TEMA 1: CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1812
La crisis del Antiguo Régimen supone el resquebrajamiento del orden tradicional y la introducción de una nueva forma de organizar las cosas que ya se impuso en Francia con la Revolución Francesa aunque no cuajó en este periodo.
Para el desarrollo del tema se hablará de los acontecimientos de 1808 y la Guerra de la Independencia, y luego veremos que mientras se está dando esto, la oposición a la ocupación francesa lleva a la convocatoria de Cortes de Cádiz, donde se elimina todo lo que tiene que ver con el Antiguo Régimen. La constitución de 1812 es su obra más representativa. Por último, tras la guerra, vuelve Fernando VII, que restaura el orden tradicional o Antiguo Régimen como si nada hubiese pasado, pero los tiempos han cambiado y un pronunciamiento le hará jurar la constitución de 1812 y un efímero gobierno liberal se impondrá al rey durante un breve período hasta que el monarca logre recuperar su poder absoluto.
Carlos IV sucedíó a su padre en 1788. Al año siguiente estalló la Revolución Francesa, donde va a triunfar las ideas liberales, es el triunfo de la revolución liberal burguesa, siendo la primera en iniciarse en Europa y con la que da comienzo la Edad Contemporánea. Carlos quiere impedir la revolución pero no se ve capacitado y deja el gobierno en manos de sus ministros del reinado anterior (conde de Floridablanca y conde de Aranda) y de su favorito de la corte, Manuel Godoy.
En Europa se vivía bajo un clima de guerra contra Francia. A la muerte del rey Luis XVI, España se uníó a otras naciones europeas para luchar contra Francia. Para España, la guerra se desarrolló en dos etapas; la primera, favorable a las tropas españolas, con victorias en la frontera de los Pirineos; la segunda, a favor de los franceses, que reaccionan e invaden Navarra y Guipúzcoa. España, derrotada, decidíó firmar la paz de Basilea (1795) por la que se cedíó a Francia la parte española de la isla de Santo Domingo (Haití).
Godoy decidíó dar un giro a la política exterior española y pasar a la alianza con Francia rememorando los antiguos Pactos de Familia con los borbones franceses, pero este cambio supónía estar en guerra contra Inglaterra.
En vez de considerar la alianza con España en un plan de igualdad, Napoleón decidíó tratarla como una pieza al servicio de Francia.
Como resultado, España declaró la guerra a Portugal (aliada de Inglaterra). Conocida con el nombre de Guerra de las Naranjas, el enfrentamiento finalizó con el triunfo español.
Más adelante se reanudó la guerra entre Francia e Inglaterra y Napoleón decidíó hacer uso de las fuerzas navales de España. El plan fracasó con la Derrota de Trafalgar (1805).
Napoleón, prosiguió en lucha con Inglaterra y decidíó aplicar el llamado bloqueo continental (1806). Se pretendía provocar la ruina de la industria inglesa, la crisis social y, con ello, la rendición final. Para ocupar Portugal, Napoleón firmó con España el tratado de Fontainebleau (1807), por el que se autorizaba al ejército francés atravesar España camino de Portugal.
En pocos días, las tropas francesas acabaron con la resistencia portuguesa y tomaron Lisboa. Napoleón aprovechó los desacuerdos en el seno de la familia real para colocar en el trono español un monarca de su familia; el príncipe de Asturias, Fernando VII, miembros de la nobleza y el clero promovieron un golpe contra Godoy, el motín de Aranjuez (Marzo de 1808) lo que provocó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII. Así se inauguraba el reinado de Fernando VII, pronto interrumpido por la invasión napoleónica.
La caída de Godoy y de Carlos IV y la elevación al trono de Fernando VII agravaron la crisis de la monarquía española. Esto favorecíó los planes de Napoleón que logró atraer a la familia real a la localidad francesa de Bayona donde Napoleón obtuvo las abdicaciones de los monarcas, Carlos IV y Fernando VII, renunciando a sus derechos a la corona española. Napoleón decidíó entonces entregar el reino de España a su hermano José I, lo que llevó a la oposición del pueblo español y el inicio de la Guerra de la Independencia (1808–1813) iniciada con el levantamiento del pueblo de Madrid el 2 de Mayo de 1808.
