Principales oradores de la Edad Media


Historiadores augústeos


– (Principios del siglo I. D. C.) Tito Livio es un historiador de talante republicano que, sin embargo, refleja, tanto como el propio Virgilio, los ideales de la política de Augusto. Aún sin estar contagiado por la filosofía que inspiró la Pax Augustea, cree sin reservas en la necesidad de buscar la salida para el caos que vive en el retorno a las virtudes tradicionales, a la prisca virtus. Nacíó sobre el año 59 a. De C. En Padua y tuvo una educación tradicional pasando por las escuelas de retórica y filosofía. Aproximadamente en el año 30 marchó a Roma donde dedicó el resto de su vida a un tranquilo retiro entregado a la composición de una ambiciosa obra histórica que habría de cubrir toda la historia de Roma desde sus orígenes hasta la muerte de Druso, en el año 9 a. De C., de ahí su título Ab urbe condita libri (Libros desde la fundación de la ciudad). El propio autor se encargó de dar publicidad a su obra, que se publicaba en series de cinco libros, mediante lecturas públicas, y muy pronto consiguió la fama que no tenía al llegar a la capital desde la provincia. Livio no estudia en las fuentes originarias ni viaja para documentarse. Sus fuentes principales fueron los últimos analistas. Su método de trabajo ha sido más criticado. Normalmente elige una fuente y más tarde la compara o corrige con otras. Con este sistema llega a no pocos duplicados e inexactitudes y no menos malentendidos. Seguidor del estoicismo más ferviente, ve en la historia un plan teológico: el ascenso de Roma es una obra providencial debida, fundamentalmente a la pietas y a la virtus. De ahí que el abandono de las carácterísticas fundamentales del propio Eneas tengan como consecuencia inmediata e irremediable la decadencia de Roma y el romano. Aunque intenta mantenerse fiel a las exigencias de la fidelidad histórica, es innegable su inclinación por los episodios de eficacia emocional y artística. Si en las narraciones sigue ya las técnicas de César, los discursos se adaptan perfectamente a la teoría retórica de Cicerón. El lenguaje de Livio es, en muchos aspectos, más cercano a la época republicana que al Segundo de bachillerato tiempo de Augusto en el que vivíó; tan sólo en la sintaxis se advierte fácilmente la transición al «latín de la Época de plata Historiadores de la Época de plata.
– El título del «más grande historiador de Roma» que Plinio da a su amigo Tácito se justifica por la personalidad literaria del autor. Claro es que toma prestados, no sólo el material, sino también las interpretaciones y hasta las formulaciones, de los antiguos historiadores del Imperio. Pero su maestría estriba en que todo lo examina y lo selecciona, se remonta a las fuentes originarias y hace una visión personal de la historia a través de los acontecimientos contemporáneos para ponérnoslos impresionantemente ante los ojos con los instrumentos estilísticos de la descripción patética de la historia, realzada a la categoría de arte perfecta. Tácito es un producto de su época. Nacido en época de Nerón, vivíó sus años jóvenes bajo la asfixiante tiranía de Domiciano; y solamente a la muerte del emperador, pudo dedicarse a la literatura. Junto con el sentimiento de la libertad reconquistada se mezclan las quejas por haber perdido los mejores años de su existencia en un silencio obligado. La vida pública de Tácito estuvo dedicada a la oratoria en la que consiguió una fama considerable. Sin embargo, claramente insatisfecho con esta actividad, todavía en plena fama como orador, «torcíó» su camino hacia la historia. Su primera obra en este género es una biografía de su suegro, De vita et moribus Iulii Agricolae (Sobre la vida y costumbres de Julio Agrícola). Aproximadamente desde el año 106-7 de nuestra era, después de abandonar definitivamente el género oratorio con su Diálogo sobre los oradores, escribíó una obra que abarca los hechos principales desde la muerte de Nerón hasta la muerte de Domiciano y que tituló Historiae (Historias). A ésta siguen, aunque su tema es cronológicamente anterior a lo narrado en las Historias, los Annales (ab excessu divi Augusti) (Anales (desde la muerte del divino Augusto)), historia de la casa Julio-Claudia. No llegó nunca a escribir la anunciada vida de Nerva y Trajano, emperador, éste último, con el que lo unía una amistad personal. Su Agrícola es una necrología ampliada hasta convertirla en monografía histórica. En ella Tácito dibuja la figura de un romano de cuño antiguo destacando sobre el decadente panorama actual. Cierra el catálogo de sus obras históricas una monografía titulada Germanía, en la que se esfuerza por comprender a un pueblo extraño, en el que ve los inicios de lo que ha llevado a Roma a su grandeza, es decir virtus, religio, simplicitas y libertas. A pesar de ello no duda tampoco en reconocer los vicios de estos pueblos, especialmente el juego y la bebida. Esta obra es la primera monografía de carácter etnográfico escrita como tal y no como una mera digresión al estilo de César o Livio. Segundo de bachillerato .Pero las dos grandes obras de Tácito son también las más amplias. Escritas en serie inversa, siguen año a año, al estilo de los anales, los hechos de la historia más reciente. Pero Tácito es, ante todo, un intérprete y un artista creador, no un mero analista. Su estilo patético llega en su dramatización a conseguir tales efectos que se acerca de un modo admirable a la tragedia, a la puesta en escena, y todo ello sin falsear los hechos y con un escrupuloso sentido de la fidelidad histórica. Pero el arte no es un fin en sí mismo. Tácito quiere llegar a una interpretación de la historia hasta provocar un juicio sobre el Imperio como realidad histórica. Su rotunda negativa al poder absoluto está sólo insinuada, guiada, hasta que es el lector el que llega a tal conclusión sin aparente interferencia del autor. Tácito se ve libre de ira et studio, pero tampoco pretendíó ser imparcial en el sentido moderno de la palabra. Supera a Salustio como pensador y también como estilista, desarrollando sus cualidades hasta sus últimas consecuencias: brevedad, solemnidad e ironía

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