¿QUÉ CAUSA LA MIGRACIÓN IRREGULAR?
Las causas de la migración irregular pueden sintetizarse en cinco categorías: las leyes y regulaciones nacionales; las contradicciones que surgen de la globalización neoliberal; la agencia individual y colectiva de los migrantes; las actividades de la <<industria de la migración>>; y la vulnerabilidad de grupos específicos.
Las leyes y regulaciones nacionales
Si vivíéramos en un mundo de libertad para la movilidad humana –una demanda tanto de los economistas liberales (Bhagwati, 2003; Nayar, 1994; Straubhaar, 2002) como de los defensores de los derechos humanos (Harris, 2002; Hayter, 2001; Pécoud y de Guchteneire, 2007)–, por definición no podría haber migración irregular. Las fronteras abiertas serían la manera más simple de eliminar la migración irregular, pero las consideraciones políticas detienen a los gobiernos para adoptar este remedio. La irregularidad puede ser vista, por ende, como una consecuencia de leyes y regulaciones, que etiquen a ciertas formas de movilidad como legal y deseable, y a otras como ilegal e indeseada. El derecho de un Estado para controlar el ingreso a su territorio con frecuencia es visto como un aspecto duradero de la soberanía nacional. Las preocupaciones de los Estados por decidir quién puede ser un ciudadano y a quién se permitirá el ingreso al territorio de un Estado pueden estar vinculadas a los procesos de construción de la nacíón. Esto se dio en las naciones occidentales en los siglos XIX y XX, pero bastante tarde en países postcoloniales de América Latina, Asía y África.
Sin embargo, la preocupación por la <<migración ilegal>> es un fenómeno bastante reciente, asociado con la rigidización de los controles fronterizos y las regulaciones en el trámite de pasaportes durante el Siglo XX. Una revisión histórica realizada por Düvell (2006: 21-29) revela un muy escaso uso del concepto de migración ilegal antes de la Segunda Guerra Mundial. Surgíó con mayor fuerza tras el abandono de los esquemas de reclutamiento de fuerza de trabajo migrante de parte de las naciones europeas a mediados de los años setenta. La politización de la migración y el asilo se tornó exagerada después de 2001: los medios de comunicación y en particular la derecha representaban a la <<migración incontrolada>> como una amenaza a la seguridad, y la opinión pública en muchos países de inmigración se tornó cada vez más hostil. Como consecuencia de la <<securitización>> de la migración (Bigo y Guild, 2005; Guild, 2009), el público por lo general sostiene ideas altamente infladas en cuanto al volumen de la migración irregular, en tanto que los políticos de centro y de izquierda con frecuencia temen que se les vea como <<débiles>> en cuanto a la migración si no adoptan medidas de control enérgicas.
Los Estados modernos no tratan igual a todos los migrantes, sino que, en cambio, seleccionan y diferencian según sus intereses nacionales percibidos. La selectividad implica privilegiar a ciertas personas como adecuada para el ingreso y residencia y rechazar a otras, a veces con base en la nacionalidad, etnicidad o raza. Por ejemplo, hasta los años sesenta, Estados Unidos, Australia y Canadá excluían en gran parte a los no europeos. En la actualidad, las organizaciones regionales –como ECOWAS en África y MERCOSUR en América Latina– tienen reglas preferenciales para la admisión de nacionales de otros Estados miembros. La Uníón Europea va más allá con su legislación referente a la libertad de movimiento de los ciudadanos de la Uníón Europea hacia otros Estados miembros, en combinación con una regulación estricta para el ingreso de ciudadanos de <<terceros países>>. La diferenciación refiere a la discriminación entre ingresos potenciales sobre la base de criterios económicos como la escolaridad y la capacitación (lo que suele denominarse <<capital humano>>), el tipo de migración o el sexo. Prácticamente todos los países industrializados han introducido reglas preferenciales de ingreso y residencia para atraer estudiantes y migrantes altamente calificados hacia los sectores de la tecnología de la información (TI), ingeniería, ciencia y medicina. Al mismo tiempo, los Estados industrializados afirman constantemente que necesitan pocos, incluso ninguno, trabajadores con escasa calificación provenientes de otros países. No obstante, la demanda de los patrones de ese tipo de trabajadores sigue siendo vigorosa (CEC, 2005) y una cantidad considerable de trabajadores continúa llegando para cubrir esa demanda de fuerza de trabajo, aun sin contar con un estatus de inmigración legal.
Un tema central en el ámbito nacional es, pues, la contradicción entre el Estado y el mercado: quienes diseñan las políticas buscan admitir únicamente a aquellos migrantes que ellos o el público piensan que son económicamente productivos y socialmente aceptables, mientras que los patrones demandan trabajadores de todo tipo y distintos niveles de capacitación. Es frecuente que las reglas de migración den la señal a los migrantes de que se queden fuera, mientras que el mercado les de la señal de que son bienvenidos. A veces, los gobiernos utilizan las aprehensiones de los migrantes irregulares como una manera de apaciguar la opinión pública, mientras que permiten tácitamente la migración irregular de fuerza de trabajo para que cubra las demandas de los patrones. Estados Unidos, Malasia, japón, Reino Unido y muchos otros Estados han hecho esto de varias maneras. Algunos patrones de hecho prefieren a los migrantes irregulares, porque carecen de derechos, no pueden quejarse ante las autoridades o sindicatos y, por tanto, son fácilmente explotables.
