Poesía y Prosa del Siglo XVII: Quevedo, Lope de Vega y el Barroco Español


Poesía Amorosa de Quevedo

En las composiciones amorosas, Quevedo logra una hondura extraordinaria, ya que combina los tópicos petrarquistas con un apasionamiento y una violencia afectiva muy personales. Destacan sus poemas del ciclo dedicado a Lisi.

Poesía como Juego de Ingenio

Este estilo es el de los poemas satíricos, en los que predomina el gusto del poeta por la experimentación lingüística. En general, esta poesía muestra una visión crítica de la sociedad desde una perspectiva burlesca, hiperbólica y disparatada, muy típica de Quevedo. Los temas que trata son muy variados: médicos, jueces, maridos engañados, viejos verdes y viejas coquetas, personajes mitológicos y, sobre todo, Góngora, protagonista de numerosos poemas burlescos de Quevedo.

Ejemplo de Soneto Burlesco

[Insertar soneto aquí]

Estilo de la Poesía de Quevedo

Como ocurre con los otros poetas del Barroco, la originalidad de Quevedo no estriba en los temas que trata, sino en el uso especial de la lengua, en la experimentación de nuevos recursos expresivos.

Rasgos Típicos de la Poesía de Quevedo

  • Metáforas originalísimas, embellecedoras o deformadoras, que personifican objetos y cosifican seres humanos: ¿Quién, siendo toda cristiana, / tiene la cara de hereje? (la pobreza); anciana habitación; La Fortuna mis tiempos ha mordido…
  • Creación de nuevas palabras, a veces derivadas o compuestas: archinariz…
  • Uso especial de las categorías gramaticales: soy un fue, y un será, y un es cansado (los verbos fue, será y es se emplean con valor sustantivo, con significado de pasado, futuro y presente).
  • Abundantes juegos de palabras conceptistas, muchas veces basados en la hipérbole o exageración, en antítesis, paradojas y polisemias.

Prosa Narrativa y Didáctica del Siglo XVII

La narrativa del siglo XVII presenta novedades respecto a la del siglo anterior: no se cultivan novelas de caballerías (tras la obra de Cervantes), mientras que se desarrollan la novela picaresca (con obras como Guzmán de Alfarache y El Buscón), la novela corta y la narrativa alegórica, en la que destaca Baltasar Gracián con El Criticón.

En la prosa didáctica, triunfa la sátira, adecuada al clima espiritual de la época.

A pesar de la renovación que Cervantes había representado en la narrativa, su obra prácticamente no crea escuela en el siglo XVII, quizá porque sus ideales respondían al momento renacentista. Su influencia queda casi reducida al terreno de la novela bizantina y la novela corta, del tipo de las Novelas ejemplares, que fueron muy cultivadas en el siglo XVII. El Criticón, de Baltasar Gracián, combina la novela alegórica y el esquema de novela bizantina, mientras que las Novelas a Marcia Leonarda, de Lope de Vega, siguen el modelo de las narraciones cortas cervantinas.

En los otros géneros novelescos se da una cierta renovación: desaparece la novela de caballerías (por influjo de Cervantes) y, en cambio, se cultiva en abundancia la picaresca, tal vez porque es un género adecuado para transmitir la visión crítica, pesimista y desengañada de la época. En este género destacan Mateo Alemán, con Guzmán de Alfarache (la primera parte se publicó en 1599 y la segunda, en 1604), que tuvo un enorme éxito, y Quevedo con El Buscón (publicada hacia 1604). En la novela de Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache, las andanzas del pícaro sirven al autor para expresar su crítica social y moral. Presenta a un protagonista malo por naturaleza, pero con la capacidad de arrepentirse y salvarse.

También abunda un tipo de prosa didáctica que se manifiesta a través de sátiras o mediante las colecciones de emblemas, es decir, la combinación de un dibujo y una frase explicativa que expresa una idea. La literatura emblemática fue muy apreciada en la época, y la obra más conocida de este género es Las empresas políticas, de Diego Saavedra Fajardo.

Prosa de Quevedo

Quevedo escribió una abundante prosa, en la que predominan los temas políticos y morales. Su tono es pesimista, a veces amargo, incluso cuando se enmascara en la burla.

Obras de Quevedo

  • Sátiras morales y alegóricas: Los sueños, seis discursos narrativos descriptivos, que constituyen una sátira contra diversos tipos sociales, distintas profesiones…
  • Obras políticas: en Política de Dios, gobierno de Cristo y tiranía de Satanás, a partir de textos de los evangelios, hace una dura crítica de la política de su tiempo; en Vida de Marco Bruto, expone un modelo de política estoica.
  • Obras filosóficas y morales: La cuna y la sepultura, de inspiración ascética, muestra su pesimismo y desengaño ante la existencia.
  • Obras de crítica literaria: La culta latiniparla y La aguja de navegar cultos, contra el culteranismo.

Teatro de Lope de Vega

A finales del siglo XVI, Lope de Vega inició un teatro más sencillo que el anterior, que se amoldaba al gusto del público y daba agilidad a la representación. Esa nueva forma teatral se denominó «comedia nueva».

La creación dramática es la fundamental dentro de la obra de Lope, porque creó un teatro que conectó con el público de su tiempo y marcó los caminos del teatro posterior. Su obra supone la culminación de todos los intentos anteriores de hacer un teatro moderno, y marca de tal forma la historia del género que puede distinguirse entre el teatro anterior a Lope y el posterior. Su capacidad creadora fue asombrosa; parece que escribió unas mil quinientas obras, de las que se conservan unas cuatrocientas. Algunas de ellas, según confesión del propio autor, fueron escritas en menos de un día; por eso no es de extrañar que, en su época, lo calificaran como «monstruo de la naturaleza».

La Comedia Nueva

La comedia nueva, la forma dramática creada por Lope de Vega, presenta numerosas innovaciones respecto al teatro anterior: abandona las «unidades clásicas», tiene tres actos, mezcla lo trágico y lo cómico, incorpora la figura del gracioso y escenas líricas, etc. Lope expuso sus ideas sobre el teatro en su obra Arte nuevo de hacer comedias, publicada en 1609.

La nueva fórmula de Lope alcanzó un gran éxito y quedó fijada como norma de todo el teatro del siglo XVII. La renovación se basa en la ruptura con las normas clásicas, es decir:

  • Rechazo de las «tres unidades». Según Aristóteles y los renacentistas, la obra dramática debía reflejar las unidades de lugar, tiempo y acción, esto es, tenía que desarrollarse en un único espacio/decorado, en un tiempo máximo de un día y debía exponer un único conflicto o tema. Lope decide acabar con las restricciones que esta tradición clásica imponía a la obra dramática y hace todos los cambios que considera que serían del gusto del público. Así, respecto al lugar, introduce numerosos escenarios que aportan dinamismo y vistosidad al espectáculo, y en cuanto al tiempo, lo alarga todo lo que le conviene, ya que le gustaba incluir numerosos incidentes que no parecería verosímil que sucedieran en el margen de un día. La unidad de acción es la más respetada por Lope, aunque, en general, junto a la acción principal establece una secundaria que le sirve de contraste. Así ocurre, por ejemplo, en muchas de sus obras que muestran una acción principal entre dama y caballero y una secundaria entre criada y criado. La variedad de personajes, serios o desenfadados, añadía contraste y animación a la representación.

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