Tras la resolución de la crisis económica de 1929, la economía mundial se recuperó, siendo Estados Unidos el mayor beneficiado. Alemania, por otro lado, fue señalada como responsable y obligada a pagar una deuda desorbitada, resultado de los Tratados de Paz que condujeron a la II Guerra Mundial.
Europa quedó devastada tras la guerra, lo que impulsó una reconstrucción denominada «Nuevo Mundo», buscando evitar una III Guerra Mundial al no establecer vencedores ni vencidos.
En este contexto, se creó la ONU, con el objetivo de mediar en conflictos, evitar guerras entre países y proporcionar ayuda, especialmente alimentaria, a los países vencidos. Esto facilitó la creación de un nuevo orden económico internacional.
Conferencia de Bretton Woods y la Nueva Estructura Económica
Los 45 países más importantes del mundo se reunieron en la Conferencia de Bretton Woods para establecer la nueva estructura económica. John Maynard Keynes fue el principal impulsor de las ideas, junto con contribuciones de Estados Unidos. Se crearon varios organismos económicos clave para la recuperación:
- Banco Mundial: Proporcionó financiamiento para la reconstrucción de infraestructuras y el desarrollo a largo plazo.
- Fondo Monetario Internacional (FMI): Financiación del comercio internacional.
- Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT): Coordinación y reducción de aranceles para fomentar el comercio internacional.
- Organización Europea para la Cooperación Económica (OECE): Coordinación de políticas económicas para el desarrollo y crecimiento económico.
Programas de Reconstrucción y Ayuda a Europa
La reconstrucción y ayuda a Europa se canalizó a través de:
- Programa UNRRA: Ayuda alimentaria americana temporal para Europa.
- Plan Marshall: Ayuda económica americana para la reconstrucción europea desde 1945, con una inyección de capital en países devastados, especialmente Alemania.
- Organización de los Países Europeos: Creación del Mercado Común (Tratado de Roma 1957) eliminando aranceles dentro de Europa.
Se implementó la política keynesiana, donde el Estado desempeñó un papel activo con políticas monetarias y fiscales para sostener la demanda, el empleo y combatir las crisis económicas. Surgieron empresas públicas de servicios básicos y se consolidó el Estado del Bienestar (sanidad y educación).
Se logró una estabilidad monetaria y cambiaria. Entre 1945 y 1973, el mundo experimentó un crecimiento rápido y constante, sin crisis significativas, impulsado por el aumento de la productividad, la formación de capital humano y la modernización del sistema productivo con grandes empresas, taylorismo y progreso tecnológico.
Alemania y Japón se convirtieron en potencias económicas en pocos años, un fenómeno conocido como «milagro económico». Los resultados fueron una expansión económica estable y la incorporación de nuevos países al desarrollo económico. Estados Unidos se consolidó como la primera potencia económica mundial.
Finalmente, la competencia entre el capitalismo y el comunismo derivó en la Guerra Fría, un enfrentamiento entre dos sistemas económicos opuestos.
La Edad de Oro del Capitalismo (1950-1973)
El período entre 1950 y 1973 se caracterizó por una prosperidad general sin precedentes, conocida como la «época de plata» en 1950 y la «década de oro» en 1960.
- El PIB mundial creció a una tasa cercana al 5% anual.
- Persistieron diferencias significativas en el PIB entre países desarrollados y del tercer mundo.
- El crecimiento demográfico fue más rápido en América Latina, África y Asia que en las regiones avanzadas.
- El PIB per cápita fue más favorable en los países avanzados, con Europa Occidental registrando una tasa del 4,08%, aunque inferior a la del milagro japonés.
La Segunda Guerra Mundial provocó cambios fundamentales en el peso económico, destacando el ascenso de Estados Unidos. Las exportaciones medias anuales de Estados Unidos a Europa ascendieron a $5,674,000. Estos cambios también reflejaron una nueva mentalidad europea, con una decidida voluntad de construir una Europa en paz y unida.
La edad de oro del capitalismo coincidió con el mayor esplendor aparente de los países comunistas, con la Unión Soviética y otros países socialistas del este de Europa logrando un notable crecimiento económico.
Sin embargo, este período no estuvo exento de desafíos. A pesar del crecimiento económico y una relativa mejora en la distribución de la riqueza, persistieron importantes desigualdades.