ESPACIO Y TIEMPO
El espacio es determinante en las obras de Delibes, especialmente la oposición entre las ambientaciones rurales y las ambientaciones urbanas.
Los santos inocentes es una novela rural, pero que frente a otras incorpora el espacio urbano cuando aparece descrito el grupo de los poderosos, y no porque la novela traslade sus escenarios, sino porque la oposición mundo rural / mundo urbano se convierte en la oposición espacio abierto / espacio cerrado. Los espacios abiertos se identifican con la vida que está en consonancia con la naturaleza y, por lo tanto, según la perspectiva de Delibes, por ellos transitan aquellos personajes en los que Delibes vuelca sus simpatías y preferencias: Paco, Azarías…; mientras que el lugar propio de los poderosos es el interior de las casas, de modo que cuando salen a los espacios naturales es para agredirlos, entendiendo por agredirlos, romper la armónía natural mediante el ejercicio de la caza. De hecho, la muerte del señorito Iván sucede porque ha trasgredido de modo injusto y violento el orden natural. El espacio externo, pues, representa la autenticidad del ser humano, los espacios cerrados se asocian a la falsedad y la hipocresía social.
Si el espacio geográfico no está exactamente delimitado, la acción sucede cerca de la frontera con Portugal desde Salamanca hasta Huelva, sí se describen con precisión las diferentes casas que aparecen en la novela.
En primer lugar existen dos cortijos: el de la Jara, donde vivía Azarías, y el de la Marquesa. El cortijo viene definido como un conjunto de construcciones, casas y almacenes, que se agrupan en torno a una explanada, el corralón. Es significativo el nombre que se le da a cada una de las casas porque en última instancia es el reflejo semántico de la condición de sus moradores. Tres son las casas mencionadas en el cortijo de la Marquesa:
La casa junto a la verja. Recibe este nombre porque hace las veces de portería, ya que está situada en la entrada principal del cortijo, el portón que Régula debe abrir cada vez que llega un coche. En ella habita la familia de Paco. Es un casa pequeña como corresponde a su categoría social. La casa de Arriba, donde viven don Pedro y su esposa, denota un rango social superior. Este espacio responde a lo señalado sobre los espacios interiores. La casa grande, permanece deshabitada gran parte del año y se utiliza cuando se celebran en la hacienda festejos de cierta importancia. Además cabe citar la casa que está en la Raya de lo de Abendújar, más que una casa una choza en medio de la nada y en la que viven los sirvientes que están destacados en los límites de la hacienda y que, pese a todo, aparece descrita con un intenso carácter bucólico.
Al hablar del tiempo en la novela debemos diferenciar entre el tiempo de la narración y el tiempo cronológico en que esta se ubica. El tiempo en que se produce la acción es durante la década de los sesenta, como se desprende de dos referencias: la celebración del Concilio Vaticano II y una alusión a la emigración a las ciudades. Los sucesos se producen en un periodo inferior a un año que abarca desde la primavera –comunión del nño- hasta finales del otoño.
En cuanto a la temporalidad interna aparecen la de “resumen”, el tiempo real es mayor que el tiempo narrativo, que se asocia a la parte narrativa, y la de “escena”, en la que el tiempo de la historia coincide con el del relato, una temporalidad importante en la novela al ser los diálogos una parte sustancial de la misma.
En los primeros capítulos el tempo narrativo es más lento pues se vincula a la falta de acción, es decir, prevalece en estos capítulos la exposición, la anécdota, la analepsis que busca profundizar en el personaje o en el porqué de una situación de presente. Existe pues un predomino de la descripción sobre la narración y es aquella tan importante que, incluso, cuando en los dos últimos libros el acontecimiento gana en interés, el relato no termina de desprenderse de lo descriptivo, aunque sí ha quedado en gran medida subordinado a la narración del hecho.
Técnicas narrativas
Las técnicas narrativas más destacadas de la novela son el punto de vista, modo en que el narrador ofrece su relato al lector; los usos lingüísticos o literarios que ayudan a desvelar el estilo de Delibes, estilo que básicamente se asienta en la propiedad léxica, en el uso del habla coloquial y en un acertado empleo del diálogo como técnica narrativa; un empleo singular de los signos de puntuación, puesto que solo aparece un punto al final de cada libro, y una mezcla de los estilos indirecto libre y directo libre. Con estas técnicas Delibes pretende conseguir una identificación narrador / personaje que facilite la comprensión de la denuncia social, objetivo último de la novela.
Tres son las voces narrativas bajo las que aparece el narrador: “narrador-testigo, narrador-subjetivo y las voces de los distintos personajes”. El narrador-testigo es básicamente un observador directo de los acontecimientos narrados, está fuera de la acción y aparece en el texto mediante la tercera persona. El narrador-subjetivo es una voz que se introduce para comentar o valorar los acontecimientos, que cuenta una parte de esa historia, pero sin emplear la primera persona que delataría ese uso partidista que Delibes quiere evitar y evita. Las voces de los personajes aparecen en el diálogo y caracterizan a los personajes desde su propia interioridad.
Son también importantes:
- el empleo de un lenguaje de base oral y coloquial, un uso que sobre todo manifiestan los personajes pero que en ocasiones también aparece en la voz del narrador con el fin de cohesionar el relato
– la utilización del estilo indirecto e indirecto libre, por un lado, y, por otro, el directo libre, como medios fundamentales de reproducir los diálogos. Se desprende de este uso una mayor vivacidad de los diálogos y una mayor proximidad y cercanía al lector.
Aunque en ocasiones se suprimen los verbos dicendi, y siempre las convenciones ortográficas propias del diálogo literario –guiones, comillas-, lo habitual es que aparezcan estos verbos o, en su defecto, se explique la acción que motiva el parlamento.
El estilo directo libre -enunciación de cada parte del diálogo por los respectivos interlocutores sin que aparezcan convenciones ortográficas ni verbos dicendi– suelen aparecer, en conversaciones directas en las que los personajes ya han sido presentados dentro de la escena.
Otras técnicas narrativas son la enumeración iterativa y la preferencia por el polisíndeton o la yuxtaposición, ambas con idéntico efecto estilístico. Utiliza una enumeración basada en la repetición de elementos para provocar un efecto de proximidad y afectividad en el lector. Polisíndeton y yuxtaposición provocan agilidad y rapidez a la narración y con ese fin se emplean.
En cuanto a la ausencia de puntos obedece a una voluntad de estilo ligada a los experimentalismos narrativos cuando dicha corriente, sin embargo, ya no estaba en boga. Hay que recordar que en la novela sólo existen seis puntos, cada uno de ellos al final de los seis capítulos. Lógicamente la primera palabra de cada uno de los libros se escribe en mayúscula que solo se usa además para nombres propios.
Los parlamentos suelen ser breves, como corresponde al intento de plasmar en el relato, con la mayor fidelidad posible, el habla coloquial. El uso de este registro es otra de las carácterísticas técnicas importantes pero que se desarrolla en epígrafe propio.