Def. De Kant de ilustración:
consiste en rebasar la minoría de edad de la razón, de la cual sólo se sale cuando el hombre se atreve a servirse de su propio entendimiento, abandonando la dirección de toda autoridad o tutela. “Sapere aude”
Distingue 2 condiciones para salir de esa minoría:
1) que se distinga lo que corresponde a la obediencia y lo que corresponde al uso de la razón: p. Ej., pagar impuestos. 2) que se distinga entre uso personal y uso público de la razón: la razón debe ser libre en su uso público, mas no en el privado. El hombre hace un uso privado de su razón cuando tiene un papel que representar en la sociedad y unas funciones que ejercer. No pretende una obediencia ciega, sino que la razón se someta a las reglas y fines propios de la función que cumple en la sociedad.
Kant se hace 3 preguntas:
¿que puedo conocer?, ¿que debo hacer?, ¿que puedo esperar? Y con la critica de la razón pura contesta a la 1, que supone la búsqueda de los principios y límites desde los que es posible un conocimiento científico de la naturaleza. Kant distingue dos facultades de conocimiento: la sensibilidad y el entendimiento. La sensibilidad es pasiva; se limita a recibir impresiones desde el exterior (sonidos, olores, etc.). En cambio el entendimiento es activo: produce “espontáneamente” ciertos conceptos que no proceden de la experiencia sensible (“substancia” y “causa”, entre otros). Mas tales conceptos tienen aplicación legítima exclusivamente en el ámbito de la experiencia.
Influido pues por Hume, considera que la razón está limitada por lo empírico: si no hay experiencia sensible, no hay conocimiento. Mas se aleja del fenomenismo humeano cuando afirma que el conocimiento no puede basarse “sólo” en la experiencia sensible.
Los conceptos del entendimiento no son ideas innatas, sino estructuras vacías de contenido que sólo pueden ser legítimamente utilizadas si a la vez hay impresiones que “las llenen”. Todo conocimiento es conocimiento de juicios. Toda ciencia es un conjunto de juicios (considerados) verdaderos donde, ordenados jerárquicamente. Para Kant hay 3 tipos de juicios:
Sólo el 3º tipo, que Kant llama “juicios sintéticos a priori”, reúnen ambas carácterísticas y son la auténtica clave de la solidez y del avance del conocimiento de la ciencia (los otros dos son “analíticos a priori” y “sintéticos a posteriori”).
“Giro copernicano”:
es su propuesta del idealismo trascendental: introduce una nueva hipótesis que explique la naturaleza del conocimiento humano. Se sirve también de la del idealismo trascendental, que consiste en considerar que no se conocen las cosas ni el mundo como son “en sí”, sino como “se nos aparecen” en nuestra sensibilidad y en nuestro entendimiento. El idealismo trascendental no sostiene un subjetivismo desmedido, pues esos elementos a priori son comunes a toda la humanidad, y además Kant afirma la existencia de conocimiento científico, universal y necesario. El conocimiento “trascendental” es aquél que tiene por objeto describir los elementos a priori.
La sensibilidad:
dice que espacio y tiempo son condiciones trascendentales de la sensibilidad, pues no son impresiones sensibles particulares, sino la forma o modo como percibimos todas las impresiones. Y son a priori porque no proceden de la experiencia. La sensibilidad externa, ésta se somete al tiempo y al espacio y la sensibilidad interna, sólo al tiempo. Para el, el tiempo y el espacio así entendidos son estructuras vacías de contenido que la sensibilidad del sujeto “pone” a priori en las que necesariamente quedan “encajados” los “contenidos” que de esta forma se ordenan. Explica que no son “conceptos”, sino “intuiciones”.
La función del entendimiento es “comprender” aquellas sensaciones, y comprender las impresiones es poder referirlas a un concepto que nos permita reconocer “hechos” y/o “cosas”.
Distingue entre “conceptos empíricos” que proceden de la experiencia,y los “conceptos puros a priori”, que no proceden de la experiencia. On estructuras o formas vacías de contenido que sólo serán legítimamente aplicadas si a la vez tenemos impresiones que llenan esas formas vacías.
El entendimiento aplica esas categorías a las impresiones para unificarlas y darles sentido. Kant distinguirá consecuentemente 12 “categorías”, entre las que destacan: “substancia” y “causa”. Estas categorías son condiciones trascendentales, necesarias, de nuestro conocimiento. El entendimiento no puede comprender las impresiones sino aplicando categorías, pues si no todo quedaría reducido a un caos de sensaciones desarticuladas.
