Tema 7. La poesía de 1939 a finales del Siglo XX. Tendencias, autores y obras principales.
Tras la guerra, España vivía una situación de penuria económica, represión, y un estado de orden policial. Desde el punto de vista cultural, debemos destacar que se marcharon al exilio casi el 90% de intelectuales.
1.-EL GRUPO DEL 36: Miguel HERNÁNDEZ
Entre 1936 y 1939, tanto en el bando republicano como en el nacional, se desarrolló una literatura de propaganda ideológica. Destaca la figura de Miguel Hernández, cuya obra alcanzó su madurez en estos años y se presenta a caballo entre el grupo del 27 y la Generación del 36. Tres temas se distinguen en su poesía: el sentimiento trágico de la vida (la pena y el sufrimiento), el amor y el compromiso social y político. Su trayectoria se inicia con una poesía de tono Barroco en Perito en lunas (1934),de influencia gongorina y vanguardista. En 1936 publica El rayo que no cesa. El amor es un «rayo» que se clava en el corazón con trágicos presagios de muerte. Hernández abandona el barroquismo y presenta una poesía más desarraigada. Durante la guerra, se pone al servicio de la causa republicana. En Viento del pueblo, alienta a los soldados en las trincheras. En El hombre acecha la palabra es símbolo de resistencia, pero la muerte de su hijo y la derrota lo sumen en la desolación. En Cancionero y Romancero de ausencias (1938-41) se duele de la ausencia de los suyos, escribe intensos poemas de amor y recuerda una guerra que ha provocado odio y destrucción; aunque no renuncia a la esperanza.
2.-POESÍA EN EL EXILIO
Escriben fuera de España Pedro Salinas, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Manuel Altolaguirre, Emilio Prados y Juan Ramón Jiménez. Destacamos la poesía de León Felipe que escribe Español del éxodo y del llanto (1939), poemario que parte de España y la guerra para derivar en asuntos universales como la condición humana, la injusticia, el desorden, la rebelión contra la historia…
3.-LOS AÑOS 40
La poesía se desarrolló en tres revistas Escorial, Garcilaso y Espadaña. Escorial reuníó a los poetas de la generación del 36 (Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, etc.), que se decantaron por una poesía intimista de temas líricos tradicionales: el amor, la muerte, la tierra, el paisaje. Garcilaso se fundó con apoyo oficial bajo la dirección de José García Nieto. Los temas fundamentales son Dios y la patria, el paisaje castellano, el amor… Es una poesía esteticista y de evasión que Dámaso Alonso denominó «poesía arraigada». En la revista Espadaña una serie de escritores reclaman una poesía con mayor contenido humano y existencial, que refleja la desgarradora realidad española de la época («poesía desarraigada»). Renace la idea de poesía como comunicación, que busca compartir con el lector problemas comunes. Sus temas son la angustia histórica (causada por la guerra) y la angustia existencial (la ausencia de Dios, la soledad, la muerte…). En 1944 se publican Hijos de la ira, de Dámaso Alonso y Sombra del Paraíso, de Vicente Aleixandre. En esta línea surge la poesía primera de Celaya. Blas de Otero, Carlos Bousoño, José Hierro.
Vanguardismo
Enlazan con la Generación del 27 (el grupo Cántico) y con el Surrealismo: Miguel Labordeta; la revista Postismo y la catalana Dau al set recuperarán el tono lúdico vanguardista y el lenguaje onírico de los surrealistas.
4.-POESÍA DE LOS AÑOS CINCUENTA: POESÍA SOCIAL
Se inicia una poesía testimonial y de compromiso social y político. El destinatario será el hombre de la calle, lo que explica la «estética de pobreza» con un lenguaje sencillo. José Hierro: sus primeros libros (Tierra in nosotros, 1947) están dentro de la línea existencial; Quinta del 42 y Cuanto sé de mí contienen poemas de carácter social. Gabriel Celaya inicia su poesía de contenido social (`poesía de urgencia’) con Tranquilamente hablando (1947), de tono sencillo y coloquial; su libro más significativo es Cantos Íberos en el que nos presenta a un poeta no puede lavarse las manos frente a las injusticias, el sufrimiento, la falta de libertad. Blas de Otero, tras una etapa de poesía existencial que plantea el tema de Dios y su ausencia (Ángel fieramente humano, 1950), inicia una poesía social, dirigida a la ‘inmensa mayoría’ donde aparece la ausencia de injusticias y sufrimiento, la libertad y que el hombre pueda gritar su protesta (Pido la paz y la palabra, 1955; Que trata de España, 1964).