De igual manera, muchos Estados han restringido el ingreso de solicitantes de asilo, a pesar de ser signatarios de la Convencíón sobre Refugiados de las Naciones Unidas de 1951 y su protocolo de 1967. Esto genera otra paradoja: los solicitantes de asilo tienen el derecho de pedir asilo, pero no pueden ingresar legalmente para hacerlo y por tanto tienen que entrar de manera irregular, en ocasiones utilizando a contrabandistas de personas. El problema es particularmente agudo en el caso de los <<flujos mixtos>>, como los traslados irregulares de africanos cruzando el Mediterráneo hacia países de la Uníón Europea. En esos flujos, los refugiados y los migrantes económicos se encuentran mezclados. En efecto, algunos migrantes de hecho tienen motivaciones mezcladas: a la vez buscan refugio de la persecución o la violencia y un mejoramiento económico. Esto ha hecho necesario que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) establezca líneas especiales para guiar la acción que diferencie entre migrantes económicos y forzados, al tiempo en que se respeten los derechos humanos de ambos (Feller, 2006; UNHCR, 2006).
La diferenciación con base en el género también es común: algunos Estados han tratado a las mujeres migrantes como esencialmente dependientes de los varones, y se les dificulta ser admitidas por su propio derecho. Gran Bretaña en los años setenta sometíó a pruebas de virginidad a las mujeres asíáticas que ingresaban con propósitos matrimoniales (Lutz et al
., 1995). Aunque hay una gran cantidad de temas de género asociados incluso con las políticas de migración denominadas <<neutrales en cuanto a género>> (véase el texto de antecedentes para RT 2.4, por Helen Schwenken), la discriminación de género de forma abierta en cuanto a ingreso y residencia es menos frecuente en la actualidad. Singapur, sin embargo, todavía obliga a las mujeres migrantes a pasar por pruebas de embarazo y deporta a quienes se les encuentre un niño, mientras que otros países asíáticos admiten mujeres migrantes específicamente para casarse con los varones locales (bélanger et al., 2010). En otros casos, se prefiere a las mujeres para el servicio doméstico (Lutz, 2008), los empleos asociados a los servicios de salud en niveles más bajos y en otras formas de trabajo escasamente pagado y altamente explotado. La migración irregular es muy común en ocupaciones que se perciben como <<típicamente femeninas>>, como el servicio doméstico, los trabajos de cuidado de otras personas y el entretenimiento.
Las contradicciones que surgen de la globalización neoliberal
La globalización genera las condiciones para una mayor migración humana de dos maneras. Primero, proporciona la base tecnológica y cultural para la movilidad. Las comunicaciones electrónicas difunden el conocimiento de las rutas de migración y de las oportunidades de trabajo. Los viajes de larga distancia se han tornado más baratos y más accesibles. Una vez que se establecen flujos migratorios, generan <<redes migrantes>>: los migrantes anteriores ayudan a los miembros de sus familias o de sus comunidades con información sobre trabajo, hospedaje y reglas oficiales. Surgen <<comunidades transnacionales>>: la gente tiene un sentimiento de pertenencia en dos o más Estadosnación y tiene relaciones económicas, sociales, políticas y culturales que atraviesan las fronteras (Portes, 1999). Las redes de migrantes y las comunidades transnacionales pueden atravesar las filiaciones ante los Estados-nacíón tradicionales. Esto puede estimular la migración irregular: mientras que los gobiernos siguen enfocándose en los modelos de control nacionales, los migrantes pueden seguir la lógica de los mercados de trabajo globalizados y de las relaciones transnacionales.
Segundo, el modo neoliberal de globalización desde fines de los años setenta ha derivado en enormes incrementos en la desigualdad tanto entre el Norte y el Sur globales como dentro de los países y regiones. Para mediados de la primera década del Siglo XXI, la desigualdad global fue <<probablemente la mayor registrada en la historia>> (Milanovic, 2007: 39). El diferencial de ingresos ha marcado las fronteras Norte-Sur; por ejemplo, entre Estados Unidos y México, o la Uníón Europea y el norte de África. Otra forma de inequidad es la brecha de seguridad entre el Norte y el Sur, que tiene expresiones en la pobreza, hambruna, violencia y falta de derechos humanos en el Sur. Una cantidad creciente de personas ha tenido que huir de sus hogares en busca de protección y de mejores formas de vida. Esta realidad es la que observa la Comisión Global sobre la Migración Internacional (Global Commission on International Migration –GCIM–) en el sentido de que la migración internacional es impulsada por <<desarrollo, demografía y democracia>> (GCIM, 2005: 12). Por esta razón, tanta gente está dispuesta a enfrentar los enormes riesgos de los cruces fonterizos irregulares o a aceptar el alto nivel de explotación que se encuentra con frecuencia en el empleo irregular.
Los migrantes irregulares están inmersos en la flexibilización del mercado laboral, un elemento central de la globalización neoliberal: pueden ser contratados y despedidos fácilmente, sin procesos complejos o altos costos para el patrón. Con frecuencia se puede dividir los procesos de producción en la manufactura, de modo que las actividades de alta productividad y alta capacitación pueden realizarse en las economías avanzadas, mientras que los segmentos de baja productividad y bajos salarios pueden ser maquilados (outsourcing) en el Sur (Delgado Wise y Márquez, 2007). Sin embargo, cuando las actividades económicas deben realizarse cerca de los consumidores –en especial la construcción y tareas de servicio–, la desregulación del mercado laboral ha abierto el camino a la informalización. En África, América Latina y Estados Unidos, y en partes de Europa y Asía, la economía informal (o <<a la sombra>>) constituye un importante sector, en donde es frecuente que los trabajadores migrantes sufran relaciones de trabajo de explotación (Jones, 2000; Martín, 2004; Mingione y Qassoli, 2000; Reyneri, 2001; Sadiq, 2005). Incluso en países con un control estricto de la inmigración –como Reino Unido, Alemania y japón–, el crecimiento de la subcontratación, el empleo casual y el empleo temporal refleja una expansión del sector informal (Martín et al., 2006; Ruhs y Anderson, 2006). La <<nueva economía>> del neoliberalismo es, frecuentemente, el resultado de procesos de diferenciación e informalización sobre la base de raza, etnicidad, sexo, origen nacional y estatus legal (Schierup et al., 2006, Capítulo 9).
