Reconquista y Repoblación en la Península Ibérica: Fases, Reinos y Sociedad (Siglos VIII-XV)


Desarrollo de la Reconquista y Repoblación en la Península Ibérica

Las fases de ese proceso son las siguientes:

  • Del siglo VIII al siglo X: Etapa de aplastante dominio musulmán en todos los niveles.
  • Del siglo XI al XIII: Época de la gran expansión y dominio cristiano que a finales del XIII lleva su frontera hasta el reino de Granada.
  • Los siglos XIV y XV: Suponen un parón en el proceso debido a la crisis interna de Castilla y a las elevadas sumas (parias) que pagan los musulmanes para no ser atacados. La etapa se acaba cuando los Reyes Católicos reinician la guerra contra los musulmanes a partir de 1470.

1. Formación de los Núcleos de Resistencia Cristianos durante la Alta Edad Media

Desde el siglo VIII al X, los núcleos de resistencia cristiana se formaron sobre las dos cordilleras septentrionales: el reino astur-leonés en la Cantábrica y los núcleos de Pamplona-Navarra, Aragón y Cataluña en los Pirineos. Aunque pudieron aprovechar las luchas internas de Al-Ándalus, estos núcleos cristianos se limitaron a una política de supervivencia y a ocupar zonas despobladas al norte de la cuenca del Duero. En todos ellos, en mayor o menor grado, se desarrolló un proceso de feudalización que tendía al control de rentas en manos de una minoría nobiliaria o eclesiástica.

1.1. Nacimiento y Consolidación del Reino Astur-leonés

Hasta el siglo X, el núcleo astur-leonés fue el más importante entre los cristianos por su extensión, su fuerza económica y su estructura política. En el 718 los astures no sometidos nombran rey al histórico Pelayo, y este derrotará a las tropas musulmanas en la Batalla de Covadonga (más bien una escaramuza militar, en el año 722). La escaramuza sirvió a los reyes asturiano-leoneses para legitimar su poder, pues se erigieron en herederos de los monarcas visigodos. Desde este momento se considerará constituido el reino astur, coincidiendo con la retirada de las guarniciones musulmanas de la zona. En época de Alfonso I (739-757) (yerno de Pelayo) se configura la unión de dos núcleos de resistencia frente al Islam, agregándose así al reino astur territorios más orientales (valle del Duero), por rebeliones antiislámicas y la migración mozárabe. Con Alfonso II el Casto (791-842), se consolidará la primitiva monarquía astur con sede regia en Oviedo, ampliándose hacia Galicia el territorio. Además, se produce el hallazgo de la tumba de Santiago, de este modo los mitos de la Reconquista quedan establecidos.

1.2. El Reino de León y los Orígenes del Reino de Castilla

Sería Alfonso III (886-910) quien realmente consolidará al reino astur, ampliando las fronteras hasta alcanzar la línea del Duero (Oporto, Zamora), favorecido por la primera crisis del emirato cordobés. Ordoño II trasladó la capital del reino de Oviedo a León (914), con lo que este pasó a denominarse Reino de León (incluía Asturias, Galicia, Cantabria, León y parte de Castilla). En la zona oriental, la más expuesta al ataque musulmán, se construyeron muchos castillos. Así, en esta zona se constituyó el Condado de Castilla, que pasó a estar gobernado por condes nombrados por el rey de León y que en la práctica constituían auténticos jefes locales muy poderosos que actuaban de forma separada del reino. Así, uno de estos condes, Fernán González (927-970), consiguió independizarse en la segunda mitad del X, iniciando así el camino hacia la creación del Reino de Castilla.

1.3. Los Orígenes del Reino de Navarra

Los primeros núcleos de resistencia establecidos en los valles pirenaicos vivían una problemática común basada en la lucha por mantener su independencia frente al imperio Carolingio, la fuerza de los musulmanes del valle del Ebro, y, finalmente, su propia debilidad ante los astures. La defensa de este pequeño territorio fue llevada apoyándose alternativamente en unos enemigos frente a otros. Los primeros núcleos de resistencia navarros serán Pamplona y Sangüesa, dirigidos por la familia Arista. Su primer rey será Iñigo Arista, y en el 905 aparece en Navarra la dinastía Jimena. Con Sancho III el Mayor (1004-1035, Conde de Castilla desde 1029) Navarra llega a su máximo desarrollo.

1.4. El Pirineo Central (Aragón)

Poco conocido. Tras un breve dominio de los francos, en Aragón se impusieron los intereses ganaderos de la familia Galindo, que se asentaba en la comarca de Jaca. El núcleo aragonés, debido a su pobre densidad demográfica, osciló entre la influencia franca, el dominio musulmán y la expansión del reino de Navarra. A principios del X, aun conservando cierta autonomía, entró en la zona de influencia de Navarra. En 1035, tras la muerte de Sancho III el Mayor (rey de Navarra), surgiría Aragón como reino.

