TEMA Ortega. La publicación deMeditaciones del Quijote suele entenderse como el inicio del programa filosófico de Ortega, que gira en torno a la circunstancialidad de lo humano. Más tarde publicaEl espectador, con su famosa frase: «yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella, no me salvo yo». Las circunstancias han forjado al hombre de hoy, tanto las mayúsculas y trascendentales (como la filosofía griega), como las minúsculas y cercanas (a las que apenas prestamos atención). Son estas últimas las que dotan de sentido a la realidad que nos rodea. Esta es la primera ensefianza del circunstancialismo orteguiano: no debe haber ningún dato de la realidad, por nimio que nos parezca, que deba ser dejado de lado en la reflexión filosófica. La circunstancia es Ia realidad que me rodea, ese conjunto de posibilidades y dificultades que encuentro en mi vida.
El punto de partida de Ia reflexión filosófica será la reflexión sobre las cosas cotidianas, lo que nos conduce a su teoría del conocimiento: el perspectivismo o teoría del punto de vista, que niega la posibilidad de llegar a la verdad absoluta. Según la perspectiva vital en la que nos encontremos, cada uno de nosotros verá un aspecto distinto de la realidad. La visión que se tiene de la sierra de Guadarrama es distinta si se mira desde Madrid o si se mira desde Segovia. Aquí no cabe preguntarse cuál de las dos visiones es la verdadera, pues ambas lo son igualmente. Nuestras circunstancias determinan mi visión sobre la vida, por eso la verdad tiene una dimensión vital. No es posible una verdad absoluta, pero esto no le hace caer en el relativismo, podremos acercarnos a la verdad a través de la síntesis de varias perspectivas, lo que Ortega llama «complementariedad» de perspectivas. Esto, no significa renunciar la búsqueda de una verdad objetiva que sólo se podría conseguir con la suma de todas las perspectivas, pasadas, presentes y futuras de todos los hombres habidos y por haber. Buscar no significa encontrar, ni siquiera significa tener la esperanza de encontrar. Con esta doctrina del punto de vista Ortega quiere solucionar lagunas generadas por los movimientos filosóficos más sobresalientes en la historia del pensamiento: el Racionalismo y el relativismo. El relativismo desemboca en un escepticismo, ya que según el relativismo el mundo cambia y las opiniones también, no existe una verdad y por tanto todo vale. El escepticismo supone una renuncia a la filosofía en cuanto que el hombre renuncia a la verdad. En cambio, para Ortega, filosofar es vital para el hombre. El hombre necesita filosofar en Ia vida, una vida en Ia que se ve obligado a ser libre, a elegir entre diferentes posibilidades y a superar las dificultades con las que se encuentra, y para ello necesita de Ia filosofía. El Racionalismo se hunde en el dogmatismo, ya que para el Racionalismo es posible llegar a la verdad absoluta fruto de una razón ajena a Ia vida, a una única perspectiva posible sobre la realidad. Con ello, se construye una teoría ajena a Ia vida, por lo que para Ortega el Racionalismo es utopía. No existe una razón pura, toda razón lo es de un hombre, un hombre que vive, que tiene una vida, con unas circunstancias de las que no puede desprenderse. Es Ia razón vital, el raciovitalismo, una filosofía centrada en la vida cotidiana en la que cada cual se realiza como proyecto desde su libertad. Su teoría del perspectivismo tiene también una aplicación en el ámbito social y moral, ya que aceptar que todas las perspectivas son igual de válidas tiene una consecuencia inevitable: aceptar que el valor del otro no radica en su acuerdo conmigo, sino, precisamente, en su desacuerdo, porque su desacuerdo es signo de su autonomía frente a las cosas. El único imperativo que se ha de mantener es el de la individualidad, el que nos ordena ser fieles a nuestros puntos de vista. Pero si esto es así, ¿cómo se organiza la convivencia? La solución está en la síntesis de perspectivas, la aceptación de la diversidad cultural y social y el rechazo a todo racismo, xenofobia, etnocentrismos
Esto puede ser resumido con el término tolerancia, la aceptación de que las posiciones del otro tienen el mismo derecho a existir que las mías, porque unas y otras son parciales y complementarias. La huella de Nietzsche to encontramos en la concepción perspectivista de la realidad y en la reivindicación de la ‘Vida» como eje del pensamiento. También Nietzsche habla de una nueva tolerancia. Así afirma desde su lúcida irracionalidad: » todo lo que imagine un individuo deberá valer para los demás, por mucho que contraríe nuestros gustos, si el individuo realmente aumenta su propia vida, si difunde el amor a la vida en todas sus formas. En este punto se inaugura una nueva y gran tolerancia». Finalmente, la confirmación de la doctrina perspectivista la encuentra en los trabajos físicos de Albert Einstein, al que denomina el nuevo mago, «confidente de las estrellas». Para Ortega la teoría relativista de Einstein es la ejemplificación en física del perspectivismo.