La agencia individual y colectiva de los migrantes
Las políticas oficiales sobre migración irregular se basan, por lo general, en la idea de los migrantes como seres con estrechas motivaciones económicas. Esas políticas ignoran las relaciones sociales de los migrantes como miembros de familias y comunidades, así como la manera en que las carácterísticas y metas personales cambian a lo largo del ciclo de vida humana. Los antropólogos y los sociólogos utilizan el concepto de agencia migrante para analizar la manera en que los migrantes configuran activamente los procesos migratorios para lograr mejores resultados para ellos mismos, sus familias y comunidades.
Es frecuente que las decisiones en torno a la migración no las realicen los individuos, sino las familias. En situaciones de cambio rápido, una familia puede decidir enviar a uno o más de sus miembros a trabajar en otro lugar, con el objeto de maximizar su ingreso y oportunidades de supervivencia. Las remesas que los migrantes –regulares e irregulares– hacen llegar a sus hogares pueden ayudar a sacar de la pobreza a las familias y pueden contribuir a la inversión y el desarrollo económico. Con frecuencia, los lazos familiares proporcionan tanto capital financiero como cultural (es decir, el conocimiento de las oportunidades y los medios de movilidad) que hacen posible la migración. Las motivaciones cambian con el ciclo de vida de los migrantes: en la migración económica, por lo general el migrante es un hombre o mujer joven en busca de trabajo temporal, que puede tener la intención de regresar a casa una vez que haya alcanzado ciertas metas de ahorro. La dificultad para lograr esas metas puede derivar en una estancia más prolongada. Esto a su vez estimula la reunificación familiar o la formación de una familia en el nuevo país.
La gente comienza a ver su perspectiva de vida en el nuevo país. Una vez que los hijos de los migrantes van a la escuela en el nuevo país, aprenden el idioma, se unen a grupos de pares y desarrolan identidades biculturales o transculturales, para los padres se torna muy difícil el retorno.
Las leyes y reglas de la migración por lo general ignoran la naturaleza social del proceso migratorio y fragmentan a las comunidades en individuos a los que se les asigna una categoría burocrática específica, cada una con reglas sobre ingreso, residencia, empleo, unidad familiar y otros derechos. Estas categorías pueden no corresponder con realidades sociales. En esos casos, la migración y la residencia irregulares tienden a incrementarse. La gente con suerte suficiente para gozar de una posición de clase media en los países desarrollados tiende a tener una visión positiva del Estado y de la ley. La gran mayoría de la población mundial, que vive en Estados ineficientes, corruptos y a veces violentos, puede ver las cosas de diferente manera. Tienen que arreglárselas a pesar del Estado, no gracias a él. Desde esta perspectiva, las reglas de migración se convierten, simplemente, en otra barrera por superar para sobrevivir. Los migrantes potenciales no deciden quedarse inmóviles simplemente porque el Estado receptor diga que no son bienvenidos, en especial si el mercado laboral dice una historia diferente.
Las actividades de la <<industria de la migración>>
Como sucede con frecuencia en la vida contemporánea, si las reglas que imponen los gobiernos y las burocracias se tornan demasiado complejas, puede ser necesario buscar ayuda profesional. La industria de la migración incluye agentes de migración, oficinas de viajes, banqueros, abogados, reclutadores de fuerza de trabajo, intérpretes y agentes de vivienda. También puede incluir a miembros de una comunidad de migrantes como tenderos, sacerdotes y profesores, quienes ayudan a sus compatriotas de manera voluntaria o de tiempo parcial. Facilitar la migración es un enorme negocio internacional, principalmente por la vía legal (Salt y Clarke, 2000: 327). Por ejemplo, la mayor parte del reclutamiento de trabajadores migrantes para los Estados petroleros del Golfo y las economías emergentes del este y sur de Asía se organiza por medio de agentes de migración y por intermediarios de fuerza de trabajo. Según un estudio de la OIT:
El alto grado de comercialización de los procesos de migración en Asía no se encuentra en otras regiones y ello explica la rápida expansión y la relativa eficiencia del sistema. Pero ha habido problemas serios con fraude o abuso, haciendo a la migración una aventura costosa y riesgosa (OIT, 2006: 43).
Mientras que algunos agentes realizan actividades legítimas, otros engañan y explotan a los trabajadores. A veces no existe una clara división entre las organizaciones que proveen servicios legítimos de reclutamiento y de viaje y aquéllas que se dedican al contrabando o a tráfico de personas. La industria de la migración puede convertirse en una de las fuerzas impulsoras detrás de la migración irregular. Si un gobierno decide detener la migración de fuerza de trabajo o prohibir la reunificación familiar, esos cambios de políticas pueden no lograr sus objetivos o derivan en consecuencias no previstas. La industria de la migración consiste en personas que viven de facilitar la migración. Es probable que continúen haciéndolo, incluso si se modifican las políticas gubernamentales. La forma de la migración puede cambiar –por ejemplo, del reclutamiento legal de trabajadores a la migración en busca de asilo o el ingreso indocumentado–, pero el volumen puede no disminuir.
La vulnerabilidad de grupos específicos
La probabilidad de convertirse en migrante irregular varía según los criterios de origen, situación social, capital humano, sexo y edad. Los ciudadanos de los países altamente desarrollados, que tienen pasaportes universalmente reconocidos y poseen un considerable capital humano (es decir, calificaciones educativas y profesionales), tienen una bajísima probabilidad de convertirse en irregulares, dado que la mayor parte de los Estados de destino les da la bienvenida y les procura ingreso legal y un estatus seguro de residencia. La gente proveniente de los países más pobres, pero que pertenece a las clases medias y posee un elevado capital humano, con frecuencia también son capaces de migrar de manera regular. Pero la gente afectada por múltiples formas de vulnerabilidad tiene una probabilidad mucho más alta de encontrar bloqueadas las rutas legales de migración y de convertirse en migrante irregular. Los migrantes con escasa calificación provenientes de países menos desarrollados con frecuencia se encuentran con que necesitan visas para traspasar las fronteras internacionales, y que estas visas no están disponibles. En donde la demanda de fuerza de trabajo no corresponde con las oportunidades de migración legal, se sigue la irregularidad. A la gente que huye de la violencia o la persecusión, en particular en los países más pobres, con frecuencia no se le permite el ingreso al territorio de un Estado, incluso si ese Estado ha firmado la Convencíón de Refugiados de las Naciones Unidas. La irregularidad y el uso de los contrabandistas de personas pueden constituir el único camino para hacer una demanda de protección. Las mujeres y los niños provenientes de países pobres y afectados por el conflicto son especialmente vulnerables al tráfico y la explotación, dado que carecen de derechos formales, recursos y poder social.