1.5. Los Condados Catalanes de la Marca Hispánica

Carlomagno, emperador franco, quería proteger su imperio de los musulmanes (tras el fracaso de Roncesvalles, 778) y estableció una franja protectora fuertemente fortificada al sur de los Pirineos a la que llamó Marca Hispánica. Esta fue dividida en condados (Barcelona, Gerona, Ampurias, Rosellón, Vic y Urgel- Cerdeña) y gobernada por condes que dependían del emperador franco. Estos condes tendieron a hacer hereditarios sus cargos, dando muestras de independentismo. El proceso de feudalización está claro en esta zona de la península y el conde Borrell II en el siglo X consiguió la independencia definitiva (987).

2. La Expansión de los Reinos Cristianos durante la Plena Edad Media

a) En el Siglo XI

El primer tercio del siglo está presidido por la lucha contra el califato, después la fragmentación del mundo musulmán (taifas) favorecerá la expansión. En el siglo XI destaca la personalidad del rey de Navarra Sancho III el Mayor (1000-1035) que reunió en su persona a casi todos los estados cristianos: era rey de Navarra; conde de Aragón; y se proclamó conde de Castilla. A su muerte tira por la borda todos sus logros y basándose en el concepto patrimonial que tenía de la monarquía, reparte en el testamento sus estados: a García le da Navarra, a Fernando I Castilla ya como reino, y a Ramiro I Aragón. La tendencia a la fragmentación parece frenarse con Fernando I de Castilla quien se autoproclamó rey en 1035. Su matrimonio con una princesa leonesa comportó la unión del reino leonés a sus territorios en 1037, así se convirtió en el primer rey de Castilla y León. Destaca, ya a finales de siglo, la figura de Alfonso VI, hijo de Fernando I, que en 1085 tomó Toledo y las actividades del Cid, que frenó a los almorávides frente a Valencia. La llegada de los Almorávides y la derrota en Sagrajas (1086), paraliza la reconquista.

b) En el Siglo XII

En este siglo se produjeron nuevamente uniones y desuniones de reinos. Aragón y Navarra se separaron tras la muerte de Alfonso I el Batallador, el rey que tomó Zaragoza a los musulmanes (1118). Aragón se vincularía definitivamente a Cataluña con el matrimonio de la hija de Ramiro II el Monje, Petronila, con el conde catalán Ramón Berenguer IV en 1137; la niña tenía solo dos años. Así nació la Corona de Aragón. Su hijo Alfonso II, fue el primer monarca de la Corona. En los reinos occidentales Alfonso VII reconoce la independencia de Portugal (1143), territorio que su padre había dado a su hija como dote, surgía así un nuevo reino. El tratado de Tudillén de 1151 entre Alfonso VII y Ramón Berenguer IV establece el reparto de Navarra y los territorios al sur del Júcar para Aragón. Alfonso II de Aragón y Alfonso VIII de Castilla firman en 1179 el Tratado de Cazorla, que delimitaba las fronteras de ambos reinos y sus zonas de expansión futura. Los almohades, que mantenían la línea del Tajo, lanzaran varias ofensivas que culminaron en su victoria de Alarcos (1195), muy dañina para los avances castellanos.

c) En el Siglo XIII

En la primera mitad de este siglo contemplamos el hundimiento definitivo del poder musulmán y una espectacular expansión cristiana. En el año 1212 tiene lugar la famosa batalla de las Navas de Tolosa, en las proximidades de Despeñaperros. La victoria cristiana con el rey castellano Alfonso VIII, trajo la conquista de casi toda la Mancha, lugar donde se asentaron las órdenes militares (Santiago, Calatrava, Alcántara…). El hundimiento musulmán en las Navas de Tolosa tuvo una gran trascendencia, ya que abrió a los castellanos el valle del Guadalquivir. Fernando III el Santo unió definitivamente Castilla y León en 1230 y se produce una expansión extraordinaria: entre 1236 y 1248 se tomaba Córdoba, Jaén y Sevilla (1248); en el sureste el reino musulmán de Murcia, por el tratado de Alcaraz (1243), Ibn Hud, emir de Murcia, se rendía a los cristianos de Castilla (Alfonso X el Sabio). Permitía la entrada de las tropas castellanas en los principales castillos murcianos. Los castellanos velarían por la seguridad de la zona a cambio del pago de impuestos. Murcia recibiría protección militar y se garantizaba el respeto a las propiedades, la religión y el sistema social que los musulmanes tenían. Con Alfonso X, hijo de Fernando III, comenzaría la época más brillante de la reconquista, pero también, la más problemática. Destaca su apoyo a la cultura, en especial, al Reino de Murcia. Llegó hasta las costas de Huelva y Cádiz (1265). La sublevación morisca en las tierras de Murcia supuso un freno para la reconquista. En la Corona de Aragón Jaime I el Conquistador toma Baleares y Valencia (1238) acabando así su expansión peninsular. En 1244 se firma el Tratado de Almizra entre Castilla y Aragón (el infante Alfonso y Jaime I) donde revisan los tratados de Tudillén y Cazorla, procediendo al reparto de Valencia y Murcia. Sólo quedaba en la Península un estado musulmán: el reino Nazarí de Granada, aunque sometido al vasallaje castellano. Después de este empuje, las fronteras entre cristianos y musulmanes se fosilizan hasta finales del segundo tercio del siglo XV en que los Reyes Católicos reanudan la guerra de Granada, campaña que concluirá en 1492 con la toma de la ciudad.

