Pacto Antikomintem


5.2. Nazismo alemán

Alemania fue uno de los países más golpeados por la crisis económica de principios de los 30. Su efecto en la moral de la población fue agravado por el recuerdo de la debacle económica de los primeros años de la década anterior, lo que estimuló la aparición de un sinnúmero de organizaciones de corte nacionalista. Adolfo Hitler se transformó en el líder de una de estas pequeñas asociaciones, el Partido Obrero Alemán, al que rebautizó como Partido Nacional Socialista de Trabajadores Alemanes y dotó de una milicia armada. La tensión política y social iba en aumento y el gobierno fue ineficaz para salir del trance. En un ambiente marcado por la violencia de las
milicias nazis, Hitler exigió que se le entregara el poder. Al mismo tiempo, el apoyo al Partido Comunista aumentaba, lo que permitió a Hitler obtener el respaldo de los empresarios, quienes ante el temor de un triunfo comunista, pidieron que se le entregase el gobierno. Hitler llegó al poder en enero de 1933, nombrado en el cargo de Canciller, equivalente a un primer ministro, ya que su Partido Nazi era el que tenía más representantes en el Reichstag, el parlamento alemán. Es decir, Hitler llegó al poder por la vía democrática. Hitler, de ahí en adelante llamado Führer (líder), por el pueblo alemán, concentró los cargos de Canciller, Presidente y Jefe de las Fuerzas Armadas e implantó una política de persecución contra judíos, minorías étnicas, homosexuales y adversarios políticos en general. Puso fuera de la ley, primero, al Partido Comunista y luego a los demás partidos políticos. Envió a sus líderes a campos de concentración, suprimió las libertadas individuales y sembró el terror. El régimen nazi impuso una nueva política económica, fundada en un estricto dirigismo estatal que organizaba la producción, los salarios y el mercado. Su principal objetivo era lograr la autonomía total respecto a los mercados extranjeros en vista a la preparación de la guerra. El plan económico impulsado hizo que Alemania fuese, en 1939, nuevamente una potencia industrial de primer orden.

5.3.Japón


Japón fue una de las naciones más afectadas por la crisis económica y las medidas proteccionistas del resto de los países no hicieron más que agravar su situación. Al igual que en Alemania e Italia, la salida de la crisis radicó en la expansión militar, que permitió estimular la industria. Sin implantar un régimen fascista ni personalista, los militares consiguieron una influencia determinante en el gobierno japonés. Aunque no tomaron el poder, sus dirigentes –miembros de organizaciones ultra nacionalistas– tenían la autoridad necesaria para orientar las decisiones de gobierno, al que impulsaron hacia el totalitarismo. Su influencia fue determinante en la renovación
del imperialismo japonés

Segunda guerra:


Las ambiciones alemanas


Hitler elaboró un plan cuyo designio era conducir a Alemania al dominio de Europa y luego del resto del mundo. La primera etapa era deshacerse de las trabas impuestas al potencial alemán por el Tratado de Versalles, lo que implicaba re-militarizarse y volver a ocupar los territorios desmilitarizados. Luego correspondería la anexión de todos los pueblos de raza aria y, por último, la conquista de los países limítrofes que constituían el “espacio vital” de Alemania. Para alcanzar el primer objetivo, Hitler volvió a equipar al ejército, la marina y la aviación. Abandonó la Sociedad de las Naciones y, en 1936, violó las disposiciones del Tratado de Versalles al volver a militarizar Rhenania. En 1938 llevó a cabo el Anschluss, la anexión de Austria, nación que consideraba parte integral de los pueblos alemanes. La unión fue ratificada por alemanes y austriacos en un plebiscito que arrojó un 97 por ciento de votos a favor. Ese mismo año, invadió la región de los Sudetes, en Checoslovaquia. Hitler justificó la invasión argumentando que el pueblo que habitaba los Sudetes era de origen alemán y conservaba su cultura.

6.2.

Las ambiciones italianas


Italia se había integrado tarde y en malas condiciones a la carrera imperialista, de modo que sus posesiones coloniales no constituían un aporte concreto  al poderío italiano. Mussolini estaba decidido a cambiar esta situación, pues creía que una política imperialista le permitiría asegurar su posición económica e internacional. En el continente africano solo quedaban dos territorios sin conquistar: Liberia y Etiopía. Esta última era reconocida como un país independiente e integraba la Sociedad de las Naciones. En 1935 Mussolini la invadió, argumentando que continuaba siendo una sociedad feudal.