TIPOS DE MIGRACIÓN IRREGULAR
La imagen popular del migrante irregular parece ser la de grupos de personas cruzando el mar en pequeñas embarcaciones que llegan a playas desiertas, caminan por desiertos o trepan vallas. Ese ingreso ilegal existe, pero afecta a una minoría de migrantes y residentes irregulares. La mayoría de los migrantes irregulares llega legalmente (con frecuencia por aire), pero luego asume la residencia o el empleo sin los permisos necesarios. El público ha fijado su atención en los <<balseros>>, que parecen evocar arcaicos temores de invasión, al mismo tiempo que permanece ignorante de la cantidad considerablemente mayor de quienes ingresan legalmente vía aérea y que posteriormente se deslizan hacia la irregularidada al exceder los límites de sus visas u otras formas de autorización. En Australia, por ejemplo, se registró una indignación en los medios de comunicación por 4000-5000 solicitantes de asilo que llegaron en bote en la primera mitad de 2010, mientras que casi no se prestó atención alguna a la cantidad mucho mayor de residentes ilegales, cantidad que se estima en 48,900 a mediados de 2009 (DIAC, 2009).
El proyecto Clandestino de la Uníón Europea (Clandestino, 2009) diferencia entre residentes extranjeros irregulares y trabajadores extranjeros irregulares. Los primeros viven en países de la Uníón Europea sin permiso oficial, mientras que los segundos trabajan sin permiso oficial. Hay un traslape entre las dos categorías, como muestra la lista de los principales tipos de irregularidad del proyecto Clandestino: a) residentes extranjeros irregulares que no son trabajadores irregulares: extranjeros aparentemente regulares registrados como nacionales de otro país con papeles falsos, hijos que no trabajan sin estatus de residencia y miembros de la familia de edad avanzada que no trabajan sin estatus de residencia; b) residentes extranjeros irregulares que son además trabajadores extranjeros irregulares: nacionales de otro país sin estatus de residencia en empleos regulares que pagan impuestos, <<turistas>> procedentes de países fuera de la Uníón Europea en empleos irregulares no registrados y nacionales de otro país sin estatus de residencia en empleos irregulares no registrados, y c) trabajadores extranjeros irregulares que no son residentes irregulares: nacionales de otro país con estatus de residencia y sin permiso para trabajar, en empleos irregulares no registrados y nacionales de otro país con estatus de residencia y permiso de trabajo, en empleos irregulares no registrados.
Si se retira la referencia a los <<países de la Uníón Europea>>, estas categorías pueden aplicarse en todo el mundo. Sin embargo, el proyecto Clandestino no cubre el contrabando o tráfico de personas. Es por ende necesario añadir las siguientes categorías (basadas en OIT, 2006; OIM, 2010):
• Los migrantes objeto de contrabando utilizan a organizaciones dedicadas al contrabando de personas para lograr su ingreso ilegal en un Estado. Los contrabandistas de personas pueden proveer transporte o guía para cruzar una sola frontera (por ejemplo, de Marruecos a España o de México a Estados Unidos), u organizar la migración a larga distancia cruzando varias fronteras (por ejemplo, de Paquistán a Reino Unido, atravesando Irán, Turquía, Grecia, Italia y Francia). Los contrabandistas de personas pueden estar motivados por el deseo de ayudar a los migrantes, así como por la ganancia. Una vez que los migrantes objeto de contrabando llegan a un país de destino, su situación puede o no ser diferente a aquella de los residentes irregulares.
• Los migrantes objeto de tráfico son transportados cruzando de las fronteras internacionales, con frecuencia en contra de su voluntad, con el propósito de explotación y de trabajo forzado. El tráfico implica el uso de violencia, coerción o engaño y significa tratar a las personas como mercancías que serán comercializadas y controladas más allá de la migración misma. El tráfico puede incluir que hombres y mujeres sean forzados a trabajar en condiciones de esclavitud y que mujeres y niños participen en la industria del sexo. Es frecuente que el tráfico implique bandas criminales organizadas. Los migrantes objeto de tráfico pueden ser detenidos en contra de su voluntad en el país de destino, obligados a permanecer atrapados por deudas o en la prostitución (o ambas) y ser sujetos de ataques sexuales y otras formas de violencia.
Las definiciones legales de contrabando y tráfico de personas están incluidas en los Protocolos de viena ante la Convencíón de las Naciones Unidas en contra del Crimen Transnacional Organizado, adoptados por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2000 (Oficina de la ONU sobre Drogas y Crimen, 2004). La OIM enfatiza la importancia de distinguir entre contrabando y tráfico de personas (OIM, 2010). En principio, los migrantes objeto de contrabando están comprando un servicio de los contrabandistas y su relación podría terminar una vez que han llegado a su país de destino. En contraste, las personas objeto de tráfico enfrentan un cautiverio y una explotación a largo plazo. No obstante, tanto las personas que son objeto de contrabando como las que son objeto de tráfico enfrentan los riesgos de prisión, deportación, violencia e incluso muerte al tratar de cruzar ilegalmente las fronteras. Además, el contrabando puede derivar en tráfico si los migrantes son conservados en cuativerio por su deuda hasta que paguen las tarifas del contrabando.
