9.3 LA DICTADURA DE Primo de Rivera. EL FINAL DE LA MONARQUÍA ALFONSINA
El Golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera el 13 de Septiembre de 1923 fue apoyado por el rey Alfonso
XIII, establecíéndose una dictadura militar donde se declaró el estado de guerra, la suspensión de la
Constitución de 1876 y la disolución de las Cortes. Esto se debíó al desastre de Annual , al descontento del
Ejército y el deseo de evitar las consecuencias del expediente Picasso como le sucedíó al general
Berenguer. Además influyó el auge de los nacionalismos periféricos, el ascenso de los republicanos y del
movimiento obrero y el triunfo del fascismo en Italia tras la Marcha sobre Roma en 1922 y el ascenso al
poder de Mussolini.
Tras el golpe, el dictador Primo de Rivera se le otorgó el cargo de presidente y de ministro único siendo
asesorado por un Directorio Militar (1923-1925). El gobierno estaba apoyado por una oligarquía de
terratenientes e industriales. En Cataluña se prohibíó la bandera, el himno catalán, la lengua catalana solo
se permitía en lugares privados. Establecíó una política de “mano dura” en lo referente al orden público y
formó la Uníón Patriótica, partido único dirigido por un militar, siguiendo el modelo fascista italiano de
Mussolini. El gran éxito del Directorio tuvo lugar en África, acabando con la resistencia de las cabilas del Rif
tras el desembarco Franco-español de Alhucemas en 1925. La guerra terminó cuando su líder Abd-el-Krim
se entregó a la autoridad de Francia y el ejército español pudo ocupar el Rift. Esto popularizó al dictador.
En el Directorio Civil (1925-1930) presidido por Primo de Rivera, un gobierno civil, sustituyó al Directorio
Militar. Se trataba de institucionalizar la Dictadura. En 1927, se creó la Asamblea Nacional Consultiva,
formada por miembros de la Uníón Patriótica elegidos por sufragio restringido, basándose en el Consejo
Fascista, esta asamblea fracasó muy rápidamente. También se establecíó la Organización Corporativa del
Trabajo, especie de sindicato que trataba de actuar entre patrones y obreros. La política económica se
caracterizó por una fuerte intervención del Estado en la economía , asumiendo el control de todos los
sectores productivos, además intervino en la imposición de aranceles, concesión de ayudas a grandes
empresas, creación de monopolios y fomento de las obras públicas.
La oposición a la Dictadura abarcaba liberales, conservadores, republicanos, socialistas, anarquistas,
intelectuales y movimiento estudiantil, que pedían el restablecer la constitución, también hubo un
creciente descontento en las filas del Ejército ante las arbitrariedades en los ascensos de Primo de Rivera.
Tras el crac de la bolsa de Nueva York en 1929, los problemas económicos se extendieron con gran rapidez,
el descontento social se manifestó con una oleada de huelgas y una caída de la peseta. La FUE (Federación
Universitaria Española) realizó numerosas manifestaciones y los intelectuales abandonaron al dictador. El
27 de Enero de 1930, ya sin apoyos sociales dimitíó ante al monarca.
Tras la dimisión de Primo de Rivera, Alfonso XIII nombró jefe de Gobierno al general Berenguer, fue
apoyado por Romanones y De la Cierva. Buscó volver a la normalidad constitucional, dado que los partidos
tradicionales, liberales y conservadores eran incapaces de articular un sistema aceptable, iniciándose así un
período llamado Dictablanda.
El lento retorno a estas libertades constitucionales fue aprovechado por republicanos, socialistas y otros
grupos de oposición que cada vez conseguían más apoyo quienes firmaron en Agosto de 1930 el Pacto de
San Sebastián, por el que se comprometían a derrocar la monarquía e instaurar un régimen democrático.
Para coordinar la labor de oposición crearon un Comité Revolucionario presidido por Alcalá Zamora.
Militares y la CNT empezaron a apoyar la posibilidad republicana, estando Alfonso XIII cada vez más aislado.
La sublevación militar republicana en Jaca del 15 de Diciembre de 1930 fracasó siendo sus líderes Galán y
García Hernández juzgados y ejecutados. Miembros del Comité Revolucionario fueron detenidos, en un
descontento antimonárquico.