La lucha tuvo carácter popular. En efecto, los militares en Madrid tenían la orden de no intervenir contra los franceses pero los capitanes Luis Daoiz y Pedro Velarde desobedecieron las órdenes y se unieron a la rebelión. El ejército francés, al mando del general Murat, lugarteniente de Napoleón en España, que con un ejército de 30.000 hombres reprimíó duramente el levantamiento popular; hay documentos como la carta que escribíó Murat a Napoleón, que hace referencia a las represiones del pueblo español. En la noche del 2 al 3 de Mayo un centenar de prisioneros eran fusilados, inmortalizados por Goya; nadie mejor que Goya supo inmortalizar la Guerra de la Independencia.
Frente a la actitud de la Junta de Gobierno, que dejó Fernando VII antes de dirigirse a Bayona, que colaboraba con las tropas francesas, la reacción popular fue muy distinta. La renuncia de Fernando VII, a quien el pueblo llamó “el Deseado”, se interpretó como impuesta por la fuerza y la rebelión se extendía por todas las ciudades del país.
Mientras, la Junta de Gobierno y el Consejo de Castilla venían acatando las órdenes que provénían de Francia y recibieron al nuevo rey José I Bonaparte. Napoleón quiso presentarse como el regenerador del pueblo español. Para dar más fuerza a su proyecto convocó en Bayona a un centenar de eclesiásticos, nobles, militares y otras personalidades con la intención de elaborar una constitución, que nunca estuvo vigente, y que desembocó en la aprobación del Estatuto de Bayona, en realidad una carta otorgada, puesto que no fue realizada libremente por los representantes de la nacíón. El rey llegó a Madrid en Julio de 1808; fue un monarca impopular y el pueblo acabó denominándole “Pepe botella” o “el rey de copas”. Y contó con el apoyo de los afrancesados.
La mayoría del país no reconocíó a las autoridades oficiales y sólo vieron como rey a Fernando VII, en su nombre surgirán Juntas Locales y luego Provinciales. Más tarde, para organizar la resistencia y dar un gobierno central al país, constituyeron, una Junta Suprema Central. Residíó en varios lugares acabando en Cádiz donde terminó disolvíéndose pasando el poder a un Consejo de Regencia.
Las revueltas desembocaron la guerra de la Independencia, que se desarrolló en tres fases. La primera de ellas ocurre entre Junio y Noviembre de 1808; los soldados franceses se emplearon en sofocar los alzamientos urbanos. En Junio tuvo lugar la posesión de Zaragoza, fundamental para el control de la vía de comunicación del valle del Ebro. El hecho más destacado de esta primera fase de la guerra fue la batalla de Bailén, donde un ejército francés dirigido por el general Dupont fue derrotado por un ejército español improvisado por algunas juntas provinciales de Andalucía, comandado por el general Castaños. La derrota de Bailén tuvo una doble repercusión: estratégica y propagandística. Como consecuencia, José I abandona Madrid y las tropas francesas se retiraron al norte del Ebro.
Napoleón, para vengar esta derrota, decidíó entrar personalmente en España, al frente de un poderoso ejército: la Grande Armée. Empezando así la segunda fase de la guerra y en Diciembre toma Madrid donde vuelve a colocar a José I, además, deja un fuerte ejército bajo el mando del general Soult.
Zaragoza y Gerona caen en manos francesas, además el ejército español es derrotado en la batalla de Ocaña por el rey José I, consiguiendo así el dominio de Andalucía, exceptuando Cádiz (abastecida por los ingleses). Como Cádiz quedó libre de la guerra, se elabora la primera constitución española.
Un hecho decisivo en esta fase de la guerra fue la acción de los guerrilleros que supieron aplicar una guerra de desgaste contra Francia.
La tercera fase de la guerra transcurre cuando Napoleón se ve obligado a retirar tropas de España para preparar la invasión de Rusia. Este debilitamiento francés fue aprovechado por las tropas (anglo-portuguesas y españolas) del duque de Wellington.
En 1811, Wellington iniciaba una nueva ofensiva desde Lisboa, recuperando Ciudad Rodrigoy Badajoz. También triunfaba en Los Arapiles (Salamanca).
El desastre de Rusia aceleró la derrota francesa. Las tropas francesas iniciaron el repliegue hacia su país y en la batalla de Vitoria eran derrotados los franceses y José I se vio obligado a irse. Soult seguía ocupando San Sebastián y Pamplona pero tras la derrota en la batalla de San Marcial tuvo que irse a Francia.