No es infrecuente que tanto las redes de contrabando de personas como las de tráfico de éstas incluyan a antiguos migrantes y a funcionarios corruptos de los países de origen y de destino, así como a mediadores a lo largo de la ruta. Los líderes de las organizaciones de contrabando y de tráfico rara vez son aprehendidos. Efectivamente, es frecuente que no se encuentren presentes en los países en los que se cometen los críMenes, mientras que más miembros subalternos de las bandas pueden acabar en prisión.
DATOS SOBRE LA MIGRACIÓN IRREGULAR
Las estadísticas acerca de la migración irregular son, por naturaleza, poco confiables (OIM, 2008: 2007-2008). Dado que los migrantes irregulares carecen de permisos válidos de residencia o trabajo y por lo general no están registrados por las autoridades, las cifras son, cuando mucho, estimaciones basadas en metodologías coherentes, y en el peor de los casos son meras corazonadas. Esta ausencia de datos duros abre la posibilidad de cálculos inflados de forma disparatada diseminados por algunos sectores de los medios de comunicación. En cualquier caso, la distinción entre la migración regular y la irregular está lejos de ser clara en muchas regiones del mundo, en donde la migración espontánea es la norma. La mejor manera de lograr una burda imagen estadística es observar los datos regionales y nacionales.
Norteamérica
Las estimaciones para Estados Unidos probablemente sean las más exactas de cuantas están disponibles. Utilizan un <<método residual>>, que se basa en los censos oficiales y en las encuestas de población (véase Passel y Cohn, 2009: 38-42). Un estudio del Pew Hispanic Center (Passel y Cohn, 2010) situaba la población no autorizada en 2009 en 11.1 millones (casi 4% del total de la población de Estados Unidos). Los 7 millones de mexicanos constituían 59% de los inmigrantes irregulares. Las fuentes regionales significativas de inmigrantes no autorizados incluían a Asía (11%), Centroamérica (11%), Sudamérica (7%), el Caribe (4%) y el Medio Oriente (menos del 2%) (Passel y Cohen, 2009). Las mayores concentraciones de residentes irregulares se daban en California, Texas, Florida y Nueva York. La mayoría vivía con sus cónyuges e hijos, con frecuencia con hijos nacidos en Estados Unidos, quienes tenían la ciudadanía estadounidense. Una cantidad estimada en 78. Millones de migrantes irregulares constituía el 5.1% del total de la fuerza de trabajo de Estados Unidos. Los migrantes irregulares constituían el 10% o más de la fuerza de trabajo en California, Arizona y Nevada. Estaban sobrerrepresentado en los empleos que requerían escasa calificación. En 2008, cerca del 25% de los trabajadores agrícolas y el 17% de los trabajadores de la construcción en Estados Unidos eran idocumentados (Passel y Cohn, 2009: ii-iii). El informe señalaba que tanto la población como la fuerza de trabajo irregulares habían crecido rápidamente de 1990 a 200, pero se habían estabilizado desde entonces (Passel y Cohn, 2009: 1), presumiblemente como resultado de la crisis económica, que golpeó a la industria de la construcción (Ruiz y vargas-Silva, 2009). La migración irregular es especialmente sensible a las condiciones económicas, dado que los trabajadores irregulares no tienen derecho a los cheques de desempleo o a otras prestaciones sociales (McCabe y Meissner, 2010).
La cantidad de migrantes irregulares en Canadá se calculaba en cerca de 200,000 en 2006, empleados principalmente en la construcción y en otros empleos manuales (OIM, 2008: 213).
Centroamérica y el Caribe
Los datos sobre la migración irregular para esta regíón es mucho menos incluyente y confiable que para Norteamérica. Mucha gente busca migrar a Estados Unidos, con frecuencia utilizando a México como un país de tránsito. Esta ruta es difícil y riesgoso: muchos migrantes son aprehendidos y enviados de regreso, mientras que otros se convierten en víctimas del crimen. Un número crecicente se queda en México y busca empleo ahí. Cerca de la mitad de los 500,000 trabajadores migrantes en Costa Rica tiene un estatus irregular, muchos provenientes de países vecinos como Nicaragua. Como en otros lugares, están concentrados en la agricultura y en otros empleos que requieren de escasa calificación, como la construcción, el turismo y el trabajo doméstico. En el pasado, muchos haitianos han buscado viajar a Estados Unidos, utilizando con frecuencia pequeñas embarcaciones para llegar a Florida. El aumento en las medidas de protección en la frontera de Estados Unidos ha derivado en una disminución de esos traslados. Tradicionalmente, grandes cantidades de haitianos han ido a República Dominicana a trabajar en las plantaciones azucareras. En la actualidad, se cree que cerca de 500,000 a 700,000 haitianos viven en República Dominicana, en su mayoría con un estatus irregular. Otro destino es Bahamas, en donde se cree que viven entre 40,000 y 50,000 haitianos (OIM, 2008).
Sudamérica
Históricamente, Sudamérica era una regíón de inmigración proveniente de Europa. Con un crecimiento económico desigual a partir de 1945, los traslados intra-continentales se tornaron importantes. Entonces, siguiendo la reducción en el ritmo económico de los años ochenta, la emigración desde el continente hacia Norteamérica y Europa se tornó importante. Existe escasa regulación de la migración, y la mayor parte de los flujos eran espontáneos. Por ejemplo, los flujos de fuerza de trabajo provenientes de Bolivia, Paraguay y Chile hacia Argentina surgieron desde los años cuarenta hasta los sesenta.