Berenguer dimitíó en Febrero de 1931 pasando el almirante Aznar a ser el presidente del gobierno. Este
convocó elecciones municipales para el 12 de Abril. Sin embargo, las elecciones locales se convirtieron en
un plebiscito sobre la monarquía. El triunfo aplastante en las ciudades de las candidaturas republicanas y
socialistas precipitó la abdicación del rey y la proclamación de la República el 14 de Abril de 1931.
10.1. La proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931. El bienio reformista (1931-1933).
Tras el éxito de republicanos y socialistas en las elecciones municipales del 14 de Abril de 1931 Alfonso XIII se exilia
y se proclama la Segunda República Española influenciada por la crisis de 1929 y los fascismos y comunismos
europeos. Contaban con el apoyo de intelectuales, las clases medias y muchos obreros, aunque tenían la
desconfianza de los grupos económicamente más poderosos y los pequeños propietarios.
El Comité Revolucionario creado en 1930 con el Pacto de San Sebastián fue el primer Gobierno Provisional de la
República, que estaba compuesto por republicanos conservadores como Niceto Alcalá Zamora como presidente,
republicanos de izquierda con Manuel Azaña, radicales, socialistas del PSOE y nacionalistas catalanes y gallegos. Se
reconocieron amplios derechos individuales y pusieron las bases de muchas reformas, pero con la crisis surgieron
huelgas y enfrentamientos. Los republicanos y socialistas obtuvieron mayoría en las elecciones a Cortes
Constituyentes en Junio de 1931, y en Diciembre aprobaron una nueva Constitución en la que España quedaba
definida como una república democrática y de trabajadores. La Constitución de 1931 permitía las autonomías, pero
no la federación de regiones autónomas, y se establecíó la división de poderes. El presidente de la República era
elegido de forma indirecta por las Cortes y ese puesto no lo podían ocupar militares, eclesiásticos ni miembros de la
familia real. El presidente tenía capacidad de veto y de disolver las Cortes, pero de manera limitada. Las Cortes eran
unicamerales, elegidas por sufragio universal masculino y femenino por primera vez en España, y tenían el poder
legislativo y de control ejecutivo. El Estado fue declarado laico y se concedíó la libertad religiosa y, asimismo, se
prohibíó a la Iglesia ejercer en comercio, industria y enseñanza. Se constituye un jurado popular, se reconocieron
amplios derechos individuales y el Estado se vio obligado a extender la educación y la cultura.
Niceto Alcalá Zamora fue el primer presidente de la República, y Manuel Azaña, el presidente del Gobierno, y
contaban con el apoyo de todos los partidos del Gobierno Provisional, excepto de los radicales, así que pudieron
llevar a cabo una serie de reformas durante un periodo llamado Bienio Reformista (1931-1933). Se aprobó el Estatuto
de Cataluña en 1932, que reconoce el derecho de Cataluña de tener gobierno, presidente y parlamento propios. Las
reformas socio-laborales se basan en la jornada laboral de ocho horas y el derecho a huelga con las leyes de
asociaciones obreras y de contratos de trabajo. Se establecieron como obligatorios y universales una serie de
seguros. La reforma educativa tenía como objetivo reducir el analfabetismo creando escuelas, institutos y bibliotecas,
pero no se pudo desarrollar plenamente. Se promovíó una educación liberal y laica. La reforma militar tenía como fin
modernizar el Ejército y asegurarse su fidelidad. El Decreto Azaña permitía la retirada de los generales que no
juraron la Segunda República. La ambiciosa reforma agraria intentó resolver las desigualdades rurales mediante
expropiaciones e indemnizaciones, pero esto provocó protestas y oposición. Mientras tanto, se intentaba secularizar
España mediante reformas político-religiosas como la Ley de confesiones y congregaciones religiosas.
La oposición a la República se concretó en la CEDA de José María Gil Robles y la Falange de José Antonio Primo de
Rivera. El gobierno republicano–
socialista tuvo que enfrentarse a huelgas obreras y campesinas y otros hechos
violentos de la CNT, como el de Casas Viejas, que puso fin al gobierno de Manuel Azaña, que dimitíó tras la crisis de
la coalición producida por el rechazo de socialistas hacia los medios de represión. Por otra parte, la República recibíó
el apoyo de muchos intelectuales como Ortega y Gasset y Gregorio Marañón, que se presentaron a elecciones. Los
autores de la generación del 27 como García Lorca y Miguel Hernández también apoyaban el ideal republicano.