Introducción
Ya desde el siglo XVI, se conocían los males que acuciaban a la economía española, como lo demuestra el memorial de Diego de Ortiz a Felipe II. Pero será en el siglo XVII, cuando con los arbitristas, tratadistas como González Celórigo, Sancho Moncada y Fernández Navarrete, o el propio Conde-Duque de Olivares, con su memorial a Felipe IV, se hiciera un acertado diagnóstico de los males de la economía: una agricultura con falta de brazos y pérdida de regadío por la expulsión de los moriscos, una ganadería lanar y trashumante con dificultades de exportación por la subida de los precios, una industria casi inexistente, un comercio obstaculizado por las malas comunicaciones y ausencia de una estructura financiera. Pero, pese al acertado diagnóstico, faltaron los medios y la voluntad para resolverlos, obsesionada la monarquía española con la política exterior hegemónica. Esta política había agotado los recursos, sobre todo, de Castilla e hizo imposible mantener dicha hegemonía.
Por eso, en tiempos de Carlos II, perdida toda ilusión hegemónica, se inició una tímida política reformista, dirigida por gobernantes como el Conde de Oropesa, que estimularon la industria atrayendo a técnicos extranjeros. Si bien, dichas reformas apenas influyeron en Castilla, sí en cambio, en Cataluña.
Desarrollo
2.1 Las reformas de los primeros borbones
En tiempos de los primeros borbones, Felipe y Fernando VI, se continuaron las reformas iniciadas con Carlos II y sus ministros Oropesa y Medinacelli, como:
- Fomento de la industria naval, capaz de competir con la británica y que asegurase el dominio americano, siguiendo lo establecido por los ministros Patiño y Ensenada.
- Saneamiento de la Hacienda Pública con la creación del impuesto del Catastro. Siguiendo los Decretos de Nueva Planta, se establecieron otros impuestos en los reinos de Aragón, como el equivalente en Valencia o el catastro en Aragón, que mejoraron las arcas del reino.
- Traslado de la Casa de Contratación y centralización del comercio americano a Cádiz.
- Supresión de las Aduanas interiores de los distintos reinos.
- Fomento del proteccionismo frente a las importaciones extranjeras, esto llevó a problemas con el navío de Permiso, concesión hecha a Gran Bretaña en el tratado de Utrecht.
- Creación de las Reales Fábricas, para fomentar las manufacturas y proveer al mercado americano.
2.2 Las Reformas económicas de Carlos III
a) Agricultura
El principal obstáculo de la agricultura era que la mayor parte de las tierras eran amortizadas o de manos muertas, en de la Iglesia, los municipios (bienes comunales y de propios), que fue duramente criticado por Jovellanos y Campomanes, que eran arrendadas a campesinos que no invertían en ellas. Esto, unido a los sistemas y técnicas arcaicas, ofrecían bajos rendimientos y crisis de subsistencia. Además, la mayor parte de estas tierras no tributaban, al pertenecer a miembros privilegiados.
Política reformista: Como la población aumentaba, pasando de los siete millones (censo de Campoflorido en 1713) a principios del siglo XVIII, a más de los diez a finales de la centuria (Censo de Floridablanca 1783), y era necesario producir más, Carlos III decidió plantear reformas en el sector económico, siguiendo las ideas de sus ministros y las teorías fisiocráticas, pero de manera parcial, sin que atentasen contra los intereses económicos de los estamentos privilegiados:
- Desamortización de tierras municipales, en Extremadura, Andalucía y La Mancha, entre los campesinos más necesitados que tuvieran medios para trabajarlas (Ley de 1770), pero los resultados fueron muy dispares.
- Colonización de nuevas tierras, financiado por la Corona y dirigido por Olavide y Campomanes, que la zona de Sierra Morena y Valle del Guadalquivir, donde asentaron a 3000 colonos (algunos de origen alemán) en localidades de nueva creación como Carolina o La Carlota.
- Se fomentó el regadío con la construcción de redes de canales como el Canal de Castilla y el Canal de Aragón.