Oposición Política al Régimen de la Restauración en España


II. Oposición Política al Régimen de la Restauración

La Restauración borbónica excluyó de la vida política a amplios colectivos socio-políticos. Eran grupos diversos y heterogéneos, que de diversas formas se opusieron al régimen canovista. Destacamos:

Carlismo

Tras su derrota militar en 1876, los carlistas desaparecieron de la escena pública. Pero desde 1890, el carlismo se reorganizó y fundó el partido Unión Católica. Estos carlistas, llamados “neocatólicos”, rechazaban la vía armada y hacían una defensa intransigente de la religión católica y la Iglesia. Algunos carlistas se integraron también en el naciente nacionalismo catalán y vasco.

Republicanismo

A pesar del fracaso de la I República, los ideales de un Estado republicano progresista y democrático seguían vivos en muchos españoles. Los republicanos eran muy débiles porque estaban divididos en multitud de partidos pequeños:

  • El Partido Posibilista o republicano histórico. Es el más moderado, su líder era Emilio Castelar. Su base social era la burguesía y las clases medias urbanas, acabará integrándose en el Partido Liberal de Sagasta.
  • El Partido Republicano Progresista de Ruiz Zorrilla y Salmerón, mantuvo su republicanismo más radical, apoyando motines y levantamientos a favor de la República.
  • El Partido Federal de Pi i Margall, a finales del s.XIX este republicanismo se integró en gran parte en los movimientos nacionalistas, vasco, catalán y gallego.

En 1893 se creó Unión Republicana en un intento de reunificar en un solo partido a federalistas, centralistas y progresistas.

Movimiento Obrero

Durante los primeros años de la Restauración, el movimiento obrero tuvo poca actividad pues las libertades de reunión, asociación y expresión estaban recortadas. Además, estaba dividido y enfrentado entre anarquistas radicales y socialistas marxistas, y muchos trabajadores apoyaban más a las fuerzas republicanas que a organizaciones obreras. Los focos industriales y algunas zonas campesinas fueron las cunas del movimiento obrero.

Anarquismo

El anarquismo fue la primera y principal corriente ideológica del movimiento obrero español. Sus orígenes en España se encuentran en el Sexenio Revolucionario, cuando la I Internacional difundió las ideas anarquistas entre el proletariado de la mano de Fanelli. El anarquismo tuvo sus focos en la Barcelona industrial y en la Andalucía campesina. El anarquismo combatía toda forma de autoridad impuesta (el capitalismo, el Estado, la Iglesia y el ejército) y pretendía establecer el “comunismo libertario”. Para ello, rechazaba la política y los partidos, defendiendo la creación de sindicatos, “el anarcosindicalismo”. Su principal problema fue su desorganización y la inconstancia de sus acciones revolucionarias.

En 1881 se fundó la primera organización anarquista, la FTRE, la Federación de Trabajadores de la Región Española. El anarquismo practicó la acción directa, es decir, el terrorismo. Los anarquistas cometieron muchos atentados sangrientos fuertemente castigados por el gobierno. En 1883, el campo andaluz sufrió las acciones de la organización La Mano Negra, que exigía el reparto de tierras. En la década de 1890, fue Barcelona el escenario del terror anarquista. La colocación de bombas y los asesinatos endurecieron la represión estatal. La policía detuvo a cientos de trabajadores y se cerraron periódicos obreros. En los juicios de Montjuic, se condenaron a un buen número de militantes anarquistas. La reacción fue el asesinato, en 1897, del político conservador Cánovas, a manos de un terrorista. La legislación todavía se endureció más y la policía y el ejército lograron desarticular el anarquismo violento a finales del XIX.

Socialismo

El primer socialismo español comenzó también en el Sexenio Democrático, con la difusión del marxismo por el socialista Lafargue. Ya en la Restauración, en 1879, en Madrid, un grupo de tipógrafos fundaron en la ilegalidad el PSOE. Su fundador y primer presidente fue Pablo Iglesias. El socialismo siempre tuvo menos importancia en España que el anarquismo. Defendía la política, la participación en las elecciones y la presencia en las Cortes para defender al proletariado. Sus métodos de lucha fueron la protesta, las manifestaciones, mítines, huelgas e incluso la revolución social, pero nunca emplearon el terrorismo. Su idea era la de un partido político fuerte y consolidado, pero tuvo pocos afiliados.

En 1888, el PSOE fundó su propio sindicato, la UGT, que debía obediencia a las órdenes del partido. Además, los socialistas crearon las Casas del Pueblo, centros de reunión de los obreros de una localidad. Desde 1890, el PSOE celebró el 1º de Mayo como Día Internacional del Trabajo, donde se reclamaban las 8 horas de jornada laboral. El socialismo tuvo éxito entre los mineros de Asturias, los trabajadores de Madrid y el proletariado de los Altos Hornos de Bilbao. Con los años, el PSOE ganó afiliados y fuerza, pero siempre por detrás del anarquismo.

Regionalismo-Nacionalismo

El nacionalismo surgió en algunas regiones españolas a finales del XIX, como Cataluña, Euskadi o Galicia. Al principio, tuvo solo connotaciones culturales, con el objetivo de recuperar la lengua, la historia y la cultura autóctonas de cada región “hecho diferenciador”.

Más tarde, este regionalismo cultural se volvió nacionalismo político, con demandas de autogobierno, un Estado descentralizado y proteccionismo económico para su industria. Las versiones más radicales del nacionalismo, como el vasco, exigían la soberanía y la independencia. El nacionalismo expresó el malestar y descontento de las burguesías periféricas frente al centralismo de la minoría dirigente española de Madrid, sorda a los problemas de las regiones.

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