En Diciembre de 1813 Napoleón firmaba el tratado de Valençay, por el que Fernando VII era repuesto en el trono y ponía punto final a la guerra.
Los efectos de la guerra fueron desastrosos para España. Se calcula que hubo medio millón de muertos, cifra considerable para un país que contaba, en 1808, con unos once millones de habitantes. Las ciudades quedaron arrasadas; en otras se destruyeron edificios y monumentos artísticos; una parte importante de las obras artísticas fueron robadas por los franceses. El comercio colonial cayó en picado. El anterior ritmo de crecimiento industrial se perdíó, con máquinas y manufacturas destruidas. El campo quedó arrasado, con pérdida de cosechas y cabezas de ganado. Además, la Hacienda Pública quedó todavía más arruinada. Por último, la guerra afectó al proceso de independencia de la América española.
Durante este proceso, se llevó a cabo una revolución liberal (cambio brusco del sistema político, económico o social como resultado de un proceso político violento o de circunstancias extraordinarias). Con la Revolución Francesa se puso fin a la sociedad estamental, y a eso es a lo que llegó en las Cortes de Cádiz, actuando los diputados en nombre de Fernando VII; aunque no fue tan fácil y una minoría defendía el poder absoluto del rey.
La Junta Suprema Central se vió obligada a trasladarse a Cádiz, por el avance del ejército francés, donde podía propagarse fácilmente las ideas de renovación de la política y la sociedad. Las circunstancias eran favorables para proceder al cambio del sistema tradicional de gobierno, unos veían la necesidad de introducir reformas y suprimir abusos, manteniendo la autoridad absoluta del rey, mientras que otros pensaban que había que efectuar cambios radicales en las instituciones y en la sociedad.
La idea de convocar Cortes estaba muy extendida y fue recogida por la Junta Suprema Central, que se disuelve pasando el poder a un Consejo de Regencia, que procedíó a la convocatoria de elecciones a Cortes. Éstas, que según la Junta deberían haberse convocado según el procedimiento tradicional del Antiguo Régimen terminó siéndolo como una cámara única.
Así, eran elegidos los diputados por sufragio universal indirecto, en unas condiciones nada fáciles por la situación de guerra en que se vivía. En realidad, estas Cortes sólo se parecían a las tradicionales en el nombre; al constituirse, decidía entrar por la vía revolucionaria, la de los cambios radicales, al declararse depositaria de la soberanía nacional, con facultades para dar a España una Constitución que transformaría profundamente al país. (Las cortes ahora representan a la nacíón y no al rey)
Cuando se aprobó la Constitución se dispónía de 184 diputados. La composición social de los diputados era el reflejo de una parte muy influyente de la sociedad de aquella época. Predominaban los individuos pertenecientes a las clases medias y con una sólida formación intelectual y académica.
Aparecieron diferentes ideologías entre los diputados; los liberales que son revolucionarios, los reformistas o jovellanistas, y los absolutistas o serviles.
En la sesíón inaugural de las Cortes de Cádiz, los diputados proclamaron que representaban la soberanía nacional, adquiriendo así un carácter constituyente. De forma que se aprobaba la primera Constitución española de carácter liberal, aprobada el 19 de Marzo de 1812 y conocida como “La Pepa” por su aprobación el día de San José.
La Constitución es un texto de gran extensión, con 384 artículos, y su contenido se basa en la afirmación de la soberanía nacional; la división de poderes en ejecutivo, legislativo y judicial; la proclamación de una monarquía constitucional (el monarca no era titular de la soberanía y estaba limitado); las cortes eran unicamerales y elegidas por sufragio universal indirecto de los varones mayores de 25; la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley que ponía fin a las diferencias estamentales y privilegios; reconocimiento de los derechos y libertades individuales aunque, no se reconoce la libertad religiosa y se establece la religión católica como única de la nacíón española.
Por último, la Constitución acababa con la antigua división en reinos, establecíéndose la uniformidad y centralización administrativa con una nueva división de España en provincias.
Está inspirada en el Racionalismo francés y además influyó en otros países como Portugal, Italia y los países hispanoamericanos que obtendrán pronto su independencia. Nace, la Constitución como un símbolo, como un arma en la lucha contra el invasor, y, sobre todo como solución a los problemas de España.
