28. Niveles inductores del dimorfismo sexual y pauta femenina endógena en la especie humana
El dimorfismo
sexual es definido como las variaciones en la fisonomía externa referido al
sexo, como forma, coloración o tamaño, entre machos y hembras de una misma especie. El dimorfismo sexual tiene implicaciones en los conceptos de sexo y género en la especie humana. El sexo es una variable que implica unos procesos de diferenciación sexual que se extienden a lo largo de todo el ciclo vital, donde
participan factores biológicos, psicológicos y sociales que se muestran en mutua y permanente interacción, dando lugar a los que denominamos varones, mujeres o sujetos que presentan una situación de ambigüedad de sexo. Por otro lado, el género hace referencia a aquellas carácterísticas consideradas socialmente apropiadas para mujeres y varones dentro de cada sociedad determinada (Fernández, 1996). Los componentes de ambos conceptos, sexo y género, se han ido desvelando a lo largo del presente siglo: la determinación genética, el condicionamiento hormonal, el control cerebral, los mecanismos de la tipificación sexual, el impacto de lo social, por sólo destacar algunos de los que han recibido más atención por parte de los investigadores (Money y Ehrhardt, 1972). Es posible establecer un triple enfoque/
nivel para el correcto análisis de ambas realidades, sexo y género (Fernández, 1991):
1. Nivel estructural: que posibilita un análisis detallado de los componentes de cada uno de los dominios, gracias a las aportaciones de todas y cada una de las disciplinas ocupadas en su estudio: genética, endocrinología, neurología, psicología, sociología, antropología y sexología.
2. Nivel funcional: Desde este nivel se pueden
concatenar todos esos conocimientos del nivel anterior, que ordinariamente aparecen yuxtapuestos.
3. Nivel interactivo: Trata de materializar la idea general de estos conceptos,
subraya la necesaria interacción de ambos dominios (sexo y género) en la evolución del individuo. El desarrollo del sexo a través de los períodos prenatales se realiza en 3 fases o niveles: genético, gonadal y genital.
En el nivel genético/cromosómico
El desarrollo humano comienza por la fertilización de los gametos, cuando un gameto o célula sexual masculina penetra en la membrana de un gameto
femenino.
Cada gameto contiene la mitad de la información genética del progenitor del que procede. Cada ser humano tiene 46 cromosomas, 23 heredados de cada progenitor. El par 23 determina el sexo biológico del individuo. El cariotipo es 46,XY en varones y 46,XX en mujeres. Por ello la madre siempre transmite una X, quedando en el padre la transmisión de una X o una Y, lo cual determina el sexo del feto.
A nivel embrionario:
Se refiere al período que abarca desde la fecundación hasta la 6-7 semana. Durante este período el desarrollo es igual para la configuración XX y XY. El embrión presenta una pareja de gónadas primitivas que se transformarán en testículos u ovarios, y dos sistemas de conductos sexuales que coexisten, el de Wolf y el de Müller, precursores del tracto reproductor masculino y femenino respectivamente. A partir de la semana 6ª, si no hay alteraciones, se va a realizar una morfogénesis que consiste en la regresión de uno y la persistencia y diferenciación del otro. El cromosoma Y la entidad genética que se asienta en él, el llamado Factor de Diferenciación del Testículo (FDT), promoverán que la gónada primitiva se transforme en testículo.
A nivel hormonal:
El testículo fetal va a sintetizar una serie de hormonas, andrógenos, que van a constituirse en inductores de la diferenciación somática. Las más importantes de estas hormonas son la testosterona, la cual provocará una maduración del tejido de Wolff, y una sustancia inhibidora de Müller, que provocará la regresión del tejido de Müller. La maduración del tejido de Wolff dará lugar a las vesículas seminales, a la próstata y a las vías deferentes. La testosterona es también la causante de los genitales externos masculinos, pene y escroto….La pauta femenina endógena de la especie humana se refiere a que la naturaleza por defecto siempre daría femenino, la gónada indiferenciada tiene tendencia a desarrollarse como ovario al no existir el cromosoma Y, o por ser éste defectuoso, por ejemplo por no encontrarse el FDT. Además, para este desarrollo femenino no es necesaria la intervención de hormonas que induzcan este proceso. A partir de las gónadas primitivas se forman los ovarios, y de los conductos de Müller se desarrollan las trompas de Falopio, el útero y el tercio externo de la vagina. Puede darse el caso pues de existir cromosoma Y, pero sin embargo el individuo tener apariencia femenina, dado que no se ha formado el testículo o por otras causas. Si en la semana 12 no existe diferenciación, aún existiendo cromosoma Y, el embrión evolucionará hacia un feto femenino. Por tanto la configuración XY es la fórmula frágil, desvelando a las mujeres más fuertes embriológicamente hablando. Esto se contrapone con la teoría Freudiana del psicoanálisis, que promulgaba un supuesto complejo de castración de las mujeres, como si les faltara algo que el hombre sí tenía. A raíz de investigaciones posteriores, sin embrago, se expone al pene como una hipertrofia del sexo básico, el femenino. A nivel cerebral existe un mayor dimorfismo cuanto más evolucionada sea la especie. Así, en experimentos con animales se descubríó el efecto de los andrógenos en la diferenciación sexual. Si bien la aplicación de testosterona a hembras después de nacidas no tenía un efecto relevante, cuando se inyectaba andrógenos a madres gestantes, tal como hizo Phoenix en 1959, las hembras de la camada de ratas realizaban menor número de conductas femeninas como la lordosis, y manifestaban más conductas masculinas como la de monta…Así mismo Whalen en 1963 comprobó que la administración de estradiol neonatalmente a las hembras genéticas, suprimía la ovulación y los patrones de conducta femenina. Esto se debe a que la testosterona cuando llega al cerebro se transforma en estradiol, y éste es responsable de la desfeminización. La androgenización en el ser humano es difícil estudiar, sólo se ha podido hacer en casos excepcionales, como el suceso de la progestina sintética,
hormona que se suministró en los años 50 a mujeres en estado de gestación y que luego se prohibíó. La progestina produjo una androgenización del feto de la fórmula XX durante el embarazo. No afectó a la identidad/rol de género pero sí producía matices en el comportamiento: mayor actividad física intensa (más fuertes físicamente), más juegos bruscos y competitivos, menos juegos con muñecas, uso menor de ropa femenina y menos cuidado del aspecto personal. Por otro lado, existe la insensibilidad a los andrógenos, que afecta especialmente a la fórmula XY. Éstos carecen de los receptores para los andrógenos que producen. Han desarrollado testículos que segregan testosterona y la hormona antimülleriana, por tanto tienen el sexo masculino, pero como sus cuerpos no responden a los andrógenos que segregan, las hormonas no actúan y el cuerpo exteriormente adquiere la fisionomía de mujer, en la pubertad le salen pechos al individuo, sin embargo carecen de vagina o solo cuentan con el tercio más externo. Sus rasgos fenotípicos son femeninos pero genotípicamente son masculinos.“La orientación sexual no se elige, se eligen las experiencias sexuales. Hay pocas personas exclusivas en algo respecto a la orientación” (Torres, clases de grado de psicología, 2010)