Que es el desarrollo familiar


  1. ¿Por qué Lahire y Perrenoud consideran la escuela una institución burocrática?

La escuela es una organización burocrática y aprender en ella es adquirir la forma de funcionamiento de las instituciones burocráticas: instituciones donde domina la regla impersonal sobre el poder personal, donde los comportamientos están regidos por normas codificadas y aplicables por igual a todos: donde se funciona según un modo de dominación racional. El aprendizaje escolar es el aprendizaje de los procedimientos burocráticos de funcionamiento. Y a la inversa, los juicios de la institución sobre los alumnos estarán en función de que éstos se adecúen a este modo de dominación racional, impersonal, codificada.

¿CUÁLES SON LOS CINCO RASGOS DE LA CONFIGURACIÓN FAMILIAR QUE SEGÚN LAHIRE SE ASOCIAN CON EL ÉXITO EDUCATIVO DE FAMILIAS POPULARES? ¿POR QUÉ INSISTE EL AUTOR EN QUE SON RASGOS Y NO FACTORES?

A) Las formas familiares de la cultura escrita


Todas las transformaciones que la escritura supone tanto en la estructura del razonamiento como en la posibilidad que confiere de autodominio. Son estas dos cualidades las que pueden potenciar tipos de escrituras domésticas continuadas como hacer lista de compras, hacer agendas, listines de teléfono,…: suponen tanto la posibilidad de un mayor cuidado del lenguaje, de la forma, como la posibilidad, mediante la distancia que introducen entre el sujeto hablante y su lenguaje, de controlar simbólicamente o que controlaba prácticamente hasta el momento: el lenguaje, el espacio, el tiempo …Capital cultural no se “trasmite” automáticamente a los hijos, necesita una disponibilidad de tiempo y unas condiciones para que la actividad de la lectura se perciba como agradable: que estos actos de lectura formen parte de un intercambio afectivo positivo entre padres e hijos.


Condiciones y disposiciones económicas


El éxito escolar es una carrera de fondo, donde no se consiguen objetivos inmediatos: supone la inculcación, en el niño, de una disposición a la perseverancia, a la constancia, a posponer las gratificaciones para conseguir metas a largo plazo. Y para que se constituya una moral del esfuerzo y la perseverancia son necesarias una condiciones económicas de existencia particulares: no pude darse donde la precariedad económica impida toda proyección realista en el porvenir.

Sin embargo, las condiciones económicas no determinan mecánicamente las disposiciones económicas

Son condiciones necesarias pero no suficientes. La misma situación económica puede dar lugar a gestiones muy distintas, en función de la historia familiar pasada que actúa en el presente en forma de disposiciones.

El orden moral doméstico


Estas disposiciones a la perseverancia, al esfuerzo, al orden, tan necesarias al éxito escolar cuando no hay capital cultural de partida, pueden ser inculcadas mediante la conformación de un orden doméstico donde se potencie la conformidad a las reglas, la regularidad de los ritmos, el orden,….

Las formas de la autoridad familiar


Lo importante aquí no es el grado de control sobre los hijos, sino la forma en que se ejerce la autoridad. La escuela es un mundo de dominación “racional”, burocrática: la autoridad se basa en la obediencia a la regla, las sanciones son siempre diferidas en el tiempo. El niño se hallará más adaptado a este universo cuanto mayor sea la homología entre el ejercicio de la autoridad en la escuela y en la familia.

Los modos familiares de la inversión pedagógica


Una carencia de capital cultural puede ser compensada por una inversión desmesurada de tiempo, esfuerzo y recursos materiales en la escolarización del hijo. Es fundamental que logre una implicación afectiva del niño en la cultura y resultados escolares.

Porque los factores son deterministas. hay una combinación original en cada familia  por eso no son deterministas. Puede que cumpla el primer requisito pero no son determinantes. Aunque tu padre sea médico tu no tienes por que serlo.


  1. ¿A qué se refieren los autores del texto cuando hablan de substancialismo de la variable clase social?

Buena parte de los estudios sobre las clases sociales y educación han partido de una concepción taxonómica de las clases sociales concebidas como categorías dispares entre sí y homogéneas internamente. A partir de aquí, se atribuyen a cada clase social un conjunto de “valores”, “culturas” (o “subculturas”), “actitudes” ante la educación escolar y familiar que “explicarían” sus comportamientos.

Esta forma de razonamiento es la propia de las tablas estadísticas. En éstas, se procede mediante tres operaciones fundamentales: la constitución de clases de equivalencia –categorías-, la asignación de sujetos a clases y la búsqueda de relaciones entre las distintas clases construidas.

