Segunda República Española: Contexto, Desarrollo y Desenlace (1931-1936)


Contexto Histórico de la Segunda República

El resultado de las elecciones del 31 dio la victoria a las fuerzas republicanas en la mayoría de las grandes ciudades, adquiriendo así un carácter de censura contra la monarquía. Ante esta situación, el rey Alfonso XIII renunció y abandonó España, con lo que se proclamó la República el 14 de abril. El nuevo régimen fue recibido con un gran entusiasmo popular y con la esperanza de iniciar un cambio radical en la vida española. Se abría la oportunidad de crear un marco de convivencia democrática, modernizar las estructuras del Estado e iniciar un amplio programa de reformas económicas y sociales.

Pero la República nació en circunstancias difíciles. En el ámbito internacional había una crisis mundial y Europa se empezaba a debatir entre la democracia y el fascismo. La falta de cultura democrática, la inestabilidad política, la conflictividad social y la intransigencia de sus adversarios condujeron a la República hacia tensiones sociales, que fueron aprovechadas por los enemigos de la democracia para intentar acabar con ella.

Significación: Antes y Después de la Segunda República

La Segunda República surge tras una dictadura que consiguió mantenerse en el poder gracias a una buena situación económica, debido a la coyuntura internacional favorable y a la pacificación del conflicto marroquí. Pero desde 1929, la crisis económica y el clima de oposición a la dictadura se agravaron y, abandonado, el dictador dimitió en 1930. El rey Alfonso XIII nombró jefe de gobierno al general Berenguer, que debía preparar unas elecciones y retornar así a la legalidad constitucional.

Por lo tanto, se convocaron unas elecciones y toda la oposición al régimen monárquico decidió constituir una coalición para presentarse unidos a las elecciones. Estas arrojaron un resultado favorable a la coalición republicano-socialista. Los partidos conservadores mantuvieron su fuerza en gran parte de las elecciones agrarias. Ante la nueva situación, el rey suspendió la potestad real y abandonó el país hacia el exilio. El 14 de abril de 1931 se proclamó la República sin violencia. Y se formó un gobierno provisional con representantes republicanos, socialistas y nacionalistas que se comprometió a convocar elecciones a Cortes constituyentes, a fin de que se redactase una nueva Constitución. Además, tomó las primeras medidas: amnistía, libertad de partidos y reforma de los cargos del ejército.

Pero la República llegó a su fin en 1936 con un golpe de Estado que se convirtió en Guerra Civil, ya que España había quedado dividida en dos:

El Bando Republicano: Guerra y Revolución

El hecho de que la defensa de la República estuviese en manos de los militares y sindicatos de izquierdas dio lugar a la formación de órganos de poder popular, que dirigían el esfuerzo bélico y la guerra civil en la retaguardia. La tensión explotó en estos momentos, se ocuparon fábricas y empresas, se confiscaban tierras y se daban a colectivos de campesinos. Igualmente, el anticleralismo se desataba con fuerza. Los clérigos eran perseguidos, al igual que las manifestaciones religiosas. Aunque el gobierno integró representantes comunistas y anarquistas, en ocasiones se realizaba una dualidad de poder. Las autoridades intentaron controlar este proceso e impulsaron su autoridad sobre el ejército y se enfrentaron a las organizaciones anarquistas que se resistían a someterse a los mandos militares.

Por último, en la zona republicana, la guerra dio origen a una enorme movilización social. Organizaciones de todo tipo intentaban defender un modelo de sociedad que la guerra ponía en peligro.

El Bando Franquista

Las zonas controladas por los sublevados, que se daban el nombre de nacionales, eran el reverso de la moneda. Todos los esfuerzos iban dirigidos a ganar la guerra. Para ello establecieron un poder de tipo militar. Este poder era la Junta de Defensa que nombró al general Franco generalísimo y Jefe de Gobierno. En 1937 se decretó la Falange Española Tradicionalista y de Juntas Ofensivas Nacional Sindicalista.

