A la agitación que caracterizó el Sexenio Democrático no fueron ajenos
los conflictos bélicos de aquellos años, a los que hubieron de enfrentarse
los diferentes gobiernos:10 años Las aspiraciones autonomistas de Cuba desembocaron en la denomi-
nada Guerra Grande (1868-1878), iniciada con el llamado grito de
Yara ante la falta de respuesta de las autoridades españolas a las deman-
das de autonomía de los criollos. Cuba estaba sometida al poder de los
capitanes generales, máxima institución de gobierno en la isla. También
influyeron los controles sobre la economía, pues Cuba era gran produc-
tora de azúcar y tabaco y tenía cercano el gran mercado de los Estados
Unidos. Una tercera causa radicó en las grandes diferencias sociales e
incluso raciales, ya que la esclavitud era una realidad en la isla, donde
se utilizaba mano de obra esclava en las plantaciones de azúcar y tabaco.
El conflicto duró diez años:
finalmente concluyó en la
Paz de Zanjón (1878) con la rendición de los rebeldes y la promesa
española de conceder más autonomía a la isla. Finalmente concluyó en la
Paz de Zanjón (1878) con la rendición de los rebeldes y la promesa
española de conceder más autonomía a la isla. La Tercera Guerra Carlista (1872-1876) se inició bajo la monarquía de
Amadeo I pues los carlistas trataron de imponer a su pretendiente,
denominado como Carlos VII.
La ofensiva dirigida por Martínez Campos, que culminó con la toma de
la Seo de Urgell, liquidó la guerra en Cataluña, lo que permitíó a las
tropas alfonsinas concentrarse en el País Vasco y acabar en 1876 con los
últimos focos de resistencia.El cantonalismo, interpretación radical del federalismo que surgíó
como un rebrote de los particularismos locales contra el Gobierno cen-
tral, desembocó en una insurrección cantonal a la que se sumaron
sectores obreros.
La pérdida de las colonias y la crisis del 98
mace
En 1898 España perdíó las últimas colonias de ultramar -Cuba, Puerto
Rico y Filipinas- como resultado de los deseos independentistas de sus pue.
blos, la política imperialista de Estados Unidos y del incumplimiento
de las
y
promesas españolas dadas en la Paz de Zanjón. Esto supuso un duro golpe
la sociedad española, conocido como el Desastre del 98, que provocó
una reflexión interna sobre la decadencia de España, ejercida por escritores e
intelectuales aglutinados en torno a la generación del 98 y al regeneracionismo,
4.1. La guerra de Cuba y Filipinas. El Tratado de París
Aunque en 1888 el Gobierno de Sagasta abolíó la esclavitud en Cuba la
presión de los grupos españolistas impidió hacer efectivas las promesas de la
Paz de Zanjón, por lo que el problema independentista quedó sin resolver. En
tre los partidos políticos en Cuba fue ganando peso el Partido
Revolucionario
Cubano, formación liderada por José Martí y apoyada por Estados Unidos,
partidario de expulsar a España de la isla ya que se veía
perjudicado por las
tarifas arancelarias impuestas por el Gobierno español,
El descontento independentista desembocó en 1895′ en un nuevo alzamien-
to, denominado Grito de Baire, liderado por Máximo Gómez, Antonio Maceo
y, sobre todo, por el mencionado José Martí España recurríó a la fuerza militar
y sustituyó al general Martínez Campos, a favor de una actitud conciliadora,
por el general Weyler, jfnemigo de las concesiones, por lo que la guerra adqui-
rió una gran dureza, con enormes pérdidas humanas y económicas.
La dureza de los métodos de Weyler levantaron numerosas críticas, en par-
ticular en la prensa de Estados Unidos, cuyo presidente McKinley/siguiendo
la doctrina Monroe), se mostraba inclinado a intervenir en el conflicto. Esto
aumentó la tensión entre el Gobierno norteamericano y el español, es-
pecialmente desde 1897/ cuando el estadounidense presentó una nota de
protesta en la que exigía la pacificación de Cuba, Amenazaba con la inter-
no accedía a la venta de la isla, iniciativa rechazada
por el gobierno español. En un intento por evitar el conflicto, el Gobierno de
autonomía a la isla, pero esta propuesta llegaba demasiado tarde.
