Le radeau de la Médouse (La balsa de la Medusa): Géricault.Romanticismo francés.1818-1819.Óleo sobre lienzo de tamaño grande.Louvre.París
Iconografía: La historia del barco francés «Medusa» fue uno de los sucesos más espeluznantes de Francia. El barco naufragó frente a las costas africanas y un pequeño grupo de pasajeros sobrevivíó gracias a una balsa. En mitad del mar, un barco de la marina francesa avistó a los náufragos pero no los recogíó. Los supervivientes fueron presas del hambre, la sed, la insolación y las enfermedades. Murieron muchos (134) y el resto (15) sobrevivíó comiendo los restos de los cadáveres. Finalmente, un carguero los encontró y devolvíó a Francia. Su historia fue censurada por el gobierno, que impidió que se conociera en la prensa. Géricault realizó este cuadro para dar a conocer el hecho, y tras dos años en que se prohibíó que lo expusiera al público, finalmente se ofrecíó al Salón Oficial y causó un tremendo escándalo social.
Análisis artístico: La composición del cuadro apuesta decididamente por una diagonal que se puede descomponer en dos estructuras piramidales correspondientes a dos estados de ánimo que genera la tragedia del naufragio: una pirámide de la esperanza, regresiva con la diagonal hacia atrás, que tiene como vértice el muchacho negro que agita una tela roja para avisar al barco que se divisa al fondo del cuadro y que se representa como un punto diminuto; abundan los brazos en escorzo que marcan esa dirección, y una pirámide de la desesperanza formada por las velas ya que el viento sopla en dirección contraria al barco y de la inmensa ola que se aproxima y cuya forma asemeja a la de la vela. Quedan reflejados en el volumen y corporeidad de las figuras, en las que se cuida el modelado donde se aprecia la influencia clásica, como en el padre del primer plano con manto rojo (retrato de su amigo Delacroix) con su hijo muerto, que recuerda en anatomía y rizos la obra de Miguel Ángel. Se trata de una pintura de gran formato, para la que el autor realizó numerosos bocetos y estudios previos sobre cadáveres y restos humanos sacados de cementerios y ejecuciones públicas. De esta forma contrapone el pintor la muerte y la esperanza en medio del naufragio. Sin embargo, es el color el que marca el predominio sobre el dibujo, con tonos cálidos como dominantes, más apropiados para dotar de dramatismo a la escena, los ocres de las indumentarias y de la vela, los marrones de la balsa, los encarnados y rosados de la carne y los rojos y anaranjados de la capa del padre, algún pantalón y de la sangre. La luz es crepuscular, una luz de atardecer que se solventa con un claroscuro influencia de Caravaggio, pintada con una coloración turbia y una pincelada muy extensa y suelta par incrementar el dramatismo al presentar un cielo tormentoso y amenazador. Y todos ellos se encuentran al servicio de toda una galería de expresiones posibles que componen los protagonistas: desde la desesperación del anciano que da la espalda al barco hasta el intento de los hombres que agitan sus camisas hacia el horizonte, pasando por los primeros atisbos de esperanza de las figura centrales que emulan al muchacho negro. Todos los elementos del cuadro: composición, estructura diagonal y piramidal, color y luz están al servicio del ritmo o movimiento de una pintura que lo eleva a cualidad pictórica tomando como excuso la representación de una balsa a la deriva en medio del océano.
Contexto: Pero no solo el tema del cuadro molestó; fue la composición del mismo (recuperando esquemas dinámicos del Barroco), la presentación del hombre común, del pueblo, como el protagonista del mismo ante una Naturaleza desbordada, grandiosa, ante la cual el hombre tiene poco qué hacer, la expresión del dolor, el sufrimiento, el miedo, la muerte y el protagonismo del color frente al dibujo, lo que destronaba ese ideal de belleza neoclásico en el que no había cabida para lo excepcional y lo horrendo. Simbólicamente, se ha visto esta obra como metáfora de la decadencia de Francia; una fuerte crítica a la monarquía y una clara denuncia a su modo de proceder: de la misma forma que los mandos del barco lo abandonaron dejando a su suerte a los viajeros, la monarquía lo hace con el pueblo francés. Cuando Géricault presenta la pintura en el Salón de 1819, la polémica estaba sembrada; efectivamente, no gustó y periódicos como La Gaceta de Francia lo calificó de “monstruoso”.
Lluvia, vapor y velocidad:Turner.Romanticismo inglés.1844. Paisaje.Óleo sobre lienzo. 0,9 x 1,2 m.National Gallery de Londres.
Iconografía:El tren se convierte en el elemento del cuadro que simboliza la modernidad pero la auténtica protagonista es la atmósfera que crean la lluvia y el vapor contribuyendo a desmaterializar las formas poco visibles del puente, la barca sobre el río o el propio ferrocarril. Al movimiento del tren se debe sumar el de las nubes, la lluvia y el fluir del
Agua del río
Análisis formal: Se trata de una composición abierta pues las vías del ferrocarril parecen querer prolongarse fuera del cuadro y los ojos del puente están incompletos. Se puede dividir el cuadro en dos mitades por una línea horizontal: la parte superior la ocupa el cielo neblinoso y nubes donde parece querer asomarse el sol. Parece como si de una textura esponjosa se tratara conseguida con los tonos amarillos, clareada por secciones en blanco y sombreado por gris azulado. En la parte inferior aparecen difusas las formas, tanto que apenas podían descifrarse si el autor no hubiera dejado a la izquierda los signos del puente y la pequeña barca que nos permiten reconstruir el conjunto como un paisaje.
En el cuadro predomina el color sobre el dibujo para representar a la protagonista del mismo: la atmósfera creada por la lluvia y el vapor que hace de filtro para una luz que se torna débil y desdibuja los contornos. Los colores predominantes son terrosos como los ocres, marrón y amarillos del paisaje más algunos violetas y azules en cielo y río. Las pinceladas o son muy diluidas o con mucha materia y empaste como las que forman la locomotora. Existe un claro efecto de movimiento marcado por el tren que avanza hacia nosotros y da la sensación que va a desaparecer de un momento a otro. Ante la locomotora hay una liebre, difícilmente perceptible, símbolo de la velocidad. La velocidad de tren y liebre contrasta con la lentitud de una barca también casi imperceptible.
Contexto: Turner junto con Constable es el gran renovador de la pintura del paisaje inglés. Tuner tomaba bocetos al natural, algo totalmente novedoso en la recreación de la naturaleza hasta entonces, y luego los reproducía en su estudio. Turner es completamente ROMántico al expresar la grandiosidad de la naturaleza que empequeñece tanto al hombre como a sus creaciones.Llevará a evolucionar hacia posiciones cada vez menos figurativas, más abstractas, queriendo lograr los efectos atmosféricos a base de manchas de color, toques puntillistas o llegando a aplicar la pintura con los dedos para poder lograr los efectos lumínicos.