Uno de los objetivos era acabar con la reforma Republicana. Se abolió toda legislación laboral y suprimieron todos los partidos y sindicatos. Ideológicamente se defendía el conservadurismo y el catolicismo con ciertas notas de fascismo. La represión abarcaba a todos aquellos que habían dado apoyo a la República o no manifestasen su adhesión al nuevo régimen.

El Bienio Reformista (1931-1933)

Los Problemas de la República

El primer paso era abordar los problemas pendientes desde el siglo anterior: el militar, el religioso, la cuestión educativa y los problemas agrarios.

El Problema Militar

El nuevo ministro de la Guerra, Manuel Azaña, consideraba indispensable reducir el excesivo volumen de los oficiales y cortar los excesivos gastos militares. Para ello, elaboró una ley que posibilitó la jubilación de casi la mitad de los oficiales. Igualmente, se disolvieron los organismos judiciales del ejército, que se sometió al poder civil. Por último, se cambiaron aquellos mandos del ejército considerados contrarios a la República.

La Cuestión Religiosa y la Cuestión Educativa

La nueva Constitución separaba la Iglesia del Estado y, por ello, en los años siguientes se abolió el pago a los sacerdotes, se prohibió la enseñanza de las órdenes religiosas, se disolvió la Compañía de Jesús y se introdujeron el divorcio, el matrimonio y el entierro civiles. Promover una educación laica, en un Estado laico, era un objetivo clarísimo para los nuevos dirigentes. El Estado asumía en pleno la responsabilidad de la escuela pública y destinó a ellas grandes inversiones.

La Reforma Agraria

Se abordó el problema de jornaleros agrarios sin tierras, mientras que la propiedad se concentraba en familias latifundistas. Una ley decretó expropiables las grandes fincas que no se cultivaran y permitió darlas a los campesinos sin tierras. Igualmente, se inició la reforma de legislación laboral, impulsada por Largo Caballero.

La Oposición a las Reformas

La Oposición de las Fuerzas de la Derecha

Desde el momento en que se proclamó la República, la Constitución y se iniciaron las reformas, los grandes propietarios agrarios, la Iglesia Católica y las clases altas y medias se pusieron en contra del nuevo régimen. Estos grupos sintieron amenazadas sus propiedades. Un intento de golpe de Estado fue frenado por el gobierno. Pero las fuerzas de derecha se reagruparon y crearon la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Así surgió un nuevo grupo de carácter fascista, la Falange Española, dirigido por José Antonio Primo de Rivera.

Las Críticas de las Fuerzas de Izquierda

La lentitud de algunas reformas exacerbó los ánimos de las clases populares. La UGT se radicalizaba y algunos núcleos anarquistas apoyaban directamente la insurrección armada y protagonizaban levantamientos.

El Bienio Conservador (1934-1936)

Los Gobiernos de Derechas

El jefe de gobierno presentó su dimisión y el presidente de la República disolvió las Cortes y convocó nuevas elecciones. Las elecciones las ganó la derecha, que inició un proceso de desmantelamiento de la obra del bienio anterior. Paralizó la reforma agraria y amnistió a los sublevados del golpe de Sanjurjo. Esto provocó la radicalización de los grupos de izquierdas.

El Frente Popular

Para enfrentarse a la derecha en las elecciones, se formó un frente electoral que agrupaba desde la izquierda revolucionaria al centro-izquierda. Aunque por escaso margen, triunfó el Frente Popular y Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República.

Los republicanos continuaron el programa de reformas del primer bienio, se restauró la Generalitat y se reinició el proceso autonómico del País Vasco y en Galicia. Por ello, se desencadenó un clima de enfrentamientos y violencia social entre izquierdas y derechas, que culminó con el asesinato del diputado Calvo Sotelo.

Las fuerzas conservadoras decidieron que había llegado el momento de interrumpir el proceso reformista de la República.

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