5.-POESÍA DE LOS 60 y 70 a
Los años 60: poesía como conocimiento. La «promoción del sesenta» busca una mayor elaboración del lenguaje poético. Sin renunciar a una actitud crítica, defienden la idea del poema acto de conocimiento de la realidad encubierta. Ángel González reúne su obra en Palabra sobre palabra. Presenta personajes y hechos cotidianos como testimonio de un «tiempo desolado». Denuncia las injusticias del mundo y ofrece una visión de la existencia desde un pesimismo resignado. Jaime Gil de Biedma basa su poesía en experiencias personales evocadas desde la distancia. Sus versos están impregnados de escepticismo. En 1975 agrupa en Las personas del verbo los libros (Compañeros de viaje, Moralidades y Poemas póstumos). En A favor de Venus (1965) reúne poemas amorosos, de fuerte carga erótica. En una primera época José Ángel Valente (A modo de esperanza, Poemas a Lázaro, La memoria y los signos), parte de hechos personales para hacer una reflexión de validez universal. Aúna la preocupación social con la inquietud existencial. A partir de 1966 inicia una segunda época denominada «poesía del silencio» o «minimalista» (Breve son, El inocente, Treinta y siete fragmentos) de versos densos y escuetos; su poesía es cada vez más metafísica y meditativa.
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Los años 70: los Novísimos. La antología publicada en 1970 Nueve novísimos poetas españoles incluía a Pere Gimferrer, Guillermo Carnero, Félix de Azúa, Antonio Martínez Sarrión, Manuel Vázquez Montalbán, Leopoldo Mª Panero, Ana Mª Moix, Vicente Molina Foix y José Mª Álvarez, poetas que se preocupan por la forma y el lenguaje, se inspiran en el mundo del cine, el deporte, televisión, cómic, canciones. También aportan referencias cultas de obras y autores extranjeros (se les llama los culturalistas o «los venecianos»). A esta corriente se incorporarán Luis Alberto Cuenca y Luis Antonio Villena.
6.-POESÍA A PARTIR DEL 75
Unos poetas entroncan con la tradición clásica (Juan Luis Panero, A. Colinas, Antonio Carvajal), otros cultivan la poesía de exaltación de la sensualidad (Ana Rosetti), quienes continúan la tradición del 27 y los poetas novísimos cercanos al irracionalismo (Blanca Andreu) o que siguen la línea de la poesía pura (Jaime Siles).
Luces de Bohemia, publicado como libro por primera vez en 1924 y escrito por Ramón M.ª del Valle-Inclán (Importante dramaturgo, poeta y novelista español, 1866-1936, que pertenecíó a la corriente del Modernismo y muy cercano a la generación del 98 en sus últimas obras), con el que introdujo importantes innovaciones al panorama contemporáneo y su nuevo género: el esperpento, una nueva forma de ver la realidad que la distorsiona para encontrar la verdadera imagen que se oculta tras ella con recursos como la caricatura, la ironía, la burla, etc.
La obra, formada por un total de quince escenas, transcurre en una noche que recoge las últimas horas del poeta ciego Max Estrella, y su recorrido nocturno por el Madrid de la época. A pesar de que su muerte se produzca en la escena número doce, se seguirá desarrollando la acción durante tres escenas más continuando así con su crítica a la realidad social y política española de la época. Algunos de los temas predominantes son la vida bohemia sobre todo y la muerte, además de la continua crítica a la situación en España. Vemos así que el género esperpento se encuentra constante en toda la obra.
Los personajes principales son Max Estrella y Don Latino. Max es un poeta que se ha quedado ciego, pero también es el único que comprende la trágica realidad. Lo podemos ver, por ejemplo, cuando comprende el dolor de la madre que pierde a su hijo. Don Latino es un amigo de Max. Se aprovecha de su generosidad y es un personaje ruin que vive el día. Los personajes secundarios podemos dividirlos en dos grupos: Los caricaturizados, aquellos que son criticados por Valle-Inclán, como los ministros, el dueño de la librería o el propio Don Latino; y los realistas, los que son puestos en escena tal y como son, con un tono trágico, como por ejemplo la madre que pierde a su hijo. Destaca, por un lado, la enorme variedad de lugares (parque, cárcel, librería, bar…) y por otro, el tiempo concentrado, ya que la obra se desarrolla en un margen breve, entre las 21:00 y las 7:00 del día siguiente). El uso del lenguaje es magnífico, incluidas las acotaciones. Tiene un léxico difícil y en ocasiones inventado; mezcla el lenguaje vulgar y el culto en un mismo personaje.
Me llama personalmente la atención la propia historia de Max y como se desarrolla, ya que de salir de su casa a reclamar un pago más justo por sus obras pasa a recorrer los barrios de Madrid con gran cantidad de situaciones, desde su arresto y estancia en el calabozo, a su liberación gracias a sus conocidos en la Redacción de El Popular pasando por sus econtronazos con personas como la gitana “La Lunares” la mujer que llora la pérdida de su hijo.
Finalmente me parece una obra difícil de representar debido a retos como las numerosos cambios de escena, la gran cantidad de personajes o el papel de algunos animales (aunque este último aspecto es de poca relevancia en el conjunto). También me parece una crítica que, siendo constante, está bien repartida y es dinámica, ya que cambia de enfoque pero siempre apunta en la mismas direcciones de sociedad, política, economía e incluso religión.