Además de redactar una Constitución, las Cortes aprobaron una serie de decretos y leyes por las que se procedía a abolir los fundamentos del Antiguo Régimen. Estos decretos fueron la libertad de imprenta y supresión de la censura de prensa; la abolición de los señoríos jurisdiccionales y del régimen señorial; la abolición de la Inquisición, medida que fue recibida con desagrado por la mayor parte del clero; la eliminación de las organizaciones gremiales y la introducción de la libertad económica, abriendo paso, así, a las relaciones económicas capitalistas; la derogación de los privilegios de la Mesta y por último, la supresión del mayorazgo y como medida desamortizadora, se decretó la incautación y venta de bienes de propios de los municipios y de conventos destruidos por la Guerra.
Una vez acabada la Guerra, las Cortes se trasladan a Madrid. Fernando juró la Constitución recuperando así su trono, y fue denominado “el Deseado”. Era símbolo de resistencia y encarnaba grandes expectativas de cambio y mejoras.
Fernando VII llega a España, entra por Cataluña, sigue hacia Zaragoza, y de allí a Valencia donde recibe el Manifiesto de los persas, un escrito instándole a que implante el Antiguo Régimen y por tanto la monarquía absoluta. A su vez, el monarca también recibía en Valencia el apoyo del general Francisco Javier Elío con sus tropas para que volviera a recobrar sus derechos absolutos. Se preparó el Golpe de Estado y, mediante el decreto, dado en Valencia, de 4 de Mayo de 1814, se restauró el poder absoluto del monarca y se abolía toda la legislación de las Cortes de Cádiz, y se vuelve al Antiguo Régimen. A finales de Mayo, Fernando VII, como rey absoluto, entraba en Madrid.
El retorno al absolutismo es favorable a al vuelta al Antiguo Régimen en Europa a la caída de Napoleón. Las potencias vencedoras de Napoleón se reunieron en el Congreso de Viena y terminaron creando la Santa Alianza.
Tras el Golpe de Estado vino la represión política. Fueron detenidos y juzgados liberales y afrancesados. Otros muchos lograron abandonar antes el país, integraban el primer exilio de la España contemporánea.
La labor de los gobiernos de Fernando VII fue desastroso. La Hacienda estaba casi en bancarrota, los pagos de los intereses de la deuda estatal no se cumplían y la guerra en América se llevaba los pocos ingresos. Fernando se esfuerza en que la independencia de las colonias fracasen por los recursos que están generan.
El proceso de independencia de las colonias españolas en la América continental tiene sus raíces en los siguientes fenómenos: los cambios culturales del Siglo XVIII; la experiencia de autogobierno que le proporciona a la burguésía criolla el vacío de poder producido en 1808; la debilidad de la monarquía fernandina, agobiada por las deudas subsiguientes a la guerra; la incapacidad diplomática de España, la escasa capacidad de control marítimo derivada del desastre de Trafalgar y, por supuesto, el precedente de EEUU, primera colonia en independizarse de una potencia europea y que se convierte en el modelo a seguir.
La represión política no detuvo la acción de los sectores liberales. Se dedicaron a conspirar siendo el mejor marco para ello las logias masónicas, muy difundidas en el ejército y serán los pronunciamientos o golpes militares las herramientas más adecuadas para acabar con el absolutismo. Durante el periodo de 1814 a 1819 hubo varios pero todos fracasaron al no contar con el suficiente apoyo. En 1820 el teniente coronel Rafael del Riego se subleva en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) con las tropas que se concentraban para sofocar la rebelión en América; él y otros militares que se suman a la sublevación exigen al rey que jure la Constitución de 1812. El rey, consciente de su debilidad, aceptó el 7 de Marzo la Constitución de 1812.
Entre los años 1820-1823, las Cortes aprobaron una legislación reformista, que venía a completar y desarrollar la labor legislativa de las Cortes de Cádiz, con la intención de acabar con el Antiguo Régimen, de forma que se suprimen los mayorazgos; se anulan los señoríos jurisdiccionales y territoriales, pasando la nobleza titular de los señoríos de “señores” a “propietarios”; se disuelven los conventos y se desamortizaron sus bienes con la Ley de Supresión de Monacales y también se suprime el Tribunal de la Inquisición; y se restablece la Milicia Nacional, que los liberales apoyaban para defender la Constitución.
