El raciovitalismo es la tercera etapa del pensamiento de Ortega y Gasset, su etapa de madurez. Representa la aportación básica y la maduración de su filosofía. Esta etapa es una evolución y concreción del perspectivismo, donde se reflexiona sobre las perspectivas radicales en las que el ser humano está situado: la perspectiva de la razón y la perspectiva de la vida. El raciovitalismo establece la necesidad de superar la falsa dicotomía que concibe la razón como fundamento de la verdad, frente a la vida, que representaría lo particular.
Crítica al Racionalismo y al Vitalismo
Ortega realiza una crítica tanto al racionalismo como al vitalismo, considerándolos excesos.
Crítica al racionalismo: Ortega le recrimina no admitir la existencia de zonas de irracionalidad. Los racionalistas han hecho un acto de fe en la razón y han abrazado la creencia en su uso ilimitado. El raciovitalismo propugna una mayor atención a la vida.
Esta perspectiva no puede prescindir de la razón, y por eso Ortega se siente incómodo con el calificativo vitalismo, ya que tiene connotaciones irracionales.
La Vida como Realidad Radical
La vida es la realidad radical, pero una realidad radical nueva. Para esta concepción, Ortega explica una nueva realidad y propone una nueva idea de ser. Para Ortega, ser va a significar vivir.
Tesis del Raciovitalismo:
1ª. Primacia Ontológica de la Vida
La vida es la realidad primera y primigenia, anterior al pensamiento. Hay que someter a la razón a una cura de humildad para que dé razón de aquello que le precede: la vida. Tomar la vida como realidad radical es el emblema del raciovitalismo, pues reconoce que la vida es lo radical para el ser humano, pero hay que teorizar, y esta es la tarea del filósofo.
Es la verdad de Descartes, pero cambiada: Pienso, porque vivo. El pensamiento viene después y debe abordar esa realidad y esa vida que le preexisten.
2ª. La Vida Humana como Vida Personal y Circunstancial
La vida que le interesa a Ortega no es cualquier clase de vida, sino la que cumple con más condiciones determinadas. Estas condiciones son:
- Que la vida humana es la de cada cual, es la vida personal.
- Que la vida personal lleva a hacer siempre algo en una determinada circunstancia.
- Que la circunstancia nos ofrece posibilidades de hacer y ser, que añade libertad y también fatalidad, ya que no podemos salirnos del marco de nuestra circunstancia.
De esta forma, mi vida es responsabilidad mía.
3ª. El Pensamiento como Diferenciador y Dador de Sentido
Con el pensamiento, la vida humana puede diferenciarse de cualquier otra vida y encontrar un sentido. Estamos hablando de la vida de quien tiene conciencia para dar cuenta y razón de ella. El pensamiento es lo que da sentido a la acción. De modo que no puede hablarse de acción, sino en la medida en que esté regida por un previo distanciamiento, por una contemplación, por una teoría.
Esta teoría responde a la necesidad del hombre de pensar y a su capacidad de ensimismarse. El ser humano necesita de la razón para su supervivencia.
4ª. El Pensar Humano como Labor en Ampliación
Si dijéramos que hemos alcanzado todo el saber posible, estaríamos identificando el saber con lo sabido por nosotros, y ese saber se convertiría en absoluto, matando con ello al propio conocer, ya que no existiría nada nuevo por conocer. No hay peor ignorante que el que cree saberlo ya todo, que aquel que no es consciente de su ignorancia. Para el ser humano que sabe de su ignorancia, con cada nuevo conocimiento se le abren nuevos horizontes. En este sentido, Ortega propone cambiar la definición de ser humano como homo sapiens a homo insapiens (sé ignorante).
Las Ideas y las Creencias
Una de las formas de manifestarse esta necesidad del pensar son las ideas. Las ideas constituyen coordenadas con las que orientarse en el mundo y con las que solucionar sus necesidades. Por idea, Ortega entenderá pensamientos que construimos y de los que somos conscientes. Las ideas podemos discutirlas, no nos sentimos inmersos en ellas. Las ideas que tenemos tan asumidas que no tenemos la necesidad de defenderlas, son nuestra realidad.
Las creencias, mientras vivimos en ellas, no las sentimos, y cuando las sentimos pasan a ser ideas que pueden ser discutidas y necesitamos defenderlas o abandonarlas. Las creencias son nuestra vida, la realidad en la que estamos inmersos y de la que partimos, y las ideas son equiparables a la razón con la que pensamos la realidad que es la vida. Debe existir una armonía entre ideas y creencias.
Llega el momento en que nuestras creencias fallan y aparece la duda, que no es otra cosa que el intento de buscar la seguridad perdida. Entonces nos afanamos en conocer, en buscar alguna certeza. La duda ha llegado a través de los filósofos que han sido capaces de sacarnos de nuestras creencias y hacer que las pongamos en juicio. Dentro de los filósofos, los escépticos son auténticos demoledores, porque llevan la duda sobre nuestras creencias a su grado más alto.
El pensamiento es el fruto de esta inestabilidad. Las ideas que nacen del pensamiento hay que defenderlas porque no son la realidad, sino construcciones que el ser humano hace para separarse de la realidad, para ensimismarse. Cuando nos apartamos de las creencias en las que vivimos, éstas pueden ser rechazadas o aceptadas, y dejan de ser creencias para convertirse en ideas.