Las Regencias en España (1833-1843)
Durante los años en los que se consideró menor de edad a Isabel II, la responsabilidad de la corona fue asumida por las regencias de su madre, María Cristina, y posteriormente del general Espartero. Se trata de una década dominada políticamente por la cuestión del carlismo y por una cierta indeterminación del signo del liberalismo gubernamental, con un cambio (casi siempre forzado y violento) entre:
- Moderados: A cuya cabeza estaba el general Narváez y que se apoyaba en los grandes terratenientes, la alta burguesía y la clase media alta. Defendían las concepciones del liberalismo doctrinario francés, partidario de la soberanía compartida entre rey y Cortes y de limitar los derechos individuales de los ciudadanos.
- Progresistas: A cuya cabeza estaba Espartero, siendo su base la pequeña y mediana burguesía, clases medias, empleados y artesanos. Propugnaban la soberanía nacional, representada en las Cortes, y que debía limitar el poder del rey.
Durante las regencias se alternaron ambos grupos en el Gobierno, y fue una etapa fundamental en la implantación del liberalismo en España.
Regencia de María Cristina (1833-1840)
Iniciaba su regencia con Cea Bermúdez al frente del Gobierno, orientándose hacia el liberalismo a través de una serie de medidas:
- Amnistía de liberales y la puesta en libertad de los presos sin juzgar.
- Cambios en los mandos del ejército, situando en los primeros puestos a militares moderados.
- Reducción y disolución de las unidades de voluntarios realistas cuyos mandos eran absolutistas.
- Renovación de los ayuntamientos, en los que gracias a un nuevo sistema electoral censitario entraron las clases medias urbanas.
En 1834, Martínez de la Rosa accedía al Gobierno y emitía un documento similar a la carta otorgada francesa de 1814: el Estatuto Real de 1834, donde la Corona no renuncia a su soberanía pero cede parte de su poder a las Cortes, que eran bicamerales. Pero el gobierno tuvo los problemas de la guerra carlista, el descrédito político y económico exterior, los escasos avances en la organización del sistema liberal y la radicalización de los liberales exaltados.
El conde de Toreno asumía la presidencia con el progresista Mendizábal en Hacienda. Durante esta etapa también se produciría la disolución de la Compañía de Jesús y el aumento de la oposición progresista, que se había lanzado a la acción revolucionaria. Su gobierno no logró hacer frente a la situación y la Corona confió en un liberal radical, Mendizábal, cuyo programa supeditaba todos los esfuerzos a terminar con la guerra.
Mendizábal iniciaba la desamortización eclesiástica (las desamortizaciones consistieron en la expropiación por parte del Estado de tierras eclesiásticas y municipales para su posterior venta a particulares en subasta pública. En compensación por ello, el Estado se hacía cargo de los gastos del culto y del clero). La de Mendizábal, iniciada en una etapa de Gobierno progresista, consistió fundamentalmente en la venta por subasta de las tierras expropiadas a la Iglesia y sus objetivos, determinados por la crítica situación que atravesaba el país (I Guerra Carlista y estado ruinoso de la Hacienda) fueron: sanear la Hacienda, financiar la guerra civil contra los carlistas y convertir a los nuevos propietarios en adeptos para la causa liberal.
La primera pieza de este plan, ganar la guerra en poco tiempo, fracasó, y los progresistas intentaron de nuevo el cambio político a través del pronunciamiento y, en 1836, se producía el motín de los Sargentos, un grupo de la guarnición del Palacio de la Granja, dando la regente nueva vigencia a la Constitución de 1812, y con el poder en manos de Mendizábal y Calatrava.
Los progresistas convocaron unas Cortes Constituyentes y se elaboró la Constitución de 1837, más moderada pero también más precisa que la de Cádiz y más progresista que el Estatuto Real, y que buscaba un consenso entre los dos principales partidos que posibilitara la estabilidad política:
- Mantiene la soberanía nacional.
- La separación de poderes.
- El reconocimiento de derechos individuales.
- El bicameralismo (Congreso de Diputados y Senado).
- No es confesional.
Posteriormente, nombraría varios gobiernos moderados, pero como consecuencia de la guerra civil, los generales cada vez atenían más poder y prestigio social, y cuyos referentes eran Narváez y Espartero, que estaban enfrentados. El primero fue involucrado en un movimiento de sublevación y tuvo que exiliarse, lo que convertía a Espartero en el hombre fuerte de España.
Regencia de Espartero (1840-1843)
La regente renunciaba en 1840 y Espartero era nombrado presidente de Gobierno y regente interino. Como tal, suspendió las Cortes para convocar nuevas elecciones, pero nunca tuvo mayoría parlamentaria, al tener una gran oposición por parte de muchos progresistas a su persona, pues Espartero confiaba más en el pueblo que en sus representantes del Parlamento.
El apoyo popular se sustentaba en su popularidad entre las clases bajas urbanas, el apoyo de los alcaldes y concejales esparteristas de muchas ciudades españolas, la Milicia Nacional armada y el propio ejército, donde había creado una extensa red clientelar entre soldados, suboficiales y oficiales.
Pero tuvo problemas por la legislación antiforalista del gobierno, que sometía a muchos ayuntamientos y diputaciones a una ley general; y por su apoyo al librecambismo, que provocó una reacción en contra, suponiendo el establecimiento del estado de sitio en Barcelona.
Desde 1843, los pronunciamientos se difundieron por España, la oposición de moderados y progresistas pidió la normalidad constitucional. Los oficiales de la Orden Militar Española, fundada por Narváez, también se movilizaron. La revuelta de Sevilla en 1843 enfrentó a los leales a Espartero y las milicias urbanas opuestas al regente. El movimiento se consolidó en Barcelona con la Junta Suprema de Barcelona, que se atribuyó la autoridad para destituir al general Espartero y nombrar a Prim como ministro universal. Tras varios enfrentamientos, las tropas fieles a Narváez derrotaron a Espartero en Torrejón de Ardoz en 1843, generándose un período de indefinición hasta la mayoría de edad de Isabel II.