3. La Repoblación

Los avances y progresos territoriales llevados a cabo por los diversos núcleos políticos cristianos fueron reflejo de un lento y seguro proceso de repoblación de tierras despobladas o poco pobladas. El concepto de repoblación es complementario al de reconquista, hasta el punto de que ha podido ser definido como una forma de reconquista lenta. En muchos casos fue simplemente una pura y simple ocupación de tierras abandonadas tras la conquista musulmana o cristiana.

a) En los Siglos VIII-X: La Repoblación Libre

Se repuebla con gentes del norte el valle del Duero mediante un sistema llamado presura (en la zona pirenaica se conocía como aprisio) y que se basa en el derecho romano: el que llega y pone en cultivo una tierra yerma, se convierte en su dueño.

b) En los Siglos XI y XII: La Repoblación Concejil

Entre los siglos XI y XII se llevó a cabo la llamada repoblación concejil en las zonas comprendidas entre el Duero y los Montes de Toledo en Castilla y León, y el valle del Ebro en el este peninsular. Esta forma de repoblación se vio favorecida por el crecimiento demográfico de los reinos cristianos. Consistía en dividir el territorio en alfoces –el equivalente a nuestros términos municipales- con una ciudad o villa como base en la que se asentaban los pobladores y los representantes reales, se gobernaba a través del concejo (ayuntamiento) y una vez que se constituía este el rey otorgaba a la ciudad un fuero o una carta puebla, que venía a ser una serie de privilegios (regalo de tierras y solares, exención de impuestos por un periodo de tiempo…) para atraer a pobladores. Desde la villa o ciudad se repoblaba todo el territorio del alfoz. Es de destacar que en esta forma de repoblación había muchas tierras comunales (llamados propios). La forma de propiedad predominante es la mediana.

c) En el Siglo XIII: Las Órdenes Militares y los Repartimientos

En la primera mitad del siglo los protagonistas de la repoblación serán las órdenes militares (Calatrava, Santiago, Alcántara, Hospitalarios y Templarios), instituciones de monjes-guerreros que surgen en Tierra Santa para luchar contra el Islam y que se instalan también en España. Participaron en la conquista de Extremadura, La Mancha, Teruel y norte de Castellón. Recibieron extensas zonas poco pobladas con lo que predominará el latifundismo que se orientará a la explotación ganadera. La expansión ganadera se manifiesta en 1273 con la regulación de la Mesta o asociación de ganaderos (casi siempre nobles) que reciben privilegios de Alfonso X en detrimento de los campesinos. La exportación de la lana a Inglaterra era la principal riqueza de Castilla. En la segunda mitad del siglo se repuebla el valle del Guadalquivir y el litoral levantino, aquí la forma típica fue el repartimiento: tras la conquista de las ciudades se hacía inventario y se repartía entre los que habían participado en la conquista y según el nivel social, esto determinaba el predominio del latifundio por parte de la nobleza.

Diversidad Cultural: Cristianos, Musulmanes y Judíos

Durante la Edad Media, a pesar del carácter generalizado de los enfrentamientos entre religiones, en la Península Ibérica se produjo un clima de coexistencia pacífica entre las tres culturas y religiones presentes en la misma: cristianismo, judaísmo e Islam. Hasta finales del siglo XI al-Andalus fue culturalmente superior a los reinos cristianos. Las aportaciones en poesía, matemáticas, medicina o filosofía convirtieron a Córdoba en un importante centro cultural. Figuras como Averroes ejercieron un importante papel como impulsores de la obra aristotélica. La zona cristiana tuvo un impulso importante gracias al desarrollo cultural surgido a partir del siglo XI paralelo a la formación y desarrollo de las lenguas romances (castellano, catalán, gallego y portugués) que se consolidarían plenamente en el S. XIII con la aparición de la universidades (Salamanca, 1218) y de importantes obras literarias (Cantar del Mío Cid, 1208). Pero sin duda alguna el hecho más sobresaliente del periodo fue el surgimiento del Camino de Santiago tras el descubrimiento de la tumba del apóstol y la construcción, dos siglos después, de la Catedral de Santiago de Compostela. La llamada ruta jacobea se convirtió en el principal vehículo de difusión cultural a través del cual penetraron modelos literarios (cantares de gesta) y artísticos (arte románico y gótico) al tiempo que la cultura hispano-musulmana llegaba a Europa. Por último, mencionar el importante papel jugado por la Escuela de Traductores de Toledo, donde estudiosos judíos, cristianos y musulmanes traducían al árabe, al latín y al castellano las obras científicas, literarias y filosóficas de griegos y romanos. Su máximo apogeo se alcanzó bajo el reinado de Alfonso X el Sabio.

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