Barroco

Es una iglesia de convento muy pequeña, en la que en tan estrecho espacio obtuvo extraordinario efecto de gracia. En la fachada, como se puede apreciar, juega con los espacios curvos con gran soltura acusando las cornisas y destacando las columnas, que son exentas. La fachada queda convertida en una superficie ondulada cuya parte central avanza de forma convexa, y las laterales se retraen. Las columnas son gigantes y el entablamento se adapta dócilmente a la sinuosidad de la pared, que olvida todo el rigor clasicista. El interior es de planta oval, pero también ondulante. Dieciséis columnas rodean este óvalo consiguiendo un efecto de movimiento en la pared.

Plaza de San Pedro

Gian Lorenzo Bernini

Fecha/Época: Siglo XVII

Estilo: Barroco

Tras el pontificado de Inocencio X, Bernini se ve otra vez auspiciado de la mano de Alejandro VII Chigi, el cual trata de hacer de la arquitectura el modo más evidente de exaltación del poder estatal del pontífice. Así encarga a Bernini el diseño de la Plaza de San Pedro, construida entre 1656 y 1667, con el fin de crear un sitio capaz de acoger grandes congregaciones de fieles y corregir en parte el efecto de la ampliación del brazo oriental de la basílica. El proyecto original pretendía la construcción de una plaza cerrada, con dos brazos laterales y un tercero que la aislaba, creando un espacio diferenciado y recoleto. Tras este tercer brazo de la plaza se encontraba originalmente una manzana de casas, el Borgo Leonino, adaptándola así al contexto urbanístico. Este tercer brazo no se llegó a construir, quedando la plaza con un aspecto muy similar al actual. El diseño de la plaza simboliza al pontífice coronado con la tiara (cúpula de San Pedro) y con los brazos abiertos, acogiendo a toda la cristiandad. Otro de los proyectos presentados por Bernini simbolizaba a Cristo crucificado. Además, el pontífice exigió que la plaza permitiera que todos los situados en ella vieran cómodamente la Lonja de las Bendiciones y las estancias vaticanas, desde donde se realizan las bendiciones papales. La Plaza de San Pedro se compone en realidad de dos plazas tangentes, una de forma trapezoidal y otra elíptica. La plaza trapezoidal se cierra hacia nuestro frente reduciendo ópticamente la fachada de Maderno y logrando que los espectadores situados en la plaza elíptica perciban la concepción original de la cúpula de Miguel Ángel. Las columnas se encuentran organizadas radialmente en torno al punto de generación de la elipse, creando un espacio desbaratado ópticamente. El estilo cultivado por Bernini es bastante clásico, casi arqueológico, con un sentido muy sobrio en el uso del orden toscano, aunque dinámica y escenografía es barroco. El uso de columnas con balaustradas y estatuas nos recuerda a Palladio en el Teatro Olímpico. Un eje tetrástilo de columnas pareadas rompe la monotonía de los tramos medios.

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