La política de no intervención de Gran Bretaña y Francia


A pesar de que las acciones alemanas e italianas tensaron el ambiente diplomático europeo, Francia y Gran Bretaña actuaron de acuerdo a una política de
moderación y neutralidad. En ambos países, tanto los encargados del gobierno como la opinión pública, estaban a favor de una política antibelicista, motivada, en gran medida, por el recuerdo de los horrores de la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias. Ambos países confiaban en su capacidad para aislar diplomáticamente a Alemania, para lo cual acercaron posiciones con la URSS e Italia. La URSS firmó en 1932 un pacto de no agresión con Francia y en 1934 fue admitida en la Sociedad de las Naciones. Italia, por su parte, acordó no dirigir sus ambiciones imperiales hacia la región del Danubio, a cambio de concesiones territoriales en África oriental y la aceptación francesa de la conquista de Etiopía. Pero, Italia y Alemania se acercaron diplomáticamente y formaron un frente fascista, consagrado por la firma de un protocolo general que creó un frente anti-bolchevique, constituyendo el Eje Berlín-Roma. Aun así, Francia e Inglaterra continuaron con su política de “apaciguamiento”,
entregándole Checoslovaquia a Hitler en 1938.

Triunfos de Hitler (1939-1941)



En octubre de 1938, Hitler declaró abiertamente su intención de incorporar Danzig, territorio polaco, a Alemania y, de esa manera, unir el territorio alemán a Prusia oriental a través de la creación de un “corredor” de caminos y líneas férreas. En vista de la posible invasión a Polonia y de la firma del Pacto de Acero entre Alemania e Italia, Francia y Gran Bretaña decidieron, finalmente, acercarse a la URSS y formar una alianza. Sin embargo, Stalin desconfiaba de sus aliados occidentales, suponiendo que animaban a Alemania en sus pretensiones orientales. En consecuencia, firmó un pacto de no-agresión con Alemania en 1939. A continuación, Hitler emprendió las siguientes acciones:

En 1939 invadió Polonia provocando la declaración de guerra de la Entente. Los territorios polacos fueron divididos con la URSS. Posteriormente,
Alemania obligó a Hungría, Rumania y Bulgaria a integrarse al Eje.

En segundo lugar, invadió Dinamarca y Escandinavia, estableciendo su dominio en el mar Báltico, lo que le aseguraba el suministro de materias primas y un puesto de avanzada para la invasión de Inglaterra.

Se consagró a la conquista de Occidente. Comenzó con la ocupación de Holanda, Bélgica y Francia, la que firmó el armisticio en junio de 1941.

Intentó invadir Gran Bretaña sometiéndola a sucesivos ataques aéreos. Sin
embargo, la defensa inglesa, que contaba con aviones más rápidos y modernos, así como con el único sistema de radar en el mundo que permitía prever los ataques aéreos, logró resistir al ataque. Desde ese momento se transformó en el bastión de la lucha contra el nazismo

En el Mediterráneo, Alemania se vio obligada a prestar su apoyo a Italia que, en 1941, había lanzado una campaña contra Grecia. El ataque comenzó con la toma de Yugoslavia, paso obligado hacia los Balcanes, y concluyó el 20 de mayo de 1941 con la derrota griega.

El 22 de junio de 1941 comenzó la conquista de la URSS que, mal preparada, no pudo impedir el avance de las tropas nazis hasta la ciudad de Kiev. La ruptura del pacto de no-agresión fomentó el acercamiento de EE.UU. y Gran Bretaña a Stalin, al que aseguraron su apoyo irrestricto.
Pearl Harbor: EE.UU. ingresa al conflicto (1941)
El 27 de septiembre de 1940 Japón firmó el Pacto Tripartito con Alemania e Italia, conformando una alianza de tendencias nacionalistas y fascistas. La polí- tica imperialistade Japón, que le había llevado a la conquista de Manchuria, había continuado con la declaración de guerra a China en 1937 y un avance sobre Asia y sus costas e islas del Pacífico. Si bien el presidente de EE.UU., Franklin D. Roosevelt, era consciente de la amenaza japonesa, priorizó prestar ayuda económica a Gran Bretaña antes que embarcarse en una guerra contra las fuerzas niponas. El 7 de diciembre de 1941, Japón lanzó un ataque sorpresa sobre una base naval de EE.UU. en el
Pacífico, Pearl Harbor, destruyendo la mayor parte de las fuerzas estadounidenses en el área. El factor sorpresa del ataque permitió a los nipones controlar la
zona en algunas horas. El ataque de Pearl Harbor decidió a EE.UU. a entrar plenamente en la contienda.

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