Los trabajadores extranjeros se diseminaron desde las áreas agrícolas hacia los centros urbanos de importancia. Los migrantes varones, solteros, pronto fueron seguidos por las familias, creando asentamientos de inmigrantes irregulares en algunas ciudades. Su ingreso y empleo era tolerado, mientras que se les vio como personas que contribuían al crecimiento económico y a la prosperidad. En la actualidad, Argentina sigue siendo un país de inmigración y a la vez de emigración. La mayor parte de los migrantes irregulares trabaja en el servicio doméstico, la construcción y las fábricas textiles. Venezuela también ha experimentado una gran cantidad de inmigración irregular. Para 1995, se calculaba que había 2 millones de residentes irregulares, la mayor parte colombianos. Además de la industria petrolera, la agricultura, la construcción y las otras industrias atrajeron a los migrantes. Sin embargo, como consecuencia de la inestabilidad política y económica que siguió al intento de golpe en contra del presidente Hugo Chávez en 2002, la emigración desde Venezuela se tornó significativa, con flujos crecientes hacia Estados Unidos y España (Castles y Miller, 2009: 170-178).
La emigración desde Sudamérica hacia Norteamérica y España también es primordialmente irregular. Los mayores flujos han provenido de Ecuador, Perú, Brasil y Argentina (OIM, 2008: 213). Empero, España ha establecido procedimientos de regularización, dando preferencia, frecuentemente, a personas de origen español frente a los inmigrantes africanos. Un estudio reciente de la migración latinoamericana indica que la crisis económica global ha llevado a la disminución en la movilidad hacia Estados Unidos y Europa, pero no ha habido disminución en los flujos de migración intraregional dentro del continente (Mazza y Sohnen, 2010).
Europa
El Proyecto Clandestino fue establecido por la Uníón Europea específicamente para mejorar sus estimaciones de la población migrante irregular. Utiliza una diversidad de métodos para los diferentes miembros de la Uníón Europea y la calidad de las estimaciones es por ende desigual (véase Clandestino, 2009). Una razón para la incertidumbre es la falta de controles de salida en la mayor parte de los países de la Uníón Europea: incluso si las llegadas fueran registradas con exactitud, la cantidad de salidas apenas puede ser conjeturada. Los datos de Clandestino proporcionan estimaciones para 2002, 2005, 2008. Los datos muestran que la migración irregular no es tan extensa como se afirma con frecuencia: los cálculos de 2008 para todos los residentes irregulares en la EU15 (los países de la EU antes de las ampliaciones de 2004 y 2007) van de 1.8 a 3.3 millones. Los residentes irregulares constituyen menos del 1% de la población total de la Uníón Europea (Clandestino, 2009, Tabla 1). Las estimaciones para alguno de los más grandes países de la Uníón Europea en 2008 son como sigue: Reino Unido, 417,000-863,000 personas; Francia, 178,000-400,000; Alemania, 196,000-457,000; Polonia, 50,000-300,000; Italia, 279,000-461,000; España, 280,000-354,000 (Clandestino, 2009: 5). Los amplios rangos dados en las estimaciones reflejan la falta de conocimiento exacto. La cantidad de residentes irregulares descendíó sustancialmente entre 2002 (cuando el rango de estimaciones era de 3.1 a 5.3 millones de personas) y 2008. Las principales razones para este descenso fueron las ampliaciones de 2004 y 2007 de la Uníón Europea, que convirtieron a una gran cantidad de residentes irregulares (como los trabajadores polacos en Reino Unido e Irlanda) en residentes legales; y los programas de regularización en ciertos países –señaladamente en Italia y España– que ayudaron a cerca de 1.8 millones de personas a trasladarse a un estatus regular en la Uníón Europea en su conjunto.
La vaguedad de los datos permite apenas algunas conclusiones limitadas en cuanto a las carácterísticas de los residentes irregulares. En algunos países, la residencia irregular es dominada por un país de origen (por ejemplo, albaneses en Grecia o ucranianos en Plonia). En otros países (por ejemplo, Reino Uniod y Alemania), los migrantes irregulares son de diversos orígenes. Los hombres están sobrerrepresentados entre los residentes irregulares, pero las cantidades de mujeres y niños están aumentando. El proyecto Clandestino no ofrece información sobre empleo irregular, pero otras fuentes indican el predominio del empleo de escasa calificación, altos niveles de trabajo errático y precario y una concentración en ocupaciones de la agricultura, la construcción y en ocupaciones de escasa calificación en los servicios (berggren et al., 2007; jordán y Düvell, 2002; Reyneri, 2001; Ruhs y Anderson, 2006). El reclutamiento de mujeres migrantes irregulares para el servicio doméstico ha derivado en el reavivamiento de este sector en una época cuando parecía estar desapareciendo (Anderson, 2000; Lutz, 2008).
África
El conocimiento sobre la migración irregular en África es particularmente débil. Esto refleja tanto una recolección pobre de información como la naturaleza predominantemente espontánea de la migración. Se han desarrollado importantes sistemas, centrados en áreas de crecimiento económico como Libia en el norte, Costa de Marfil, Ghana y Gabón en el oeste, y Sudáfrica y Botswana en el sur (Bakewell y De Haas, 2007: 96). El tráfico de mujeres y niños para su explotación sexual está al alza: por ejemplo, en Costa de Marfil se decía que unos 1,500 niños provenientes de Malí trabajaban en las plantaciones (Abella, 2005).