Este tipo de explicación adolece de lo que podemos denominar “sustancialismo de la variable clase social”:

  1. Porque plantea la clase social como una sustancia con fuerza propia que “explicaría” la relación, en vez de considerar los procesos sociales que están en la base de la producción de las prácticas materiales y representaciones mentales de los sujetos. De esta manera se puede decir que el sustancialismo de la variable clase olvida que ésta, tal como se construye habitualmente en las estadísticas  es únicamente un “indicador” de otros procesos sociales que son los que verdaderamente nos pueden comenzar a “explicar” los comportamientos.
  2. Porque plantea las “clases sociales” como clases de equivalencia: cada una de ellas es homogénea internamente y completamente distinta de las otras . Ello supone que todos los que se hallan en el interior de una clase son equivalentes: intercambiables. No se pueden considerar a las “clases sociales” que manejan habitualmente los sociólogos como clases de equivalencia, ya que en el interior de cada una de ellas estos procesos afectarían de manera distinta.
  1. Realiza una síntesis de las dinámicas familiares que los autores proponen estudiar por su relación potencial con el éxito escolar en familias sin capital cultural de partida.

Hemos de separar analíticamente tres conjuntos de relaciones:

La relación entre dinámica familiar/prácticas educativas paternas y éxito escolar de los hijos


Hay que partir de la perspectiva de que las configuraciones familiares que pueden servir, en familias desprovistas de capital escolar de partida, para el éxito escolar de los hijos pueden ser muy distintas entre sí. El éxito escolar no lo concebimos aquí como “consecuencia” de una capacidad de esfuerzo y de una inteligencia. El éxito escolar es una construcción institucional. Y la relación entre socialización familiar y éxito escolar ha de entenderse como la relación entre el conjunto de disposiciones, esquemas de razonamiento, modos de relación a la autoridad que imperan en la familia y los que imperan en la escuela. El tipo de cualidades que requiere el universo escolar son la capacidad de autodominio, de control de sí, la conformidad y el dominio de las técnicas escriturales dentro de un universo donde la forma de autoridad se caracteriza por la obediencia a la regla impersonal. Para estudiar esta relación nos centraremos en los cinco elementos señalados por Lahire: formas familiares de cultura escrita, condiciones y disposiciones económicas, orden moral doméstico, modos familiares de inversión pedagógica y formas de autoridad familiar.


  1. La dinámica de la configuración familiar


El estudio de la propia dinámica familiar –de la progresiva estructuración de relaciones entre unos y otros miembros de la unidad familiar. En particular:

  • La particular estructura de división sexual de tareas domésticas y de educación de los hijos.
  • Las relaciones de la familia nuclear con las redes más amplias de parentesco,
  • La particular configuración de las identidades sexuales,

Para analizar la medida en que el juego de las relaciones familiares va a incidir en las prácticas educativas utilizaremos tres herramientas conceptuales, la distinción de tres niveles en la relación de los padres con los hijos, la distinción entre relaciones de poder y dominación y el concepto de estructura familiar de derechos.

  • Tres niveles de relación entre padres e hijos: en primer lugar, un nivel material. En este nivel nos hallamos con el niño como un ser que plantea problemas materiales de gestión doméstica. En segundo lugar, es un miembro de un grupo familiar y social que ha de reproducir la posición social de sus progenitores y, en el mejor de los casos superarla. Desde este punto de vista, tenemos al niño como objeto de una educación y como ser moral. Por último, el niño es un objeto de afecto: un ente sobre el que sus progenitores hacen una inversión emocional que desean sea correspondida. El niño, así, entra dentro de una economía de intercambio afectivo.
  • Dominación y poder. Es la distinción weberiana entre dominación y poder. Mientras que el concepto de dominación nos remite a la inculcación del principio de autoridad en el sujeto dominado –que obedecerá la orden sin necesidad de una coacción material porque la considera legítima-, el concepto de poder nos remite al orden de las coacciones inmediatas, a la relación de fuerzas entre los jugadores. En base a esta distinción, podemos considerar dos tipos de configuraciones familiares. Configuraciones en las que podemos decir que las prácticas paternas son fundamentalmente de poder.
  • Estructura de derechos en la familia. El hecho de que el particular estado de relaciones entre padres e hijos en el seno de cada familia va a consolidar una serie de “derechos” y “deberes” por ambas partes de un pacto implícito que, en su caso de ser transgredido por alguna de ellas, desencadena la indignación y una fuerte resistencia en la otra. Está muy relacionada con el hecho de que los padres desarrollen estrategias de dominación y poder.
  • Las condiciones sociales de posibilidad y producción de las configuraciones familiares


  • Los distintos modos de reproducción social y las distintas condiciones de existencia introducen una serie de constricciones sobre el tipo de relaciones familiares que se pueden desarrollar en cada espacio histórico y geográfico determinado.

Las características generales no pueden tomarse simplemente como factores que mecánicamente producirían determinadas formas de relaciones familiares. Y ello por diversas razones: porque hay que tener en cuenta la historia anterior de los componentes de la unidad familiar, porque existe una tensión entre el nivel de reproducción social y los niveles afectivo y material en las relaciones familiares, porque los miembros de la familia pertenecen también a otros grupos sociales con intereses y objetivos que pueden ser contradictorios e introducir nuevas tensiones. Y porque tenemos que analizar la trama concreta de interdependencias entre los diversos elementos, que no pueden tomarse como simples “variables independientes”.

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