Personajes de la fundación


La Fundación personajes:


 (Tomás, Tulio, Max, Asel, Lino) representan a las víctimas de la represión, al hombre individual, sufriente y esperanzado, con cuyas vivencias puede identificarse el espectador. Cada uno de ellos posee rasgos individualizadores y su comportamiento observa una evolución a lo largo de la obra: la prudencia y la capacidad de mando del experimentado Asel (y la confesión final de sus debilidades); la rudeza inicial de Tulio hacia Tomás, y la posterior empatía entre ambos; la escondida traición de Max, motivo de su enfrentamiento con Lino; y, por encima de todo, el paulatino redescubrimiento de la realidad por parte de Tomás, paralelo al propio desvelamiento de su pasado. Los personajes genéricos (Encargado, Ayudante, Primer Camarero, Segundo Camarero) encarnan las fuerzas represoras, asumen las ideas de orden del régimen llevadas a la práctica, y carecen de rasgos particulares. Casos aparte son los de Berta, personaje femenino con una base real pero imaginado por Tomás en sus delirios, y el Hombre, que encarna la imagen de un ser humano real que ha muerto de hambre en la cárcel, y al que Tomás, envuelto en su ensoñación, cree ver con vida.

Efectos de inmersión:

habituales en el teatro de Buero: los cambios de decorado que conducen desde lo que Tomás cree ver (el salón de una residencia de investigadores) a la realidad, que poco a poco irá admitiendo (la celda de una cárcel); el efecto de inmersión se hace notar también en la presencia de una música que luego desaparece, el paisaje tras la ventana, el acto de imitar gestos que no llevan a ninguna acción, la presencia del personaje de Berta (un producto de la imaginación de Tomás que cobra cuerpo en la obra) o la transformación de los carceleros en camareros y encargados. Son un medio de expresar las obsesiones y trastornos del personaje, que este cree y los demás asumen participando de ellas (aun conociendo su falsedad), y de propiciar la participación del espectador, que sigue los vaivenes de la mente del personaje, reflejados en los imprevistos cambios que se suceden sobre el escenario

Trasfondo histórico de la Fundación:


La realidad española del periodo está repleta de historias de presos que lo fueron por ser diferentes de la mayoría, historias estas que comienzan con las cárceles durante la guerra y continúan en la dura posguerra y hasta el final de la dictadura franquista, como lo refleja este drama estrenado en Enero de 1974. El clima de miedo que se vivía en España por aquellos años, las debilidades de quienes en un momento u otro, habiendo sido objeto de torturas, delataron a sus camaradas, la incomunicación y el amordazamiento, la pena de muerte y el ambiente carcelario, están muy bien reflejados en La Fundación, aunque la denuncia es directa solo en la segunda parte a través del personaje de Asel; y abunda la denuncia indirecta: el recurso a la fábula y a situar esta en un país desconocido o las imaginaciones forjadas por Tomás para poder sobrevivir a su culpa y conjurar su miedo. Frente a la pasividad y el encierro, Buero propone en este drama la capacidad de actuar, y, ante las ilusiones de libertad, advierte contra las otras cárceles.

Denuncia social en los Santos Inocentes


La relación asimétrica entre el señorito
Iván y Paco el Bajo, entre los señoritos madrileños y los humildes representantes del mundo rural, entre la casa de arriba y la que ocupan Paco el Bajo y los suyos; diferencias marcadas por el espacio, por el nivel de vida, por las formas de trato social y por la servidumbre de una clase hacia otra, que adquiere un tono extremadamente descarnado en el señorito Iván, con manifiesta incomprensión y desprecio hacia el campesino. El desplazamiento de los personajes desde su espacio social habitual al espacio social del otro se manifiesta en la incomodidad y el desasosiego, pone de relieve las diferencias y revela la imposibilidad de aproximar ambos mundos.

Técnicas narrativas

Hay presencia de un narrador testigo próximo a los personajes y empático con ellos, cuyo discurso presenta muchas marcas de oralidad, configurándose como una retahíla narrativa sin solución de continuidad hasta el final del capítulo. En cuanto a los personajes es fundamental el diálogo que refleja la riqueza del habla rural, diálogo muy distinto el que mantienen los amos del de los criados, en el tono, la forma y el estilo, y que revela el ser de cada uno de los personajes. También el estilo indirecto libre, forma de discurso a medio camino entre la del narrador y la del personaje, que revela el íntimo ser de este sin necesidad de que lo haga directamente con sus propias palabras. Y el estilo directo libre, frases sueltas del discurso de los personajes que sirven para caracterizarlos y que tienen tendencia a repetirse.

El habla popular


La lengua utilizada se corresponde con un registro popular castellano, con particularidades en cada personaje. El discurso de Azarías, como inocente que es, es tremendamente repetitivo, sobre todo el leit-motiv “Milana bonita” que aparece en la novela de principio a fin; también son carácterísticas del discurso de Azarías las diversas onomatopeyas que utiliza para comunicarse con las aves. En el discurso de la Régula menudea la interjección “ae”, una especie de muletilla, y está presente el insulto en relación con su hermano Azarías, en particular cuando de higiene se trata. El señorito Iván suele recurrir al insulto (“maricón”) y al uso de palabras malsonantes. Entre los humildes es común denominar a los personajes con el artículo delante seguido del nombre (uso vulgar): “El Crespo”, “El Lucio”, “El Azarías”; y también la acentuación esdrújula de “périto”. Un uso peculiar, común a todos los personajes, es el del pronombre personal de segunda persona (“la milana te tiene calentura”, “todos te quieren ser señoritos”). Y es que, no hay demasiadas diferencias expresivas entre los amos y los servidores, porque ambos se expresan en un registro castellano en el que las diferencias no están determinadas tanto por la clase social como por la condición individual (los inocentes se expresan de modo reiterativo, como Azarías, o con berridos, como la Niña Chica). La diferencia social viene determinada por los tratamientos de respeto, que establecen barreras de clase insalvables: el amo trata a sus sirvientes de tú y estos a él de señorito.

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