África occidental con frecuencia es percibida como la parte más móvil del continente. Un estudio de la ONU mostró una población migrante internacional de 6.8 millones (2.7% del total de la población de África occidental) en 2000 (Zlotnik, 2004). Los mayores movimientos se dan desde las regiones de los territorios internos del norte hasta las regione costeras del sur, y especialmente hacia las ciudades de rápido crecimiento como Lagos, Dakar y Accra. En periodos de rápido crecimiento, los gobienos han dado la bienvenida a migrantes espontáneos con intenciones de trabajar, mientras que en épocas de crisis económica, es frecuente que hayan sido expulsados. En los años cincuenta y sesenta, grandes cantidades de migrantes provenientes de Togo y Nigeria se vieron atraídos hacia Ghana. Tras el golpe de 1966 en Ghana y el consecuente declive económico, el gobierno ordenó una expulsión masiva de unos 200,000 migrantes, principalmente nigerianos. Debido a la riqueza petrolera de Nigeria después de 1973, millones de originarios de Ghana y otros africanos occidentales buscaron trabajar ahí. Pero la corrupción y las políticas económicas mal dirigidas precipitaron una crisis, y en 1983-5 se calcula que fueron deportados dos millones de africanos occidentales, incluyendo un millón de originarios de Ghana (Bakewell y De Haas, 2007: 104). A partir de los años ochenta, los patrones migratorios del Occidente africano cambiaron notablemente debido al declive económico y a las guerras civiles (Bakewell y De Haas, 2007). Se dieron flujos masivos de refugiados y de personas desplazadas en el interior del país y los patrones de migración de la fuerza de trabajo se vieron altrados. En la actualidad, persisten los patrones multidireccionales de migración de fuerza de trabajo en la regíón. No obstante, un número creciente de africanos occidentales, tanto con alto nivel de capacitación como escamente calificados, busca trabajo fuera de la regíón.
Sudáfrica, después de la época del Apartheid, es el motor económico de África subsahariana y atrae migrantes del resto del continente, incluyendo a trabajadores para las minas, reclutados temporalmente en los países vecinos, como sucedía previamente durante el Apartheid (Crush, 2003). Después de 1994, el ingreso no autorizado crecíó enormemente. Africanos de lugares tan lejanos como Ghana, Nigeria y República Democrática del Congo se trasladaron en gran número hacia <<El dorado>> sudafricano. Muchos llevaban consigo su capacitación y experiencia en medicina, educación, administración y negocios. Otros se unieron a la economía informal como vendedores de puerta en puerta, vendedores de comida y como pequeños comerciantes. No hay cifras exactas sobre los migrantes irregulares, y existen estimaciones que entran en conflicto entre sí de manera marcada. Más de un millón de migrantes han sido deportados desde 1994 (Crush, 2003). La mayoría de los migrantes irregulares ingresa legalmente, aunque algunos arriesgan lastimarse al cruzar la valla fronteriza de forma ilegal. Sin embargo, la hostilidad hacia la inmigración, incluyendo algunos brotes de violencia, ha limitado el desarrollo de mecanismos legales para el empleo y la regularización.
Históricamente, la migración africana ha sido predominantemente intra-continental. En la actualidad, a pesar de la histeria medíática en torno al crecimiento de la migración africana a Europa, las cantidades reales parecen bastante pequeñas (De Haas, 2008). Empero, la migración de africanos hacia Europa y Medio Oriente ha incluido cada vez más a trabajadores migrantes irregulares. Las áreas que reciben la mayor atención internacional incluyen aquellas más cercanas a la costa mediterránea, es decir, España, Italia y Malta. Se estima que llegaron 31,000 migrantes ilegales a las Islas Canarias (parte de España) en 2006, un incremento de 600% respecto a 2005. Se piensa que al menos otros 6,000 murieron en su intento por llegar a las islas. Este movimiento ha descendido desde entonces, en parte como consecuencia del apoyo financiero de la Uníón Europea para medidas preventivas de parte de los Estados africanos. Los africanos que logran llegar a Europa con frecuencia enfrentan desemplo, racismo y carencia de vivienda. Algunos africanos de escasa capacitación han llegado a lugares tan lejanos como Rusia y japón en busca de empleo, mientras que se reportan algunos comerciantes de Ghana en China (Castles y Miller, 2009: 156-158).
Regíón Asía-Pacífico
Esta vasta regíón, que constituye el hogar de más de la mitad de la población mundial, ha experimentado grandes flujos migratorios a lo largo del último medio siglo. Estos han incluidos flujos de refugiados desencadenados por las guerras coloniales y entre este y oeste, los movimientos poblaciones postcoloniales hacia países europeos, la migración de tarbajadores calificados hacia Norteamérica, Oceanía y Europa, envío masivo de fuerza de trabajo hacia los Estados petroleros desde mediados de los años setenta y, desde los años ochenta, grandes traslados de fuerza de trabajo provenientes de países que han experimentado un crecimiento económico más lento (como Filipinas, Indonesia, Burma y Bangladesh) hacia japón y las nuevas <<economías de los tigres>> (Taiwán, Corea del Sur, Singapur, Malasia y Tailandia) (Castles y Miller, 2009: 125-147).
Buena parte de los traslados han sido espontános e irregulares. Incluso en lugares en los que aparentemente la migración es altamente regulada –por ejemplo, en japón y Corea del Sur– las autoridades toleran <<puertas laterales>> como algunos esquemas de capacitación, o la <<puerta trasera>> de la migración irregular para cubrir las necesidades de fuerza de trabajo. De igual forma, las condiciones de los trabajadores asíáticos migrantes reclutados para los Estados pertroleros en el Golfo parecen estar altamente reguladas, pero esto tan sólo se aplica al control de los ingresos y la residencia, no a la protección de los derechos humanos de los trabajadores. A los trabajadores no se les permite establecerse o llevar dependientes consigo y es frecuente que se les segregue en barracas. Los patrones pueden retener los pasaportes de los migrantes y en ocasiones comercian (ilegalmente) con las visas de trabajo. Los migrantes pueden ser deportados por mala conducta y es frecuente que tengan que trabajar una gran cantidad de horas al día. La gran atracción son los salarios: los trabajadores no capacitados provenientes de Sri Lanka pueden ganar ocho veces más en el Medio Oriente que en su lugar de origen, mientras que los originarios de Bangladesh ganan 13 veces más (OIM, 2000: 119). Muchos trabajadores migrantes son explotados por agentes e intermediarios, quienes cobran excesivas cuotas (hasta el 25% de los salarios), y es frecuente que no proporcionen los empleos y las condiciones que prometen.