El punto de partida de Ia reflexión filosófica será la reflexión sobre las cosas cotidianas, lo que nos conduce a su teoría del conocimiento: el perspectivismo o teoría del punto de vista, que niega la posibilidad de llegar a la verdad absoluta. Según la perspectiva vital en la que nos encontremos, cada uno de nosotros verá un aspecto distinto de la realidad. La visión que se tiene de la sierra de Guadarrama es distinta si se mira desde Madrid o si se mira desde Segovia. Aquí no cabe preguntarse cuál de las dos visiones es la verdadera, pues ambas lo son igualmente. Nuestras circunstancias determinan mi visión sobre la vida, por eso la verdad tiene una dimensión vital. No es posible una verdad absoluta, pero esto no le hace caer en el relativismo, podremos acercarnos a la verdad a través de la síntesis de varias perspectivas, lo que Ortega llama «complementariedad» de perspectivas. Esto, no significa renunciar la búsqueda de una verdad objetiva que sólo se podría conseguir con la suma de todas las perspectivas, pasadas, presentes y futuras de todos los hombres habidos y por haber. Buscar no significa encontrar, ni siquiera significa tener la esperanza de encontrar. Con esta doctrina del punto de vista Ortega quiere solucionar lagunas generadas por los movimientos filosóficos más sobresalientes en la historia del pensamiento: el Racionalismo y el relativismo. El relativismo desemboca en un escepticismo, ya que según el relativismo el mundo cambia y las opiniones también, no existe una verdad y por tanto todo vale. El escepticismo supone una renuncia a la filosofía en cuanto que el hombre renuncia a la verdad. En cambio, para Ortega, filosofar es vital para el hombre. El hombre necesita filosofar en Ia vida, una vida en Ia que se ve obligado a ser libre, a elegir entre diferentes posibilidades y a superar las dificultades con las que se encuentra, y para ello necesita de Ia filosofía. El Racionalismo se hunde en el dogmatismo, ya que para el Racionalismo es posible llegar a la verdad absoluta fruto de una razón ajena a Ia vida, a una única perspectiva posible sobre la realidad. Con ello, se construye una teoría ajena a Ia vida, por lo que para Ortega el Racionalismo es utopía. No existe una razón pura, toda razón lo es de un hombre, un hombre que vive, que tiene una vida, con unas circunstancias de las que no puede desprenderse. Es Ia razón vital, el raciovitalismo, una filosofía centrada en la vida cotidiana en la que cada cual se realiza como proyecto desde su libertad. Su teoría del perspectivismo tiene también una aplicación en el ámbito social y moral, ya que aceptar que todas las perspectivas son igual de válidas tiene una consecuencia inevitable: aceptar que el valor del otro no radica en su acuerdo conmigo, sino, precisamente, en su desacuerdo, porque su desacuerdo es signo de su autonomía frente a las cosas. El único imperativo que se ha de mantener es el de la individualidad, el que nos ordena ser fieles a nuestros puntos de vista. Pero si esto es así, ¿cómo se organiza la convivencia? La solución está en la síntesis de perspectivas, la aceptación de la diversidad cultural y social y el rechazo a todo racismo, xenofobia, etnocentrismos
Esto puede ser resumido con el término tolerancia, la aceptación de que las posiciones del otro tienen el mismo derecho a existir que las mías, porque unas y otras son parciales y complementarias. La huella de Nietzsche to encontramos en la concepción perspectivista de la realidad y en la reivindicación de la ‘Vida» como eje del pensamiento. También Nietzsche habla de una nueva tolerancia. Así afirma desde su lúcida irracionalidad: » todo lo que imagine un individuo deberá valer para los demás, por mucho que contraríe nuestros gustos, si el individuo realmente aumenta su propia vida, si difunde el amor a la vida en todas sus formas. En este punto se inaugura una nueva y gran tolerancia». Finalmente, la confirmación de la doctrina perspectivista la encuentra en los trabajos físicos de Albert Einstein, al que denomina el nuevo mago, «confidente de las estrellas». Para Ortega la teoría relativista de Einstein es la ejemplificación en física del perspectivismo.