René Descartes y su teoría metafísica


Nació en 1596 cerca de Poitiers (Francia) y fue educado en La Flèche, un colegio jesuita en la filosofía escolástica y en la de Aristóteles. Además de soldado fue matemático, filósofo y hombre de ciencia. Se licenció en Derecho. Sus grandes obras son: “Discurso del método” y “Meditaciones metafísicas”.

Contexto

Por un lado, este siglo vivió el hundimiento de un modelo científico (geocentrismo) y el nacimiento de una forma nueva de ver el universo (heliocentrismo). Por otro lado, el siglo XVI está condicionado por la escisión que se produce entre el catolicismo y el protestantismo y que llevará ello a las guerras de religión que asolaron a Europa. En esta edad Moderna se dan profundas novedades en todos los campos: se consolidaron las naciones europeas, gobernadas por poderosas monarquías; en el terreno económicosocial se da un auge del mercantilismo; se dieron los grandes descubrimientos geográficos que abrieron el mundo medieval; se inventó la imprenta, que supuso una auténtica revolución cultural; se consolidó la mentalidad humanista que favoreció la heterogeneidad filosófica secularizada y surge una preocupación por el conocimiento del universo y el funcionamiento de la razón, que se manifiesta en el racionalismo y el empirismo. La ciencia y la religión, las dos grandes “fuentes” de la verdad, se ven acosadas por la duda.

Relación

Esta teoría se relaciona con su teoría del conocimiento, en concreto con el método cartesiano. Es una metafísica que se opone a la tradición anterior, sobre todo a la de Aristóteles y de Tomás de Aquino. Estaba convencido de que existía una verdad cierta y practicó la duda como medio para alcanzarla, distinguiendo en su obra dos ámbitos: el de la verdad práctica y el de la verdad teórica o filosófica. El objetivo final es encontrar una verdad cierta, libre de cualquier sospecha.

Teoría

Para ello Descartes siguió un proceso en el que la aplicaba a todo aquello conocido por los sentidos, a los razonamientos y a la realidad de cuanto conocemos o percibimos, y se plantea si la realidad experimentada es improbable exponiéndolo en su obra Meditaciones metafísicas, su teoría conocida como ‘hipótesis del genio maligno’ en la que habla de la hipótesis de que el ser humano haya sido creado por un ser poderoso pero malvado pues nos ha diseñado la mente de tal modo que nos lleva a equivocarnos incluso en lo evidente. Descartes encuentra en el ‘pienso luego existo’ (cogito, ergo sum), una verdad segura con la que refutar a los escépticos. A partir de ahí René Descartes explica otras verdades que considera que están incluidas en la esencia del “yo”, la existencia de Dios y el criterio de verdad. Describió el proceso de descubrimiento de estas verdades, empezando por el cogito. La evidencia del cogito nos orienta hacia la sustancia. El ‘(yo) pienso luego existo’ nos obliga a intuir un ‘yo’, una sustancia que existe, cuya esencia es el pensar.  Para Descartes, sustancia es sinónimo de ‘cosa’ (res), por ello es ‘cosa’ todo lo concreto existente. La única condición que rige que algo sea sustancia es su independencia, siendo su definición cartesiana: cosa que existe de tal manera que no tiene necesidad sino de sí misma para existir. Deberíamos deducir que sólo Dios es sustancia, ya que el resto de seres necesitan de Dios para existir. En un sentido absoluto sólo Dios es sustancia, mientras que todas las demás criaturas lo serán de un modo derivado. Descartes analiza la realidad y la divide en tres sustancias. La primera sustancia es la propiamente dicha, Dios (res infinita), objeto de estudio en la teología. Es increada y piensa por si misma, independiente e infinita. Después, una sustancia creada y que piensa, con características contrarias a la res infinita que es perfecta que se identifica con el sh (res cogitans) cuya característica es el pensamiento. Y por último, una sustancia creada contraria a todas las características anteriormente mencionadas correspondiente a aquellas cosas que se pueden medir y tocar caracterizada por su extensión (tamaño, peso…). Estas dos últimas dependen de Dios. El método cartesiano propone la duda de todos los conocimientos reconociendo que el ser humano es un ser finito e imperfecto. Para Descartes hay tres clases de ideas: las adventicias (provienen de la experiencia sensible) las facticias (creadas por la imaginación del individuo) (ambas rechazadas por el racionalismo cartesiano) y las innatas (las únicas ciertas y seguras). Tras probar la existencia de Dios, Descartes cuenta con la garantía del criterio de verdad. Hay que tener presente que solo queda claro la existencia de aquello percibido de modo distinto y preciso. En cuanto al mundo, lo único claro y distinto es su extensión y por ello Descartes verá este mundo como una máquina gobernada por leyes mecánicas. El cosmos es visto como un mecanismo gigantesco que transmite el movimiento. Considerando a  Dios como el Gran Relojero del mundo por mantenerlo en funcionamiento.

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