*formalismo/materialismo moral:
distinción propuesta por Max Scheler(el formalismo en la ética y la ética en el material de los valores) que era una generalización de la distinción propuesta por Kant entre la materia y la forma de la facultad de desear. Max subraya la presencia necesaria de una materia en todo acto de desear, pues sin materia alguna el acto de desear sería vacío, si bien concede a Kant que tal materia no debe ser subjetiva y señala a otras materias, no subjetivas, sino objetivas (no inmanentes, sino trascendentes), como determinantes adecuados de la acción moral.
Distingue, las éticas formales de las éticas materiales. Es una distinción certera y ello explica su éxito. Con todo, esta distinción no recoge todas las posibles respuestas a la cuestión de la fundamentación moral sino que, más bien recoge los dos tipos límite de respuestas posibles. Hay que añadir, en efecto, otras dos, a saber: la respuesta negativa(la que niega tanto el fundamento formal como el material) y la respuesta afirmativa(la que establece la naturaleza a la vez formal y material, del fundamento de la moral (porque reconstruye la distinción de materia y forma de otro modo. Habría según esto, cuatro tipos de respuestas de la fundamentación de la moral: 1.El positivismo moral: la moralidad no tiene fundamento ni formal ni material trascendental, sino factual positivo. 2.El materialismo moral: la moralidad tiene un fundamento materia trascendental. 3.El formalismo moral: la moralidad tiene un fundamento formal trascendental a priori. 4.El materialismo formalista: la moralidad tiene un fundamento tal, que es a la vez material y formal-trascendental.
*distinción ética-moral:
La diversificación inmediata del principio fundamental de la sindéresis, según las dos formas del deber se coordina puntualmente con la diversificación de los deberes en deberes éticos y deberes morales; al menos así, tenemos la posibilidad de aplicar un criterio de distinción entre ética y moral que no es de todo punto arbitrario. Los términos ética y moral, sólo superficialmente pueden considerarse sinónimos. Algunos pretenden que estamos ante dos nombres distintos (acaso con connotaciones expresivas o apelativas muy diferentes) para designar la misma idea –algo así como cuando hablamos de oftalmólogo y de oculista–. Otros redefinen el término “ética” para designar con él al tratado de la moralidad. Ética sería el estudio de la moral (“la investigación filosófica del conjunto de problemas relacionados con la moral”). Tenemos que rechazar semejante distinción entre ética y moral a pesar de que ella se haya propagado ampliamente a través de muchos representantes de la llamada “filosofía analítica”. Los motivos de nuestro rechazo son de dos tipos: 1. El primero tiene que ver con la consideración del carácter meramente gratuito de la asignación de los términos moral y ética a los significados de referencia (“contenidos de las normas o instituciones morales”. Si partíéramos de términos sin historia nada habría que objetar. Pero la etimología y la historia semántica de estos términos nos advierten que ética alude a aquel comportamiento de los individuos que pueda ser derivado de su propio carácter mientras que moral alude a las “costumbres” que regulan los comportamientos de los individuos humanos en tanto son miembros de un grupo social. 2. Al asociar la “investigación filosófica de la moral” a la Ética, en cuanto ocupación de un gremio se está muy cerca de presuponer que la conducta moral (incluyendo la conducta ética) puede tener lugar al margen de toda reflexión filosófica. Ahora bien, desde nuestra perspectiva, ni la conducta ética ni la conducta moral pueden tener lugar al margen de una mínima intervención filosófica (“mundana”) destinada a establecer las conexiones entre los comportamientos personales éticos y morales dentro de algún sistema de fines o de valores, a través de los cuales puedan “reabsorberse” los conflictos entre las normas de diversos tipos en la vida real. En el uso ordinario del español el término “moral” supone, de algún modo, la presión de unas normas vigentes en un grupo social dado (mores = costumbres) como lo confirman los sintagmas: “moral burguesa”, “moral tradicional” o “moral y buenas costumbres”; mientras que quien declara: “esto lo he hecho por motivos éticos”, está aludiendo vagamente a un deber que supone que ha emanado de la “propia intimidad”, de su conciencia subjetiva, y no de la inercia y, menos aún, de alguna presión exterior. Ahora bien, si los deberes morales fueran meramente normas sociales, no serían transcendentales; si los deberes éticos fuesen dictados de la conciencia, tampoco serían transcendentales a las más diversas acciones y operaciones de la persona, porque la conciencia, si no va referida a una materia precisa, es una mera referencia confusa, asociada a una metafísica mentalista.