Principio de Causalidad:
basado en la categoría de causa será aplicable a todos los fenómenos que el entendimiento conoce o puede llegar a conocer, y es, consiguientemente, un principio universal y necesario porque no procede de la experiencia, sino de lo que el sujeto “pone” a priori de forma universal y necesaria. Ya Hume había demostrado que de la experiencia nunca puede proceder el conocimiento universal y necesario, sino sólo el probable y la creencia. Mas el error de la crítica de Hume al principio causal, según Kant, se debe a la confusión de Hume entre el Principio General de Causalidad, visto antes, con ciertos “principios causales particulares.
Substancia es una categoría del entendimiento que éste utiliza para dar sentido a las impresiones. Sin esta categoría no podríamos pensar o decir proposiciones como “esta rosa es muy roja”, ya que en todos estos enunciados pensamos el sujeto (rosa) como substancia, y el predicado cómo propiedades de aquél. Prescindir de la categoría de substancia implicaría no poder decir nada acerca de las cosas, estemos cogiendo rosas rojas.
Oposición entre “fenómeno” y “cosa en sí”
El conocimiento “fenoménico” es el único conocimiento posible. Nuestro entendimiento nunca puede franquear los límites de la sensibilidad porque sólo de ésta puede recibir su contenido. Si el “fenómeno” es la cosa tal como se nos aparece o muestra, entonces estamos presuponiendo la cosa tal y como es “en sí”, más allá de los objetos dados en nuestro modo de intuir sensiblemente. Sin embargo esa “ cosa en sí” no puede ser nunca conocida, pues no se da en nuestra experiencia sensible, sino sólo “pensada” (Kant distingue entre “conocer” y “pensar”). Para Kant es un concepto límite (nuestro conocimiento se encuentra limitado a los “fenómenos”), y llama “noúmeno” (“ente inteligible”) a la “cosa en sí” porque ésta sería objeto de la intuición intelectual.
En la última parte de la Crítica de la razón pura trata de la imposibilidad de la metafísica dogmática como ciencia, pues al pretender alcanzar conocimiento de Dios, del alma (res cogitans, yo) y del mundo como totalidad (res extensa), del mundo “en sí”, a las que Kant llama las tres “ideas” de la razón (“lo incondicionado”), la metafísica utiliza las categorías más allá de la experiencia sensible, y por lo tanto de forma ilegítima.
Formalismo ético Kantiano:
Todas las teorías éticas anteriores le parecen que adolecen de subjetivismo, pues quedarían reducidas a un conjunto de mandatos o imperativos hipotéticos (condicionados). El propone una ética autónoma, nacida de la razón práctica pura, a priori, no material, sino “formal” (sin contenidos, sin reglas concretas); una ética del deber moral por el deber moral, sin buscar otra compensación o finalidad externa al puro deber moral. Cree que sólo así encontraremos una ética realmente universal para todos los seres racionales.
Esta ética se sintetiza en un único mandato, carente de contenido, que él llama “imperativo categórico”, y que siendo sólo uno, enuncia de diferentes maneras. Para entenderlo, primero debemos hablar de las “máximas”. Una máxima es una regla de conducta subjetiva (de una persona para sí misma), que puede ser moralmente buena, o no. Kant afirma que todos los humanos las tenemos, por lo que eso significaría tener libertad para dárnoslas y para cumplirlas, o no. Pero a la vez, en la Crítica de la razón pura había dejado claro que la razón teórica no puede demostrar que los humanos seamos libres.
Postulados de la razón práctica
Un “postulado” es algo no demostrable pero supuesto necesariamente como verdadero en una disciplina o ciencia. En la ética hay tres, según Kant: La libertad es el primero: la razón teórica no puede demostrar la existencia de la libertad humana, pero la existencia del comportamiento moral de las personas exige la libertad como supuesto, el segundo es la inmortalidad del alma (res cogitans, yo), cuya existencia tampoco es demostrable con la razón teórica: tiene que ser inmortal para posibilitar el progreso indefinido da la virtud, la perfección moral, y el tercero es Dios: no podemos demostrar su existencia, mas es un supuesto necesario pues quien renuncia a su felicidad por el cumplimiento del deber moral “merece” por ello la felicidad que sólo Dios podría procurarle. Esta es la nueva metafísica “ práctica” que según Kant sólo es posible cuando la anterior metafísica dogmática queda definitivamente superada.