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HABLAR DE “REVOLUCIÓN CIENTÍFICA” ES HABLAR DE GALILEO Y NEWTON
La expresión “Revolución Científica” puede considerarse definitivamente arraigada en la historiografía moderna a partir de 1954 y hace referencia a un periodo apasionante para la ciencia que se extiende desde la primera mitad del siglo XVI hasta fines del XVII, donde podemos hablar de revolución en física y astronomía. Y que debemos alargar hasta el siglo XVIII, dado que la química, biología y geología sufrieron su propia revolución más tardíamente.
Muchos historiadores de la ciencia insisten en destacar el papel relevante de Galileo Galilei, quien asestó un duro golpe a una tradición de más de 2000 años basada en la Autoridad Aristotélica. Sin embargo, Isaac Newton traspasará la labor científica del italiano y concluirá lo iniciado por él en materia mecánica, o sea, la configuración de un nuevo sistema del mundo en el que regirán leyes universales, realizando una genial sistematización de los principios fundamentales que desencadenaron el derrumbe de la física dual aristotélica.
Por otro lado, si Galileo diseñó un fructífero método de investigación científica, conocido como método experimental galileano, Newton diseñó el método de vera causa que supondrá un gran paso adelante en términos metodológicos. El método de Newton no solamente subsanará algunas de las carencias del método de Galileo, sino que franqueará el ámbito puro de la astronomía y se filtrará con gran éxito en campos ajenos, como la geología y biología, hasta constituirse en inspiración remota del concepto de selección natural de Charles Darwin.
LA MECÁNICA GALILEANA: VERDUGO DE LA AUTORIDAD ARISTOTÉLICA
Dicen los historiadores de ciencia que Galileo fue el primero en estudiar la mecánica libre de presuposiciones y totalmente fuera de esquemas aristotélicos.
Aristóteles abordó el problema del movimiento (o del cambio) de forma cualitativa. Para entender esta afirmación debemos recordar que desarrolló una ontología dual, donde la región supralunar y la región terrestre, constituidas por elementos distintos, se regirían por leyes físicas distintas. Así pues, la región supralunar estará constituida por el quinto elemento o éter, donde reina la inmutabilidad.
Y la región terrestre, donde habría una materia universal, o materia prima, susceptible de adoptar las distintas formas con que conocemos la materia que nos rodea, ya que estas formas pueden pasar de ser meras potencias a actualizarse gracias a la intervención de cuatro cualidades fundamentales: lo frío, lo cálido, lo seco y lo húmedo. Dicha región terrestre, al contrario que la región supralunar, estaría sometida a continuos cambios, transformaciones, a movimiento, donde las formas (potencialidades) se constituyen en materia (actualizaciones).
El término “movimiento” para Aristóteles significaba cambio, transformación
Aristóteles distinguió dos tipos de movimiento:a)- el movimiento violento (es aquel movimiento que fuerza a un cuerpo a abandonar su lugar natural o lo desplaza en cualquier dirección que no sea vertical y en un sentido que no lo conduzca a su lugar natural). Se precisa de un motor (causa externa)
Que esté en permanente contacto con el móvil mientras se está desplazando y que una vez que pierde el contacto, el móvil dejará de estar en movimiento.b)- el movimiento natural (la tendencia de todo cuerpo a ocupar su lugar natural) y que se identificaría con la caída de los graves, una explicación que Galileo refutó en la histriónica demostración o representación de la Torre de Pisa y finalmente sentenció con la ley de caída de los graves. La alternativa galileana fue utilizar el principio hidrostático de Arquímedes como modelo de cómo combinar los factores dinámicos del movimiento. La conclusión final fue que los cuerpos homogéneos descienden a igual velocidad porque sus diferencias de gravedad, que son como los volúmenes, quedan compensadas por resistencias estrictamente proporcionales a los volúmenes. Así, en este entramado teórico Galileo presentó en los Discorsi los fundamentos de la nueva mecánica:
Cuestiona la explicación aristotélica de la caída libre de los cuerpos y presenta la ley de caída de los graves, la primera de las leyes de la física clásica, aunque para saber por qué caen los cuerpos tendríamos que esperar a Newton. En esta ley encontramos poderosas razones para considerar a Galileo padre de la ciencia clásica:
– Por primera vez se presenta el movimiento como efecto de una fuerza que está enteramente inmersa en el móvil. Este movimiento ya no requiere una causa que lo mantenga, sino que se mantiene evidentemente por sí mismo y puede seguir así indefinidamente en el galileano espacio geometrizado. Este será el camino que conducirá al principio de inercia, pero todavía se está lejos de él.
-La velocidad de caída de un grave, a partir del reposo, no será uniforme sino continuamente acelerada y está sujeta a la ley de números. Y la velocidad aumenta con el tiempo y no con la distancia.