Recursos Energéticos y Evolución Industrial en España
Su explotación se caracteriza por el agotamiento de las vetas, escasa rentabilidad, explotación privada pero subvencionada (2500 millones de euros) y proliferación de minas a “cielo abierto”. Desde 1990 la extracción del carbón es una actividad en vías de extinción, aunque la crisis de 2007 ha creado ciertas expectativas de futuro frente al petróleo y, en la misma dirección, el proyecto “Cénit CO2”, que pretende desarrollar plantas térmicas poco contaminantes y de alto rendimiento (en la línea del Protocolo de Kioto de 1997).
Petróleo
Ha sido el motor del desarrollo industrial del siglo XX y sigue ocupando el primer lugar en el consumo energético español. Constituye el 49% de la energía primaria. La producción propia es escasa, situada en Burgos y Tarragona, por lo que hay que importarlo, aunque diversificando su procedencia: Oriente Medio, África, América y Europa. Los principales proveedores son Rusia, Arabia Saudita, Irán y México.
Sin embargo, sí se ha actuado, para reducir la dependencia económico-política y favorecer el ahorro, en el refinado del petróleo, su transporte y su distribución. España tiene diez refinerías, situadas todas cerca de la costa excepto la de Puertollano (Ciudad Real).
Gas Natural
Es de creciente importancia en España. Se perfila como el combustible de mayor crecimiento a medio plazo y representa una parte importante de las previsiones energéticas futuras para mitigar nuestra dependencia del petróleo. La producción propia no es suficiente para satisfacer la demanda, aunque hay yacimientos en Huesca y Vizcaya. No obstante, la mayor parte procede de Argelia, Nigeria y Qatar. El 65% del gas llega en buques, y el resto a través del gasoducto del Magreb. Como en el caso del petróleo, España tiene una alta capacidad de regasificación, es decir, de volver a estado gaseoso el gas líquido transportado en los buques. 4 de las 10 plantas de regasificación europeas están en nuestro país.
Sector Eléctrico
La energía eléctrica ocupa un lugar importante gracias a sus múltiples posibilidades de uso, y porque se puede obtener por diversos procedimientos. En España las principales regiones productoras de energía eléctrica son Castilla y León, los Pirineos, Galicia y Castilla-La Mancha. En general, son zonas poco desarrolladas y despobladas, ya que la producción de energía es una de las actividades más contaminantes, con más impacto ambiental y que más rechazo producen entre la población. Por el contrario, las regiones consumidoras son las más ricas.
En este sector hay que distinguir:
La de origen hidroeléctrico
Renovable y no contaminante, pero de una peligrosa fluctuación productora. Se concentra en las cuencas Norte, Ebro, Duero y Tajo. A partir de 1966 su importancia disminuyó al crecer la demanda eléctrica.
Energía termoeléctrica clásica (centrales térmicas)
Queman carbón, combustibles líquidos (fuel-oil, gas-oil,…) y gas natural. Su distribución se reparte entre las zonas cercanas a yacimientos carboníferos y las de la costa, próximas a las refinerías de petróleo. Producen electricidad de modo regular, pero presentan inconvenientes: lentitud de entrada en funcionamiento y gran contaminación, por lo que las empresas propietarias deben pagar un plus por su emisión de CO2. En España hay 66 centrales de este tipo.
Energía termoeléctrica nuclear
Se basan en la fisión del uranio. En España este tipo de centrales tuvieron un gran crecimiento a finales de los 70, pero desde finales de los 80 estamos en situación de “moratoria nuclear”, es decir, que no se tiene previsto construir más centrales de este tipo. A pesar de su alta rentabilidad económica, comportan grandes riesgos y problemas de contaminación, además de los elevados costes por desmantelar una central inactiva. Actualmente están en producción las siguientes centrales nucleares en España: Valdellós y Ascó en Tarragona, Garoña en Burgos (actualmente, en 2014, desacoplada sin funcionar), Trillo y Zorita en Guadalajara, Cofrentes en Valencia y Almaraz en Cáceres.
Energías Alternativas
Al ser España un país claramente dependiente del exterior desde el punto de vista energético, el gran reto consiste en potenciar el ahorro, mediante un consumo responsable y un aprovechamiento más eficiente de la energía, así como la paulatina sustitución de las fuentes de energía no renovables por las renovables. España, además, firmó el Protocolo de Kioto, que la obliga a reducir sus emisiones de CO2 y a apostar por energías “limpias”. En la última década la política energética española está potenciando la investigación y la promoción, orientada a la eficiencia energética y al desarrollo de energías renovables: solar, eólica o biomasa. También se están dando los primeros pasos para un futuro desarrollo de la mareomotriz y la geotérmica.
Energía solar
Es abundante, renovable y limpia. Tiene una aplicación térmica (calentar fluidos, para agua caliente doméstica) y fotovoltaica (producir electricidad). Nuestro país tiene condiciones excepcionales para el desarrollo de la energía solar, debido a las más de dos mil horas de insolación al año. La mayoría de las plantas están en Almería, Extremadura, Valle del Guadalquivir, sur de Alicante y sudeste de La Mancha.
Energía eólica
Utiliza la fuerza del viento para producir electricidad. Es un recurso natural barato, inagotable y no contaminante, aunque sí provoca un impacto ambiental en el paisaje. Es ideal para zonas aisladas. Como aspecto negativo está el problema de la variabilidad de la fuerza y de la dirección del viento.
Evolución de la Industria en España
La industrialización ha sido un factor clave en la evolución contemporánea de numerosas sociedades, entre ellas la española. Se distinguen varias fases, que supusieron cambios en las características y localización de la industria, pero también en el crecimiento y movilidad de la población, las relaciones entre el mundo urbano y rural, o los desequilibrios regionales.
Cada fase comenzó por un cambio radical en las fuentes de energía disponibles, la tecnología predominante y la organización de las empresas, por lo que se habla de Revolución industrial para referirse a cada uno de estos procesos. En el transcurso de los dos últimos siglos suelen identificarse tres revoluciones industriales:
La primera Revolución Industrial
Iniciada a finales del s. XVIII, tuvo al carbón como fuente de energía básica y a la máquina de vapor, el ferrocarril y el telégrafo como principales representantes de las nuevas tecnologías. Las industrias más dinámicas fueron la textil, siderúrgica y de material ferroviario. España se incorporó de forma débil y tardía en el siglo XIX, pero siguió siendo un país agrario del que se extraían muchos recursos minerales para exportar a las potencias industriales.