La migración irregular dentro de Asía ha aumentado rápidamente desde los años ochenta. Se calcula que Malasia tenía en 2006 (Skeldon, 2006) cerca de un millón de trabajadores indocumentados, principalmente provenientes de Indonesia, Filipinas y Tailandia, en su fuerza de trabajo migrante que hace un total de alrededor de 2.6 millones. Los trabajadores tailandeses se trasladan a Malasia y otros países en busca de empleo, mientras que la propia Tailandia alberga a casi 1.7 millones de trabajadores indocumentados, principalmente de burma (OIM, 2005: 110-112). Hugo señala la complejidad de la migración irregular, argumentando que existe un continuo que va desde el traslado individual voluntario, con el uso de mediadores, hasta el tráfico y el trabajo forzado (Hugo, 2005: 25). El crecimiento de la migración irregular está vinculado con la falta de disposición de los gobiernos para manejar efectivamente la migración y con el deseo de los patrones de contar con trabajadores fácilmente disponible y explotable. La migración indocumentada espontánea puede ser efectiva para cubrir las necesidades de fuerza de trabajo, pero genera una situación de inseguridad por la carencia de derechos para los tabajadores. Además, pueden convertirse en chivos expiatorios de problemas sociales como el crimen, la enfermedad y el desempleo. Recientemente, el aumento en el deseo de los gobiernos por combatir el tráfico de drogas y el terrorismo ha derivado en intentos por establecer cooperación multilateral para evitar la migración irregular (OIM, 2005: 111-112).
CONCLUSIONES
La migración irregular parece ser un fenómeno casi universal, aunque sólo se ha visto como un asunto de preocupación en épocas relativamente recientes. Los esfuerzos orientados a un mejor control fronterizo y a evitar el empleo irregular se han realizado principalmente en los Estados de destino. Los Estados de origen intentaron, de formas desiguales, de regular la emigración para evitar la explotación de los migrantes vulnerables por agentes y patrones. Sin embargo, en una situación de súperávit global de trabajadores de escasa calificación, la mayor parte del poder del mercado ha quedado en manos de los patrones y de los Estados de destino. La falta de cooperación internacional, junto con las políticas nacionales restrictivas hacia la fuerza de trabajo de escasa calificación ha derivado en enormes mercados negros para la mano de obra migrante irregular. Paradójicamente, mientras más controlan los Estados la migración, más migrantes irregulares parece haber (Bhagwati, 2003).
El tamaño y las fluctuaciones de las poblaciones irregulares en buena parte constituyen un reflejo de las leyes nacionales y de su aplicación. Éstas varían en el tiempo de un país a otro. Por ejemplo, Francia basaba su sistema de fuerza de trabajo migrante hasta los años sesenta en permitir la migración laboral espontánea y luego legalizar a los trabajadores una vez que pudieran mostrar contratos de trabajo. En la actualidad, el gobierno francés se opone fuertemente a la migración irregular, y aplica reglas de ingreso rígidas. De igual forma, durante buena parte de los últimos veinte años, los países del sureste de Europa (en especial Italia, España y Grecia) han tolerado ampliamente la migración irregular de fuerza de trabajo, seguida por programas subsecuentes de legalización. Los gobiernos de Alemania y Reino Unido, en contraste, durante mucho tiempo han insistido en un control estricto de los ingresos y se oponen estrictamente al empleo irregular. No obstante, ese tipo de empleo está muy difundido y parece ser tolerado tácitamente por las autoridadaes, en especial las de Reino Unido. En parte, esto se debe a que los políticos son conscientes de la demanda por parte de los patrones, que no es suficientemente cubierta, de trabajadores de escasa calificación, pero también se trata de un reflejo de las políticas neoliberales de recortar los gastos en las agencias de regulación, las que de otro modo podrían aprehender y deportar a los trabajadores irregulares.
Las políticas migratorias pueden reducir los derechos de los migrantes y exacerbar su inseguridad. Cuando los Estados se niegan a generar sistemas de migración legales a pesar de una fuerte demanda de trabajadores de parte de los patrones, los migrantes experimentan altos niveles de riesgo y explotación. Contrabando, tráfico, trabajo forzado y falta de derechos laborales y humanos se convierten en la suerte de millones de migrantes. Incluso los migrantes legales pueden tener un estatus de residencia inseguro y ser vulnerables a la explotación económica, la discriminadión y la violencia racista. A veces los cambios legales pueden llevar a los migrantes existentes a la ilegalidad, como sucedíó en Francia en los años noventa: los cambios en la ley de inmigración convirtieron a muchos residentes extranjeros legales en sans papiers (personas indocumentadas).
Los enfoques de políticas actuales con frecuencia carecen de visión y no están basadas en una concepción adecuada de los factores subyacente de la migración y en las carácterísticas a largo plazo y colectivas de los procesos migratorios. Las soluciones de política simplistas con frecuencia tienen efectos perversos. Por ejemplo, cuando los Estados de Europa occidental suspendieron la migración laboral a mediados de los años setenta, el resultado inesperado fue que muchas personas que habían sido <<trabajadores huéspedes>> se quedaran, trajeran a sus familias y se establecieran de forma permanente. De igual manera, un efecto del aumento del control en la frontera entre Estados Unidos y México es que los migrantes laborales temporales han decidido establecerse permanentemente en Estados Unidos. Otro efecto es la seria violación de los derechos humanos de los migrantes, quienes están expuestos a riesgos considerables por los factores ambientales (calor, deshidratación, ahogamiento), por las acciones de los vigilantes, y por la exposición a bandas criminales (robo, violación, violencia, asesinato). Cuando el régimen de Bill Clinton hizo más estricto el control fronterizo con la Operación Guardián, la tasa anual de muertes en la frontera Estados Unidos-México se elevó a cerca de 500 al año (Cornelius, 2001). Los controles aún más rigurosos durante el régimen de George W. Bush llevaron a la muerte a casi 1,000 por año y más allá (Bradley, 2005).