En el interior de la cámara empezó a darse una división entre los liberales. Por un lado estaba los moderados, querían reformas con prudencia, reformando la Constitución. Por el otro lado, estaban los exaltado o radicales, querían una aplicación estricta de la Constitución, reduciendo los poderes del rey a meramente ejecutivos. El régimen constitucional avanzaba con dificultades ya que tenía la oposición de las potencias absolutistas europeas, reacciones antiliberales del campesinado y los problemas de la Hacienda.
El 7 de Julio de 1822, en Madrid, un golpe militar absolutista pudo acabar con el gobierno liberal. Para terminar con el régimen constitucional no había otra forma que actuar desde fuera, de forma que las potencias de la Santa Alianza decidieron en el congreso de Verona intervenir en España para restablecer el poder real. Francia fue la encargada de enviar un ejército “Cien Mil Hijos de San Luis” que entró en España en Abril de 1823 al mando del duque de Angulema. Recorríó, sin apenas oposición, la Península y llegó a Cádiz donde fue libertado él monarca.
Por decreto de 1 de Octubre de 1823 el rey anula todo lo aprobado por las Cortes y el gobierno durante los tres años constitucionales. Fernando VII desencadenó una violenta represión contra los liberales, muchos de los cuales, entre ellos Rafael del Riego, fueron ejecutados. A petición del rey se crearon Comisiones Militares para procesar a los que desempeñaron puestos en el Trienio y se organizaron Juntas de Purificación, para depurar la Administración de empleados y profesores de tendencia liberal.
Se comprende, que la historiografía liberal denominara como “ominosa”; por mucho que lo pretendieran los absolutistas la vuelta al absolutismo, no era posible, entre otras cosas, porque se desembocó en la vuelta al liberalismo en 1820, algo que no se estaba dispuesto a repetir. Esto explica la incorporación de ministros con ideas favorables a la aplicación de reformas, como Luis López Ballesteros, ministro de Hacienda, que introdujo una reforma presupuestaria y fiscal. Por tanto, con la vigilancia estrecha del monarca, había una vía media defendida por estos absolutistas reformistas, cuyo objetivo final era la supervivencia del absolutismo, pero esta vía estaba amenazada, a su vez, por los liberales, que pretendían, mediante pronunciamientos o conspiraciones la vuelta a la Constitución, y por los absolutistas acérrimos, realistas ultras o ultrarrealistas, opuestos a cualquier cambio o reforma. En la corte, este sector se agrupaba alrededor de don Carlos María Isidro, hermano del rey y su posible sucesor, dado que Fernando VII no tenía descendencia. Además de sofocar las insurrecciones ultrarrealistas también se reprimieron todos los levantamientos liberales. El último intento, el protagonizado por un grupo dirigido por José María Torrijos finalizó con el fusilamiento de Torrijos y los 49 hombres detenidos con él.
La cuestión sucesoria domina la parte final del reinado. Después de un cuarto matrimonio, con María Cristina de Borbón, y ante la eventualidad de una descendencia femenina el rey promulgó la Pragmática Sanción, que derogaba la Ley Sálica, con lo que privaba de sus derechos al infante don Carlos, a cuyo alrededor se agrupaban los ultrarrealistas. En Octubre nacía la heredera, la futura Isabel II.
Los partidarios de don Carlos, también llamados apostólicos o carlistas, en Septiembre de 1832 protagonizaron los llamados sucesos de La Granja, obligando a Fernando VII, gravemente enfermo, a reimplantar la Ley Sálica, al recuperarse el monarca, volvíó a derogar la citada ley y el propio don Carlos tuvo que abandonar la corte, marchando a Portugal, donde declaró que no reconocía a su sobrina Isabel como legítima heredera. El 29 de Septiembre de 1833 fallece Fernando VII y se iniciaba la regencia de María Cristina. Días después, en diferentes puntos del país, se producían levantamientos armados a favor de don Carlos, daba comienzo así una Guerra Civil que enfrentó a los carlistas contra los isabelinos. (Guerras carlistas)
Ante la pugna entre los dos absolutismos, uno más moderado y el otro plenamente intransigente, para los liberales se abría la gran oportunidad para acceder al poder, para lo que llevaban mucho tiempo esperando.