Orígenes y Evolución del Movimiento Obrero: Desde el Ludismo hasta la Segunda Internacional


El Movimiento Obrero y la Lucha por los Derechos Laborales

El movimiento obrero surgió como respuesta a la creciente conflictividad social durante la industrialización. A diferencia de las sociedades del Antiguo Régimen, donde los conflictos sociales eran eventualmente suprimidos, la industrialización trajo consigo nuevas formas de organización y acción. La abolición del Antiguo Régimen liberó a campesinos y artesanos de las cargas feudales, empujándolos hacia las fábricas. La abundancia de mano de obra, sin embargo, resultó en condiciones de contratación precarias y bajos salarios, generando un caldo de cultivo para el descontento social. Esta conflictividad se canalizó hacia la mejora de las condiciones laborales, la reducción de la jornada laboral y el aumento de los salarios. Además, los trabajadores comenzaron a luchar por la obtención de derechos políticos.

Sociedades de Socorros Mutuos, Sindicatos y la Grand National Consolidated Trades Union

Las Sociedades de Socorros Mutuos fueron asociaciones de trabajadores que brindaban auxilio a sus miembros en caso de accidente, enfermedad o muerte. Por otro lado, el término sindicato, de origen francés, se consolidó a finales del siglo XIX para designar a las asociaciones de trabajadores dedicadas a la defensa de sus intereses. En 1834, en Gran Bretaña, se formó la Grand National Consolidated Trades Union, una unión nacional de oficios que representaba un importante paso en la organización obrera.

Ludismo y Cartismo: Primeras Manifestaciones de Protesta

El ludismo surgió como reacción a las primeras aplicaciones de las máquinas textiles, que a menudo empeoraban las condiciones de trabajo. Los trabajadores, inspirados por la figura de Ned Ludd, enviaban comunicados amenazantes a los empresarios como forma de protesta. El cartismo, un movimiento de gran envergadura, buscaba obtener derechos políticos para los trabajadores. La Asociación de Trabajadores de Londres redactó la Carta del Pueblo, que exigía, entre otras cosas, el sufragio universal masculino y el voto secreto. Este movimiento movilizó a una gran cantidad de trabajadores con el objetivo de democratizar el Estado. Aunque el Parlamento británico rechazó en tres ocasiones las peticiones de la Carta y el gobierno reprimió las huelgas e intentos de insurrección, el cartismo se debilitó sin alcanzar sus objetivos. No obstante, su importancia radica en haber anticipado las acciones de reforma social.

Socialismo Pre-Marxista: Owen, Saint-Simon y Proudhon

El término socialismo comenzó a utilizarse tras la revolución de 1830, con un enfoque en la eliminación de la desigualdad social. Sus planteamientos iniciales se oponían al capitalismo y proponían modelos de sociedades sin explotación. Robert Owen, influenciado por las ideas de Rousseau y David Ricardo, promovió la organización en cooperativas como alternativa al capitalismo. Saint-Simon abogó por la aplicación del progreso técnico a la producción y por una élite científica que dirigiera la organización social. Proudhon, por su parte, denunció la propiedad privada como la raíz de la desigualdad y sus ideas antiautoritarias lo convirtieron en un precursor del anarquismo.

Socialismo Marxista y Anarquismo: Dos Visiones Revolucionarias

El socialismo, formulado por Marx y Engels, tenía como objetivo principal la abolición de la propiedad privada, considerada la causa de la división social entre el proletariado y la burguesía. Para lograrlo, proponían una revolución liderada por el proletariado bajo la dirección del partido socialista, que les permitiría acceder al poder. Una vez en el poder, el proletariado establecería una dictadura transitoria para reemplazar la propiedad privada por la colectiva y construir una sociedad sin clases. El anarquismo, desarrollado por Proudhon y Bakunin, buscaba la máxima libertad individual, oponiéndose a cualquier forma de limitación, como la religión o el gobierno. Bakunin proponía una revolución protagonizada por sectores sociales como el campesinado, tras la cual el Estado sería reemplazado por comunas de producción.

La Primera Internacional (AIT): Organización y Disputas

En 1864, se celebró en Londres la primera reunión de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), con el objetivo de organizar el movimiento obrero a nivel internacional. La AIT estaba compuesta por un grupo heterogéneo que incluía marxistas, anarquistas, tradeunionistas y cartistas. Los enfrentamientos entre Marx y Bakunin fueron prominentes, especialmente en lo que respecta a la concepción del Estado. Mientras que para el marxismo el Estado era esencial en la revolución, para el anarquismo era la fuente de todos los males y debía ser abolido. Otras diferencias radicaban en el papel del individuo y la base social de la revolución: los marxistas se apoyaban en los obreros industriales, mientras que los anarquistas veían al campesinado como el motor del cambio. Las disputas internas culminaron con la expulsión de los anarquistas y la disolución de la AIT en 1876.

La Comuna de París: Un Breve Experimento Revolucionario

La Comuna de París, que duró desde marzo hasta mayo de 1871, surgió tras la derrota de Francia en la guerra franco-prusiana. El vacío de poder dejado por la huida del gobierno del Segundo Imperio a Versalles propició una revolución democrática en París. Se organizaron elecciones en los distritos de la capital y se formó una asamblea controlada por el poder popular. Sin embargo, el ejército de la Tercera República reprimió duramente la experiencia comunal. Este evento tuvo repercusiones en la AIT: Marx atribuyó el fracaso a la falta de un programa político definido, mientras que Bakunin valoró la espontaneidad del movimiento. Estas diferencias contribuyeron a la expulsión de los anarquistas de la AIT en el Congreso de 1872.

La Segunda Internacional: Unidad y Fracaso

La Segunda Internacional se fundó en París en 1889, con la participación de delegados socialistas de la mayoría de los países europeos. De esta reunión surgieron decisiones y símbolos que se convirtieron en referentes para los trabajadores. Los temas principales debatidos incluyeron la participación de los partidos obreros en la política, la revisión del problema colonial y la importancia de los intereses nacionales por encima de los internacionales. La Segunda Internacional fracasó con el estallido de la Primera Guerra Mundial.

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