Sagasta sustituyó a Weyler por el general Blanco.Mientras tanto, en el resto de las colonias españolas crecía también el sen-
Hetimiento independentista. En Puerto Rico se vio estimulado por el ejemph
cubano, si bien no llegó a desembocar en una guerra y, en 1897, se concedíó
a la isla la autonomía administrativa. En Filipinas, el independentismo estu-
vo liderado por José Rizal, fundador de la Liga Filipina (1892) pero, aunque
este fue detenido y ejecutado, desde el exilio Emilio Aguinaldo impulsó el
sentimiento independentista
En un clima de creciente tensión entre Estados Unidos y España, el aco-
y
razado norteamericano Maine, que se encontraba fondeado en La Habana
explotó de forma inesperada (hecho aún sin aclarar) el 15 de Febrero d
1898. El incidente desencadenó una agresiva campaña de prensa en Estado
Unidos, donde se culpó a los españoles de su hundimiento. El Gobiern
norteamericano presentó un ultimátum al español en el que exigía que te
nunciase a la soberanía sobre Cuba. El rechazo de España, donde buen
parte de la clase política y de la prensa se aferró a irresponsables posición
patriotas, dio lugar a la declaración de guerra por los Estados Unidos.
El conflicto se desarrolló en el Pacífico y el Caribe, a miles de kilómetros
de España y sin medios suficientes para tener éxito:
En el Pacifico, la anticuada escuadra española del almirante Montojo fue
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destruida en Cavite (Filipinas) por la norteamericana. La consecuencia
inmediata fue la generalización del levantamiento filipino y la retirada
española hacia Manila, que finalmente fue ocupada por los Norteamérica-
nos en Agosto de 1898
En el Caribe, la escuadra española del almirante Cervera, enviada desde
España, fue fácilmente aniquilada por la escuadra del almirante Sampsora
en la llamada batalla naval de Santiago de Cuba. A partir de entonces, la
resistencia española resultó inútil y unos días después capitularon Santiago
y La Habana. En la última semana de Julio las fuerzas norteamericanas
desembarcaron también en Puerto Rico y ocuparon la isla.
Ante estos hechos, el Gobierno español tuvo que a aceptar en Diciembre el
Tratado de París, que constituía un conjunto de exigencias norteamericanas.
Por dicho tratado España renunciaba a Cuba, que se convertía en un país
independiente pero fuertemente mediatizado por Estados Unidos, y cedía a
resta potencia Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam.
Así pues, en un momento en el que las grandes potencias se repartían
buena parte del mundo, España perdía los últimos restos de su Imperio /
colonial (solo se mantuvieron algunas posesiones en África). Vendiendo a
Alemania Palaos, las islas Marianas y las islas Carolinas, España clausuraba
su presencia en el Pacífico.
El día 1 de Enero de 1899, el general Jiménez Castellanos hizo entrega
oficial del territorio de Cuba al Gobierno de los Estados Unidos. Idéntico proceso que se realizó en filipinas.
4.2. Las repercusiones internas
El regeneracionismo
La pérdida de las colonias provocó un intenso debate sobre las
sabilidades de la guerra y un revisionismo político que se tradajo en una
crisis política y moral.
respon
y
Las repercusiones económicas fueron poco importantes, pues muchos
empresarios que operaban en Cuba se trasladaron a España y repatriaron
sus capitales, fomentándose además el cultivo de la remolacha para obte
ner azúcar.
Las consecuencias políticas se tradujeron en el desprestigio del sistema
político. Sagasta hubo de dimitir como presidente del Gobierno y el Par-
tido Liberal recibíó severas críticas, al igual que el régimen canovista en su
conjunto. Ello propició la aparición de ideas regeneracionistas y el forta-
lecimiento de los movimientos nacionalistas,
Las repercusiones morales e ideológicas fueron considerables. España
pasó de golpe a convertirse en una potencia secundaria. En la sociedad
española se extendíó el convencimiento de estar en manos de políticos
corruptos e incompetentes.
las políticas, acabando con el caciquismo y la oligarquía;
las económicas, desarrollando una amplia política hidrográfica para ex
tender los regadíos y modernizar la agricultura; y las sociales, utilizando la
educación para combatir el atraso cultural. Algunos planteamientos regene-
racionistas calaron en los partidos gobernantes que, bajo la monarquía de
Alfonso XIII, trataron en los años siguientes de emprender algunas reformas,
que sin embargo tendrían un modesto alcance.
En definitiva, el desastre de 1898 significó para España el comienzo de
un nuevo periodo en el que se planteó la necesidad de afrontar la reforma
política, social y económica del Estado.
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